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La economía británica se ahoga y no hay un chaleco salvavidas que pueda ayudarla
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Sin rumbo en medio de la crisis

La economía británica se ahoga y no hay un chaleco salvavidas que pueda ayudarla

En medio de una inflación histórica, los candidatos a suceder a Boris Johnson prometen reducción de impuestos, pero los expertos les acusan de no ser realistas

Foto: Una mujer compra en un supermercado en Londres en medio de una inflación histórica. (Neil Hall/EFE)
Una mujer compra en un supermercado en Londres en medio de una inflación histórica. (Neil Hall/EFE)

En tiempos normales, la economía británica siempre se ha situado en un punto intermedio entre el modelo estadounidense —impuestos bajos, red de seguridad social limitada— y el enfoque europeo —impuestos más altos, estado de bienestar más generoso—. Tradicionalmente, ofrecía una combinación de pros y contras de cada uno. Sin embargo, ahora que los tiempos distan mucho de cualquier normalidad, se ha quedado atrapada entre lo peor de ambos mundos.

Por una parte, al igual que Estados Unidos, se enfrenta la escasez de mano de obra postcovid que afecta al mercado laboral (una de las tantas consecuencias del Brexit). Por otra, sufre un considerable incremento de las facturas por la crisis energética que está ahogando particularmente al Viejo Continente por su dependencia a los combustibles rusos.

Foto: El primer ministro británico, Boris Johnson. (EFE/Andy Rain)

Un conjunto de factores ha llevado al Reino Unido a afrontar ahora la peor inflación del G7 después de que los precios hayan subido a su ritmo más rápido en 40 años. En julio han llegado al 10,1%, el mayor salto desde 1982. Se trata de una tasa más alta que la de Estados Unidos (que ha bajado al 8,5%) o la Eurozona (8,9%). Aunque, en España, el IPC se ha disparado al 10.8%.

El aumento está impulsado particularmente por el costo de los alimentos, incluida la mantequilla, leche y aceite de oliva. Sin embargo, los británicos también se enfrentan a un precio récord en las tarifas ferroviarias, a pesar de las huelgas del sector que llevan meses paralizando el país.

Foto: Barcos encallados en la orilla del río Doubs, en la frontera entre Francia y Suiza. (EFE/Laurent Gillieron)

Aunque no es ni mucho menos la única causa, la salida de la UE está teniendo gran repercusión. Además de haber reducido la disponibilidad de trabajadores extranjeros en algunas industrias de servicios peor pagadas, como la hostelería, también ha provocado un aumento de los costos para las importaciones, que suponen hasta el 33% del PIB del Reino Unido. Y, todo ello, con una libra mucho más débil para afrontar los bienes y servicios comprados en el extranjero.

Para finales de año, la situación podría empeorar aún más con una inflación del 13%, bajo la amenaza de la temida recesión. Pero lo peor no es que exista un grave problema. Lo realmente preocupante es que, según los expertos, ni Liz Truss ni Rishi Sunak, los dos candidatos a suceder a Boris Johnson el próximo 5 de septiembre, tienen un plan creíble para solucionarlo. Mientras que la ministra de Exteriores —con su promesa de recortar de inmediato los impuestos— es acusada de "irrealidad económica", al ex titular del Tesoro —que los quiere bajar cuando la inflación esté controlada— le consideran equivocadamente optimista.

Reino Unido es más pobre que el año pasado

Las medidas de Sunak incluyen también reducir el IVA en las facturas de energía y la tasa básica del impuesto sobre la renta. Por su parte, Truss también ha prometido revertir el aumento de las contribuciones a la Seguridad Social y cancelar la subida del impuesto de sociedades, del 19% al 25%, prevista para el próximo año. La singularidad del plan de esta última es su insistencia paralela en que los recortes del gasto público no serán necesarios porque considera que el crecimiento económico llenará cualquier agujero negro financiero.

Esto es algo que los expertos no acaban de digerir. Carl Emmerson, subdirector del reputado think tank Instituto de Estudios Fiscales (IFS) asegura que "la realidad es que el Reino Unido se ha vuelto más pobre durante el último año y eso hace que las decisiones sobre impuestos y gastos sean aún más difíciles". "Es complicado cuadrar las promesas que ambos candidatos están haciendo para reducir los impuestos a corto o medio plazo con la ausencia de medidas específicas para reducir el gasto público y un presunto deseo de administrar las finanzas del país de manera responsable", matiza.

Foto: El ministro del Tesoro, Rishi Sunak, y su mujer, Akshata Murthy. (EFE/Vickie Flores) Opinión

La deuda neta acumulada supera ya los 2,34 billones de libras (2,78 billones de euros) equivalente al 96,2 % del PIB. Y, según el último informe del IFS, en el próximo año fiscal (abril 2023, abril 2024), es probable que los préstamos aumenten en 23 mil millones de libras porque el Gobierno necesitaría aumentar las ayudas sociales y pensiones en línea con la tasa de inflación a un costo de 4 mil millones de libras. Además de pagar 54.000 libras en mayores intereses de deuda. Los aumentos del gasto solo se verían parcialmente compensados por un aumento de 34.000 millones de libras en ingresos fiscales.

El plan de Sunak, quien reconoce que el país se enfrenta a tiempos duros, es al menos más realista que la visión populista de Truss. Sin embargo, a pesar de todas las advertencias, parece que a los afiliados del Partido Conservador, que son los que deben votar ahora al que se convertirá en próximo primer ministro, no les importa. Hasta ahora, la titular de la diplomacia británica saca hasta 32 puntos de ventaja a su rival.

Foto: Imagen: EC.
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La nueva ambición rubia no es precisamente la más popular en la City y, según 'Financial Times', los principales reguladores están en su punto de mira. Todo apunta a que podría haber una revisión inmediata de sus roles y responsabilidades, incluidos los planes para fusionar la Autoridad de Conducta Financiera, la Autoridad de Regulación Prudencial y el Regulador de Sistemas de Pago en una nueva organización. "Es una guerra contra los tecnócratas", asegura un ejecutivo al rotativo salmón. La campaña de Truss se ha negado a realizar comentarios al respecto.

Los cambios también podrían afectar al Banco de Inglaterra. La institución obtuvo la independencia política en 1997, bajo el Gobierno del laborista Tony Blair, con el mandato de mantener la inflación en un 2%. Pero ahora hay dudas sobre si los funcionarios de Threadneedle Street han perdido el control. El equipo que rodea a Truss está culpando al gobernador de la entidad, Andrew Bailey, y a sus colegas. En palabras del ministro de Negocios, Kwasi Kwarteng, quien se postula ahora como favorito para ser el próximo responsable del Tesoro, "si su meta de inflación es del 2 por ciento y pronostica un 13,3% para finales de año, algo está saliendo mal".

Dormido al volante

La principal crítica contra el Banco de Inglaterra es que se durmió al volante mientras la economía salía de la crisis del coronavirus. Esto permitió que el gasto aumentara demasiado rápido, ya que los funcionarios no detectaron los impedimentos al crecimiento que dejó la pandemia. Andrew Sentance, exmiembro del Comité de Política Monetaria de la entidad, critica además el hecho que se había "aclimatado" a los ciudadanos durante demasiado tiempo a unas tasas de interés extremadamente bajas.

En los últimos 14 años, se había mantenido el precio del dinero en mínimos históricos como antídoto a terremotos como la crisis de crédito o el Brexit. Pero ahora que el país se enfrenta a la mayor inflación en más de cuatro décadas, el banco ha tirado de artillería pesada con una subida de intereses de medio punto, la mayor desde 1997, para fijar los tipos en el 1,75%.

Foto: Foto: EC.

Otros exfuncionarios no han querido realizar críticas en público, pero en privado sí muestran su sorpresa de que se hubiera continuado con el programa de flexibilización cuantitativa y se hubiera impreso dinero y comprado activos a lo largo de 2021. Todo esto, a pesar de que la recuperación fue mucho más sólida de lo esperado.

El gobernador del banco central, sin embargo, desestima estas críticas asegurando que la entidad está asumiendo la culpa de lo que considera en gran medida un problema global que escapa a su control. "No conozco a nadie que razonablemente pueda decir que podría haber pronosticado una guerra en Ucrania hace un año", se quejó en la rueda de prensa de principios de este mes. La misma en la que se pronosticó una recesión para finales de año.

En tiempos normales, la economía británica siempre se ha situado en un punto intermedio entre el modelo estadounidense —impuestos bajos, red de seguridad social limitada— y el enfoque europeo —impuestos más altos, estado de bienestar más generoso—. Tradicionalmente, ofrecía una combinación de pros y contras de cada uno. Sin embargo, ahora que los tiempos distan mucho de cualquier normalidad, se ha quedado atrapada entre lo peor de ambos mundos.

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