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Las universidades, en pie de guerra por Gaza: ¿está viviendo Biden su momento Vietnam?
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La revolución de una lejana guerra

Las universidades, en pie de guerra por Gaza: ¿está viviendo Biden su momento Vietnam?

En 1968, Lyndon Johnson anunció que no se presentaría a la reelección en medio de las protestas contra la guerra de Vietnam. ¿Puede pasarle lo mismo al actual presidente de EE UU?

Foto: Estudiantes propalestinos se manifiestan en la Universidad George Washington, este jueves, 25 de abril. (EFE/Lo Scalzo)
Estudiantes propalestinos se manifiestan en la Universidad George Washington, este jueves, 25 de abril. (EFE/Lo Scalzo)
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En el año electoral de 1968, iniciada la primavera, un presidente demócrata decidió que su salud corría el peligro de no aguantar otros cuatro años más en la Casa Blanca, y que la impopular guerra de Vietnam estaba resquebrajando los consensos nacionales. Sobre todo entre la juventud universitaria. El 31 de marzo de ese año, Lyndon Johnson anunció que limitaba las operaciones en Vietnam y que no se presentaría a la reelección, dejando boquiabiertos a millones de votantes.

La situación en el año electoral de 2024 tiene muchas diferencias, pero es inevitable sopesar, al menos, un paralelismo. El de un presidente demócrata —también exsenador y exvicepresidente— sobre cuya salud planean numerosas dudas y que, de cara a la reelección, está viendo cómo una lejana guerra revoluciona cada vez más los campus universitarios y va dejando estampas parecidas a las de 1968. En otras palabras: Joe Biden ya puede tener, con Gaza, su propia Guerra de Vietnam.

La destrucción indiscriminada de la Franja de Gaza a manos del Ejército israelí, en respuesta a los atentados terroristas de Hamás del 7 de octubre que dejaron unos 1.200 muertos, ha provocado una tormenta en los campus de élite estadounidenses. En su visión del mundo como una lucha entre opresores y oprimidos, la predominante ideología identitaria de las universidades tiene en Gaza un motivo nítido, una masacre retransmitida en directo todos los días, para protestar. Y eso han estado haciendo los últimos seis meses, con cada vez más energía y virulencia.

Los campus más caros y exclusivos del mundo han registrado una mezcla de protestas pacíficas propalestinas, en las que también participaban estudiantes judíos, y casos de intimidación y violencia, muchas veces contra ellos. Un cóctel perfecto para la "guerraculturización" del fenómeno, desde las tensiones en los campus hasta las redes sociales, pasando por las audiencias del Congreso.

Foto: Manifestaciones en apoyo a Palestina en la Universidad de Columbia. (Reuters/Jeenah Moon)

En las últimas semanas, la Universidad de Columbia se ha convertido en el epicentro de las movilizaciones. Columbia tiene uno de los alumnados más amplios y diversos de EEUU, con fuerte presencia tanto de estudiantes judíos —además de estar en una ciudad con fuerte presencia judía como Nueva York, tiene una sucursal en Tel Aviv— como de estudiantes de países árabes, dado que acoge uno de los programas de estudios de Oriente Medio más completos del mundo académico. Lo que ha sucedido en la explanada universitaria de Morningside Heights, justo debajo del barrio de Harlem, es un caso claro de espiral, o de escalada política.

El pasado diciembre, las presidentas de Harvard, MIT y UPenn comparecieron ante el Congreso de EEUU para explicar cómo estaban abordando las protestas en sus respectivos campus. Sus respuestas, dubitativas y formuladas en un distante lenguaje académico, desataron la ira de algunos congresistas y donantes. Las tres acabaron perdiendo su puesto. Pero una presidenta se salvó de la quema: Nemat Shafik, de la Universidad de Columbia. Quiso el destino, o el cálculo, que Shafik se encontrase de viaje cuando las otras presidentas acudieron a dar testimonio.

El terremoto 'Shafik'

Pero le llegó el turno este mes. A diferencia de las presidentas de las otras instituciones, Shafik se encerró en una habitación de Washington a prepararse para las que seguramente serían durísimas preguntas. Su actitud durante la comparecencia fue distinta: más dócil hacia los parlamentarios y más severa hacia las manifestaciones. Para sorpresa de la institución que dirigía, Shafik reveló investigaciones internas a profesores acusados de ser propalestinos y estuvo de acuerdo con las posiciones expresadas por los representantes republicanos.

La comparecencia de Shafik provocó un revuelo en buena parte del profesorado de Columbia, en el senado que gobierna la institución y también entre los manifestantes, que, ante las suspensiones y otras medidas, decidieron montar un campamento propalestino. Shafik también escaló su respuesta. Pidió la intervención de la Policía de Nueva York, que detuvo a un centenar de personas en episodios reminiscentes de las protestas por Vietnam. Estudiantes de otras universidades imitaron la actitud de los de Columbia con diversos resultados. En la Universidad de Texas, en Austin, la Policía se enfrentó con los estudiantes y se llevó a 20 detenidos; en Boston fueron detenidos un centenar y en la Universidad de Nueva York, 120.

¿Y Joe Biden? Entre los múltiples frentes abiertos del presidente demócrata, el de la combativa actitud de buena parte de la juventud universitaria frente a los bombardeos israelíes de Gaza, apoyados con dinero, munición y cobertura diplomática de EEUU, no deja de arreciar. La encuestas reflejan que la simpatía de los estadounidenses hacia Israel va menguando con el tiempo.

Foto: El consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, participa en la sesión informativa diaria en la Sala de Prensa James S. Brady de la Casa Blanca en Washington. (EFE/Ron Sachs)

Según un sondeo de NPR, PBS y Marist National Poll Chart, el 86% de la Generación Silenciosa, aquella a la que pertenece Joe Biden, simpatiza con Israel; la actitud es similar entre los Baby Boomers, con un 83% de simpatía. Con la Generación X el número baja al 63%; entre los Milenials y los Z, solo simpatiza un 48%. Los datos muestran que una mayoría neta de jóvenes se muestra crítica hacia Israel. Y son datos del pasado noviembre, que pueden haberse pronunciado estos últimos meses.

Los representantes de esta juventud crítica, a nivel político, se pueden encontrar en el ala izquierda del Partido Demócrata. Congresistas como Alexandria Ocasio-Cortez llevan meses reprochando tanto el apoyo de Biden al Gobierno de Benjamín Netanyahu, como la respuesta a las manifestaciones propalestinas en los campus. "Llamar a la policía contra manifestaciones no violentas de jóvenes estudiantes en el campos es un acto imprudente, violento y escalatorio", tuiteó Ocaso-Cortez. "Representa el odioso fracaso de un liderazgo que pone en riesgo la vida de las personas. Lo condeno en los términos más firmes".

Estas cuestiones ya se notan en las encuestas generales. El presidente progresista que, entre otras cosas, ha aprobado planes sociales y climáticos y condonado parte de la deuda estudiantil, cuestiones apreciadas por los jóvenes, está perdiendo pie en este segmento de votantes. Una encuesta de The New York Times y Siena College recoge que el respaldo joven a Biden sigue siendo débil, especialmente en lo que se refiere a su gestión económica y su manejo de los conflictos internacionales.

El desgaste de Biden llega al punto de que, según otro sondeo, Donald Trump aventaja al demócrata por dos puntos entre los votantes de la Generación Z. Un grupo demográfico que había sido parcialmente responsables de asegurar la victoria demócrata en las elecciones de hace cuatro años.

Las protestas en numerosas universidades del país, que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha equiparado con las turbas antisemitas de la Alemania nazi, pueden continuar en la misma dinámica de escalada y anticipar un verano caliente. Desde el punto de vista de la campaña demócrata, no es el mejor año para dicha movilización.

En el año electoral de 1968, iniciada la primavera, un presidente demócrata decidió que su salud corría el peligro de no aguantar otros cuatro años más en la Casa Blanca, y que la impopular guerra de Vietnam estaba resquebrajando los consensos nacionales. Sobre todo entre la juventud universitaria. El 31 de marzo de ese año, Lyndon Johnson anunció que limitaba las operaciones en Vietnam y que no se presentaría a la reelección, dejando boquiabiertos a millones de votantes.

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