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La difícil patata caliente de Estados Unidos ante la inminente ofensiva terrestre de Israel
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Entre la espada y la pared

La difícil patata caliente de Estados Unidos ante la inminente ofensiva terrestre de Israel

Con la vista puesta en el objetivo del presidente Benjamín Netanyahu de llevar hasta el final la respuesta ante el ataque de Hamás, todavía falta saber cuál será la respuesta de EEUU

Foto: El consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, participa en la sesión informativa diaria en la Sala de Prensa James S. Brady de la Casa Blanca en Washington. (EFE/Ron Sachs)
El consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, participa en la sesión informativa diaria en la Sala de Prensa James S. Brady de la Casa Blanca en Washington. (EFE/Ron Sachs)
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"La región de Oriente Medio está hoy más en calma de lo que ha estado en las últimas dos décadas", dijo Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional del presidente de Estados Unidos, en The Atlantic Festival. Ocho días después, el grupo islamista Hamás volaba por los aires el muro israelí que aísla la Franja de Gaza, ampliaba los boquetes con buldóceres y lanzaba un ataque bien ensayado por tierra, mar y aire contra varias poblaciones del sur de Israel, masacrando centenares de civiles y llevándose docenas de rehenes. La mayor agresión contra Israel en 50 años.

Desde entonces todo ha sido un caos. También en Washington. La Cámara de Representantes está descabezada desde que su presidente, Kevin McCarthy, fuera defenestrado la semana pasada; el Senado está en receso y varias posiciones clave en Oriente Medio continúan vacantes. Como apuntaba el corresponsal de Seguridad Nacional de Foreign Policy, Robbie Gramer, Washington no tiene embajador en Israel, ni en Egipto, ni en Líbano, ni en Kuwait, ni en Omán. Hace tres años que no hay un responsable de USAID para Oriente Medio y casi dos que el Departamento de Estado no cuenta con un coordinador de Contraterrorismo.

"Este es un momento de la historia en la que tenemos que estar todos a una", declaró el senador de Connecticut, el demócrata Chris Murphy, tras conocerse el ataque de Hamás contra Israel. "La Administración necesita un diplomático americano confirmado por el Senado en cada capital de la región lo antes posible".

Más allá del estado de estas posiciones, los observadores de la política estadounidense en la región perciben una cierta falta de interés por parte de la Administración Biden. "Desde que asumió el cargo en enero de 2021, el presidente Biden no ha dado prioridad a la reanudación del proceso de paz palestino-israelí", dice a El Confidencial Osamah F. Khalil, profesor de Historia especializado en Oriente Medio y presidente del Programa de Relaciones Internacionales de Syracuse University. "Incluso después de que estallasen los combate entre Israel y Hamás en mayo de 2021, la Administración Biden se limitó a gestionar la crisis en lugar de usarla como oportunidad para emprender un esfuerzo más activo".

Foto: Así es el portaaviones USS Gerald R. Ford que ha enviado EEUU para apoyar a Israel en su conflicto con Gaza (EFE/EPA/US NAVY MC2/JACOB MATTINGLY)

Según Khalil, la invasión rusa de Ucrania distrajo aún más al Gobierno estadounidense, que mostró todavía menos interés en las negociaciones entre israelíes y palestinos. Más bien, se centró en suministrar "ayuda humanitaria a los palestinos combinada con ayuda económica a la Autoridad Palestina en la Cisjordania ocupada", lo cual dejaba de lado a los habitantes de la Franja de Gaza.

Hace apenas tres semanas, Joe Biden abogaba frente a la Asamblea General de Naciones Unidas por la "solución de dos estados". Un llamamiento que, sin embargo, contrastaba con las acciones sobre el terreno de su Gobierno: un alineamiento cada vez mayor con Israel, encarnado por los Acuerdos de Abraham firmados por la Administración Trump en 2020 y continuados por el actual ejecutivo demócrata. Estos acuerdos, centrados en restablecer las relaciones oficiales entre Israel y sus vecinos árabes, ya han sido consumadas por Marruecos, Baréin, Emiratos Árabes Unidos y Sudán, que reconocieron el Estado judío. El objetivo actual de la Casa Blanca es sumar a los acuerdos al pez realmente gordo, Arabia Saudí. Biden también mantenido el polémico reconocimiento de Jerusalén como capital israelí.

"Como la Administración Trump, Biden, y el secretario de Estado, Antony Blinken, han dado prioridad a negociar un acuerdo de normalización entre Arabia Saudí e Israel", explica el profesor Khalil. "Esto se hace a expensas de los palestinos, ya que no acabaría con los 56 años de ocupación de los territorios palestinos, ni resultaría en el surgimiento de un Estado palestino viable".

Una de las principales hipótesis que se barajan para explicar los actos terroristas de Hamás, según algunas informaciones con el apoyo de uno de sus principales patrocinadores, Irán, es torpedear los Acuerdos de Abraham forzando la mano de los gobiernos árabes. Ya que la respuesta israelí va a ser a todas luces devastadoras para las más de dos millones de personas que viven bloqueadas y hacinadas en Gaza, esto obligaría a países como Arabia Saudí a elegir bando. Posiblemente, el bando de la población árabe que sufrirá las represalias en las próximas semanas o meses.

Aún no está claro cómo navegarán estas aguas turbulentas los diferentes gobiernos árabes. De momento, el Ministerio de Exteriores de Arabia Saudí ha emitido un comunicado en el que no solo no condenaba a Hamás, sino que advertía de que "la ocupación israelí, la privación al pueblo palestino de sus derechos legítimos y la repetición de provocaciones sistemáticas" habían provocado los actos de Hamás.

Mientras Donald Trump y después Joe Biden soñaban con una nueva arquitectura en Oriente Medio en la que sus dos principales aliados, Israel y Arabia Saudí, unieran fuerzas contra Irán, Israel continuaba violando los derechos de los palestinos. "El Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu ha continuado la sostenida anexión de la Cisjordania ocupada y su asedio de 18 años de Gaza", explica Osamah Khalil. "Los ataques de colonos israelíes contra los palestinos en Cisjordania se han ido volviendo más descarados y violentos desde hace dos años, en los que se ha registrado el mayor número de muertes palestinas desde que estalló la Segunda Intifada hace 20 años".

El Gobierno de Estados Unidos ha mandado un portaaviones y varios barcos de guerra al Mediterráneo oriental como medida de disuasión y dice estar trabajando para otorgar a Israel la asistencia necesaria. Washington entrega al Gobierno hebreo 3.000 millones anuales de asistencia militar y tiene 2.000 millones en armamento almacenado en seis arsenales israelíes. Entre los centenares de víctimas a manos de Hamás, se encuentran nueve ciudadanos estadounidenses.

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Otra vertiente estadounidense de esta nueva y sorpresiva guerra en Oriente Medio son las elecciones de 2024. Joe Biden había redoblado los esfuerzos para cerrar este acuerdo entre Riad y Tel Aviv que podría darle munición política para los comicios. Ahora, buena parte del estamento republicano está culpándolo por dejar que situación se vaya de las manos. Aunque la realidad sea más compleja, los republicanos tiene ya una clara narrativa: Donald Trump cultivó la paz; con él no había guerra ni en Ucrania ni en el levante. Biden, en cambio, trajo la guerra.

El presidente estadounidense se había permitido soñar en alto con esa potencial normalización de relaciones entre Israel y sus más poderosos vecinos. Hace menos de un mes Biden se sentó con Netanyahu en Nueva York para acariciar ese "acuerdo histórico" en ciernes. "Si tú y yo, hace 10 años, hubiésemos hablado de una normalización con Arabia Saudí", le dijo Biden a Netanyahu, "creo que nos hubiéramos mirado como diciendo, ¿qué has estado bebiendo?".

"La región de Oriente Medio está hoy más en calma de lo que ha estado en las últimas dos décadas", dijo Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional del presidente de Estados Unidos, en The Atlantic Festival. Ocho días después, el grupo islamista Hamás volaba por los aires el muro israelí que aísla la Franja de Gaza, ampliaba los boquetes con buldóceres y lanzaba un ataque bien ensayado por tierra, mar y aire contra varias poblaciones del sur de Israel, masacrando centenares de civiles y llevándose docenas de rehenes. La mayor agresión contra Israel en 50 años.

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