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Carlos III, un heredero con demasiado pasado
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Nuevo rey de Reino Unido

Carlos III, un heredero con demasiado pasado

En 2011, Carlos se convirtió en el heredero británico que más tiempo llevaba esperando a acceder al trono, batiendo el récord de 59 años, dos meses y 13 días de Eduardo VII. Tras la muerte de Isabel II, ya es rey

Foto: Imagen: Getty/Samir Hussein.
Imagen: Getty/Samir Hussein.

La reina Isabel II asumió la corona con tan solo 25 años. Nunca había opinado sobre temas polémicos y el pueblo no le podía echar en cara ningún trapo sucio de su pasado. Durante su reinado, su autocontrol incansable proporcionó una clase magistral de cómo hablar menos y pensar más. Pero con Carlos es todo distinto. A sus 73 años tiene una vida vivida y una historia a sus espaldas. En 2011 se convirtió en el heredero británico que más tiempo llevaba esperando a acceder al trono, batiendo el récord de 59 años, dos meses y 13 días que hasta entonces ostentaba el que luego sería Eduardo VII.

En el ámbito personal, su turbulento matrimonio con Diana y su posterior boda con Camila es algo que ha dejado huella. En el profesional, su oposición a determinados proyectos inmobiliarios o sus polémicos comentarios sobre asuntos políticos también son cuestiones a tener en cuenta a la hora de valorar la neutralidad que se presupone a cualquier monarca.

No es del todo su culpa. Aunque no fue nombrado príncipe de Gales hasta que cumplió los nueve años, se convirtió en 'heredero aparente' a los tres, y conforme fue creciendo, los asesores de Palacio no supieron encontrarle su sitio, un espacio donde pudiera desenvolverse con soltura y en el que lograra ocupar sus horas evitando así ofrecer la imagen de hombre desorientado sin otra cosa que hacer que aguardar un trono que nunca llegaba.

Foto: La reina Isabel II, durante una ceremonia en 2014. (Getty/WPA Pool/Stefan Wermuth)
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Así que tuvo que entretenerse con las que dice son sus dos pasiones: los productos ecológicos y la arquitectura. Y sí se hubiera mantenido en un segundo plano, la cosa no habría ido tan mal, pero ha cruzado los límites, y lo ha hecho en más de una ocasión.

La indiscreción del heredero

En los años ochenta, sus planes para estimular "la rehabilitación del centro de Londres" irritaron profundamente a Margaret Thatcher. Durante el Gobierno de Tony Blair también protagonizó titulares advirtiendo de que "si se cambiaba la ley para la caza del zorro, abandonaría el país y pasaría el resto de su vida esquiando". En 2010, su total oposición a un proyecto inmobiliario de la empresa Qatari Real Estate Investment llevó supuestamente a la familia real catarí a retirar su apoyo al proyecto inicial del conocido arquitecto Richard Rogers. En su lugar, Carlos pidió tomar en consideración el trabajo de su arquitecto favorito, Quinlan Ferry, rompiendo así toda la neutralidad que se le presupone a una persona de su rango.

Robert Blackburn, profesor de derecho constitucional en el King's College de Londres y autor de un libro sobre las implicaciones del papel de Carlos en la monarquía, llegó a decir que el príncipe Guillermo podría tener que hacerse cargo del trono si su padre no dejaba de inmiscuirse en los asuntos políticos. La popularidad del hijo siempre ha sido mayor que la del padre, sobre todo desde su idílica boda con Catalina.

Un portavoz de Clarence House aseguró que el tono de Carlos "sería más discreto" cuando ocupara el trono, pero él no parece muy dispuesto a cambiar de hábitos. Es más, en una polémica entrevista en 2011, aseguró que daría un "aire fresco en Palacio" y que si esto no gustaba a sus padres, "mala suerte". La relación con sus progenitores nunca fue cercana. Debido a los compromisos de Isabel II, tanto Carlos como sus hermanos se criaron más bien con las niñeras.

Por otra parte, está su excéntrico estilo de vida, que tampoco ayuda en ocasiones a dar una buena imagen. Cuenta con seis casas, 11 secretarias, un gran séquito de sirvientes, una lujosa colección de coches y unos ingresos anuales de 17 millones de libras. Cuando comenzó la crisis, gastó más, ganó más, contrató a más personal oficial y para más inri consiguió reducir su factura de impuestos un 10%. Los recibos se incrementaron un 20%, hasta los 14,6 millones de euros, mientras los británicos estaban derrotados por la peor cifra de paro de los últimos 12 años.

placeholder El príncipe Carlos de Inglaterra, en una imagen de 2015. (Reuters/Pool/Ben MacMahon)
El príncipe Carlos de Inglaterra, en una imagen de 2015. (Reuters/Pool/Ben MacMahon)

Durante años, su otro gran hándicap fue su esposa. Aunque Camila ha conseguido con el tiempo ganarse el corazón de los súbditos, precisamente por no intentar nunca copiar el estilo de Lady Di. Lo cierto es que su matrimonio con Diana fue prácticamente impuesto. Ella —13 años menor— era la candidata perfecta. Pero él nunca llegó a estar enamorado. Pronto quedaron patentes las fuertes diferencias de carácter entre los cónyuges. En diciembre de 1992, la pareja real llegó a un acuerdo de separación, que anunció al Parlamento el entonces primer ministro conservador John Major. En 1994, Carlos admitió por primera vez en una entrevista por televisión haber sido infiel en su matrimonio y mantenido una relación extraconyugal con Carmilla Parker Bowles, a la que había conocido en 1971. La pareja se divorció formalmente en 1996.

Un "filántropo apasionado"

Y Carlos volvió a retomar su relación con Camila, su verdadero amor. La relación entre Isabel II y la 'eterna amante' nunca fue fluida y eso era algo que a Carlos le hundía en la tristeza. La frialdad quedó más que patente durante la boda de la pareja en 2005, donde la señora Parker Bowles pasó a ser un inquilino más de Buckingham Palace. Legalmente, también se convertía en princesa y en futura reina. Pero para no herir sensibilidades y despertar, aún más, el fantasma de Diana, se optó por darle el título de duquesa de Cornualles.

En los días previos a la ceremonia, la asistencia de Isabel II era toda una incógnita. Como cabeza de Estado y de la Iglesia de Inglaterra, no quería perder el apoyo del sector más tradicionalista y tampoco crear una brecha dentro de la Casa de Windsor. Entre algunos sectores de la población, el nombre de Camila era tóxico y, a pesar de que se trataba del segundo enlace de su primogénito, la reputación de Su Majestad estaba en juego. Finalmente, no acudió a la firma en el Registro Civil y se limitó a estar presente en el servicio religioso que se celebró en el castillo de Windsor para bendecir a los recién casados. Las caras en las fotos oficiales fueron todo un poema.

Pero con el tiempo consiguieron entenderse. Cuando Carlos cumplió 65 años, Camila lució un broche en miniatura pintado sobre marfil y que, a pesar del tamaño, tenía un valor muy especial para Isabel II, lo que se interpretó como un signo finalmente de aprobación.

Fue precisamente por su 65 cumpleaños cuando 'Time' publicó un reportaje escrito por Catherine Mayer, que pasó varios días con el heredero y pudo entrevistar a más de 50 de sus amigos y asesores. En vez de la caricatura que siempre se había mostrado del 'hombre a la espera del trono', la autora dijo haberse encontrado con un "apasionado filántropo, uno de los empresarios dedicados a ONG más prolíficos del mundo", que quería aprovechar lo máximo posible la época que aún le quedaba para seguir defendiendo las causas en las que cree: la sostenibilidad y la arquitectura tradicional. Fue precisamente uno de sus allegados quien confesó a la editora que, para el homenajeado, "el papel de monarca era una especie de cárcel".

Foto: La reina Isabel II muere a los 96 años. (Anwar Hussein Collection/ROTA/WireImage)

"Él cree en la monarquía como una institución que refuerza la sociedad, pero acepta que haya gente que pueda cuestionar su relevancia. No quiere centrarse en su trono, ya que, después de todo, eso significa la pérdida de su madre. Y, lejos de estar ansioso de asumir la corona —de la que ya siente el peso—, está preocupado por lo que esto supondrá en toda la labor que ha hecho hasta ahora", recalcaba la autora.

Es posible que, pese a todo, Carlos siempre sea el gran desconocido y que, tal como reveló en su día la actriz Emma Thompson, bailar con él sea "mejor que el sexo". O es posible que ya como rey, muestre su verdadero yo.

Foto: File photo: britain's queen elizabeth

En los últimos años, ha ido asumiendo poco a poco representando cada vez en más ocasiones a su madre, con continuos viajes oficiales. Uno de los más significativos fue en 2015 a la República de Irlanda, cuando saludó sonriendo a Gerry Adams, el presidente del Sinn Féin. Supuso el primer encuentro entre un dirigente del brazo político del ya inactivo IRA y un miembro de la familia real británica en la República desde la partición de la isla en 1920.

Hoy por hoy, el 80% de los británicos sigue apoyando la monarquía. Pero habrá que esperar para saber cuál será el futuro de la Casa Windsor cuando el 'eterno heredero' se convierta en Carlos III.

La reina Isabel II asumió la corona con tan solo 25 años. Nunca había opinado sobre temas polémicos y el pueblo no le podía echar en cara ningún trapo sucio de su pasado. Durante su reinado, su autocontrol incansable proporcionó una clase magistral de cómo hablar menos y pensar más. Pero con Carlos es todo distinto. A sus 73 años tiene una vida vivida y una historia a sus espaldas. En 2011 se convirtió en el heredero británico que más tiempo llevaba esperando a acceder al trono, batiendo el récord de 59 años, dos meses y 13 días que hasta entonces ostentaba el que luego sería Eduardo VII.

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