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La hora más oscura de Ucrania: así aprovecha Rusia el momento táctico y anímico en el frente
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la resistencia se agota

La hora más oscura de Ucrania: así aprovecha Rusia el momento táctico y anímico en el frente

Analizamos los múltiples elementos táctico-militares detrás se debe este resurgir de Moscú y el declive de Kiev. Y algunos factores clave fuera del campo de batalla

Foto: Lanzamiento de un misil ATACMS desde un M270. (US Army)
Lanzamiento de un misil ATACMS desde un M270. (US Army)

Después de dos años de guerra, la situación de Ucrania no es la que muchos esperaban. Los rusos han recobrado la iniciativa, eligen dónde atacar y consiguen pequeños avances. Pese a que las tropas defensoras siguen logrando acciones de éxito en varios frentes, llevan seis meses volcados a la defensiva. A continuación, analizamos los múltiples elementos táctico-militares detrás del resurgir de Moscú y el declive de Kiev. Y algunos factores clave fuera del campo de batalla.

A simple vista, la situación de las fuerzas ucranianas es bastante mala, por no decir crítica. Estos son los mensajes que su presidente, un envejecido Volodímir Zelenski, no deja de lanzar a sus aliados en la comunidad internacional. No es el único. Sus altos mandos militares avisan de que la falta de munición es acuciante y, sin balas, es imposible frenar al adversario, por muchos errores que este cometa.

¿Dónde falla Ucrania?

Es la primera pregunta que se hará mucha gente y es muy posible que la respuesta sea tan sencilla como contundente: agotamiento. Hablamos de un agotamiento militar, pero también económico, diplomático y, lo que es más preocupante, anímico, con la moral en su momento más bajo desde el inicio de la invasión.

En el plano militar está claro que se han cometido errores. Quizás, el principal, ha sido el exceso de confianza. Una confianza labrada en los éxitos de 2022; primero, al conseguir detener el avance ruso y su ofensiva para llegar a Kiev cayó como un castillo de naipes, y luego haciendo retroceder al invasor en otras regiones del país. Fue un territorio recuperado 'a medias', en el sentido de que nunca fue conquistado a fondo. Las columnas blindadas no controlaban mucho más allá de unos cientos de metros –a veces ni eso– alrededor de las carreteras por las que transitaban. Volver a hacerse con el territorio, tras la desastrosa retirada rusa, fue relativamente sencillo.

Foto: Tanque Leopard 2A6 ucraniano en Donetsk. (Reuters/Valentyn Ogirenko)
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Sin duda, el mayor éxito militar y moral vino con la recuperación de gran parte de territorio ocupado en Jersón y, sobre todo, en el óblast de Járkov en el otoño de 2022, justo donde ahora los rusos presionan para reabrir el frente. Fue una acción brillante, ejecutada con decisión y aplicando doctrina y táctica modernas. Los rusos, entonces, se desmoronaron. Eran tropas poco experimentadas y mal abastecidas. No se habían fortificado y carecían de defensas en profundidad. Fue una derrota anunciada.

Ahora, con el contragolpe ruso, podemos ver que se confiaron demasiado. Es cierto que uno de los graves problemas tácticos para Ucrania es que su objetivo obligado es recuperar el 100% de su territorio. Con esta estrategia es difícil plantear una defensa en profundidad, que implicaría empeñar unos recursos escasos en reforzar puntos que puede que no sean de utilidad en un frente tan extenso. Pero las defensas en Járkov eran casi inexistentes, tan solo en las líneas de contacto, lo que ha permitido a los invasores avanzar rápidamente varios kilómetros en pocos días.

placeholder Artilleros ucranianos disparando una pieza M777 de 155 mm en el área de Járkov. (Reuters)
Artilleros ucranianos disparando una pieza M777 de 155 mm en el área de Járkov. (Reuters)

Y también hay que mencionar la casi total dependencia del exterior para sostener el esfuerzo de la guerra, sujeta a los vaivenes políticos de unas sociedades y gobiernos que, tras más de dos años de guerra, se van cansando. Durante meses, el material y la munición ha llegado a cuentagotas, lo que combinado con el agotamiento de sus tropas y la inexperiencia de los nuevos reclutas, han resultado en un aumento de las pérdidas. El humor empeorará con las nuevas medidas de reclutamiento del gobierno de Zelenski, que incluye decisiones tan controvertidas como vaciar las cárceles para llevar a la población reclusa al frente.

¿Ha mejorado Rusia sus tácticas?

En la guerra, a veces son más importantes los errores del adversario que los aciertos propios. Pese a que Rusia ha mejorado en muchos aspectos, la situación actual no se debe por completo a una evolución positiva en materia táctica. Los mandos militares del Kremlin siguen cometiendo muchos errores que, en la mayoría de las ocasiones, suelen ser aprovechados por Kiev. Una muestra de ellos es la debilidad naval demostrada que siguen sin conseguir atajar. El más reciente revés podría ser el posible hundimiento de la corbeta Tsyklon, de la clase Karakurt; pérdida que, de confirmarse, sería muy importante porque se trata de una plataforma para lanzamiento de misiles de crucero Kalibr.

Por otra parte, Moscú también ha realizado importantes avances en guerra electrónica y en otros frentes militares. Uno de ellos es el empleo masivo de bombas planeadoras. Era un movimiento esperable. Estos equipos no resultan un reto tecnológico, ya que basta acoplar un sistema de alas plegables a un cuerpo de bomba estándar que es lanzada desde un avión. Para Rusia, están siendo fundamentales estos días en el frente de Járkov.

El motivo es que las bombas planeadoras, equivalentes a las JDAM-ER occidentales, incrementan el alcance de manera notoria, llegando a distancias de entre 40 y 60 km. Esto permite a la VVS (Fuerza Aérea rusa) atacar objetivos ucranianos desde su propio territorio –Járkov se encuentra a tan solo 40 km de la frontera rusa- sin que sus propios aviones tomen demasiados riesgos. Este empleo indiscriminado de bombas (se estima que Rusia ha lanzado en estos días más de 200 contra la ciudad fronteriza de Vovchansk) es, sin duda, un importante factor en estos progresos militares.

placeholder Sukhoi Su-34 en una imagen de 2012. (Alex Beltyukov, CC)
Sukhoi Su-34 en una imagen de 2012. (Alex Beltyukov, CC)

También se han detectado otras tácticas. Los rusos tienen un problema serio de material, pero no de combatientes. Su número es grande porque su población lo es (144 millones en Rusia vs. 38 millones en ucrania, en 2022). Pero la proporción entre tropas fogueadas y unidades inexpertas cada vez es peor. Por ello los rusos están aplicando viejos métodos: atacar en masa y por todo el frente con unidades bisoñas, muchas veces sin el necesario apoyo de blindados.

Son los denominados Mobics, reclutas con apenas adiestramiento, carne de cañón lanzada a la trituradora de vidas en que se ha convertido el frente ucraniano. Pero a la vez, mantienen en reserva las unidades con experiencia, a las que dotan de los mejores medios acorazados. Los Mobics –un término popular que ahora está prohibido mencionar en la prensa rusa– no suelen tener éxito y sufren cuantiosas pérdidas. Pero sirven para detectar dónde están las tropas enemigas con las posiciones más débiles. Una vez identificados, por ahí se lanzan las unidades veteranas con el apoyo aéreo. Una táctica cruel, pero que les funciona.

También las pérdidas en blindados siguen siendo enormes. Contabilizadas por geoposicionamiento y evidencias gráficas –método bastante fiable– las cifras habrían superado los 3.000 carros de combate destruidos o capturados; mucho más del doble contabilizando todos los blindados. Algo difícil de imaginar antes de la guerra cuando, por el contrario, muchos países occidentales planeaban reducir sus inventarios de carros. El contador avanza sin pausa. De ahí esas pruebas que pueden verse en vídeos y fotos del frente con enormes 'carros tortuga' con todo tipo de protecciones improvisadas, rejas y hasta graneros.

¿Qué pasa con Occidente?

Que Ucrania respira gracias al oxígeno que le llega de fuera es una de las pocas cosas en las que todos, políticos, militares y analistas, coinciden. Pero, siguiendo con la metáfora, el paciente necesita respirar a todas horas y no sirve de nada enviar una bombona nueva cuando la víctima ya se ha asfixiado. El consumo de armas, material y sobre todo munición, es endiablado. Los envíos se han hecho, a menudo, de forma desordenada y en una amalgama tal de medios diferentes que ha creado una pesadilla logística.

Lo que tampoco parece que se haya asumido en Occidente es que Putin ya está pensando en el largo plazo. Rusia está metida de lleno en una economía de guerra y eso son palabras mayores, desconocidas desde la Segunda Guerra Mundial. En cambio, la estrategia occidental ha consistido en medir con sumo cuidado los envíos de armas para 'no escalar' el conflicto. El presidente ruso jugó bien sus cartas de amenaza. Todas esas ‘líneas rojas’ que iban a desatar el cataclismo se han ido rebasando poco a poco, siempre en función del momento y llegando casi siempre demasiado tarde como para ser cruciales en el frente.

¿Se podía alguien imaginar en 2022 que Ucrania hoy iba a disponer de misiles Patriot, misiles Atacms y Scalp con alcances de más de 300 km? ¿Y el envío de carros de combate occidentales? Ahora van a recibir hasta los F-16. Pero, de nuevo, llegarán tarde y en número insuficiente. Está claro que jugar a la 'no guerra', es decir, combatir a las tropas rusas, pero no mucho, no iba a funcionar indefinidamente.

placeholder F-16AM holandés con misiles AMRAAM, Pod de navegación Falcon Owl, Pod ECM ALQ-131 y desigandor LANTIRN. (Juanjo Fernández)
F-16AM holandés con misiles AMRAAM, Pod de navegación Falcon Owl, Pod ECM ALQ-131 y desigandor LANTIRN. (Juanjo Fernández)

La prueba más evidente la tenemos justo ahora con la crisis desatada en el frente de Járkov. Estados Unidos no permite utilizar su armamento para atacar territorio ruso. Puede parecer una medida prudente –y quizás lo sea– pero ha convertido la frontera en un santuario para la VVS. Desde allí, y gracias a sus armas de mayor alcance, están machacando la región de Járkov.

Occidente ha creído que, si se debilitaba a Rusia con sanciones sin precedentes y se le infligía el suficiente daño militar, se podría forzar a Putin a sentarse en una negociación más ventajosa para Kiev. Una idea errada, es posible, inducida por el propio pensamiento occidental de que una nación no iba a soportar perder buena parte de su bienestar y ver que sus conciudadanos no vuelven del frente. Un error; porque si hay un pueblo acostumbrado a sufrimientos y penalidades de todo tipo ese es el ruso; y si hay un político para quien el fin justifica los medios, ese es Putin.

La guerra ha degenerado en un frente estancado y amenaza con no llegar a ninguna parte. Cuando esto ocurre, es porque ninguno de los contendientes dispone de la capacidad y los medios para conseguir una ruptura decisiva. Les pasó a los ucranianos con su fallida contraofensiva de 2023, que quedó en bien poco. Y les está pasando a los rusos que, de momento, apenas consiguen pequeños avances y conquistas menores a costa de grandes pérdidas humanas y de material. En el Kremlin parecen estar cómodos con esta situación. Crimea asegurada y un buen trozo de territorio ucraniano en sus manos.

Mientras, Ucrania está exhausta. El paquete de ayuda estadounidense de 61.000 millones de dólares y el renovado esfuerzo europeo por transferir material y municiones empezará a surtir efecto en el frente en las próximas semanas. Pero este refuerzo se agotará y, con elecciones europeas y en Estados Unidos de por medio, el futuro de la ayuda militar y financiera a Ucrania es incierto. Mientras, Rusia ha adoptado la táctica de un gran animal: aunque lo debilites, por más bocados que le des no conseguirás doblegarlo. Solo tienen que aguantar a que el 'oxígeno occidental' de su enemigo se vaya extinguiendo por agotamiento para reclamar su nuevo territorio.

Después de dos años de guerra, la situación de Ucrania no es la que muchos esperaban. Los rusos han recobrado la iniciativa, eligen dónde atacar y consiguen pequeños avances. Pese a que las tropas defensoras siguen logrando acciones de éxito en varios frentes, llevan seis meses volcados a la defensiva. A continuación, analizamos los múltiples elementos táctico-militares detrás del resurgir de Moscú y el declive de Kiev. Y algunos factores clave fuera del campo de batalla.

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