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La contraofensiva ucraniana ha fracasado: "No habrá una bonita ruptura del frente"
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reinventar la pólvora para ganar

La contraofensiva ucraniana ha fracasado: "No habrá una bonita ruptura del frente"

No lo dicen ni los analistas, ni los medios, ni los rusos; sino el propio comandante de las Fuerzas Armadas ucranianas, el general Valery Zaluzhny. La guerra está estancada

Foto: Soldados ucranianos combaten cerca de Avdiivka. (Reuters/Viacheslav Ratynskyi)
Soldados ucranianos combaten cerca de Avdiivka. (Reuters/Viacheslav Ratynskyi)

La contraofensiva de Ucrania ha fracasado. Han sido cinco meses esperando que las tropas de Kiev lograran quebrar las líneas defensivas del invasor en algún punto de los 1.200 kilómetros de frente activo. Era la teoría del colapso. Pero no ha sucedido y ya es poco probable que vaya a suceder. No lo dicen ni los analistas, ni los medios, ni los rusos; sino el propio comandante de las Fuerzas Armadas ucranianas, el general Valery Zaluzhny. La guerra está estancada.

En una de las entrevistas más reveladoras del conflicto, Zaluzhny describe a The Economist cómo fue el proceso para asumir que su contraofensiva no iba a dar el resultado esperado.

"Primero pensé que algo no funcionaba con nuestros comandantes, así que cambié a algunos de ellos", comienza. "Después, pensé que tal vez eran nuestros soldados los que no eran aptos para este propósito, así que moví tropas en algunas brigadas", agrega. Pero ninguno de estos cambios lograron marcar la diferencia. Fue entonces cuando Zaluzhny leyó Romper las líneas de defensa fortificadas, un libro publicado en 1941 por un general de división soviético en el que analizaba las batallas de la Primera Guerra Mundial. "Antes de llegar a la mitad, me di cuenta de que es exactamente el punto en el que nos encontramos. Porque, al igual que entonces, el nivel de nuestro desarrollo tecnológico actual nos ha dejado a nosotros y a nuestros enemigos en un estupor", sentencia.

El general concluye que la operación que comenzó el pasado 4 de junio, la mayor esperanza de Ucrania y sus aliados occidentales para cambiar el rumbo de la guerra, ha llegado a un punto muerto. Tablas. "Lo más probable es que ya no haya una profunda y bonita ruptura del frente", admitió Zaluzhny a la revista británica, confirmando la dolorosa verdad que los observadores del conflicto llevaban tiempo señalando, a menudo a regañadientes.

El objetivo de Kiev era perforar algún punto de la línea de contacto en el sur ocupado del país, entre las ciudades de Zaporiyia y Donetsk, en un intento por llegar al mar de Azov y a las ciudades de Melitópol, Berdiansk o incluso la simbólica Mariúpol. Un éxito, incluso modesto, en esta empresa hubiera permitido a los ucranianos desbaratar la logística rusa, cortar sus vías de suministro y aislar a las fuerzas enemigas desplegadas en la margen izquierda del río Dniéper; dejando la península de Crimea a merced de un ataque a gran escala. Sin embargo, 150 días después, Ucrania apenas ha logrado avanzar apenas 17 kilómetros, frente a los 30 kilómetros diarios que marcaba la teoría aliada.

"Si miras los manuales de la OTAN y los cálculos que hicimos, en cuatro meses deberíamos haber tenido suficiente tiempo como para llegar a Crimea, luchar en Crimea, y luego ir y volver otra vez", aseguró Zaluzhny con sorna.

Sin embargo, en última instancia, las fuerzas de Ucrania apenas lograron perforar en un único punto la llamada línea Surovikin, la franja defensiva que Rusia comenzó a levantar en el sur del país con campos de minas, trincheras y búnkeres. El Kremlin había aprendido del contragolpe ucraniano de septiembre de 2022, cuando el ejército defensor logró recuperar más de 8.000 km2 de territorio y reconquistar la práctica totalidad del óblast de Járkov. Esta gesta ha supuesto un impulso significativo para la moral de Kiev, pero también disparó las expectativas internas y externas para la contraofensiva del sur —y la frustración por sus escasos resultados en comparación—.

Pero el verdadero problema de fondo, explica Zaluzhny, fue la asunción de que Rusia se vería limitada por la pérdida de tropas y material. “Ese fue mi error. Rusia ha asumido al menos a 150.000 efectivos muertos. En cualquier otro país, ese número de bajas habría detenido la guerra”.

Reinventar la pólvora

Zaluzhny tuvo su epifanía en el asalto ruso a Avdiivka, un enclave oriental cerca de la ciudad de Donetsk donde las tropas y blindados del Kremlin fueron masacradas durante semanas solo para avanzar unos pocos cientos de metros. “El día que estuve allí, en nuestras pantallas de monitoreo vi 140 máquinas rusas en llamas, destrozadas por nuestro fuego de artillería en apenas cuatro horas”. Los que trataron de huir fueron cazados con drones armados con explosivos. Algo similar, explica el comandante ucraniano, ha sucedido cuando ellos se han lanzado a la ofensiva.

"El hecho es que vemos todo lo que el enemigo está haciendo y ellos ven todo lo que hacemos nosotros. Para que podamos romper este estancamiento, necesitamos algo nuevo, algo como la pólvora que inventaron los chinos y que todavía seguimos utilizando para matarnos", dijo.

Foto: Un vehículo militar ucraniano, en la zona de Avdiivka. (Reuters)

Esta cruda realidad se vio desde los primeros compases de la operación, cuando los asaltos iniciales se saldaron con elevadas bajas sin obtener, a cambio, grandes resultados. Allí se encontraron con unos campos minados con una densidad sin precedentes (hasta cinco minas por metro cuadrado en algunas zonas, según funcionarios militares citados por el Financial Times), el fuego sin cuartel de los helicópteros de combate y una lluvia de artillería rusa. Las imágenes de decenas de tanques occidentales en llamas en el frente de Zaporiyia, incluyendo los preciados Leopard II que a Kiev tanto le costó conseguir, anunciaban al mundo entero que la era de las operaciones combinadas y las grandes tomas de territorio habían llegado a su fin. Ahora reina la guerra de desgaste.

"La posibilidad de una guerra de maniobras (un concepto opuesto a la guerra de desgaste) era una fantasía sin base en la realidad. Incluso antes de llegar a ese punto, Ucrania debía romper la defensa rusa, y tengamos en cuenta que esa defensa es una franja de más 20 kilómetros que las tropas ucranianas deberían recorrer en muy poco tiempo. Guerra de maniobras es un código para decir 'deja que tu aviación haga todo el trabajo', y Ucrania no tiene una aviación capaz de hacer eso", comenta Andrew Perpetua, analista de inteligencia de datos abiertos y responsable del mapa interactivo Ukraine Daily Update.

¿Y ahora qué?

La causa ucraniana pasa por uno de sus peores momentos, con la atención occidental súbitamente dividida hacia la guerra de Gaza y la asunción de que la contraofensiva no permitirá rescatar esta vez los ánimos antes del segundo invierno de la guerra. Además, los comentarios de Zaluzhny han generado tensión en el seno del Gobierno ucraniano. El propio Volodímir Zelenski admitía la fatiga este fin de semana durante una visita de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la que la UE se comprometía a no olvidarse de Kiev. "La gente está cansada. Todo el mundo está cansado. Hay diferentes opiniones (...), y todos somos humanos sin importar nuestro cargo. Pero esto no es un estancamiento. Lo enfatizo una vez más. Ya hemos hablado antes de esto. No es que esto sea noticia", aseguró el líder ucraniano.

Pero queda la pregunta sobre qué hacer y cómo seguir adelante. Desde hace un tiempo, las Fuerzas Armadas ucranianas se vieron obligadas a cambiar de estrategia, enfocándose en erosionar al enemigo con artillería, destruir líneas de suministro con ataques de largo alcance y utilizar pequeños asaltos de infantería para retomar algunas posiciones. Con estas tácticas, el número de bajas ucranianas disminuyó considerablemente, pero también las rusas y la recuperación de terreno. Según una investigación del CSIS, este verano Rusia perdía dos vehículos de combate por cada uno ucraniano, mientras que en la contraofensiva de Járkov el ratio era casi el doble y era más del triple durante el fallido asalto ruso a Kiev poco después del inicio de la invasión.

Siendo realistas, hay pocas probabilidades de lograr en unos meses una disrupción tecnológica militar a la altura de la que habla Zaluzhny. Los analistas recuerdan que vienen los F-16 (aunque no en la cantidad y configuración necesaria como para marcar esa diferencia), así como nuevos drones locales, incluyendo kamikaze y equipos protegidos contra la guerra electrónica. "En los últimos días, los ucranianos han introducido nuevas tecnologías en sus operaciones para cruzar el río Dnipro (Dniéper). Así que posiblemente veamos más golpes contra la Crimea ocupada con armamento inteligente y un intento de consolidación de cabezas de playa en la margen ocupada por los rusos", explica Jesús Pérez Triana, analista militar y director de OSINT Sahel.

Para Perpetua, los ucranianos deberían sacar ventaja de la guerra de desgaste concentrándose más en destruir equipos rusos que tropas. Un desgaste material que debilite al enemigo antes de lanzar una nueva ofensiva y, mientras tanto, revisitar asuntos más básicos, incluyendo un mejor entrenamiento de las tropas.

"Uno de los motivos por los que Ucrania sufre ese horrible número de bajas en combate es por la falta de entrenamiento médico. He visto estadísticas de brigadas que enviaron a sus batallones a formación de primeros auxilios (cómo poner un torniquete, más o menos) y la tasa de muertes prevenibles caía en porcentajes de dos dígitos", argumenta el analista. "Ucrania debe prepararse para una guerra larga y necesitan preservar sus recursos. No puedes ganar la guerra si tus oficiales están mal entrenados y tus tropas no saben primeros auxilios".

Foto: Soldados israelíes en el área de los ataques. (EFE/Martin Divisek)

Y, por último, está la cuestión armamentística. Los sinsabores de estos cinco meses llegan después de que Occidente hiciera un (tardío) esfuerzo por darle a Ucrania equipo militar moderno, incluyendo varios tipos blindados, misiles de largo alcance y mucha munición. Durante el verano, las tropas ucranianas superaron por primera vez en fuego de artillería a Rusia, lanzando más de 200.000 proyectiles de 155 milímetros por mes. Una manga ancha con fecha de caducidad debido a la incapacidad de Ucrania —y, sobre todo, de sus aliados— de mantener el ritmo de producción necesario para sostener esa tasa de fuego.

Ahora, las dudas entre los aliados crecen. Cuanto más se aleja la posibilidad de una clara derrota del Kremlin, más se acerca la posibilidad de una negociación en condiciones poco ventajosas para Kiev.

"La contraofensiva ucraniana no va como se esperaba (...), no ha cambiado el curso del conflicto y todo el mundo entiende que esto puede durar muchos años si no encontramos una solución", aseguró la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, en una conversación telefónica con unos conocidos humoristas rusos que se habían hecho pasar por un líder africano. "Hay mucho cansancio en todas las partes. Se acerca el momento en el que todo el mundo comprenderá que necesitamos una salida".

La contraofensiva de Ucrania ha fracasado. Han sido cinco meses esperando que las tropas de Kiev lograran quebrar las líneas defensivas del invasor en algún punto de los 1.200 kilómetros de frente activo. Era la teoría del colapso. Pero no ha sucedido y ya es poco probable que vaya a suceder. No lo dicen ni los analistas, ni los medios, ni los rusos; sino el propio comandante de las Fuerzas Armadas ucranianas, el general Valery Zaluzhny. La guerra está estancada.

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