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Los 'think tanks' de Trump cuentan todo lo que ocurrirá si gana las elecciones
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Los 'think tanks' de Trump cuentan todo lo que ocurrirá si gana las elecciones

Una de las preguntas más recurrentes en la política internacional es cómo cambiaría EEUU si Trump regresara al poder. Dos expertos de las fundaciones republicanas más influyentes cuentan cuál es su programa

Foto: Joshua Treviño.
Joshua Treviño.
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James Jay Carafano, experto en seguridad nacional y política exterior, es asesor senior del presidente de The Heritage Foundation, la más influyente en el ámbito republicano estadounidense. Joshua Treviño, exconsultor de Booz Allen Hamilton, fue redactor de discursos en la administración de George W. Bush y es jefe de inteligencia e investigación en la Texas Public Policy Foundation, otra de las entidades muy relevantes entre los conservadores de EEUU. Las instituciones para las que trabajan están muy presentes en el Grand Old Party y conforman buena parte del círculo de Trump.

Ambos participaron en las jornadas Libertad y Soberanía. El futuro de la comunidad trasatlántica, que organizó la fundación de Vox, Disenso. Fue en ese marco donde tuvo lugar esta conversación.

PREGUNTA. La política exterior, en una época como la presente, es cada vez más importante para EEUU. Y parece que hay cierta tensión entre un sector que quiere dar un paso atrás, más aislacionista, por llamarlo así, y otro que quiere continuar con una presencia fuerte en el mundo. ¿Cuál será la posición de Trump si gana las elecciones?

JAMES CARRAFANO. Siempre ha habido una facción aislacionista en la política estadounidense. Y no solo a la derecha, también a la izquierda. Ahora hay mucha gente protestando contra la guerra en Ucrania, pero no creo que ese tipo de posturas estén aumentando. Son más estridentes y ruidosas en momentos como este y llaman la atención, pero no son una fuerza creciente en la política estadounidense.

En realidad, en EEUU, como en la mayoría de los países, la política internacional sigue otros caminos. En la nacional te alineas con quienes piensan igual que tú sobre temas concretos: a mí me gusta Obamacare, a ti también, perfecto, te voto. Pero en política exterior es distinto. La gente elige a un líder en el que confía, y cree que hará lo correcto: les parecerá bien lo que haga a menos que las cosas se salgan de control. Ha habido muy pocas elecciones en EEUU en las que la política exterior haya sido decisiva. Así que no creo que estas elecciones vayan a centrarse en la política exterior o en la cuestión de Ucrania.

"La ortodoxia del mercado estaba equivocada. ¿Para qué sacrificamos Ohio? Desde luego, no por el bien de EEUU"

JOSHUA TREVIÑO. Hubo una facción aislacionista y anticompromiso en la derecha, pero que la Segunda Guerra Mundial arruinó y que la guerra fría impidió que regresara durante mucho tiempo. Y francamente, era algo que se merecían. Especialmente después de 2016, ha habido un resurgimiento de esa tradición, que ha emergido en las mismas áreas geográficas en las que existía antes, como en el Medio Oeste. Por ejemplo, en algunas de las áreas rurales de los Apalaches. Pero no creo que se convierta nunca en la posición mayoritaria de la derecha.

Sin embargo, es una corriente importante por las críticas que emite. Con muchas de esas críticas Trump está de acuerdo y se siente concernido por ellas, y en parte porque tienen razón, pero las políticas del presidente no se van a adaptar a esa corriente. Quizá la objeción más importante de las que ponen sobre la mesa es la que subraya cómo la política exterior de EEUU en los últimos años perdió el contacto con la realidad. Hubo muchas acciones que, incluso cuando obtenían malos resultados, como en el comercio, en el libre mercado, en la política industrial o en la guerra contra el terrorismo, no se modificaban; se seguía haciendo lo mismo.

Eso ha dado alas a mucha gente que está en contra de Ucrania y aboga por el aislacionismo. Pero, por más razón que tengan en sus críticas, se equivocan en la receta, salir de la OTAN. Creo que va a haber una modificación en nuestro compromiso en ese sentido, pero no vamos a cortar los lazos y dejar que exista una guerra en Europa. Tampoco vamos a dejar de estar presentes en el Pacífico occidental en defensa de Taiwán. Las críticas van a influir en la manera en que actuamos, pero eso no significa que nos alejemos, sino que nuestro compromiso mejorará.

"Arruinamos Irak, arruinamos Afganistán y la gente está frustrada. Ahora decimos que debemos participar porque es bueno para EEUU"

J. C. Antes, en política exterior, se decía que Estados Unidos era una potencia mundial con intereses globales y que teníamos que participar en el mundo porque es lo que debíamos hacer y porque era lo que siempre habíamos hecho. Pero arruinamos Irak, arruinamos Afganistán y la gente está frustrada. La diferencia ahora es que decimos que debemos participar porque es bueno para EEUU. Y los conservadores lo entienden y lo comprarán, porque es parte de la política de America First. Trump estaba involucrado en Europa. Trump envió armas a Ucrania. Trump estaba involucrado en Oriente Medio. Trump estaba involucrado en el Indo-Pacífico. Trump inició la coalición con Japón, India y Australia y nadie se ha opuesto. La diferencia es que Trump no dijo tenemos que hacer esto porque es lo que hace Estados Unidos, sino porque hay una buena razón para hacerlo. Y todos estuvieron de acuerdo. Hay que recordar que los dos senadores favoritos de Donald Trump en su legislatura fueron Lindsey Graham y Ron Paul. El primero es un halcón neoconservador, el segundo es moderado y aislacionista. Trump no creyó del todo a ninguno de los dos, y eran sus senadores favoritos. Trump cree que EEUU debe actuar cuando le interesa hacerlo. Por ejemplo, actúa en Europa porque una Europa estable redunda en beneficio de los Estados Unidos.

P. EEUU está adoptando políticas proteccionistas, que parece que serán más intensas si Trump gana las elecciones. Robert Lighthizer, su mano derecha en asuntos de comercio, tiene un plan ambicioso a ese respecto que incluso pasa por devaluar el dólar.

J.T. Si la industria estadounidense se hubiera mudado al Reino Unido o a España en lugar de marcharse a China, el impacto político habría sido muy diferente. Hay muchas críticas que comparto sobre este tema con gente de derecha y de izquierda. Y no hablaré en nombre de Lighthizer, pero hay muchas de sus reflexiones con las que estoy de acuerdo. La ortodoxia del mercado decía que deslocalizando conseguías cosas más baratas y que los países con los que comerciabas se acababan convirtiendo en tus amigos, esa clase de cosas ridículas que afirmaba Tom Friedman. Pero eran teorías falsas y hay dos países que lo demuestran. Uno es México, con el que firmamos un tratado en 1994 y el otro es China, que ingresó en la OMC en 2001. Dos décadas después, China no es nuestro amigo, sino nuestro mayor rival, y México no es un Estado enemigo, pero sí un antagonista. La ortodoxia del mercado estaba completamente equivocada respecto de los efectos políticos. ¿Para qué sacrificamos Ohio? Desde luego, no por el bien de EEUU. Ahora tenemos plástico más barato y aguacates mucho mejores, ¿y qué?

Habrá un consenso acerca de que necesitamos una política industrial. Todos los chips que necesitamos están hechos en Taiwán y estamos intentando llevarlos a EEUU, pero estamos fallando porque EEUU sigue siendo un blob. No somos capaces de establecer siquiera criterios meritocráticos. En la construcción naval éramos los líderes mundiales y ahora hay un astillero chino que puede fabricar tantos barcos como los Estados Unidos en un año entero. Todo eso ha desaparecido y tenemos que recuperarlo.

Este giro afectará a Europa hasta cierto punto, pero realmente no creo que las políticas que se elaboren vayan a estar dirigidas contra los europeos, ni contra las naciones que han sido nuestras amigas durante 70 años. No hay ningún acuerdo para castigar a España, ni a Francia, aunque los franceses nos irriten mucho, pero sí lo habrá para sancionar a México o a China.

La gente habla de los mercados libres como si existieran. Y no es cierto. Europa es uno de los mercados más regulados del planeta

J.C. Creo que si Trump es elegido, Lighthizer tendrá una gran influencia en la política contra China, pero eso no puede hacernos pensar que los republicanos no están interesados en la libertad económica ni en los mercados libres. Eso no es cierto. Hace 20 años, EEUU era el quinto país más libre económicamente. Hoy hemos bajado 20 puestos. Y eso ocurrió bajo el mandato de presidentes republicanos y demócratas, aunque el descenso más pronunciado ocurrió con los presidentes demócratas. Y hay otro problema, ya que la gente habla de los mercados libres como una elección, como si hubiera mercados libres ahí fuera. Y no es cierto. Europa, sinceramente, es uno de los mercados más regulados del planeta. Es como si la gente dijera que debes unirte a un club que no existe. Tenemos gobiernos que están poniendo su mano en el mercado y que están destruyendo la ventaja competitiva. Un presidente republicano sería feliz si pudiera hacer negocios con países con un nivel elevado de libertad económica y luchará por recuperar esa libertad.

P. China tiene una economía con elevados niveles de planificación que le han permitido alcanzar el éxito. ¿Cómo se puede luchar contra ella sin recurrir a sus mismas prácticas?

J.​ C. En primer lugar, China no es una economía exitosa. El crecimiento de su economía se ha estancado y ocultan las cifras verdaderas. Sus números reales no son buenos. La mayor parte del crecimiento chino no se produjo mediante la innovación y a través de una economía centralizada, sino mediante el robo de propiedad intelectual. La gente todavía vive en el mito de que China es una economía pujante. Pronto será superada por la India. No va a poder competir con los Estados Unidos. Decir que el modelo chino tiene éxito es una farsa y no se lo cree ni su población. El desempleo se está disparando, los jóvenes con títulos universitarios no encuentran trabajo y sus marcas están perdiendo fuerza. Nadie querría realmente hacer negocios con China si tuviera una alternativa.

De modo que lo primero que tenemos que hacer es superar la idea de que China ha producido un modelo alternativo y superior al capitalismo de libre mercado, porque no es cierto. Hemos hecho un pésimo trabajo compitiendo con China, ¿verdad? Y China sigue vacilando. Por lo tanto, lo que tenemos que hacer es aprovechar nuestras fortalezas. Por ejemplo, una de nuestras fortalezas es la inversión extranjera directa y no la estamos empleando bien. Si un presidente estadounidense va a un país y dice que EEUU es un gran lugar para hacer negocios, la gente se moverá hacia nuestro país y hará negocios porque confían en nosotros. Pero tenemos un presidente que los fines de semana se va de vacaciones y no está diciendo que debamos ser los mejores amigos de nuestros amigos.

En lugar de eso, se ataca a Trump. Dicen, mira, este tío quiere llevárselo todo a EEUU. Pero Trump fue el mayor partidario de la Iniciativa de los Tres Mares, en la que quería poner mil millones de dólares. Se trataba de invertir en países de Europa central y oriental que, según él, eran el futuro; eso no era traer todo a EEUU. No creo que tengamos un problema competitivo, es otra cosa. Es como si tuvieras a los mejores jugadores del mundo en tu equipo y los dejases en el banquillo.

"Los chinos tienen una economía de producción y de robo. Si se separan de nosotros, ellos serán los que tengan problemas"

J.T. La última vez que estuve en China fue hace cinco años. Exhibían unos carteles muy grandes en los que celebraban 40 años de reforma y apertura. Japón tardó 25 años en convertirse en una economía innovadora tras la II Guerra Mundial. Los chinos no han logrado hacerlo en 40 años. Son una economía de producción y de robo. Si se separan de nosotros, ellos tendrán más problemas.

P. Hay un aspecto que suele mencionarse en vuestras reflexiones: occidente tiende a ser su peor enemigo. ¿Qué elementos hacen de los Estados Unidos su peor enemigo desde vuestra perspectiva?

J.​C. Hay dos candidatos que quieren llevar al país en direcciones muy diferentes, y ahí está la respuesta a la pregunta. Tenemos una administración que quiere usar el estado de derecho para atacar a sus enemigos y mantener el control político, que quiere una economía centralizada, que quiere imprimir dinero para siempre y no ser responsable por ello. Cree que todo este cambio cultural va a hacer que el país sea mejor. Y no es así. Se ha demostrado claramente con los criterios ESG y con la DEI, que es inconstitucional: ha provocado peores resultados en el lugar de trabajo y un peor desempeño de las empresas estadounidenses. Tenemos el potencial de convertirnos en la mayor economía exportadora de gas y petróleo del mundo, pero esta administración quiere poner una camisa de fuerza a EEUU e impulsar la agenda verde, todas esas locas ideas progresistas que nos venden como si estuvieran construyendo una utopía. En el otro lado del espectro político, vemos esas políticas y pensamos que lo que hay que hacer es justo lo contrario. De modo que a la pregunta cuál es el problema de Estados Unidos hay que contestar que solo hay un partido que tenga políticas que no sean destructivas. Tienes que elegir entre dos caminos muy diferentes. Y para mí, uno conduce hacia una carretera y el otro acaba en un acantilado.

J.T. Si tuviera que explicar por qué nos convertimos en nuestro peor enemigo señalando un solo factor diría que es la riqueza, que ha permitido nuestra arrogancia y nuestra hubris durante 30 años. Después de 1990 éramos la única superpotencia del mundo, y hemos sido el único país en cometer errores a escala colosal. Somalia, Irak, la forma deficiente en que entendimos Afganistán. O el estímulo del Covid y los millones que gastamos, afirmando que la deuda era estupenda. Si fuéramos un país con menor poder y hubiéramos tenido que administrar nuestras finanzas, las decisiones habrían sido más prudentes. Pero como éramos muy grandes, nos equivocamos a gran escala. Y luego podemos darnos el lujo de ignorar las lecciones, algo que simplemente hacemos. Hasta que un día se acabe el dinero.

J.C. Pero una vez dicho eso, Estados Unidos no está ante el precipicio. Podemos haber sido muy derrochadores y haber tomado decisiones estúpidas o haber elegido a personas con planteamientos absurdos para que nos dirijan, pero todavía tenemos una enorme capacidad para impulsar la prosperidad, y si lo hacemos ahora, obtendremos resultados muy positivos.

placeholder James Carafano.
James Carafano.

P. ¿Uno de los principales objetivos del Proyecto 2025, un extenso volumen en el que se detallan las líneas maestras de los seis primeros meses en el caso de que Trump sea elegido, es alinear la Administración con el presidente?

J.​C. La diferencia entre conservadores y progresistas es que los segundos solo buscan mantener el poder; luego ya descubrirán qué hacen con él. Los conservadores pensamos que nuestro trabajo es arreglar los problemas que la gente quiere que se solucionen. Sin embargo, nuestro gobierno no está estructurado para ese objetivo y eso tiene que cambiar: tenemos que conseguir que la administración haga lo que la gente realmente quiere que haga. La lección que aprendimos en 2016 es que no se puede entrar y conseguir que las cosas funcionen simplemente cambiándole el nombre. Lo que hay que hacer es transformar radicalmente la forma en que funciona el gobierno y eso requiere mucho esfuerzo. El Proyecto 2025 consiste en ayudar a un presidente para que el cambio realmente se produzca. En la preparación del libro ha habido más de 100 organizaciones involucradas, solo en la parte de políticas públicas hubo cuatro o cinco mil personas trabajando, y el costo final probablemente llegó a dos millones de dólares. Ha sido un gran esfuerzo, que ahora demoniza la izquierda como si se tratase de un proyecto secreto y oscuro. Al contrario, es transparente. El libro está publicado y lo puedes encontrar en la web.

No sé si viste la serie británica Sí, ministro. No importaba quién fuera elegido, porque la maquinaria del gobierno funcionaba de manera autónoma e impedía que los elegidos tomasen decisiones. Ese es el plan progresista, el Estado administrativo, un Estado en el que la democracia se vuelve irrelevante porque la administración seguirá haciendo las cosas que hacía siempre. Esa es vuestra Unión Europea. Y, en muchos sentidos, tememos que Estados Unidos se esté convirtiendo en Bruselas, en un grupo de burócratas no electos a los que realmente no les importa lo que piensa la gente. Pero nosotros tenemos una Constitución y podemos obligar a la administración a que haga lo que quieren aquellos que han sido elegidos en las urnas.

"Tememos que EEUU se esté convirtiendo en Bruselas, un grupo de burócratas no electos a los que no les importa lo que piensa la gente"

P. ¿Hay alguna certeza de que Trump vaya a escuchar las recomendaciones de la Fundación Heritage? ¿O Trump es Trump y hará lo quiera?

J.T. La respuesta es, sin lugar a dudas, sí. Heritage desempeñará un papel importante en cualquier administración conservadora del futuro.

J.C. He trabajado con Trump desde las elecciones de 2016 y le conozco a él, pero también a su gente. Trump no es estúpido. Es un hombre de negocios increíblemente exitoso, que se puso al frente de uno de los dos principales partidos políticos de Estados Unidos, que fue elegido presidente y que ha resucitado su carrera cuando nadie pensó que fuera posible. De modo que si producimos cosas interesantes, Trump las utilizará. Muchas personas de Heritage trabajaron con él en la transición de 2016 y sabemos qué salió bien y qué salió mal. Además, el nuestro no es el único proyecto para la transición si gana las elecciones. Hay otros programas. Piensa que no existe ortodoxia en el movimiento conservador. Hay un montón de cuestiones en las que todos estamos de acuerdo en que deben resolverse y, a veces, no estamos de acuerdo en la forma de resolverla. Lo que hacemos es poner sobre la mesa esas políticas, las formas de llevarlas a cabo y a las personas que las pueden realizar, y después el presidente decidirá. Porque si hay algo que aprendí sobre Donald Trump es que va a escuchar, valorará lo que se le diga y después decidirá y hará lo que crea mejor.

P. ¿Cuál va a ser la clave para ganar las elecciones?

J.T. La demografía es más o menos la que había en 2016. Las elecciones se decidirán principalmente en la región de los Grandes Lagos, lo cual no es una predicción nueva. Pero sí hay algunas variables que pasarán a primer plano. Una es que los blancos con educación universitaria, que la última vez votaron mayoritariamente demócrata, no van a apostar tanto por Biden, e incluso el voto masculino de ese estrato tenderá a dividirse entre republicanos y demócratas.

En el voto hispano se verá una continuación de lo que hemos vivido en anteriores elecciones, porque no están agrupados en Estados que puedan cambiar su voto. Quiero decir, es fantástico que los hispanos y los mexicano-estadounidenses de Texas se estén haciendo republicanos, pero Texas seguiría siendo votado por los republicanos aún sin ellos. Sin embargo, hay una variable interesante en el voto de los hombres negros, especialmente entre los jóvenes. Hay un número relativamente significativo, entre el 20 y el 35%, que afirman que votarán a Trump. Si eso ocurre, marcaría la diferencia en algunos Estados. El otro problema para Biden es la desvinculación con su partido que se está produciendo entre los votantes musulmanes y los estadounidenses de origen árabe, que podría ser un factor determinante en lugares tan importantes como Michigan.

"Habrá temas básicos que estarán en la campaña, como la inflación, pero también la inmigración y la seguridad fronteriza con México"

J.C. Otro factor importante será la abstención. Los dos candidatos son muy polarizantes y hay personas que se negarán a votarlos. Pero creo que habrá un mayor porcentaje de personas de izquierdas que decidan no ir a votar. Otro aspecto que puede tener importancia son los terceros partidos. Robert F. Kennedy Jr. es un candidato serio de un tercer partido, que en general perjudica más a Biden que a Trump.

Pero hay más cosas relevantes. La inflación va a ser persistentemente alta. No creo que vayamos a ver grandes mejoras en la economía y es probable que los precios de la energía no bajen hasta noviembre. Habrá temas básicos que estarán en la campaña electoral, como la inflación, pero también la inmigración y la seguridad fronteriza con México.

P. ¿Qué espera EEUU de Europa en los próximos cuatro años?

J.​T. Quienquiera que llegue a la presidencia europea tiene que conseguir que Europa deje de ser un socio menor de la alianza. Quizá no estés de acuerdo con este punto, pero la dependencia europea de los Estados Unidos es más una característica del sistema que un error, y eso tiene que cambiar. Trump será más explícito sobre este asunto, pero está implícito también en la postura de Biden. De los, creo que, 31 miembros de la OTAN, 18 o 19 de ellos no cumplen con el umbral del gasto del 2%. Si yo asesorase a un presidente, le diría que hay que ponerse manos a la obra ahora mismo. Debería tener algún tipo de consecuencia, se acabaron las vacaciones. Europa tiene que levantarse. Creo que los estadounidenses estarían encantados de contar con un ejército británico fuerte, con un ejército francés fuerte y con uno español fuerte. Pero eso tiene que suceder.

"El Trump que tenías es el mismo que vas a tener, y el que tenías fue bueno para la OTAN"

J.​C. Trump será bueno para Europa. La gente tiene que acercarse a Trump de manera positiva y mostrar compromiso. Si tu actitud es 'tenemos que proteger a Europa de Trump' o, ya sabes, que necesitamos una cosa europea independiente, va a ser un desastre y os vais a hacer daño. Estados Unidos no va a abandonar la OTAN y no vamos a abandonar Ucrania, pero debemos contar con socios serios. Alguna gente piensa que Trump es un peligro para Europa porque si vuelve a ser presidente no tendrá límites. Bueno, desde el primer día en que fue elegido nunca ha estado limitado. Nadie podría decirle nunca a Donald Trump qué hacer. El Trump que tenías es el mismo que vas a tener, y el que tenías fue bueno para la OTAN. Estuvo contra Nord Stream 2 y tenía razón. Armó a Ucrania y tenía razón. Estuvo acertado en todo lo que tenía que ver con Europa y la OTAN. Pero, aun así, hay quienes dicen que Trump será un problema.

En realidad, es Joe Biden al que le importan un bledo Europa y Ucrania. Y hay un ejemplo perfecto de ello. EEUU tuvo éxito en la II Guerra Mundial y en los tiempos posteriores porque el apoyo en política exterior venía tanto de los republicanos como de los demócratas. Pero lo que hizo Joe Biden, desde el primer día en Ucrania, fue pensar cómo utilizar este asunto para dividir a los republicanos. Ha estado utilizando este asunto en clave de política interna para debilitar a sus rivales. Todos los proyectos de ley en los que quería aportar dinero para Ucrania y para muchas más cosas que no tenían nada que ver, partían del hecho de que los republicanos querían apoyar a Ucrania, pero también arreglar la seguridad fronteriza. Y Biden presentaba proyectos de ley que la empeoraban. Lo que nos dice esto es que a Biden no le importan ni Ucrania ni Israel, porque lo que estaba haciendo era supeditar la ayuda a sus propósitos de política nacional.

James Jay Carafano, experto en seguridad nacional y política exterior, es asesor senior del presidente de The Heritage Foundation, la más influyente en el ámbito republicano estadounidense. Joshua Treviño, exconsultor de Booz Allen Hamilton, fue redactor de discursos en la administración de George W. Bush y es jefe de inteligencia e investigación en la Texas Public Policy Foundation, otra de las entidades muy relevantes entre los conservadores de EEUU. Las instituciones para las que trabajan están muy presentes en el Grand Old Party y conforman buena parte del círculo de Trump.

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