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Estados Unidos tiene un problema: sigue siendo la primera potencia mundial
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Estados Unidos tiene un problema: sigue siendo la primera potencia mundial

Un sólido crecimiento, grandes déficits y un dólar fuerte evocan recuerdos de crisis pasadas

Foto: El Departamento del Tesoro en EEUU.
El Departamento del Tesoro en EEUU.
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Una sola cifra refleja la relevancia económica norteamericana: Estados Unidos concentrará este año el 26,3% del producto interior bruto mundial, la cifra más alta en casi dos décadas. Así lo indican las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional. Según el FMI, la participación de Europa en el PIB mundial ha caído 1,4 puntos desde 2018, y la de Japón, 2,1 puntos. En cambio, la de Estados Unidos ha subido 2,3 puntos.

La cuota de China también ha subido desde 2018. Pero en lugar de superar a Estados Unidos como la mayor economía del mundo, la economía china ha disminuido su tamaño hasta alcanzar el 64% de la estadounidense frente al 67% registrado en 2018. En otras palabras, a pesar de las guerras comerciales, la pandemia, la inflación y la brecha social, Estados Unidos está ganando terreno a sus competidores económicos si nos basamos en esta sencilla métrica.

Pero cuidado, estas cifras se basan en precios y tipos de cambio actuales. Utilizando la paridad del poder adquisitivo, que se ajusta a los diferentes niveles de precios de cada país, la participación de EEUU en el PIB mundial sería menor y la de los grandes mercados emergentes —como China e India— mucho mayor.

Pero el petróleo, los iPhones o los proyectiles de artillería no se pagan en función de la paridad del poder adquisitivo. Los precios actuales y los tipos de cambio reflejan mejor el poder económico relativo de un país. Además, las divisas son indicadores de la fortaleza económica, y Estados Unidos ha superado a sus semejantes incluso después de ajustar la inflación y los tipos de cambio.

Además, las divisas son indicadores de la fortaleza económica, y Estados Unidos ha superado a sus semejantes

El crecimiento económico real de EEUU ha sido mucho más rápido que el de Japón o Europa en los dos últimos años. China ha crecido más deprisa, pero su economía es posiblemente más débil de lo que muestran los datos oficiales. El crecimiento indefinido de EEUU en el primer trimestre fue bajo —un 1,6% en cifras anuales— debido en parte a que el gasto de los consumidores siguió siendo mucho más elevado en el país norteamericano que en el extranjero, lo que provocó un fuerte aumento del déficit comercial.

Según el FMI, los salarios estadounidenses (ajustados a la inflación) están más o menos al mismo nivel que justo antes de la pandemia, mientras que son más bajos en otras economías avanzadas. Esto no quiere decir que los estadounidenses deban contentarse con unos salarios estancados o una elevada inflación solo porque en otros países la gente se encuentre en una situación aún más precaria. Aun así, merece la pena estudiar las razones por las que Estados Unidos está registrando mejores resultados. En pocas palabras, hay una razón esperanzadora y otra preocupante.

Salarios a nivel prepandemia

La razón alentadora es que, estructuralmente, Estados Unidos sigue innovando y cosechando sus frutos, a juzgar por los valores de las grandes tecnológicas y la adopción de la inteligencia artificial. EEUU ha hecho más por aumentar la productividad (producción por trabajador).También se ha beneficiado de lo que los economistas llaman términos de intercambio: el precio de lo que exporta, sobre todo gas natural, ha subido más que el precio de lo que importa. En Europa ha ocurrido todo lo contrario.

La otra razón, un tanto más preocupante, del sólido crecimiento estadounidense, es el endeudamiento público, como la rebaja fiscal de 2018 del expresidente Donald Trump, el alivio tributario bipartidista de la crisis del COVID-19 en 2020 y el plan de estímulo económico de 2021 del presidente Biden. De hecho, Washington sigue inyectando estímulos económicos, aunque sin esa etiqueta: cientos de miles de millones de dólares para prestaciones a veteranos, infraestructuras, fabricación de semiconductores y energías renovables.

EEUU ha hecho más por aumentar la productividad

Los déficits norteamericanos se han situado aproximadamente un 2% por encima del PIB de lo que preveía el FMI a finales de 2022. En un futuro próximo serán, con diferencia, los más elevados de las principales economías avanzadas. A largo plazo, estos déficits inflan los intereses y ahuyentan la inversión privada. Pero ahora mismo podrían estar provocando peligrosos desequilibrios. Los déficits estaban justificados cuando el desempleo era alto, la demanda privada agonizaba y la inflación y los tipos de interés eran bajos. Nada de esto sucede ahora.

En cambio, Biden y el Congreso siguen avivando la demanda en una economía que ya tiene de sobra. Hasta el mes de febrero, Biden había suprimido 138.000 millones de dólares de deuda estudiantil —y acaba de desvelar planes para perdonar miles de millones más—, lo que aumenta directamente el poder adquisitivo de los deudores. De los 95.000 millones de dólares en ayudas a Ucrania, Taiwán e Israel que acaba de aprobar el Congreso, 57.000 millones volverán a los productores estadounidenses en forma de más ventas de armas.

Es una de las razones por las que la inflación, aunque ha bajado desde hace un año, se ha estancado por encima del objetivo del 2% de la Reserva Federal. El FMI cree que la inflación subyacente (que excluye alimentos y energía) es medio punto más alta de lo que sería de otro modo debido a la política fiscal. Esto, a su vez, impide que la Reserva Federal recorte los tipos de interés a corto plazo. Todo ello, junto con la avalancha de deuda del Tesoro para financiar el déficit, está haciendo subir los rendimientos de los bonos a largo plazo.

Foto: El expresidente de EEUU, Donald Trump, entregando la Medalla Presidencial de la Libertad al economista Arthur Laffer. (Reuters/Jonathan Ernst)

Según la teoría, la combinación de una política monetaria estricta y una política fiscal laxa atraerá capitales del extranjero e impulsará la subida del dólar. A menudo, esto ha precipitado crisis financieras en los mercados emergentes, al devaluarse los tipos de cambio, los gobiernos dejan de pagar y los bancos quiebran. El dólar ciertamente ha subido este año. No ha mermado a los mercados emergentes, que en general se encuentran en mejor forma que en épocas de crisis anteriores, aunque el riesgo invita a la prudencia. Esta semana, el banco central de Indonesia ha subido los tipos de interés en respuesta al debilitamiento de su moneda. La fortaleza del dólar podría desestabilizar la economía internacional de otra manera: a través del proteccionismo.

En 1971, la elevada inflación y los déficits del gobierno estadounidense condujeron a un dólar sobrevalorado y a déficits comerciales. Después de que la administración Nixon impusiera un recargo del 10% a las importaciones, Alemania Occidental y Japón acordaron revaluar sus monedas frente al dólar. En 1985 se repitió la misma historia: los tipos de interés más altos y el déficit presupuestario de Estados Unidos habían hecho subir el dólar y el déficit comercial. En septiembre, en el Hotel Plaza de Nueva York, la administración Reagan convenció a las autoridades japonesas y europeas para que reforzaran sus monedas frente al dólar. Seguidamente adoptó medidas comerciales contra Japón, en particular sobre los automóviles y los semiconductores.

Una política monetaria estricta y una política fiscal laxa atraerán capitales del extranjero e impulsará la subida del dólar.

El dólar no ha subido tanto ahora como en 1985, pero están aflorando tensiones similares. La administración Biden quiere impulsar a toda costa la producción norteamericana, en particular de vehículos eléctricos, mientras observa con consternación cómo China, favorecida por un yuan más débil, inunda el mundo de exportaciones baratas. La solución macroeconómica sería que Estados Unidos estimulara menos su economía y China impulsara más la suya. Ni lo uno ni lo otro parece probable. Y a diferencia de 1971 y 1985, cuando Alemania Occidental y Japón se sintieron obligados a subir sus monedas para apaciguar a Estados Unidos —su aliado y protector— China no se siente en la obligación de hacerlo.

El resultado será, casi con total certeza, una mayor presión proteccionista. Biden ya planea imponer aranceles más altos a China. Si Trump vuelve a la Casa Blanca, no habrá medidas contra el déficit y, si su primer mandato sirve de presagio, aumentarán los aranceles y la presión para debilitar el dólar. Puede ser que Estados Unidos continúe siendo el rey supremo en términos económicos, pero su reinado no será precisamente tranquilo.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal

Una sola cifra refleja la relevancia económica norteamericana: Estados Unidos concentrará este año el 26,3% del producto interior bruto mundial, la cifra más alta en casi dos décadas. Así lo indican las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional. Según el FMI, la participación de Europa en el PIB mundial ha caído 1,4 puntos desde 2018, y la de Japón, 2,1 puntos. En cambio, la de Estados Unidos ha subido 2,3 puntos.

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