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China pierde atractivo y se hunde como destino inversor de las multinacionales
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INFORME DE LA UNCTAD

China pierde atractivo y se hunde como destino inversor de las multinacionales

China, que durante al menos tres décadas ha sido el lugar preferido de las multinacionales occidentales, ha perdido fuerza como destino a la hora de realizar inversión nueva en el extranjero

Foto: Xi Jinping, presidente de China. (Reuters/Tingshu Wang)
Xi Jinping, presidente de China. (Reuters/Tingshu Wang)
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El mundo se mueve. Y lo hace en una dirección impensable no hace demasiado tiempo. China, que durante al menos tres décadas ha sido el lugar preferido de las multinacionales occidentales, ha dejado de ser el destino preferido de las empresas a la hora de invertir en el extranjero. No es un fenómeno nuevo, pero en los últimos años, coincidiendo con la creciente influencia de la geopolítica en las decisiones empresariales, la tendencia se ha acelerado de una manera intensa. Lo pone de relieve el último informe de la Unctad (ahora renombrada como ONU comercio y desarrollo) que muestra un auténtico desplome de la participación de China como receptor de la inversión extranjera directa en el conjunto del planeta.

La organización estima, en concreto, que en los últimos tres años el número de proyectos totalmente nuevos (greenfield, en la jerga comercial) con destino China y Hong Kong ha caído hasta representar la tercera parte de lo que suponía hace una década. Como resultado de ello, y a partir de la información que suministra fDi Markets, una base de datos vinculada a Financial Times, la participación de China en el número total de nuevos proyectos –que son los más relevantes porque suponen nueva inversiones– ha disminuido constantemente desde alrededor del 15% en la década de 2000 a sólo alrededor del 3% en la actualidad [ver gráfico].

Lo singular, sin embargo, es que a pesar del menor atractivo de China como destino inversor, el país sigue siendo hegemónico en la producción de manufacturas, lo que refleja un cambio trascendental en su estructura productiva. Es decir, China ya no necesita capital foráneo para producir y poder abastecer al mundo de bienes y mercancías. La producción manufacturera del gigante asiático, en concreto, representa ya algo más de un tercio (el 35%) de la del conjunto del planeta. Por lo tanto, el triple de EEUU, lo que da idea de la potencia de Pekín a la hora de fabricar bienes y mercancías. En el mismo sentido, la participación de China en las exportaciones de mercancías se ha mantenido estable durante los últimos diez años, fluctuando entre el 13% y el 15%, lo que la convierte, con diferencia, en el mayor exportador mundial.

Países amistosos

Esta relevancia, sin embargo, no es incompatible con el menor peso en términos de destino de la inversión extranjera, lo que en realidad refleja un movimiento de fondo que tiene que ver con la relocalización industrial que se está produciendo en el conjunto del planeta. En particular en el mundo occidental, y más en concreto en EEUU que ha revitalizado el papel de México como destino de su inversión directa. O expresado de otra forma, muchas empresas prefieren invertir ahora en sus propios países o naciones más amistosas desde el punto de vista geopolítico.

Lo que expresan los datos de la Unctad, igualmente, es que se está produciendo un cambio en la composición de la inversión extranjera directa hacia China. Si antes eran proyectos nuevos, ahora se trata de reinversiones o ampliaciones de capital en las fábricas instaladas en cualquiera de sus ciudades desde la apertura de la economía china.

La causa de este alejamiento de China como país inversor también hay que relacionarlo con factores como los crecientes costes laborales y de producción o con la intensificación de la competencia de los mercados emergentes, que ofrecen mejores alternativas y más baratas, lo que en definitiva supone una pérdida de atractivo como país a invertir por parte de las multinacionales.

De la misma manera, el Gobierno de Xi Jinping es cada vez más restrictivo con la inversión extranjera en comparación con otras economías, lo que alienta la fragmentación del comercio mundial. Así, por ejemplo, las empresas públicas están protegidas con todo tipo de regulaciones o decisiones judiciales con un claro sesgo a su favor, sin incluir factores muy relevantes como que el Estado impide la transferencia de tecnología, mientras que las normas de protección de la propiedad intelectual no son tan efectivas como reclaman los inversores.

China continúa siendo el segundo país del mundo con mayor volumen de inversión

Aun así, y contabilizando toda la inversión, y no solo la más relevante cualitativamente, como es la greenfield, China continúa siendo el segundo país del mundo con mayor volumen de inversión. En 2022, algo más de 189.000 millones de dólares, por detrás de los 285.000 millones de EEUU. En nuevas inversiones, sin embargo, no aparece entre los cinco primeros países. En este caso, la clasificación la encabezan EEUU, de nuevo, Reino Unido e India.

China es un socio menor de España en relación a la inversión extranjera directa. En 2021, según la Fundación Consejo España-China, el stock de inversión española en aquel país se situó en apenas 4.831 millones de euros, mientras que, en sentido inverso, China ha invertido 10.291 millones.

En términos de flujo, y durante el año 2022, las empresas españolas invirtieron apenas 42 millones de euros, mientras que en sentido inverso el país recibió únicamente 95 millones. Las inversiones chinas en España, según la misma fuente, generan 11.586 empleos, mientras que las españolas en aquel país generaron 28.690 empleos.

El mundo se mueve. Y lo hace en una dirección impensable no hace demasiado tiempo. China, que durante al menos tres décadas ha sido el lugar preferido de las multinacionales occidentales, ha dejado de ser el destino preferido de las empresas a la hora de invertir en el extranjero. No es un fenómeno nuevo, pero en los últimos años, coincidiendo con la creciente influencia de la geopolítica en las decisiones empresariales, la tendencia se ha acelerado de una manera intensa. Lo pone de relieve el último informe de la Unctad (ahora renombrada como ONU comercio y desarrollo) que muestra un auténtico desplome de la participación de China como receptor de la inversión extranjera directa en el conjunto del planeta.

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