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Chery, segunda oportunidad china en Barcelona al rescate de la planta de Nissan
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Chery, segunda oportunidad china en Barcelona al rescate de la planta de Nissan

Catorce años después de su primera espantada vuelve Chery a Cataluña. Las administraciones han trabajado duro para que que la planta de Zona Franca tenga otra vida

Foto: Pedro Sánchez interviene en el acto del acuerdo entre Ebro y Chery. (EP)
Pedro Sánchez interviene en el acto del acuerdo entre Ebro y Chery. (EP)
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La planta de Nissan en la Zona Franca de Barcelona no merecía el final que tuvo en 2021, la multinacional saliendo por piernas y dejando colgados a 600 trabajadores que quedaron a la espera de una recolocación incierta. Ahora se apuesta por Chery, el grupo de automoción chino. Chery se apunta a las segundas oportunidades porque en la época del tripartito ya estuvo en tratos con la Generalitat en 2010 y al final no hizo nada. Catorce años después del primer intento, con 150 millones de euros de ayudas públicas en juego, según fuentes cercanas a las negociaciones, podría ser la buena.

Empezando por lo positivo, hay que destacar la colaboración del Ministerio de Industria y la conselleria de Empresa, Jordi Hereu y Roger Torrent. PSC y ERC trabajando de la mano por el bien de la política industrial. Hereu está viviendo su particular "Indian Summer", ese tiempo de descuento de gloria que viven deportistas estadounidenses cuando se consideraba que su carrera ya no daba para más, pero de forma inesperada sorprenden a los aficionados. La situación de Roger Torrent es diferente. Criticado cuando fue presidente del Parlament, en la conselleria de Empresa se ha mostrado como un gestor eficaz y discreto. En el mundo empresarial catalán hacía tiempo que no se hablaba tan bien de un titular de esta cartera. Pero ERC le ha premiado dejándolo fuera de las listas en estas catalanas. Así son los injustos mundos de la política.

El futuro de la antigua planta de Nissan estaba en el aire, aunque todas las administraciones se habían conjurado con CCOO, el principal sindicato de Nissan, para salvar los muebles, cuando ya muchos los 600 trabajadores pendientes de recolocar habían agotado los dos años de paro. Destacar también el rol del Consorcio de la Zona Franca, otra entidad controlada 100% por el Estado español. El suelo de la factoría resultaba muy apetecible, pero el delegado especial del Gobierno en la Zona Franca, Pere Navarro, prefirió no caer en los cantos de sirena del sector logístico –Amazon y asociados– y apostar por un proyecto industrial.

No es casual que Pedro Sánchez acudiese a la firma de Chery, en Zona Franca. Salvar la planta de Nissan sobre el pitido del final del partido es más que una compleja operación orfebrería industrial. Es un intento de reafirmar que el modelo de Sánchez para Cataluña funciona: colaborar con el independentismo por un bien superior, el bienestar de los catalanes, sublimado en este caso en la recuperación de una fábrica de coches. El acuerdo a medio plazo puede llegar a suponer la creación de 1.250 empleos, según los promotores del acuerdo.

Reivindicación en campaña

Si Moncloa reivindica la negociación, ERC también está en campaña electoral. Chery es la prueba para el equipo de Pere Aragonès de que Cataluña puede seguir captando inversión extranjera. Nada menos que la primera planta china en Europa de fabricación de coches. Ahí es nada.

Pero más allá de los eslóganes, habrá que ver si todos, la multinacional y las dos administraciones (la española y la china, que controla la compañía) están a la altura de las expectativas. El acuerdo implica montar vehículos en Barcelona con el objetivo de llegar a 50.000 unidades en 2027 y a 150.000 en 2029 en un proyecto con una inversión de 400 millones, de los que no se dicen cuántos serán dinero público español.

Chery empezará ensamblando coches pero ensamblar no es fabricar

Y ahí llegamos a las sombras. Lo que ha planteado Chery en la primera fase es ensamblar su modelo Omoda 5 en Barcelona. Eso supone traer las piezas prefabricadas de China, hacer en la capital catalana el montaje final y aprovechar el marco de la UE para los fabricantes locales de coches. Pero ensamblar no es fabricar. La coreana Samsung se pasó años ensamblando teléfonos en Palau de Plegamans y acabó cerrando en 2004.

En teoría, la fase de ensamblaje sólo será inicial. Empezará en el tercer trimestre de este año y ha de servir para poder recolocar a los 600 trabajadores pendientes. Luego se acabaría fabricando coches, con lo que las necesidades de personal se elevarían a las 1.000 personas.

Fabricación conjunta

Junto con los modelos de Omoda se fabricaría a continuación un pickup y una furgoneta ligera eléctrica de Ebro de última milla, que se basan en los modelos que producía Nissan en Barcelona.

La clave es la empresa conjunta entre Chery y Ebro-EV Motors, la empresa a la que se adjudicó el rescate de la planta de Nissan, que se repartirá 40/60 a favor de la empresa española. La promesa es invertir 400 millones a largo plazo, pero esa cifra incluye las subvenciones públicas y no está claro cuánto provendrá de China. Y ahí está uno de los puntos débiles del plan: la fabricación de coches, aunque sean eléctricos, es muy intensiva en capital, que opera como una inversión a largo plazo. Y de capital Ebro-EV Motors va justa. En 2023 captó 20 millones en una ronda de financiación, como si fuera una start-up. Lo que pasa es que las start-ups no fabrican coches de manera masiva. Por eso el desembarco de Chery resulta tan fundamental. Si Ebro-EV Motors ha estado operando hasta ahora es porque recibió un PERTE de 65 millones de euros. Dinero público para una apuesta que ahora puede salir bien si esta vez los chinos, a la segunda oportunidad, van realmente en serio.

Para que la cosa no decaiga, el eje PSC–ERC prepara otro PERTE del que pueda beneficiarse Chery. Y si bien está lo que bien acaba, también sería positivo aclarar cuánto dinero chino de verdad va a terminar en el proyecto.

La planta de Nissan en la Zona Franca de Barcelona no merecía el final que tuvo en 2021, la multinacional saliendo por piernas y dejando colgados a 600 trabajadores que quedaron a la espera de una recolocación incierta. Ahora se apuesta por Chery, el grupo de automoción chino. Chery se apunta a las segundas oportunidades porque en la época del tripartito ya estuvo en tratos con la Generalitat en 2010 y al final no hizo nada. Catorce años después del primer intento, con 150 millones de euros de ayudas públicas en juego, según fuentes cercanas a las negociaciones, podría ser la buena.

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