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Cómo puede la UE asegurar su posición en medio de la rivalidad entre grandes potencias
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EUROPEAN COUNCIL ON FOREIGN RELATIONS

Cómo puede la UE asegurar su posición en medio de la rivalidad entre grandes potencias

Los europeos deberían tomarse en serio el pensamiento de figuras como John Mearsheimer. Si no son capaces de responder a sus críticas, puede que así demuestren su punto de vista

Foto: La bandera de la Unión Europea está formada por 12 estrellas amarillas dispuestas en círculo sobre un fondo azul. (Europa Press / Eduardo Parra)
La bandera de la Unión Europea está formada por 12 estrellas amarillas dispuestas en círculo sobre un fondo azul. (Europa Press / Eduardo Parra)

Hace apenas dos años, la Unión Europea parecía haber encontrado por fin su lugar en el mundo. No tardó en solidarizarse con Ucrania tras la invasión rusa. La UE se lanzó a apoyar a su atribulado vecino mediante ayuda humanitaria, económica e incluso militar.

Pero ahora disminuye el optimismo sobre el futuro de la UE como actor geopolítico. Para entender por qué, resulta instructivo escuchar las voces que se mantuvieron escépticas sobre el momento moral de Europa. Figuras como John Mearsheimer pertenecen a la escuela realista ofensiva, que cree que las grandes potencias están impulsadas intrínsecamente por una insaciable necesidad de seguridad. Sus preceptos hacen hincapié en el papel fundamental de las capacidades militares, el tamaño de la población y la fortaleza económica para garantizar la supervivencia y el dominio de un Estado en un sistema internacional anárquico.

Perspectivas como las de Mearsheimer no son las de un lobo solitario, sino que se sitúan dentro de una panoplia cada vez más influyente de puntos de vista estadounidenses, que ahora mismo se reproducen con cruda brutalidad política en el Congreso de EEUU. Pero el análisis realista ofensivo también contiene ideas importantes cuya validación solo será más probable cuanto más tarden los europeos en contrarrestarlo.

Mearsheimer sugiere que las próximas décadas estarán dominadas por la política de las grandes potencias, en concreto por Estados Unidos, China y Rusia. La importancia de la inclusión de Rusia en este análisis radica en la flagrante omisión de Europa. Cuando Europa aparece en esta reflexión, lo hace como una formación regional en gran medida irrelevante.

Foto: Bandera de la Unión Europea. (EFE/Philipp von Ditfurth)

Pero si lo que importa son cosas como la fortaleza económica y militar, e incluso la salud de la población, ¿es correcto este análisis? Comparemos a la UE con Rusia en estos aspectos. Desde el punto de vista económico, con su PIB combinado de aproximadamente 17,18 billones de dólares, la UE supera con creces los 1,78 billones de Rusia. El bloque también aventaja a Rusia en los componentes de alta tecnología de su economía, que son fundamentales para el desarrollo futuro. Este contraste resulta aún más evidente si se tiene en cuenta la dependencia de la economía rusa de las exportaciones de materias primas y su incapacidad durante décadas para diversificarse.

En gasto militar, y en contra de lo que se suele suponer, la UE también supera a Rusia. De hecho, los Estados de la UE mantienen colectivamente un importante presupuesto militar de aproximadamente 186.000 millones de dólares, que supera con creces los 65.100 millones de Rusia. El personal militar activo de la UE ronda el millón y medio, frente al millón de Rusia.

La lista continúa: la UE tiene 447 millones de habitantes, muy por delante de los 143 millones de Rusia. La esperanza media de vida de los hombres rusos es de 65,5 años, mientras que en la UE es de 78,5 años. Esta diferencia pone de manifiesto los problemas sanitarios y sociales subyacentes que afectan a Rusia desde hace mucho tiempo. Si lo que importa en un mundo de cruda competencia es la capacidad de movilizar a una población en pos de objetivos nacionales, estos factores demográficos son críticos.

Por tanto, la infravaloración de Europa en el marco de Mearsheimer no puede derivarse únicamente de la economía o la demografía. Por el contrario, proviene del enfoque fragmentado de la UE hacia los asuntos exteriores y su falta de una fuerza militar centralizada, lo que disminuye su capacidad para actuar como una entidad geopolítica cohesionada. Por el contrario, Estados Unidos, China y Rusia muestran enfoques más centralizados y, por tanto, más eficaces de la política mundial, en los que el poder duro -la fuerza militar y la voluntad de utilizarla- sigue siendo un factor determinante de la influencia.

Foto: Con el nuevo reglamento, los bancos se verán obligados a implementar más medidas de seguridad frente a los casos de fraude y estafa. (iStock)

La UE posee un inmenso potencial, siempre que sepa aprovechar sus oportunidades y potenciar sus puntos fuertes. Si se aprovecha eficazmente, una UE más fuerte y capaz podría alterar significativamente el panorama geopolítico y redefinir su papel en la escena internacional. En otras palabras, el bloque debe seguir evolucionando o hundirse en la irrelevancia geopolítica y el empobrecimiento económico.

Así pues, la perspectiva de Mearsheimer ofrece tres ideas críticas para la UE. En primer lugar, el bloque debe reformar su forma de tomar decisiones, que actualmente limita su poder. El enfoque de la UE basado en el consenso puede ser democrático, pero a menudo conduce a respuestas lentas y diluidas a las crisis mundiales (y, por lo tanto, socava los argumentos de los demócratas pro-europeos a favor de la unidad europea). No se trata solo de acelerar la toma de decisiones, sino también de asignarles el dinero y los recursos necesarios. Esto también es importante para minimizar las perturbaciones internas: Estados miembros que aprovechan su posición para ejercer una influencia desproporcionada o que persiguen intereses nacionales a expensas de otros. Tales divisiones internas, por no hablar de los grupos de presión en favor de los intereses rusos dentro de la UE, socavan gravemente la influencia exterior y la cohesión del bloque.

En segundo lugar, los responsables políticos europeos deberían reconocer el retorno de la guerra como una dinámica importante en las relaciones internacionales, como ha observado Mearsheimer. El bloque no puede confiar perpetuamente en el apoyo de Estados Unidos y la OTAN, sobre todo dada la volatilidad de la política exterior estadounidense.

Incluso si Donald Trump no vuelve al poder el próximo año, las prioridades estadounidenses de todos modos se han estado alejando de Europa durante algún tiempo. En su propio continente, la UE aún está a tiempo de mejorar sus capacidades militares hasta los niveles necesarios mientras Rusia se reagrupa en Ucrania. Esta tarea va más allá del mero armamento; se trata de establecer una fuerza creíble para la disuasión y la autosuficiencia en materia de seguridad. La creación de tales capacidades no solo reforzará la postura defensiva de la UE, sino que también afirmará su compromiso con el mantenimiento de la paz y la estabilidad en la región.

Por último, la dependencia de la UE de las soluciones militares norteamericanas también requiere una reevaluación a la luz del análisis de Mearsheimer sobre un orden mundial cambiante. El paso de un mundo unipolar a otro multipolar implica que los intereses de la UE no siempre coinciden con los de Estados Unidos. Por tanto, es imperativo invertir en la industria europea de defensa, centrándose en el desarrollo autóctono de tecnologías y capacidades militares. No se trata solo de fabricar material militar, sino de adoptar un enfoque global que abarque las capacidades cibernéticas, las redes de inteligencia y las estrategias de guerra modernas. Aunque las futuras administraciones estadounidenses adopten un enfoque más colaborativo, la UE debe estar preparada para actuar de forma independiente, sobre todo en escenarios en los que los intereses estadounidenses y europeos diverjan.

En un mundo así, no solo es deseable, sino esencial que la UE se embarque en una transformación hacia una entidad geopolítica asertiva y con poder. Esto implicará no solo un cambio en las políticas militares y de defensa, sino también una reimaginación del papel de la UE en la política mundial. Es la única manera de que la UE asegure su posición en un sistema definido por la rivalidad entre grandes potencias. El éxito de esta empresa será fundamental no solo para el futuro de la UE, sino también para la configuración del orden internacional en el siglo XXI.

*Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations por Tibor Dessewffy titulado 'Get realist: How the EU can secure its position amid great power rivalry'

Hace apenas dos años, la Unión Europea parecía haber encontrado por fin su lugar en el mundo. No tardó en solidarizarse con Ucrania tras la invasión rusa. La UE se lanzó a apoyar a su atribulado vecino mediante ayuda humanitaria, económica e incluso militar.

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