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Un Donald Trump… ¿disciplinado? Su agenda 2.0 para recuperar la presidencia en EEUU
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Objetivo: el votante más moderado

Un Donald Trump… ¿disciplinado? Su agenda 2.0 para recuperar la presidencia en EEUU

A falta de un año para las elecciones presidenciales de 2024, los posibles candidatos para la Casa Blanca comienzan a calentar motores en las listas de sus partidos

Foto: El expresidente de Estados Unidos Donald Trump habla a la Asociación Nacional del Rifle (NRA). (Reuters/Evelyn Hockstein)
El expresidente de Estados Unidos Donald Trump habla a la Asociación Nacional del Rifle (NRA). (Reuters/Evelyn Hockstein)

Imponer a Donald Trump una disciplina de campaña quizá sea tan difícil como meter a un león en un pequeño apartamento neoyorquino. Pero no es imposible. El probable candidato republicano a la presidencia de EEUU —si gana las primarias el año que viene— sigue siendo un deslenguado torbellino de comentarios políticamente incorrectos, bulos y ataques personales, pero algo ha cambiado en su manera de hacer campaña. El caos inherente a sus iniciativas de 2016 y 2020 parece estar siendo domesticado por una serie de veteranos operativos republicanos. Su agenda política para un potencial segundo mandato viene gorda y lustrosa. El resultado del aprendizaje de siete años de quien jamás había tenido un puesto administrativo.

Una de las novedades, hasta el momento y según han reflejado distintos análisis de su operación, es que las luchas intestinas y el incesante corte de cabezas, consustanciales a sus anteriores campañas, brillan por su ausencia. Las viejas glorias republicanas, los advenedizos y los familiares que le habían asesorado de cerca en 2020 han sido reemplazados por curtidos apparatchiks como Susie Wiles, que dirigió exitosamente la campaña de Ron DeSantis en 2018 en Florida, y Chris LaCivita, que presidió el Comité Nacional Republicano del Senado.

Foto: El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump. (Reuters/Marco Bello)

"En 2016, Donald Trump usó una fórmula más expansiva y dinámica para generar atención, usó a personajes polémicos como [su jefe de campaña y posterior asesor de estrategia, el nacionalpopulista] Steve Bannon. Ahora necesita mostrar una imagen de estabilidad, de calma, de organización y de buen empresario", dice Francisco Rodríguez Jiménez, profesor titular de la Universidad de Extremadura con amplia experiencia en Estados Unidos y coautor, junto con el periodista Pablo Pardo y Carmelo Mesa Lago, de Trump: breve historia de una presidencia singular (Comares Historia, 2022). "Tiene sentido que se presente así para llegar al votante más moderado, en desacuerdo con las estridencias. Con su base electoral, pequeña pero férrea, no le dan las cuentas, así que tiene que atraer a ese votante independiente".

Este es el principal reto de Trump para 2024: ampliar esos márgenes que le fallaron en los estados clave de Arizona, Georgia, Michigan o Pensilvania. Su estrategia pasa por construir casi desde cero su presencia política en esos distritos, con publicidad, mítines y el redescubrimiento de la política de calle, visitando pueblos pequeños, estrechando manos y bromeando con la gente corriente.

El contexto en el que se desempeña Trump es muy distinto a los anteriores. En 2016 pudo presentarse como una fuerza antisistema, un campeón de la gente común que todavía no había sido mancillado por el ejercicio de la política. En 2020 contó con el púlpito y los recursos de la presidencia, ahora no es ni una cosa ni la otra. Ni candidato fresco, de fuera, ni tampoco jefe de Estado que viaja en el Air Force One.

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"Es verdad que ya no es la novedad que era en 2016, ni tiene los hilos de ser presidente (solo tres presidentes han perdido la reelección en la historia de EEUU). Pero tiene a su favor esa reedición del papel de víctima del establishment, alimentada por los procesos judiciales", continúa Francisco Rodríguez Jiménez, que ha sido investigador posdoctoral en las universidades de Harvard, George Washington y American University. "Lo que hace es un continuo rebranding, una reutilización de su propia fórmula. Además, la estructura de Estados Unidos no ha cambiado. Sigue habiendo mucha gente descontenta con el Gobierno y con los medios de comunicación tradicionales. En eso, Trump se mantiene estable, con el añadido de que se sabe reinventar".

Otra ventaja, como apunta Rodríguez, es que Trump ha "fagocitado" el Partido Republicano. "Lo tiene medio secuestrado, porque las pocas voces discordantes que había se han ido silenciando. En las últimas semanas, incluso el senador Mitt Romney, que había sido bastante crítico, hizo declaraciones a favor de Donald Trump, argumentando que el fiscal y el juez de Manhattan están jugando con la ley para imputarlo injustamente. Ahora, el partido está más en sintonía con Trump".

El hecho de que Trump tenga, además, una agenda de leyes y decretos concretos en distintos campos también es novedoso. En 2020 no tenía programa político, solo apelaciones emocionales a lo fantástico que él consideraba que había sido su primer mandato. "Promesas hechas, promesas cumplidas", leíamos en las pancartas.

Foto: El expresidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters)

La llamada Agenda 47, en referencia al número que ocuparía en la lista de presidentes, recoge propuestas nuevas o recicladas en todos los ámbitos. Trump promete simplificar el sistema arancelario, reducir a cero las importaciones de bienes esenciales de China y centrarse en la seguridad y en la educación. El aumento del crimen en la era poscovid y las guerras culturales, empezando por las políticas de cambio de sexo entre los menores, concentran buena parte de su atención. Según NBC News, detrás de esta plataforma están dos think tanks conservadores, el relativamente joven America First Policy Institute y la veterana Heritage Foundation, que jugó un papel destacado en la primera presidencia de Trump.

Entre las partes más vistosas de su agenda está el "salto cuántico", que llama a la fundación de 10 nuevas ciudades en Estados Unidos, siguiendo el espíritu pionero de la "nueva frontera". "Casi un tercio de la masa territorial de Estados Unidos es propiedad del Gobierno federal", declaró Trump en marzo. "Debemos de celebrar un concurso para constituir hasta 10 ciudades y recompensar a las mejores propuestas para su desarrollo. Una nueva oportunidad para las viviendas en propiedad. Y, de hecho, para el sueño americano".

El énfasis en los planes concretos vendría inspirado por tres factores: uno, conseguir algo más de atención, que escasea en comparación con las campañas anteriores. Dos, quitarles la iniciativa a sus rivales de dentro del partido, empezando por el gobernador de Florida, Ron DeSantis. Y tres, centrarse en el futuro, no en su anterior mandato, que acabó con su derrota frente a Joe Biden y su aparente intento de revertirla ilegalmente, asalto al Capitolio incluido.

Trump seguirá siendo Trump, pero siempre ha demostrado un olfato para adaptarse y aprovechar las circunstancias

"Una de las razones por las que perdió en 2020 es que no entusiasmó a la gente sobre qué aspecto tendría un segundo mandato", declaró a NBC News Alex Conant, director de comunicaciones de la campaña del senador Marco Rubio en 2016. "Probablemente, ha aprendido de la experiencia y está intentando volver a lo que funcionó tan bien para él en 2016, cuando tenía una agenda bastante bien definida sobre lo que haría. Más aranceles, reforma fiscal, jueves conservadores, restricciones migratorias".

Esta puede ser la danza y contradanza de Donald Trump en los próximos meses. Un péndulo que oscila entre la vena populista, con su rol de presunta víctima del sistema, perseguido por la Justicia, etcétera, y una operación más tradicional y coherente. Trump seguirá siendo Trump, pero siempre ha demostrado un olfato para adaptarse y aprovechar las circunstancias. El incansable impulso de reinventarse para estar siempre presente en la conciencia norteamericana.

Francisco Rodríguez Jiménez comparte una pequeña anécdota que vivió durante una de sus estancias en Washington. Una vez, el dueño del apartamento donde vivía le pidió que, durante su ausencia, alimentara al gato, que vivía en el piso de este propietario. Rodríguez, buscando la comida para el felino, se encontró en un cajón con una crema hidratante de la marca Trump, procedente de uno de los hoteles del magnate.

Foto: El presidente de Estados Unidos, Joe Biden. (Reuters/Leah Millis)

"Trump ya llevaba en los hogares americanos 20 o 30 años, a través de diferentes productos", dice el extremeño, que también dirige el think tank Global Studies, de la Universidad de Salamanca. "Hay estudios psicológicos, los citamos en el libro, que analizan cómo el conocer una cara te predispone para apoyar a ese político. Cuando anunció su candidatura en 2016, Trump ya llevaba mucho tiempo intentando granjearse la simpatía de los norteamericanos. En 1987 lideró una campaña de recaudación de fondos para unos granjeros de Georgia que iban a perder su granja. Trump se llevó a la viuda del dueño, Annabel Hill, a la Torre Trump a dar una rueda de prensa. Durante la misma, Trump quemó la hipoteca de los Hill. Ya entonces se presentaba como el Robin Hood que salvaba a los granjeros del sur de la usura de los bancos del norte".

Según Francisco Rodríguez, es como si Trump llevara toda una vida preparando a la opinión pública para su presidencia, haciendo ostentación de riqueza y dejándose ver con los poderosos, pero cultivando, a la vez, una imagen de tipo llano, del pueblo. Con su acento de Queens y su aparente preocupación por los problemas de la clase trabajadora. Un esfuerzo que, en 2016, le dio réditos. En 2020, no. ¿Y en 2024?

Imponer a Donald Trump una disciplina de campaña quizá sea tan difícil como meter a un león en un pequeño apartamento neoyorquino. Pero no es imposible. El probable candidato republicano a la presidencia de EEUU —si gana las primarias el año que viene— sigue siendo un deslenguado torbellino de comentarios políticamente incorrectos, bulos y ataques personales, pero algo ha cambiado en su manera de hacer campaña. El caos inherente a sus iniciativas de 2016 y 2020 parece estar siendo domesticado por una serie de veteranos operativos republicanos. Su agenda política para un potencial segundo mandato viene gorda y lustrosa. El resultado del aprendizaje de siete años de quien jamás había tenido un puesto administrativo.

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