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Un problema estándar, uno exótico y otro explosivo: España suda para comprar munición
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las balas están disparadas

Un problema estándar, uno exótico y otro explosivo: España suda para comprar munición

Defensa ha impulsado varias partidas importantes para reabastecer las existencias de proyectiles, balas, granadas y explosivas. Pero el mercado está complicado y algunos problemas ya afectan al suministro de algunos calibres ligeros

Foto: Munición en una feria de armas en Serbia. (Reuters/Andrej Cukic)
Munición en una feria de armas en Serbia. (Reuters/Andrej Cukic)

A mediados de septiembre, el Ministerio de Defensa tomó una decisión "técnica" que, por poco habitual, llegó a los titulares de la prensa generalista. En una semana, la Armada convirtió el presupuesto que tenía para reemplazar un velero de la Escuela Naval (1,8 millones de euros) en una partida para munición, minas y explosivos. Aunque pueda parecer anecdótico, el episodio revela dos cuestiones relevantes para el ciclo expansivo en el que está entrando el sector de la defensa.

La primera, la importante. La compra del velero se torció después de que un diputado del PNV preguntara por la renovación del Aifos que, además de formar a los futuros marinos de guerra, es la embarcación que capitanea el rey Felipe VI para competir en regatas veraniegas. Una clara señal de que el mayor presupuesto militar vendrá con mayor fiscalización del gasto. Hay muchas prioridades, el recurso es finito, la presión política y social va a aumentar. Hay que jerarquizar. Lo que nos lleva a la segunda cuestión. La urgente: conseguir balas no está fácil.

La invasión rusa de Ucrania hizo que los países europeos entonaran al unísono un mea culpa tras constatar las mermadas capacidades, equipamiento y operatividad de sus fuerzas armadas para librar combates de alta intensidad tras años de desinversión. Y uno de los puntos más débiles, que se seguirá agravando mientras continúa la guerra, son las exiguas existencias de proyectiles, balas, explosivos, granadas y minas. España no es la excepción. Fuentes militares bien informadas aseguraron en su momento que el stock nacional estaba severamente comprometido. Para paliar el déficit, Defensa ha incluido este año varias partidas importantes en sus planes de inversión para reabastecerse.

Esta misma semana, el Consejo de Ministros -que lleva vistos este año más de 10.000 millones de euros en programas especiales de armamento en distintas fases de ejecución- autorizó varios acuerdos marco para la adquisición de munición de artillería de campaña de 155 mm (150 millones), granadas de mortero (96,1 millones) y 168 misiles anticarro Spike LR2 (285 millones). En agosto, también se aprobaron 32 millones para la compra de munición de 105 mm y 155 mm y en mayo, Defensa firmó un acuerdo con el fabricante Expal para hacerse con proyectiles de 155 mm de alcance extendido. Más de 600 millones en apenas seis meses. Estos contratos comenzarán a formalizarse antes de finales de año.

Pero ya hay algunos indicadores de que el mercado está en una situación complicada. El número de licitaciones desiertas para la adquisición de todas las categorías de municiones llega al 17% en lo que va de año, más del doble que el año anterior, según datos de la Plataforma de Contratación del Sector Público. La mayoría este año corresponden a explosivos, granadas y municiones de uso limitado.

Pero, independientemente del tipo de munición, cada partida sin adjudicar hace necesario invertir más tiempo, logística y recursos en la obtención del recurso. Actualmente, el dolor de cabeza en España está muy focalizado. "El problema de los concursos desiertos de municiones no es un problema sistémico. Es un problema puntual y focalizado en tres tipos de munición en los últimos años", comenta a El Confidencial un experto en licitaciones de Defensa.

Un problema estándar

El más importante es el que atañe al suministro de munición 5,56 mm, cartucho estándar para los fusiles ligeros de las fuerzas armadas de la OTAN y, por tanto, uno de los más demandados. Defensa aprobó, no sin problemas, un acuerdo marco en diciembre de 2020 para asegurarse las existencias de diferentes variantes de este calibre a unos precios controlados y con unos proveedores confiables. Sin embargo, los lotes correspondientes a los modelos de trazadores y marcadores no letales, quedaron desiertos y hubo que esperar a enero de 2022 para lograr adjudicatarios.

Apenas unos meses después, Defensa tuvo que pagar casi el doble para adquirir los cartuchos frangibles (utilizados principalmente para entrenamiento) correspondientes al lote 6 de ese acuerdo marco. La italiana Fiocchi Munizioni, que cobraba 455 euros (sin IVA) por cada 1.000 cartuchos, no presentó ninguna oferta. Tampoco Erodis System España, la segunda en la lista, que había acordado un precio de 599 euros. El contrato se lo llevó la checa Sellier & Belliot, quien pactó en el momento de la firma del acuerdo marco 999 euros por cada millar de cartuchos, según la documentación publicada en el Portal de Contratación del Estado.

Foto: Un Santana Aníbal del Batallón del Cuartel General de la Brigada XII, subiendo por un terreno difícil. (Juanjo Fernández)

La cosa se puso fea. Pese a que los fabricantes alegaron el cambio de “la situación económica generada por la pandemia del covid-19 y del conflicto armado en Ucrania”, el Ministerio de Defensa inició un procedimiento para romper relaciones con ambas compañías por no presentar ofertas a los precios pactados en 2020. El hecho de que Seiller & Bellot se presentase al concurso, razonó Defensa, "impide considerar que [el suministro] fuera de ejecución imposible o que el equilibrio económico [...] hubiera quedado alterado de tal modo que ninguna empresa pudo cumplirlo". El pasado mes de septiembre, la ministra Margarita Robles puso fin al acuerdo en dicho lote 6 con Fiocchi Munizioni y Erodis System por "incumplimiento culpable" y procedió a incautar las garantías y avales depositados a la firma del contrato.

En medio de las tensiones, la situación se siguió agravando. En julio de 2022, los posibles proveedores para la licitación de hasta 18 millones de cartuchos ordinarios 5,56 del lote 1 por 4,2 millones de euros eran Fiocchi Munizioni, Sellier & Belliot y Guardian Homeland Security. Esta última, de origen israelí, fue la única que ofertó, aunque igualmente acabó alegando que no podría cumplir los requisitos del pedido y el contrato quedó desierto. La licitación se repitió dos veces; la primera se cerró sin ofertas y la segunda, a finales de año, se adjudicó finalmente a Guardian Homeland Security asumiendo cantidades más moderadas: unos 800.000 euros por casi tres millones de cartuchos.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, y el líder norcoreano, Kim Jong-un. (Reuters/Archivo/Alexander Zemlianichenko)

Para terminar de reconducir la situación, Defensa tramitó de urgencia, mediante un negociado sin publicidad, un nuevo acuerdo marco para la compra del calibre 5,56 ordinario a Nammo Palencia (filial de la multinacional noruega especializada en motores para misiles y municiones) del que solo se conocen los importes totales: un primer contrato de 6,3 millones de euros en noviembre de 2022, y otros tres en el presente ejercicio que suman cerca de 4,3 millones. Todo de la llamada reserva estratégica. Sin embargo, se desconoce el precio unitario pactado (y, por tanto, el número de cartuchos de cada remesa). Tampoco consta que se haya iniciado un procedimiento sancionador contra las adjudicatarias del anterior acuerdo tras los sucesivos desiertos que provocaron que España sufriera retrasos en el abastecimiento de estos proyectiles.

"Las empresas adjudicatarias no están cumpliendo salvo en pequeñas cantidades. La solución ha sido otro acuerdo marco de compra, esta vez con Nammo, por lo que parece un precio superior", explica el experto.

El mes pasado, la Guardia Civil lanzó un contrato de 6,8 millones de euros (IVA no incluido) para comprar casi diez millones de cartuchos 5,56 mm y 7,62 mm (otro calibre estándar de la OTAN) en tres años para la instrucción de personal. El acuerdo prevé un mínimo de 2,5 millones de 5,56 mm al año con un precio máximo de 600 euros por cada 1.000 unidades (el doble para las de 7,62). Según los observadores, es competitivo, comparado con los 250 euros que se paga por el 5,56 mm ordinario. El plazo para ofertar vence en enero.

Exóticos y explosivos

El segundo punto problemático es la adquisición de proyectiles para armas más especializadas que afectan a algunas unidades de élite de las Fuerzas Armadas. En este renglón está la dificultad (y el elevado coste) para asegurar munición .338 para los nuevos rifles de francotirador AXMC, que en 2022 tuvo que realizarse en varios intentos y duplicar el precio por unidad para colocar la orden. Otros 'calibres exóticos', como los 4,6 mm y 5,7 mm que utilizan en el Mando de Operaciones Espaciales, también sufren del mismo mal. Este año, varios lotes de 4,6 mm quedaron desiertos, incluyendo alta deformación, subsónica y frangible. "Se compran pocos cuando se puede a precios caros, con lo que los especialistas de las FAS no cuentan con medios suficientes para hacer su trabajo y/o entrenar".

La última fricción es la que afecta a compras puntuales, pero igualmente importantes, de material diverso como explosivos, minas o granadas. Esta semana, la licitación para la compra de munición 20 mm por 1,7 millones de euros para los cañones Oerlikon que portan fragatas, patrulleras, cazaminas y buques de asalto anfibio de la Armada quedó desierta. El suministrador de los dos últimos contratos fue Nammo Palencia.

Foto: Test de artillería de la compañía de defensa noruega Nammo. (Nammo)

Los motivos e impactos específicos de cada uno de estos casos son variados, pero responden a un mismo patrón. Hay mucha demanda, todo el mundo tiene prisa y nadie quiere gastar mucho. Mientras, los costes (especialmente energía y materias primas) están subiendo en un producto cuya base industrial llevaba años en retroceso. Una situación que podría acabar afectando a otros tipos de proyectiles que quiere España.

"La demanda está en máximos históricos. Entre 10 y 20 veces lo que se producía antes de la invasión", explica una fuente de la industria europea a El Confidencial. "A las enormes cantidades de munición que se están utilizando en Ucrania se une que los stocks de la OTAN están en teoría en niveles bajos y muchos países están pidiendo al mismo tiempo para reemplazar los envíos a la guerra. Ahora mismo hay muchos productos (especialmente artillería) cuya demanda no parece tener límite", agrega.

Un problema en cadena

Las cifras en detalle son secretas, pero los cálculos de los expertos basados en información del Pentágono, la OTAN e institutos de investigación, es que la capacidad de producción europea de proyectiles de artillería es de unas 600.000 anuales (algunos medios rebajan esa cifra incluso a la mitad). Mientras, la demanda agregada podría ser de 20-30 millones. Esto es apenas una muestra de la enorme brecha que nos separa de cualquier eventual autonomía estratégica.

La industria especializada en proyectiles citan un amplio catálogo de dificultades para incrementar los niveles de producción (y más hacerlo rápidamente), pese a las promesas de multimillonarias de compras conjuntas europeas o el incremento de las tensiones en otros teatros de operaciones. La financiación (o más bien, la falta de ella), con la competitividad lastrada por los elevados tipos de interés hace que muchas compañías prefieran no exponerse al riesgo de sobreexponerse a un enfriamiento súbito de la demanda (ya sea por un entorno geopolítico menos tenso o por una crisis económica que haga escasear los fondos).

Foto: Batallón francés de la OTAN, en Rumanía. (Reuters/George Calin)
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Además, la producción europea de explosivos, cargas propulsoras, nitroglicerina o nitrocelulosa es baja, cierta maquinaria escasea y requiere de elevadas inversiones para poner en marcha nuevas líneas de producción. La materia prima también es un problema, afectada por los vaivenes de precios y los entornos geopolíticos inestables; y el talento humano es otro factor limitante, con escasez de especialistas en áreas clave de toda la cadena de producción. Para navegar la incertidumbre, dicen desde el sector, se necesitan iniciativas nacionales y multilaterales (UE, OTAN), generar economías de escala y cooperación entre aliados. Es decir, dinero. A España no le queda otra. En los últimos años, los principales fabricantes nacionales de municiones fueron comprados por compañías extranjeras. La Fábrica de Municiones de Granada (FMG) está controlada por los eslovacos MSM, Nammo Palencia es parte de la noruega Nammo y, desde este agosto, Expal es oficialmente de la alemana Rheinmetall, que se hizo con ella por unos 1.200 millones de euros.

Reponer los stocks de municiones de todo tipo está en el top de las prioridades de los mandos logísticos de medio mundo. Los productores no tienen prisa, sus carteras de pedido están a tope y se pueden permitir no concurrir a licitaciones que puedan comprometer su capacidad frente a otros contratos potencialmente más lucrativos. La capacidad está al máximo, la inflación disparada y los tipos en máximo. Así que toca pasar por caja.

A mediados de septiembre, el Ministerio de Defensa tomó una decisión "técnica" que, por poco habitual, llegó a los titulares de la prensa generalista. En una semana, la Armada convirtió el presupuesto que tenía para reemplazar un velero de la Escuela Naval (1,8 millones de euros) en una partida para munición, minas y explosivos. Aunque pueda parecer anecdótico, el episodio revela dos cuestiones relevantes para el ciclo expansivo en el que está entrando el sector de la defensa.

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