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Incursiones navales y acrobacias aéreas: el pulso político por Gibraltar enturbia la diplomacia militar
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siete incursiones en seis meses

Incursiones navales y acrobacias aéreas: el pulso político por Gibraltar enturbia la diplomacia militar

Las cuitas políticas internas de España, Reino Unido y Gibraltar agregan presión a las negociaciones sobre el estatus del Peñón pos-Brexit y enturbian la buena relación militar entre Madrid y Londres

Foto: Pesquero español denunciado por Gibraltar en agosto. (EFE/Carrasco Ragel)
Pesquero español denunciado por Gibraltar en agosto. (EFE/Carrasco Ragel)
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Las aguas diplomáticas —y literales— de Gibraltar están revueltas. Los roces entre España y Reino Unido a cuenta del paso por aguas cercanas al Peñón han sido una constante en los últimos veranos, pero este año están subiendo de intensidad. Madrid y Londres no logran cerrar un acuerdo definitivo sobre la relación de Gibraltar con la Unión Europea (UE) tras el Brexit, y los meses de optimismo y buenas intenciones han dado paso a una serie de tensos episodios en los que ninguna parte está dispuesta a dar su brazo a torcer. Un pulso político que está enturbiando la estratégica diplomacia militar entre ambos países.

A finales de agosto, el Ministerio de Asuntos Exteriores presentó una protesta diplomática (nota verbal) ante el embajador británico por tres incidentes sucedidos ese mes. En el más grave, el 14 de agosto, una patrullera del Servicio de Vigilancia Aduanera se vio "en grave peligro" por unas maniobras evasivas de un barco auxiliar gibraltareño que iba con las luces apagadas y con el sistema de identificación desactivado. Otros de los altercados fue la interceptación por la Royal Gibraltar Police de pesqueros españoles que estarían "faenando ilegalmente" en aguas del territorio británico.

Pero, dos semanas después de la queja española, un controvertido parlamentario conservador pidió las cifras de incursiones y se hizo pública una tabla donde el Ministerio de Defensa de Reino Unido registraba al menos "siete incursiones navales de superficie en aguas territoriales de Gibraltar" por parte de buques españoles en los últimos seis meses (la más reciente en septiembre) y otras cuatro catalogadas de "paso inocente". Un gesto interpretado como una provocación por algunos observadores del diferendo territorial.

Los datos no detallan tipos de embarcación avistada, su rumbo o misión. Pero ha sorprendido a algunos diplomáticos y militares españoles, que consideran esas travesías "inocentes, cuando no de pleno derecho para las embarcaciones nacionales". Este es uno de los nudos gordianos del estatus gibraltareño: los que afirman que Gibraltar no posee aguas territoriales, ya que no fueron estipuladas en el Tratado de Utrech (1713), y los que consideran que prima el Derecho del Mar de la ONU, que otorga a todos los Estados ribereños hasta 12 millas (22,2 km) de mar (Reino Unido reclama tres millas de aguas jurisdiccionales).

"El problema de siempre es que nosotros no reconocemos aguas a Gibraltar. Muchas de esas incursiones, tengo entendido, entran en nuestros cometidos OTAN. Así que hacer pública esta información muestra que quieren calentar el ambiente", asegura un diplomático que conoce en profundidad el tema a El Confidencial. "Los británicos quieren libre circulación de personal militar y de equipos, así como algunas cosas técnicas de sobrevuelos. Y todo eso parece que no estamos dispuestos a dárselo", agrega.

¡Anulen la diversión!

Con el ambiente enrarecido, cualquier señal da lugar a interpretaciones. Y eso es lo que ha pasado con la cancelación, a última hora, del espectáculo que tenía previsto a finales de este mes la patrulla acrobática Red Arrows (Flechas Rojas), de la Royal Air Force (RAF), en el Peñón. La visita tenía su carga simbólica, ya que hacía 14 años que esta unidad de exhibición de élite no visitaba Gibraltar. Para esta semana había planeado otra exhibición en Menorca que también fue intempestivamente anulada.

"El Ministerio de Asuntos Exteriores confirma que una petición de sobrevuelo para la patrulla acrobática Red Arrows ha sido recientemente cancelada a instancias de las autoridades del Reino Unido; sin embargo, esa solicitud no era relativa al espacio suprayacente a Gibraltar, que España considera de soberanía española, o a zonas cercanas al Peñón, sin que conste ninguna solicitud al respecto", detallaron fuentes oficiales preguntadas por este asunto.

Foto: El líder del Partido Laborista británico, Keir Starmer, habla durante el turno de preguntas al Primer Ministro, en la Cámara de los Comunes en Londres. (Reuters)

La prensa de Reino Unido no lo ha interpretado de la misma manera. "El espectáculo aéreo de los Red Arrows prohibido en Gibraltar por un Gobierno español furioso", titulaba esta semana el diario Express, asegurando que las cancelaciones fueron fruto de las presiones españolas sobre las autoridades gibraltareñas. "Express.co.uk entiende que España probablemente vería el paso de aviones de alta velocidad sobre su espacio aéreo como una provocación, ya que este tipo de aeronaves de otros países no pueden volar usualmente sobre su territorio", abundó el rotativo.

El periódico The Sun fue más allá y citó a una fuente asegurando: "Los españoles están siendo unos capullos (sic) con esto del show en Gibraltar". Según el medio, la cancelación de la exhibición en Gibraltar hizo enfurecer al secretario de Defensa, Grant Shapps, que procedió a anular la programada en Menorca. El artículo aseguraba que España habría amenazado a Gibraltar con prohibirle utilizar Málaga como aeropuerto designado alternativo para vuelos civiles, lo que podría hacer los trayectos a la Roca más costosos y menos frecuentes.

Consultado por este tema, el Ministerio de Defensa británico se limitó a decir a El Confidencial que, "como parte de la planificación operativa, la RAF estudia una serie de lugares y fechas potenciales para las exhibiciones. Hay una amplia variedad de factores que influyen en si estas exhibiciones se llevan finalmente a cabo".

7 km² estratégicos

En Reino Unido, el rifirrafe naval en Gibraltar es un tema de actualidad menor. Londres entiende que su soberanía sobre sus aguas territoriales es un hecho, por lo que analiza y responde —según el caso y por cauces oficiales— a todas las posibles "incursiones". Aunque las travesías españolas puedan ser consideradas como una violación a la soberanía británica, no son vistos como una amenaza a la misma, dada la estrecha alianza que comparten ambas naciones.

"En 2022, se registraron 780 incursiones de barcos de gobiernos extranjeros y 209 fueron de incursiones de superficie. Muchos de estos serán de origen español. Esto significa que fueron consideradas ilegales o ilegítimas bajo la Ley del Mar de Naciones Unidas y, por tanto, no fueron paso inocente", explica a El Confidencial un experto en defensa británico en Londres.

Pero para el Gobierno español en funciones esto puede convertirse en un frente espinoso (ya está siendo presionado por el Partido Popular y VOX con el tema). Mientras, en la Armada prefieren "morderse la lengua" —según un alto mando militar recientemente pasado a retiro— por mantener la buena y estratégica relación con las Fuerzas Armadas británicas, socios de la OTAN y clientes de Navantia. Los astilleros públicos firmaron en enero un contrato con la Marina de guerra británica para la construcción de tres buques auxiliares por unos 1.800 millones de euros.

Foto: El ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo. (EFE/A. Carrasco Ragel)

El panorama, para muchos, no es tan tibio y creen que la Royal Navy está presionando para obtener lo que quiere en estas negociaciones sobre Gibraltar. Para los militares británicos, el Peñón va más allá de una cuestión histórica o simbólica. Son 7 km² estratégicos en el Mediterráneo, con una base naval con capacidad para albergar submarinos nucleares, un aeródromo militar y un importante puesto de señales de inteligencia (Sigint).

"Es una constante histórica el que la Royal Navy recurra a las provocaciones para intentar —y en muchos casos conseguir— reventar las negociaciones sobre Gibraltar que, ocasionalmente, se desarrollan entre el Ministerio de Asuntos Exteriores español y el Foreign Office británico", escribía el pasado mes de julio el capitán de navío Ángel Liberal, en una columna titulada "Las provocaciones del Almirantazgo".

En 2022, la Marina de guerra británica dotó al Escuadrón Gibraltar con dos nuevos patrulleros de alta velocidad clase Cutlass para vigilar las aguas y las operaciones marítimas de seguridad en el Mediterráneo occidental. Estos equipos son pequeños y rápidos (41 nudos), con una eslora de 19 metros y un desplazamiento de 35.000 kg, y pueden cargar tres ametralladoras de 0,5 mm, seis tripulantes y otros tantos pasajeros. También operan varias lanchas rígidas Pacific 24 para operaciones en el litoral. En 2021, Londres reforzó su presencia naval en la zona con el despliegue de dos patrulleros de altura clase River para operar en aguas atlánticas en África Occidental y en el Mediterráneo. Además, desde la invasión rusa de Ucrania en 2022, ha incrementado sus labores de inteligencia en la zona.

El elefante en el Peñón

De fondo, la cuestión más amplia y compleja del propio Brexit. Las negociaciones para materializar los acuerdos de Nochevieja de 2020 —incluyendo cuestiones como la aplicación de Schengen en Gibraltar, pensiones, fiscalidad, medio ambiente y, por supuesto, el ángulo militar— quedaron paralizadas por el adelanto electoral en España y los comicios del 12 de octubre en Gibraltar. Todos buscan reforzar sus posiciones políticas. Nadie quiere mover ficha y abrir públicamente un melón que va a ser muy difícil de cerrar.

Foto: Batallón francés de la OTAN, en Rumanía. (Reuters/George Calin)
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"Tenemos unas bases militares en Gibraltar que son absolutamente desconocidas por el pueblo español y tienen sus peligros. Ni este Gobierno ni los anteriores han querido afrontar el elefante en la habitación que es la presencia de submarinos de propulsión y de carga de misiles nucleares que hay o pasan por Gibraltar, ni el tema del aeropuerto militar ni las bases de inteligencia", consideró Alejandro del Valle, catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Cádiz, y uno de los mayores expertos en Gibraltar, en una reciente entrevista con La Voz de Galicia.

"España no quiere cuestionar la presencia de las bases, pero su régimen tienen que cambiar. Porque, si vienen militares desde el Reino Unido, tendrán que pasar el control de fronteras y la responsabilidad de si entran o no será de España", agregó.

Las aguas diplomáticas —y literales— de Gibraltar están revueltas. Los roces entre España y Reino Unido a cuenta del paso por aguas cercanas al Peñón han sido una constante en los últimos veranos, pero este año están subiendo de intensidad. Madrid y Londres no logran cerrar un acuerdo definitivo sobre la relación de Gibraltar con la Unión Europea (UE) tras el Brexit, y los meses de optimismo y buenas intenciones han dado paso a una serie de tensos episodios en los que ninguna parte está dispuesta a dar su brazo a torcer. Un pulso político que está enturbiando la estratégica diplomacia militar entre ambos países.

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