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Sin acuerdo en Gibraltar desde el Brexit: ¿por qué es tan difícil desbloquear la Roca?
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Sin acuerdo en Gibraltar desde el Brexit: ¿por qué es tan difícil desbloquear la Roca?

Con 15.000 trabajadores cruzando a diario la frontera, el Brexit obliga a España y la Roca a encontrar una solución pragmática. Pero no se puede obviar la cuestión de la soberanía

Foto: Paso fronterizo entre España y Gibraltar en una imagen de archivo. (Reuters/Jon Nazca)
Paso fronterizo entre España y Gibraltar en una imagen de archivo. (Reuters/Jon Nazca)
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Se cumplen tres años desde que Reino Unido abandonara oficialmente la Unión Europea. Poco antes de las 23 horas local (media noche en Bruselas) de aquel 31 de enero de 2020, el entonces primer ministro británico, Boris Johnson, emitió un mensaje a la nación: "Este no es un fin, sino un comienzo. Es el momento en que amanece y se levanta el telón de un nuevo acto. Es un momento de verdadera renovación y cambio nacional". El problema es que no hay guion definitivo para la obra. Londres y Bruselas siguen a día de hoy negociando cuestiones claves del histórico divorcio, entre ellas, Gibraltar.

Alrededor de 30.000 personas cruzan a diario la verja. Entre ellos, 15.000 trabajadores, de los cuales 10.000 son españoles de una zona como la del Campo de Gibraltar, donde pocas veces se baja de una tasa de paro del 30%. Por lo que el Brexit obliga a Madrid y la Roca a encontrar una solución pragmática de convivencia. Aunque el fantasma del no deal siempre está ahí.

En las negociaciones se habla de "una zona de prosperidad compartida", un eufemismo para evitar hablar de la soberanía sobre la colonia británica. Pero es la soberanía, al fin y al cabo, lo que ha marcado el contexto de los últimos 300 años. Y la cuestión que, en definitiva, dificulta ahora la ansiada fumata blanca. Nadie quiere cerrar una verja que sacuda tanto a la economía del Peñón como de las regiones españolas aledañas. Pero, al mismo tiempo, nadie quiere firmar cualquier término, cualquier punto, cualquier coma que pueda afectar al tema de la soberanía en un tratado internacional.

"Aún no hemos llegado, y puede que no lleguemos, pero estamos bien encaminados"

"Aún no hemos llegado, y puede que no lleguemos, pero estamos bien encaminados para que dicho tratado se convierta en una realidad positiva", asegura el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, en un comunicado publicado este martes donde reflexiona sobre el aniversario del Brexit. "Dicho tratado regulará la fluidez de la circulación de personas y mercancías entre Gibraltar y el resto de la UE. Tendrá que reconocer que nuestra interacción con el resto de la UE es, geográfica y físicamente, a través de España, como nuestro Estado miembro vecino de la UE", recalca. "Tenemos que ser realistas y comprender que a los políticos les pueden pedir muchas cosas las personas a las que sirven, pero lo único que no se nos puede pedir de forma realista es que cambiemos las realidades geográficas", subraya.

En la Nochevieja de 2020, Londres y Madrid conseguían cerrar in extremis un principio de acuerdo para evitar los estrictos controles en la única frontera terrestre —junto con la de Irlanda— que une ahora al Reino Unido con la UE. El texto contenía las directrices para cerrar un tratado entre la Comisión Europea y el Reino Unido sobre la Roca.

Foto: Nahdim Zahawi, saliendo del número 10 de Downing Street. (EFE/Andy Rain)

Pero, si se quiere flexibilidad en la verja, se debe externalizar la frontera Schengen al puerto y aeropuerto del Peñón. Eso obliga a tener la presencia de agentes de la autoridad españoles. Y ahí está el quid de la cuestión. Sobre todo teniendo en cuenta que el suelo donde está construido el aeropuerto no estaba contemplado en el Tratado de Utrecht (1713-1715). Los británicos se hicieron con ello en el siglo XIX, cuando unas epidemias obligaron a desplazar la población al istmo.

El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha recalcado varias veces que el marco del acuerdo de Nochevieja contempla que España, como miembro de Schengen, sería el responsable de garantizar los estándares de este espacio y por ello debería asumir los controles en el puerto y el aeropuerto del Peñón, aunque contaría con el apoyo de la agencia europea de fronteras —Frontex— durante un periodo transitorio de cuatro años.

Pero, según fuentes consultadas, la clave es "quién va a hacer qué, cómo y cuándo", teniendo en cuenta la sensibilidad de los yanitos ante la presencia de los policías españoles, sobre todo, uniformados.

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Por otra parte, está el segundo punto del preacuerdo: dejar a Gibraltar asociado a la unión aduanera comunitaria, sin estar dentro de la unión aduanera. Cambiar la administración fiscal sería una tarea compleja. E imponer IVA al Peñón —que ahora no lo aplica— dejaría también en desventaja a sus comercios. En definitiva, se trata de una medida nada popular en la Roca. Pero de nada sirve evitar el control de pasaportes en la verja a los trabajadores si luego se tienen que revisar, por ejemplo, lo que llevan en las mochilas.

Son situaciones complejas, pero no excepcionales en términos logísticos. Se podría llegar a un acuerdo similar al de Suiza, un país que sí pertenece a zona Schengen, pero está fuera de la unión aduanera de la UE. En la práctica, cuando se cruza la frontera de Francia a Suiza, se pasa por las instalaciones, pero no hay controles como tal. Existen solo inspecciones aduaneras puntuales. Claro que entre estos países no hay una disputa por la soberanía.

Por su parte, con el tren Eurostar, tampoco hay problemas ante la presencia de los agentes franceses en la estación londinense de St. Pancras o de los británicos en la parisina Gare du Nord. Claro que entre estos países tampoco hay una disputa por la soberanía.

Esta es, por tanto, la complejidad de la frontera de Gibraltar, al igual que ocurre con la frontera de Irlanda —disputada desde hace un siglo entre los republicanos católicos y protestantes monárquicos—. Quizá por eso tampoco se haya conseguido cerrar aún un acuerdo entre Londres y Bruselas para Irlanda del Norte.

En definitiva, por mucho que no se quiera nombrar, la cuestión de la soberanía está ahí. Siempre ha estado desde que comenzaron las negociaciones del Brexit. España, como miembro del bloque, logró que la UE le garantizara capacidad de veto para cualquier acuerdo que se alcanzara respecto al Peñón. Asimismo, Madrid consiguió, además, que la UE mencionara, por primera vez, a Gibraltar como una colonia, uniéndose así al criterio que mantiene sobre el territorio la ONU desde 1967.

Foto: Foto: EFE/A. Carrasco Ragel.

En cualquier caso, las fuentes consultadas insisten en que la prioridad es encontrar ahora "una solución pragmática de convivencia", donde "todo el mundo gane". Las fuentes consultadas se muestran prácticamente herméticas, temerosas de que cualquier revelación pueda enturbiar las cosas. "Que no haya discusiones en público es buena señal", matizan.

Aunque no hay plazos cerrados para sellar el ansiado pacto, hay "interés" por poder anunciar fumata blanca antes de las elecciones de autonómicas y municipales de mayo en España o, al menos, antes de las generales, ya que existe "preocupación" porque un eventual Gobierno del PP con Vox pueda dificultar el camino.

Se cumplen tres años desde que Reino Unido abandonara oficialmente la Unión Europea. Poco antes de las 23 horas local (media noche en Bruselas) de aquel 31 de enero de 2020, el entonces primer ministro británico, Boris Johnson, emitió un mensaje a la nación: "Este no es un fin, sino un comienzo. Es el momento en que amanece y se levanta el telón de un nuevo acto. Es un momento de verdadera renovación y cambio nacional". El problema es que no hay guion definitivo para la obra. Londres y Bruselas siguen a día de hoy negociando cuestiones claves del histórico divorcio, entre ellas, Gibraltar.

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