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"Sumideros de odio antisemita": las protestas propalestinas definen la política en EEUU
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"Sumideros de odio antisemita": las protestas propalestinas definen la política en EEUU

Las protestas en los campus de la universidades por la guerra en Gaza y las numerosas detenciones son interpretadas de manera diferente por parte del espectro político

Foto: Protesta propalestina en la Universidad de Columbia. (Reuters/David Dee Delgado)
Protesta propalestina en la Universidad de Columbia. (Reuters/David Dee Delgado)

Las imágenes de los enfrentamientos en las universidades, con policías antidisturbios destrozando barricadas y efectuando detenciones entre chorros de extintor y chasquidos de balas de goma, se han grabado en la retina de los estadounidenses. Sin embargo, aunque las diapositivas sean las mismas, su lectura difiere por todo el espectro político. Los republicanos ven desorden y antisemitismo, y los demócratas están divididos. Una parte, la más encanecida y moderada, también percibe caos; otra, más joven y a la izquierda, tiende a simpatizar con las marchas propalestinas. Y cada una retrata las protestas en función de sus prioridades.

Los republicanos han usado las acampadas propalestinas para criticar a las carísimas universidades de élite donde tienen lugar. Campus que, en realidad, son empresas que dirigen fondos de inversión e imperios inmobiliarios y que, sobre todo desde hace cinco años, se han ganado la imagen de ser, en el mejor de los casos, lugares hostiles para el conservadurismo. En el peor, madrasas de la ideología woke. Por eso los republicanos sacan réditos ante sus votantes al criticar estas torres de marfil, y exigen castigos: que estas empresas educativas dejen de tener privilegios fiscales e, incluso, que expulsen a los alumnos extranjeros que participaron en las protestas.

"Creo que los agentes [del FBI] necesitan estudiar las causas de raíz y averiguar si algo de esto ha sido financiado, no lo sé, por George Soros o por entidades extranjeras", declaró el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, sugiriendo la presencia de una mano negra detrás de las acampadas. "Hay una especie de patrón común y de estrategia común que parece ser aplicada en muchos de estos campus", dijo. Johnson, cuyas declaraciones han sido tachadas de antisemitas —Soros, a quien se acusa de todas las teorías conspirativas, es judío—, lleva días capitalizando la crisis e incluso llegó a dar un discurso en el campus de Columbia.

Cada vez más, las protestas están siendo instrumentalizadas con vistas a las elecciones de noviembre. Nada sería mejor para los republicanos que 2024 fuera un nuevo 1968: el año de las protestas contra la Guerra de Vietnam y de la consiguiente debacle política de los demócratas. El año que llevó a Richard Nixon al poder.

Foto: Estudiantes propalestinos se manifiestan en la Universidad George Washington, este jueves, 25 de abril. (EFE/Lo Scalzo)

"Estas Pequeñas Gazas son repugnantes sumideros de odio antisemita y están llenas de simpatizantes de Hamás, fanáticos y freaks", declaró el senador de Kansas, el republicano Tom Cotton. "Estos simpatizantes terroristas en estas Pequeñas Gazas no están protestando pacíficamente contra la conducta de Israel en la guerra. Están exigiendo de forma violenta e ilegal la muerte de Israel, igual que sus gemelos ideológicos, los ayatolas de Irán". Cotton aprovechó el momento para acusar al presidente Joe Biden de ser débil ante todo lo anterior. "Cuatro años más de Joe Biden significan cuatro años más de pequeñas Gazas por toda América".

El presidente de EEUU, que hasta esta semana se había mantenido al margen, tuvo que salir el jueves a hacer unas declaraciones sobre las protestas. Aunque decidió permanecer a un brazo de distancia. Biden defendió el derecho a manifestarse pacíficamente, pero denunció la violencia, presente, por ejemplo, en la ocupación y atrincheramiento dentro de edificios de los campus —como respuesta, en el caso de Hamilton Hall, en Columbia, a la entrada de la policía—. Biden reiteró su apoyo a Israel, pero rechazó la noción de que se llamase a la Guarda Nacional para poner orden.

La importancia del término 'antisemita'

El demócrata tenía que guardar así un frágil equilibrio entre los votantes moderados, más partidarios de la ley y el orden y de respaldar a Israel, y de la dinámica ala socialista. Una encuesta de Morning Consult recoge que el 47% de los estadounidenses está a favor de prohibir las protestas propalestinas en las universidades. Otro sondeo, realizado entre 9.000 personas por Inside Higher Ed, refleja cifras parecidas. El 47% de los estadounidenses rechazan las protestas propalestinas en los campus, frente al 28% que las apoyan. Los números están aún más inclinados contra las protestas entre las personas mayores de 45 años.

De forma paralela, la Cámara de Representantes ha aprobado una ley que amplía la definición de "antisemitismo", adoptando los parámetros de la International Holocaust Remembrance Alliance e integrándola en la Ley de los Derechos Civiles. Sus críticos, como el congresista demócrata Jerry Nadler, alegan que con esta ley casi cualquier comentario que pudieran ser negativo o escéptico sobre las políticas de Israel podría ser fácilmente tildado antisemita, atacando la libertad de expresión.

Entre tantas posiciones duras contra las expresiones de solidaridad con los palestinos, en las que se ensalzan las actitudes más agresivas y pintorescas, como la carta oficial de los estudiantes pidiendo que se suspendieran las evaluaciones de Derecho, ya que los acontecimientos de los útimos días los habían dejado "irrevocablemente sobrecogidos", "incapaces de concentrarse" y en una situación "altamente emocional", destacó el discurso de Bernie Sanders. El senador demócrata socialista que se había manifestado contra Vietnam en los años sesenta.

Foto: Las protestas continúan en al campus de la Unversidad de Columbia. (Reuters/Caitlin)

"Defender los derechos palestinos y la dignidad del pueblo palestino no lo convierte a uno en un defensor del terrorismo", dijo el veterano senador, de 82 años, durante un discurso de 20 minutos. "Y cuando uno dice que América es un país libre, bueno, ¿sabéis qué? Os guste o no, el derecho a protestar es aquello en lo que se basa la libertad americana. Esa es la Constitución de Estados Unidos".

Sanders hizo referencia al fallecido congresista John Lewis, uno de los apóstoles de Martin Luther King sacralizados en la lucha por los Derechos Civiles. Recordó que Lewis había sido arrestado en 45 ocasiones. Aquellos que hoy lo veneran como a un santo se han olvidado de que, hace más de medio siglo, Lewis y sus compañeros eran tratados por mucha gente como enemigos públicos. Igual que los estudiantes que se manifestaron contra la Guerra de Vietnam. El tiempo, en cambio, les dio la razón. Según Sanders, esto es lo que puede pasar con los manifestantes propalestinos. El senador judío lleva tiempo pidiendo al Gobierno de Biden que deje de armar a Israel.

Las mayoría de las protestas, que según The New York Times han dejado más de 2.000 detenidos en todo el país en las últimas dos semanas, siguen técnicamente activas en una cuarentena de campus universitarios. Desde California y Oregón, en la Costa Oeste, hasta Florida, Georgia, Virginia y las Carolinas, pasando por Texas, Luisiana, Colorado, Nuevo México, Arizona o Utah. La mayor concentración se produce en el Noreste: Nueva York, Massachusetts, Connecticut y New Hampshire.

Resistencia a la violencia

Pese a las imágenes de violencia de los últimos días, algunas universidades han logrado desbandar las protestas de forma pacífica y negociada. Tal ha sido el caso de Rutgers, una prestigiosa universidad pública de Nueva Jersey; de la Universidad de Minnesota, de Brown y de Northwestern, en Rhode Island e Illinois, respectivamente.

Las autoridades de Rutgers, donde estudian unos 7.000 alumnos "árabes, musulmanes o palestinos", aceptaron ocho de las diez demandas presentadas por los estudiantes. Entre ellas, aceptar a diez estudiantes palestinos desplazados por la guerra, abrir un Centro Cultural Árabe y estudiar la creación de un Departamento de Estudios de Oriente Medio. Las dos demandas más importantes, que son cancelar las inversiones en empresas relacionados con Israel y cortar lazos con la Universidad de Tel Aviv, no fueron aceptadas, pero se van a negociar. A las cuatro de la tarde del jueves, los manifestantes procedieron a levantar sus tiendas de campaña.

La onda expansiva de estos conflictos universitarios se nota también en el mundo corporativo. Sobre todo desde las protestas raciales de 2020, muchas compañías parecieron abrazar la retórica progresista dominante en los medios urbanistas. Se envolvieron en banderas del arcoiris, nombraron a sus Chief Diversity Officers y adoptaron un lenguaje más políticamente correcto, proclive a mimar cuestiones como la salud mental.

Foto: Montaje: Irene de Pablo.
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Argemino Barro. Nueva York Ilustración: Irene de Pablo

Ahora, en cambio, parece haber una realización de que el péndulo quizás osciló demasiado hacia estas cosas. Google, por ejemplo, ha despedido a una cincuentena de empleados por celebrar sentadas propalestinas. Estos empleados acusaban al gigante de proporcionar tecnología, en concreto Project Nimbus, que los israelíes usan en su destrucción intensiva de la Franja de Gaza.

Algo similar habría pasado en el origen de todo: las propias universidades. A base de esforzarse continuamente en acomodar las fobias y traumas de los estudiantes, muchos de los cuales veían discursos de odio hasta debajo de las piedras, se habrían visto entre la espada y la pared. Con alumnos judíos diciéndose odiados y perseguidos, y alumnos propalestinos obsesionados con la opresión israelí. Y habrían recurrido, a veces, a la negociación, y otras veces a la fuerza bruta, sin ni siquiera pedir la opinión del profesorado. Como sucedió en la Universidad de Columbia.

Las imágenes de los enfrentamientos en las universidades, con policías antidisturbios destrozando barricadas y efectuando detenciones entre chorros de extintor y chasquidos de balas de goma, se han grabado en la retina de los estadounidenses. Sin embargo, aunque las diapositivas sean las mismas, su lectura difiere por todo el espectro político. Los republicanos ven desorden y antisemitismo, y los demócratas están divididos. Una parte, la más encanecida y moderada, también percibe caos; otra, más joven y a la izquierda, tiende a simpatizar con las marchas propalestinas. Y cada una retrata las protestas en función de sus prioridades.

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