Es noticia
Éxito naval, incertidumbre aérea, drama terrestre: análisis táctico de la guerra en Ucrania
  1. Mundo
análisis por tierra, mar y aire

Éxito naval, incertidumbre aérea, drama terrestre: análisis táctico de la guerra en Ucrania

No pretendemos adivinar el futuro de una contienda que nos ha deparado varias sorpresas, pero trataremos de analizar la situación actual y entender lo que nos pueden deparar los meses venideros en los diferentes flancos: tierra, mar y aire

Foto: Funeral celebrado en Kiev el pasado 14 de febrero. (Europa Press/Zuma Press/Svet Jacqueline)
Funeral celebrado en Kiev el pasado 14 de febrero. (Europa Press/Zuma Press/Svet Jacqueline)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Estos días, en que la moral ucraniana está bajo presión ante los avances rusos, las alegrías militares para Kiev vienen del frente más inesperado: el naval. El más reciente éxito fue el hundimiento del Tsezar Kunikov, un navío de la clase Ropucha con casi 4.000 toneladas de desplazamiento. Un objetivo valioso, pues se trata de un barco para operaciones anfibias que ahora se estaba usando para tareas logísticas, carencia crónica de las fuerzas rusas. Por tanto, el daño infligido, ha sido considerable.

Pero el resto de frentes son más inciertos. Están a punto de cumplirse dos años desde aquel 24 de febrero y la invasión rusa acumula demasiados días de lucha, destrucción y muerte. Una guerra que ha pasado por diferentes fases (y no pocas sorpresas) y que en la actualidad, atraviesa por un momento bastante delicado para Kiev. No pretendemos adivinar el futuro de una contienda que nos ha deparado varias sorpresas, pero trataremos de analizar la situación actual y entender lo que nos pueden deparar los meses venideros en los diferentes flancos. Empezando por ese inesperado frente marítimo.

Foto: Una imagen fija de un vídeo, difundido por el Ministerio de Defensa ruso, muestra disparos hacia lo que dijo ser el barco ucraniano no tripulado que atacó al buque de guerra ruso Priazovye en el mar Negro. (Reuters/Ministerio de Defensa ruso)

Porque resulta llamativo cómo un país que se quedó sin fuerzas navales dignas de mención en los primeros compases de la invasión ha sabido plantear una inteligente batalla a base de misiles junto a drones navales, los denominados ASV (autonomous surface vehicle) o USV (unmaned surface vehicle).

Hundir la flota, sin flota

Poco antes del último golpe que inutilizó al Tsezar Kunikov, Ucrania se apuntó el éxito —más modesto— de hundir con lanchas USV el R-334 Ivanovets, un patrullero lanzamisiles de la clase Tarantul, un buque más pequeño de unas 550 toneladas. El Novocherkassk, otro clase Ropucha, quedó fuera de combate tras ser atacado con misiles de crucero el 25 de diciembre de 2023. En marzo de 2022, cuando se intentó destruir por primera vez el Tsezar Kunikov, también fue hundido otro buque para guerra anfibia y logística, el Saratov, de la clase Tapir/Alligator con 3.400 toneladas de desplazamiento.

placeholder La corveta lanzamisiles rusa Ivanovets hundida por Ucrania (Ministerio de Defensa ruso)
La corveta lanzamisiles rusa Ivanovets hundida por Ucrania (Ministerio de Defensa ruso)

Hay más. El 13 de septiembre de 2023 se llevó a cabo un ataque contra el puerto de Sebastopol. Varios misiles Storm Shadow —de guiado por seguimiento del terreno— alcanzaron y dañaron seriamente otro Ropucha, esta vez el Minsk, y el submarino convencional Rostov na Donu, de la clase Kilo mejorada, al que se considera irreparable. Se da la circunstancia de que es la primera vez que un submarino es puesto fuera de combate con un misil de crucero.

Y así podríamos seguir con otro Ropucha (Olenegorsky Gornyak) alcanzado el 4 de agosto de 2023, la corbeta Askold el 4 de noviembre de 2023 y otros buques menores, auxiliares, lanchas, etc., hasta el sonado hundimiento del crucero Moskva, de la clase Slava, con 11.500 toneladas de desplazamiento, su buque insignia y unidad más potente del mar Negro, hundido el 14 de abril de 2022. En total, 14 navíos enviados al fondo o inutilizados y seis dañados.

Compleja situación actual

Pese a las alegrías navales, la realidad para Ucrania es bastante más dramática de lo que a ellos les gustaría. Sus capacidades militares se han visto necesariamente muy degradadas, tanto en términos materiales como humanos; todo ello pese a la ayuda militar recibida sin la cual no hubieran podido resistir a las tropas rusas. A la esperada y fallida "contraofensiva" en la que se consiguieron muy pocos avances a expensas de quemar buena parte de los nuevos blindados occidentales, se une la pérdida de enclaves como Bajmut en mayo de 2023 y, más recientemente, de Avdíivka, de la que luego hablaremos.

placeholder Calles de Avdiivka (Reuters)
Calles de Avdiivka (Reuters)

Respecto a la contraofensiva, quizás se esperaba de ella mucho más de lo razonable. El fulgurante avance sobre el área de Járkov de septiembre de 2022 había generado demasiadas expectativas. Un gran error de cálculo. No es lo mismo pasar al contraataque sobre unas tropas agotadas y faltas de material, que ni se habían afianzado sobre el terreno ni estaban bien organizadas (septiembre de 2022), que atacar unas líneas fortificadas con tiempo y con defensas establecidas en profundidad, como pasó en el área de Zaporiyia en agosto de 2023.

Robotine fue tomada y era un punto estratégico, sí, pero tan solo a mitad de camino de Tokmak —importante nudo de comunicaciones—, que a su vez es la mitad del camino hacia Melitópol, el objetivo clave y el premio gordo que podía haber decidido la guerra. Ucrania muestra ahora signos de agotamiento y necesita ingentes cantidades de material, sobre todo munición y soldados, muchos soldados. Y esto último no le puede llegar de fuera.

Lo peor es que al presidente Volodímir Zelenski le están surgiendo otros problemas. Muchas veces hemos dicho lo importante que era mantener el conflicto vivo ante la opinión pública y el hastío tras dos años de lucha, el conflicto de Gaza y las tensiones del mar Rojo han hecho que esta guerra pase a un segundo informativo. Eso y el cansancio de una Europa donde se habla mucho —quizás demasiado— pero se hace poco porque cada uno va a su aire, junto a las dudas y devaneos políticos de Estados Unidos. Ambas situaciones se traducen en envíos de armas y municiones insuficientes.

Morir por Avdíivka

Rusia tuvo un primer año de guerra desastroso, donde no solo fue incapaz de alcanzar los objetivos planificados —ocupar Kiev, Járkov y Odessa—, sino que se puso en evidencia ante los ojos del mundo por el bajo desempeño de sus tropas, sus fallos logísticos y la calidad de su material. Quizás el ejemplo más palpable, aparte de aquel desastre de las columnas marchando hacia Kiev, ha sido el fracaso de su aviación, que ha sido incapaz de lograr controlar el espacio aéreo.

Pese a todo, ocuparon mucho territorio y lo han consolidado. Además, aseguraron los accesos a Crimea. No olvidemos que Sebastopol es su principal activo militar, lo que les asegura las infraestructuras para su flota y la salida al Mediterráneo. En los últimos meses, Moscú han recuperado la iniciativa y a la toma de Bajmut se une la de Avdíivka (aunque son casos muy distintos).

Bajmut carecía de cualquier interés estratégico y se convirtió en una batalla simbólica donde se produjo una verdadera carnicería. Hubo miles de muertos, sobre todo del grupo de mercenarios Wagner, que asumieron entonces el protagonismo y quedaron muy maltrechos. Ese desgaste acabaría desembocando en la asonada de su líder Prigozhin, que acabaría con su muerte en extrañas circunstancias (atribuida a Vladímir Putin). Sin embargo, Rusia necesitaba entonces cualquier victoria y la consiguió, aunque a costa de unas pérdidas terribles.

placeholder Un soldado ucraniano, en un tanque en Bajmut, en la región de Donetsk. (Reuters/Yevhen Titov)
Un soldado ucraniano, en un tanque en Bajmut, en la región de Donetsk. (Reuters/Yevhen Titov)

Avdíivka es muy diferente. Situada a tan solo 10 km del aeropuerto de Donets y a unos 15 km del centro de esta importante ciudad, era un núcleo residencial de poco más de 30.000 habitantes, con una importante fábrica de coque. Su cercanía a la capital del Donbás y, además, al dominarla por la mayor altura del terreno, era una amenaza real para el territorio bajo control ruso. Por eso de inmediato sus tropas iniciaron movimientos para tomarla.

Tras combates de más de un año y miles de muertos por ambos bandos, los rusos consiguieron ocuparla a mediados de febrero. Si bien al principio la estrategia ucraniana parece que funcionó en el sentido de provocar enormes pérdidas a los rusos —se estima que en los últimos combates llegaron a perder casi 700 blindados— y se llegó a decir que las tropas de Kiev habían preparado una verdadera kill zone o área de destrucción, la realidad es que rozaron el desastre y estuvieron a punto de ser embolsadas, no quedándoles más remedio que retirarse.

Avdíivka se convirtió en otro símbolo y para Putin ha supuesto un triunfo que vender a su pueblo justo antes de las elecciones presidenciales, que serán a mediados de marzo. Otro oportuno mensaje, tan contundente como la muerte del opositor Alekséi Navalni: la guerra va bien y la disidencia… también.

Foto: Tras la muerte de Alexei Navalny, se ven flores y un retrato del líder opositor ruso. (Reuters/Gonzalo Fuentes)

Desde el punto de vista militar, Rusia ha conseguido mejorar la posición defensiva de Donetsk y podría amenazar la retaguardia de las líneas ucranianas si consiguieran progresar hacia el norte, aunque está por ver. Con todo, cabría plantearse por ambos bandos, pero sobre todo por Rusia, con una proporción de bajas que se estima de entre 12-13 a 1, si de verdad mereció la pena tamaña carnicería.

¿Y ahora qué?

Rusia, a pesar de los éxitos ya descritos, sigue teniendo un grave problema de material. Aunque sus industrias han incrementado la producción, incluso por encima de lo esperado, los nuevos equipos no compensan las pérdidas, y una muestra de ello es que, junto a carros T-80 recién salidos de fábrica se siguen viendo reliquias como los T-62 y T-54/55. Una prueba de que no todo va tan bien es que, por un lado, algunos de los carros nuevos que van al frente no llevan su equipamiento completo. Por otro lado, el haberse tenido que apoyar en drones y munición recibida de Irán o Corea del Norte es sintomático.

Ucrania, por el contrario, tiene un grave problema de tropas. Obviamente su capacidad demográfica no puede competir con la de Rusia, que puede movilizar más y más soldados con menos dificultades. Por otro lado, el hartazgo de dos años de guerra y las bajas producidas están haciendo mella en la moral y ya no se aprecia tanto entusiasmo ni afluencia de voluntarios como en el primer año. Un problema serio de verdad y de complicada solución.

placeholder Reliquias del pasado. Un T-55, en 2018. (Adam Hauner)
Reliquias del pasado. Un T-55, en 2018. (Adam Hauner)

La retirada de Avdíivka fue justificada por Zelenski ante la falta de munición y material. En buena parte tiene razón, porque los de Moscú lanzaron sobre sus ruinas todo lo que tenían a mano, incluidas muchas de las nuevas bombas dotadas de kits de alas para incrementar su alcance. Ante eso, la respuesta no pudo ser contundente y fue el motivo de su queja.

El futuro es muy incierto. Ahora el miedo de Kiev está en que, ante la reciente derrota, bajen los apoyos exteriores, cuando debería suceder justo todo lo contrario. Parece de sentido común pensar que, si con el material recibido se ven obligados a retroceder, es que necesitan mucho más. Lo que no pueden hacer es estarse quietos. Deben tratar de reorganizarse —si no lo están haciendo ya— y lanzar ofensivas, como mínimo de tanteo, en cuanto tengan oportunidad y capacidad para ello.

Rusia, si de verdad tuviera fuelle, debería mantener la iniciativa y presionar, como parece que ya lo está haciendo sobre Robotine y puede ser un buen indicador. Además, no debería perder tiempo y conseguir algún otro éxito antes de que llegue más armamento como los F-16, que podrían empezar a estar operativos a partir de junio. También podría congelar la guerra, atrincherarse de nuevo en sus posiciones y esperar cambios políticos en la esfera internacional. Es arriesgado, porque se arriesga colapsar por su propio agotamiento.

Jugar a ver quién se cansa antes es apostar a todo o nada y hay muchas decisiones en el aire de índole sobre todo político, que introducen variables imposibles de controlar. Ya lo iremos viendo.

Estos días, en que la moral ucraniana está bajo presión ante los avances rusos, las alegrías militares para Kiev vienen del frente más inesperado: el naval. El más reciente éxito fue el hundimiento del Tsezar Kunikov, un navío de la clase Ropucha con casi 4.000 toneladas de desplazamiento. Un objetivo valioso, pues se trata de un barco para operaciones anfibias que ahora se estaba usando para tareas logísticas, carencia crónica de las fuerzas rusas. Por tanto, el daño infligido, ha sido considerable.

Ucrania Conflicto de Ucrania Defensa
El redactor recomienda