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El experto de los mapas avisa que la próxima guerra de la OTAN se librará también en el espacio
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ENTREVISTA A TIM MARSHALL

El experto de los mapas avisa que la próxima guerra de la OTAN se librará también en el espacio

Tim Marshall ha sido corresponsal de guerra, ha escrito varios libros y es uno de los más recomendados por los académicos

Foto: El escritor y periodista británico Tim Marshall. (Cedida)
El escritor y periodista británico Tim Marshall. (Cedida)
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Tim Marshall (Inglaterra, 1959) fue expulsado de la escuela a los 16 años. Su padre abandonó a la familia cuando él tenía dos años y no lo volvió a ver hasta los 20. Las clases no le interesaban "en absoluto", pero en casa leía con voracidad. Trabajó en una gasolinera y luego en el sector de la construcción. Pero la radio RAF lo salvó. Comenzó como operador, pero luego retomó los estudios y se abrió camino en el periodismo. Tras 30 años como corresponsal de guerra y editor diplomático en Sky News, el cuerpo le pedía un cambio. Y se puso a escribir libros.

Prisioneros de la Geografía (2015) se convirtió en un éxito de ventas. Lleva vendidos más de dos millones de copias en todo el mundo y es uno de los más recomendados por académicos. En 2021, utilizando el mismo lenguaje claro y directo, llegó otro bestseller, El poder de la geografía. Y ahora repite éxito con El futuro de la geografía, donde aborda cómo el poder y la política en el espacio ya están cambiando el mundo. Spoiler: es tremendamente interesante, pero también sumamente deprimente porque, lejos de ser exploradores astrales, las grandes potencias tan sólo han encontrado otro escenario para las guerras.

PREGUNTA. Asegura que el espacio ya es fundamental para nuestras economías y, a medida que crece la comprensión de que los satélites son parte de nuestra infraestructura militar y comercial crítica, aumentará la tentación de equiparlos con armas láser.

RESPUESTA. Sin lugar a dudas. Todos los avances tecnológicos se han utilizado con aplicaciones militares. ¿Por qué ahora iba a ser diferente? Lo necesitamos ahora porque son nuevos tratados, un entendimiento para, al menos, gestionar lo que creo que está por venir. Ya es obvio para el ejército moderno que no se puede librar una guerra sin acceso al espacio. No estoy hablando de una campaña de guerrillas o de una insurgencia como en Irak. Me refiero a las guerras interestatales. Los misiles ahora son guiados por los satélites. Ahora se piensa en los satélites en términos de objetivos potenciales. La OTAN actualizó su lenguaje hace dos años para decir que el espacio es un dominio de guerra y todos los principales países ahora se han dado cuenta de ello. Y es por eso que vemos este crecimiento de los comandos espaciales con las principales potencias. Sin satélites, estás ciego. No puedes ver lo que hace tu oponente. Por otra parte, son claves para la economía ya que son parte integral del sistema de comunicación moderno y del sistema bancario. Si hubiera un `apagón´, probablemente habría una recesión en el mundo. Todos entendemos que los suministros de petróleo y gas, y nuestros suministros de electricidad y agua forman parte de una infraestructura nacional crítica. Sin ellos, todo se detiene. Y creo que deberíamos pensar en los satélites de una manera similar.

"Necesitamos urgentemente una actualización para tener conciencia situacional del espacio"

P. En el espacio no hay fronteras delimitadas como en la Tierra. ¿Eso significa que la guerra va a ser más fácil o más difícil? Porque las potencias espaciales son las mismas, Estados Unidos, China y Rusia.

R. Si por ejemplo China se pone a pescar o perforar en busca de petróleo dentro de las 200 millas de zona de exclusión de Japón o viceversa sabemos que eso está mal porque hay una ley que regula esto con la que casi todo el mundo está de acuerdo. Pero no tenemos estas reglas cuando hablamos del espacio o la Luna. Lo único que tenemos es un lenguaje vago en los tratados y acuerdos que datan de la década de los 60 que han quedado ya anticuados por el avance de la tecnología. No hay directrices, leyes o tratados sobre el espacio y lo necesitamos.

P. ¿El Tratado sobre el espacio ultraterrestre de 1967 ha quedado ya completamente anticuado?

R. Refleja la época en la que se escribió en la medida en que no menciona a las empresas comerciales porque no teníamos entonces a un Elon Musk. Menciona las armas de destrucción masiva. En teoría, no deberías poner un arma nuclear en el espacio, pero eso no dice nada sobre los láseres. Y nada sobre satélites. Nada de ese idioma está ahí porque esas cosas no existían entonces. Por lo tanto, necesitamos urgentemente una actualización para tener esa conciencia situacional del espacio. Igual que pasa con los tratados de los barcos, necesitamos una versión global para el espacio. ¿Dónde están los satélites? ¿Dónde están los cohetes? ¿Quién los maneja? ¿A dónde van? ¿Qué están haciendo?

P. Los Acuerdos de Artemisa de 2020 redactados por Estados Unidos y basado en el Tratado de 1967, recalcan que si un signatario ha invertido para llegar a la Luna, ha encontrado dónde extraer minas y ha comenzado a excavar, puede declarar una "zona de seguridad" en la que otros países no pueden operar. Esta no es una declaración de soberanía, algo que prohíbe el tratado de 1967, pero está cerca.

R. Alrededor de 30 países lo han firmado, pero ¿qué pasa con los otros 150 países del mundo que no lo han hecho? Rusia no lo ha firmado. Tampoco lo ha hecho China. Lo que está sucediendo aquí es lo que pasó con la Convención sobre el Derecho del Mar de las Naciones Unidas. Solo unos pocos países lo firmaron inicialmente. Pero con el tiempo creció y creció y ahora se considera como la norma. Aquí pasa lo mismo, Estados Unidos quiere que las reglas que ha escrito sobre espacio se conviertan en la norma. Pero no todos lo quieren aceptar así. Por lo tanto, lo que está sucediendo allí en la Luna y en el espacio es un reflejo de las mismas tensiones que están ocurriendo aquí en la Tierra.

Foto: Entrenamiento militar de civiles en Kiev. (EFE/Sergey Dolzhenko)

P. Estados Unidos, China y Rusia tienen planes para realizar otra misión a la luna antes de 2026. ¿Es realista?

R. Los estadounidenses tienen la intención de que un hombre y una mujer caminen sobre la luna en 2026 como parte de la misión Optimus y empezar a construir en 2032 una base lunar. Me parece ambicioso. Los proyectos de esa complejidad y magnitud, rara vez llegan a tiempo o dentro del presupuesto. Por su parte, los chinos, que empezaron mucho más tarde con esto pero ahora van mucho más por delante que Rusia aunque aún por detrás de Estados Unidos, también tienen la intención de tener una base lunar para 2032. E incluso dijeron que imprimirán en 3D el primer ladrillo en la luna en 2028. Eso tal vez sea factible, incluso si fuera algo simbólico. Solo para decir que son los primeros en conseguirlo. Ser el primero importa. Aunque algunas personas no lo creen. El ruso Gagarin fue el primer hombre en el espacio, pero luego los estadounidenses los superaron y se hicieron con la victoria aterrizando en la Luna. Pero personalmente creo que ser el primero importa en tanto en cuanto obtienes los fondos y el apoyo. No puedes descartar que dentro de 4 o 5 años China intente imprimir en 3D un ladrillo en la Luna solo para decir que sí, empezamos primero. Pero sí creo que construir una base lunar en ocho años es un desafío.

P. Satélites, Inteligencia Artificial… Se habla mucho de estas cuestiones, pero se está demostrando que para pagar una guerra se sigue necesitando ejército de tierra y tanques. Ahí está el caso de Ucrania

R. Las guerras modernas se librarán cada vez más con máquinas y menos tropas. Por ejemplo, la guerra con drones es ahora una parte integral de la guerra, y los chinos están trabajando en un tanque autónomo. Sin embargo, todavía existe la posibilidad de que se desplieguen grandes cantidades de tropas, como estamos viendo en Ucrania en este momento. La OTAN/Rusia y China/Taiwán son posibilidades. También vale la pena mencionar que en guerras futuras su objetivo es ocupar un país que todavía necesitará un gran número de personas porque las máquinas aún no pueden "pacificar" a las poblaciones.

placeholder El escritor y periodista británico Tim Marshall. (Cedida)
El escritor y periodista británico Tim Marshall. (Cedida)

P. Asegura que la geografía no es el único factor para entender la historia, pero sí uno de los más importantes y Rusia es donde mejor se refleja.

R. Creo que Rusia es el ejemplo más fácil para explicar y entender el impacto de la geografía en la historia de un país. A pesar de ser tan grande y extenderse de este a oeste a través de 11 husos horarios, la clara mayoría de la población vive al oeste de los Urales. Ese es su centro de poder. Y frente a él hay un terreno plano con Bielorusia y Ucrania. Y justo por delante está Polonia, que también es en su mayoría terreno plano. Y luego tienes el mar Báltico y Los Montes Cárpatos —a lo largo de las fronteras de Austria, República Checa, Eslovaquia, Polonia, Ucrania, Rumania, Serbia y norte de Hungría, lo que le convierte en la segunda cordillera más larga de Europa tras los Alpes escandinavos, con 1700 km—. Esta es la brecha a través de la cual Rusia ha sido invadida por suecos, franceses, alemanes en dos ocasiones… y muchos otros. Por lo tanto, sin justificar en ningún momento las acciones de Rusia, esto permite al menos entenderlas. Rusia ve que la OTAN se acerca a su territorio. Por lo tanto, cree que tiene que reaccionar. Desde su perspectiva, en el mejor sería controlar Polonia. Pero el plan B es controlar las tierras llanas de Bielorrusia y Ucrania para asegurarse de tener una zona de amortiguamiento.

P. ¿La guerra de Ucrania no va a terminar hasta que Zelensky esté dispuesto a ceder una parte del territorio?

R. Es difícil ver el fin de la guerra sin ese compromiso increíblemente doloroso y grande por parte de los ucranianos. Ahora estamos ante una guerra de desgaste. La población rusa es cuatro veces la ucraniana. El PIB ruso es diez veces más que el ucraniano. Por cada proyectil que los ucranianos puedan disparar, los rusos lanzan cinco. En una guerra de desgaste bajo estas circunstancias eventualmente el peso de un lado empuja al otro lado. Por otra parte, si Zelensky está dispuesto a ceder territorio, pero los ucranianos no lo están, pueden presionar para que dimita o pueden sacarlo del poder en las próximas elecciones. Pero las cosas no funcionan así en Rusia. Si Putin pierde acaba en la cárcel o muerto. Y eso es un gran estímulo para que no se detenga. Por lo tanto, a menos que no apoyemos más a Ucrania, es difícil evitar que las cosas no terminen con la cesión de territorio. No se sí será en uno o dos años. Pero si no se apoya más a Ucrania, llegará un punto que el peso de Rusia será demasiado.

P. ¿Qué pasaría con una eventual victoria de Trump?

R. Las elecciones estadounidenses son muy importantes porque si Trump gana finalmente existe el peligro de que retire el apoyo estadounidense a Ucrania lo que forzaría a la mitad de las potencias europeas también a hacer lo mismo. Incluso si Reino Unido, los países bálticos, la República Checa y quizás Suecia deciden continuar prestando apoyo a Ucrania, ni de lejos eso será suficiente. Sin el apoyo de Estados Unidos, se acabó.

P. Macron también ha dicho que está decidido a seguir apoyando a Ucrania independientemente de lo que haga Estados Unidos.

R. Eso es lo que ha dicho recientemente. Pero si piensa realmente así, ¿por qué la ayuda de Francia a Ucrania tan sólo representa el 0.5% de toda la ayuda que se ha mandado hasta la fecha? Lo que está haciendo Macron es preparar a Europa para la presidencia de Trump, en caso de que lo sea, y posicionarse como el líder de la Europa unida. Pero es una fantasía. Porque no tenemos autonomía estratégica. No la tenemos.

"A menos que haya un avance con el intercambio de cautivos, quedan aún seis semanas intensas"

P. Hablemos de Oriente Medio, ¿hasta qué punto es necesario una continuidad territorial? ¿Palestina puede funcionar teniendo la Franja de Gaza y Cisjordania separadas por Israel?

R. En teoría, si hubiera un total acuerdo entre las partes, se podría crear un territorio contiguo en aproximadamente el 97% de Cisjordania. Eso dejaría fuera a algunos colonos, pero al mismo tiempo dejaría uno o dos grandes centros urbanos intactos. Por lo tanto, insisto, sólo si hubiera acuerdo, Cisjordania podría conectarse con Gaza. Son sólo 37 kilómetros. La conexión podría ser a través de una autopista de dos carriles, cercados a cada lado para mayor seguridad, o incluso con un túnel de autopista. Eso permitiría que Cisjordania tuviera acceso al mar y que Gaza tuviera acceso a Cisjordania. En cuestión puramente de ingeniería se podría conseguir. Pero políticamente es muy complicado.

P. No se muestra, entonces, optimista

R. A menos que haya un avance con intercambio de rehenes… bueno intercambio de cautivos, hay que tener mucho cuidado con el lenguaje… a menos que haya un gran avance en esta cuestión creo que quedan aún seis semanas intensas. Una vez que hayan acabado con gran parte de Hamás, los israelíes no necesitarán ya grandes operaciones de combate. Eso no será el final del conflicto, pero sí de los principales combates. Después israelíes ocupará el territorio e intentará durante al menos un año establecer alguna forma de gobierno civil. Durante ese tiempo, es bastante improbable que Hamás y la Yihad Islámica Palestina no lleven a cabo ataques a pequeña escala contra el ejército israelí. Pero, como combates importantes, probablemente creo que acabarán en menos de dos meses.

P. Las materias primas, como la geografía, juegan también un papel clave en la geopolítica. Primero estuvo el oro, luego el petróleo y el gas. Pero, ¿son ahora los minerales para los chips?. No sé hasta que punto Estados Unidos estaría defendiendo por ejemplo a Taiwan si no fuera por los chips…

R. Esto también es interesante desde una perspectiva geográfica. La geografía siempre es importante. Lo que cambia es qué parte de la geografía es importante. El oro siempre ha sido importante, pero hubo un tiempo en que lo era la sal. Los romanos solían pagar a los legionarios con sal. Luego llegó el carbón, luego el petróleo y el gas. Ahora estamos en esa transición de los combustibles fósiles a las energías renovables. Lleva sucediendo durante diez años y durará otros 20 o 30 años. Seguiremos utilizando petróleo y gas en 2050, sin lugar a dudas. Pero habrá un punto de inflexión donde el uranio, litio, lignito y silicio cobrarán más importancia. Y ya estamos viendo cómo las potencias se están posicionando para eso. El interés francés y ruso en el Sahel tiene que ver en parte con Níger, y Francia obtiene su torta amarilla por su uranio. Por otra parte, Schulz, canciller de Alemania, llegó el año pasado a Argentina con una enorme delegación comercial. ¿Por qué? Porque Argentina está en el centro del triángulo del litio. Durante un siglo, no diría que Argentina no tuviera interés, pero no desempeñó ningún papel clave. Pero ahora cobra gran protagonismo con el suministro de energía en la industria eléctrica. La República Democrática del Congo tiene muchos de los minerales que la gente busca y eso de hecho ayuda a mantener las guerras civiles porque entran los demás jugadores. Pero el petróleo y gas, por el momento, siguen siendo más importantes.

Foto: Manifestantes en la sede del Partido Democrático Progresista (PDP) en Taiwán. (Reuters/Ann Wang)

P. ¿La inmigración es uno de los principales retos ahora para la geopolítica?

R. Si analizamos el papel que ha desempeñado la inmigración en el auge de la política extrema en Europa en este siglo, es difícil argumentar que esos extremos han alcanzado su punto máximo. Esto se debe a que la inmigración no ha llegado a su punto máximo. Las cifras aumentarán y el desafío para Europa será encontrar una forma de controlar la migración, dar la bienvenida a las personas que necesitamos y, al mismo tiempo, aferrarnos a nuestros valores democráticos liberales. Sospecho que veremos un aumento en los votos para la extrema izquierda y la extrema derecha en las elecciones de la UE de este junio.

P. ¿Se ha parado a pensar alguna vez en la geografía española? ¿Las islas, Ceuta y Melilla le ofrecen algún tipo de excepcionalidad?

R. Creo que la gente está fascinada con España porque fue un actor muy importante durante los últimos mil años de la historia europea y, aunque a veces entramos en guerra, la relación con Reino Unido es muy estrecha. Los británicos conocemos muy poco de Luxemburgo o Croacia porque no hemos tenido esa relación con ellos. Pero con España hay relación y gran turismo que empezó en los 60. Y sí, conocemos la Costa Brava, Madrid, Barcelona… pero no sabemos nada sobre los problemas con el agua o los regionalismos. Pero, contestando a su pregunta, por supuesto que cuando uno va a las islas canarias se siente en España. Al igual que en las Islas Malvinas se sienten muy británicos y no está precisamente muy cerca. Son cosas del colonialismo.

P. La geografía, así de primeras, no parece un argumento de bestseller, pero usted ha conseguido hacerla tremendamente atractiva con un lenguaje sencillo y directo. Algo que nunca consiguieron los académicos.

R. Gracias por sus amables palabras. Me parece que la clase intelectual complica demasiado las cosas. A veces es porque son muy expertos en la materia. Pero otras es porque quieren demostrar lo inteligentes que son. Lo cual, ya sabe, es contraproducente. Recuerdo que en una ocasión me preguntaron si estaba de acuerdo con la teoría que exponía un intelectual y yo respondí; "No lo sé, porque los entiendo. No sé si estoy de acuerdo con ellos o no". No es necesario usar un lenguaje complicado y palabras largas cuando el lenguaje simple y las palabras cortas bastan. Ese es el enfoque que adopto.

Tim Marshall (Inglaterra, 1959) fue expulsado de la escuela a los 16 años. Su padre abandonó a la familia cuando él tenía dos años y no lo volvió a ver hasta los 20. Las clases no le interesaban "en absoluto", pero en casa leía con voracidad. Trabajó en una gasolinera y luego en el sector de la construcción. Pero la radio RAF lo salvó. Comenzó como operador, pero luego retomó los estudios y se abrió camino en el periodismo. Tras 30 años como corresponsal de guerra y editor diplomático en Sky News, el cuerpo le pedía un cambio. Y se puso a escribir libros.

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