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Vivir en un nuke-mundo: EEUU ha dejado de ser el mayor garante de seguridad nuclear
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Vivir en un nuke-mundo: EEUU ha dejado de ser el mayor garante de seguridad nuclear

A medida que China y Rusia amplían sus arsenales nucleares, las garantías de seguridad estadounidenses empiezan a perder peso

Foto: Un miembro del ejército checo participa en un ejercicio en la central nuclear de Dukovany. (Reuters / David W Cerny)
Un miembro del ejército checo participa en un ejercicio en la central nuclear de Dukovany. (Reuters / David W Cerny)

Al asumir el cargo en 2013, el líder chino Xi Jinping se propuso sentar "las bases de un futuro en el que [...] tendremos la posición dominante". La acelerada acumulación de armas nucleares del país sugiere que esta ambición se extiende al ámbito nuclear y, en esto, Xi parece contar con el apoyo de su pueblo. Entre los 20 países encuestados en las últimas semanas por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) y la Universidad de Oxford, China tenía la población más pro-nuclear con diferencia: el ochenta y seis por ciento dijo que apoyaba que su país tuviera acceso a armas nucleares.

No es el único dato que debería preocupar a los responsables políticos occidentales. Las mayorías de Arabia Saudí y Corea del Sur, así como una pluralidad de ciudadanos turcos, también apoyan que sus países tengan acceso a armas nucleares. El primero es un estrecho socio de seguridad de Estados Unidos y, los dos últimos, son aliados formales a los que Estados Unidos está obligado a defender por tratado. Ninguno de ellos dispone de arsenal nuclear propio, pero si sus dirigentes decidieran que los cambios en el entorno de seguridad hacen necesaria la disuasión nuclear, sus poblaciones probablemente estarían de acuerdo. Los recientes comentarios del probable candidato republicano a la presidencia, Donald Trump, animando a los adversarios a atacar a los aliados "delincuentes" de EEUU no hacen sino avivar estas preocupaciones.

Desde los albores de la Guerra Fría, las garantías de seguridad de Estados Unidos están diseñadas para dar a los aliados la confianza de que seguirán estando seguros sin adquirir ellos mismos armas nucleares. En última instancia, los acuerdos se basan en el arsenal nuclear estadounidense y en la promesa —en el peor de los casos— de emplearlo en su nombre. Hasta ahora, la administración Biden ha optado por un enfoque "mejor", no "más", para garantizar la seguridad de los aliados y mantener la disuasión, haciendo hincapié en las capacidades no nucleares y en la intensificación de la coordinación frente a la ampliación de su arsenal nuclear.

Foto: Vehículo de lanzamiento del misil balístico estratégico ruso Topol en Moscú. (EFE / Maxim Shipenkov)

La Comisión del Congreso sobre la Postura Estratégica de Estados Unidos plantea que este enfoque puede no ser suficiente durante mucho más tiempo. El panel bipartidista, que incluye demócratas, progresistas y exfuncionarios de la administración Trump, ve un riesgo creciente de conflicto militar concurrente —ya sea oportunista o coordinado— con China y Rusia.

Junto con el desarrollo de misiles intercontinentales por parte de China, el panel observó la acumulación por parte del país de misiles nucleares de menor alcance, así como la continua expansión por parte de Rusia de su ya vasto arsenal nuclear diseñado para uso regional. Ante el temor de que Rusia o China pudieran explotar su creciente superioridad en capacidades nucleares regionales sobre las alianzas lideradas por Estados Unidos en Europa y Asia, el panel recomendó desarrollar y añadir nuevos sistemas a la actual configuración de fuerzas nucleares no estratégicas de Estados Unidos. Aunque llevaría algún tiempo poner en práctica una decisión de este tipo, tomarla ahora sería una señal de determinación.

En Europa, esto exigiría que los dirigentes revisaran a fondo los acuerdos de reparto de las fuerzas nucleares de la OTAN. En 2012, la Alianza declaró que su "posición de fuerzas nucleares cumple actualmente los criterios" para una disuasión y defensa efectivas. Dos años después, Rusia se anexionó Crimea y en 2022 invadió Ucrania por completo. Entre medias, Moscú violó el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio al desplegar un misil de crucero lanzado desde tierra que no cumple las normas y que puede alcanzar objetivos en toda Europa. Por su parte, la capacidad nuclear de la OTAN sigue siendo la misma desde la década de 1990: en caso de necesidad, los aviones de combate aliados transportarían bombas nucleares estadounidenses desplegadas en bases aéreas de Bélgica, Alemania, Países Bajos e Italia.

Foto: El viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Ryabkov. (Reuters/Pool/Maxim Shemetov)

La postura de la OTAN resulta más incómoda para los aliados de Europa Central y Oriental. Según las encuestas del ECFR, las sociedades más preocupadas por un ataque militar ruso son las que menos se oponen a tener acceso a armas nucleares. Con el aparente respaldo de su público, los líderes polacos han sido los que más han expresado su deseo de ser incluidos en el club de países que contribuyen con aviones a la misión nuclear de la OTAN y albergan armas nucleares estadounidenses. La compra por parte de Polonia y otros países de la OTAN de aviones furtivos F-35, que los cuatro países anfitriones actuales planean utilizar para su función de compartición nuclear, podría facilitar dicha ampliación. También hay llamamientos para desarrollar y desplegar nuevas armas nucleares, como misiles de crucero de separación o sistemas lanzados desde tierra. Dado que la necesidad de seguridad nuclear de Alemania Occidental constituyó uno de los principales motivos para la continua adaptación de la postura nuclear de la OTAN durante la Guerra Fría, Berlín debería mostrarse especialmente comprensivo ante voces similares procedentes de los actuales aliados de primera línea.

Sin embargo, el debate sobre las adaptaciones de la postura nuclear de la OTAN presupone que existe una postura que adaptar; sin la disuasión ampliada de EEUU, difícilmente se dará el caso. El exministro de Asuntos Exteriores alemán Joschka Fischer y otros han empezado a pensar en voz alta sobre el posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y sus implicaciones nucleares. El hecho de que Trump cuestione el compromiso de Estados Unidos con sus aliados dejaría a los europeos sin buenas opciones. Una retirada estadounidense de la OTAN solo añadiría más malas. Los programas nacionales de armas nucleares parecen una posibilidad remota. Pero si el régimen de no proliferación se desmoronara por el uso nuclear ruso impune en Ucrania, por ejemplo, los gobiernos de todo el mundo podrían llegar a la conclusión de que ya no sirve a sus intereses de seguridad y, en su lugar, buscar la bomba ellos mismos.

*Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations por Rafael Loss titulado 'Living in a nuclear-curious world: America’s weakening grip on non-proliferation'

Al asumir el cargo en 2013, el líder chino Xi Jinping se propuso sentar "las bases de un futuro en el que [...] tendremos la posición dominante". La acelerada acumulación de armas nucleares del país sugiere que esta ambición se extiende al ámbito nuclear y, en esto, Xi parece contar con el apoyo de su pueblo. Entre los 20 países encuestados en las últimas semanas por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) y la Universidad de Oxford, China tenía la población más pro-nuclear con diferencia: el ochenta y seis por ciento dijo que apoyaba que su país tuviera acceso a armas nucleares.

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