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El problema más francés de Alemania: tractores bloquean carreteras en protestas masivas
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Más presión sobre Olaf Scholz

El problema más francés de Alemania: tractores bloquean carreteras en protestas masivas

Miles de agricultores alemanes han protagonizado una de las protestas más importantes de las últimas décadas por los recortes de las ayudas al sector primario por parte del Gobierno

Foto: Huelga nacional de agricultores alemanes. (EFE/EPA/Christopher Neundorf)
Huelga nacional de agricultores alemanes. (EFE/EPA/Christopher Neundorf)

"Se acabó la paciencia". "Sin nosotros no hay alimentos". Las calles de Alemania rugen estos días en la que es ya una de las protestas más multitudinarias e importantes de las últimas décadas. Decenas de miles de tractores y camiones han bloqueado carreteras y autopistas por todo el país furiosos por los recortes de las ayudas agrícola. Una imagen que recuerda a las protagonizadas por los chalecos amarillos en Francia. Las marchas ponen más presión sobre el Gobierno que lidera Olaf Scholz, que toca mínimos de popularidad mientras la extrema derecha capitaliza el descontento del mundo rural.

Las manifestaciones empezaron este pasado lunes, pero se espera que se prolonguen durante toda la semana. De norte a sur, de este a oeste, los agricultores germanos han salido en masa desde todos los rincones del país para protestar contra los recortes en el sector. Todos ellos pondrán la brecha final en una gran protesta prevista en la capital el 15 de enero.

Hace un lustro, también fue la subida del diésel la que encendió la mecha de un movimiento de protesta que terminó bautizándose como los chalecos amarillos en Francia. Las manifestaciones pusieron a Emmanuel Macron ante el momento más complicado de su mandato. Acabó cediendo y la presión obligó al inquilino del Elíseo a congelar temporalmente la subida de impuestos en los combustibles.

Pero Scholz lo tendrá más complicado. El origen de esta rabia tiene su raíz en la sentencia que el Tribunal Constitucional alemán emitió el pasado noviembre bloqueando los 60.000 millones de euros que Berlín esperaba redirigir de fondos a la pandemia a ayudas climáticas. Los presupuestos de 2024, negociados por la coalición tripartita, conciben recortes muy duros para el sector primario. El fin de los subsidios al diésel genera especial malestar. La presión ya obligó a los de Scholz a dar marcha atrás en alguna de sus medidas.

Foto: El primer ministro bávaro, Markus Soeder. (EFE)

Por ejemplo, el fin de las subvenciones al combustible agrícola será gradual y se consumará en 2027. Sin embargo, para los agricultores y ganaderos no es suficiente. Estiman que los recortes en los subsidios reducirán sus beneficios un 30% y no están dispuestos a asumirlo. El fondo y las formas de lo que ocurre en las calles germanas invocan la fotografía de lo ocurrido en las vías galas hace unos años. En ambos escenarios, la asfixia creciente del sector primario está siendo capitalizada por los movimientos y fuerzas de extrema derecha.

El Gobierno, contra las cuerdas

Las manifestaciones, que son ya las más importantes de los últimos años, llegan en un momento de turbulencias en el motor alemán. El mundo rural busca su encaje en medio de la transición ecológica europea, el Gobierno tripartito que lidera Scholz está muy cuestionado entre los ciudadanos, Berlín ha pasado de ser la locomotora europea al enfermo económico de la UE, entrando en recesión técnica hace unos meses, y los precios de alimentos y combustibles pulverizan récords desde el inicio de la guerra en Ucrania. Todo ello ha allanado el terreno para abonar el caldo de cultivo en el auge de la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD).

Si bien se trata de protestas independientes, las autoridades federales han advertido del peligro de infiltración de grupos ultra. Según el rotativo Der Spiegel, han sido numerosas las pancartas y la presencia en muchos estados federales de miembros de grupos extremistas como AfD o Tercera Vía. "Están circulando llamamientos con fantasías golpistas con grupos extremistas y se están exhibiendo abiertamente símbolos étnico-nacionalistas", advirtió el lunes el vicecanciller, Robert Habeck, en declaraciones que recoge la agencia Reuters.

Olaf Scholz es ya el canciller menos popular en su país de las últimas décadas. Su partido, los socialdemócratas, aglutinaría el 14% de los votos si se celebrasen elecciones hoy. En medio del ecuador del mandato que lidera junto a Verdes y Liberales, la gestión del Ejecutivo no aprueba. Solo el 17% de los ciudadanos está satisfecho con ella, según recoge el último sondeo difundido por la cadena ARD en diciembre. La extrema derecha es la fuerza que ha canalizado este descontento social. AfD ha pasado en poco más de seis años de ser un paria a ocupar sus primeros escaños en el Bundestag y sus primeros mandatos en alcaldías y länder. Todas las encuestas la sitúan como la segunda fuerza en intención de voto.

Contra los globalistas

Como ya ocurrió en Francia, la crisis actual está siendo capitalizada por los partidos populistas y ultranacionalistas, que achacan la difícil situación que atraviesa el mundo rural a "políticas globalistas" y a la agenda 2030. Alguna de las teorías que corre entre las protestas es que los gobiernos buscan que los agricultores caigan en bancarrota para apropiarse de sus tierras y controlar así la comida y a la gente. Desde España hasta Estados Unidos, los partidos de ultraderecha han secundado las protestas.

"Cuando ya no pueden ocultar la movilización masiva de agricultores alemanes contra el fanatismo verde y la Agenda 2030, los sospechosos habituales y sus mamporreros mediáticos empiezan a criminalizar a los manifestantes. Pero ya no cuela", ha reaccionado Jorge Buxadé, jefe de la delegación de Vox en el Parlamento Europeo, a través de X.

"Una ola de resistencia se está extendiendo por todo el país mientras miles de personas se unen en una poderosa manifestación contra la intrusión globalista en la gobernanza nacional. En una muestra de solidaridad sin precedentes, los países vecinos se están sumando a esta lucha por la soberanía. Polonia, Luxemburgo, Países Bajos, Austria, Hungría, Suiza y Francia harán una declaración audaz al cerrar sus carreteras este martes. Esto es más que una protesta; es una rotunda declaración de unidad y fuerza. Sé parte de este momento histórico", ha apuntado Jim Ferguson, candidato al Parlamento británico por el Partido del Brexit.

Durante la jornada del lunes algunas ciudades quedaron bloqueadas y la fábrica de Volkswagen en Emden quedó paralizada. Y las marchas ya han tenido eco en otros países. "Los agricultores protestan. Están luchando contra la destrucción de sus medios de vida. Decenas de miles de agricultores, junto con muchos colegas de Austria, Hungría, Francia y Polonia, están expresando su ira en Alemania. Excelente", ha celebrado Christine Anderson, eurodiputada de AfD. "El pueblo ha comprendido que, como en la Edad Media, está siendo exprimido y llevado a la ruina por una elite política negativa e irresponsable (...) Espero con ansias la protesta pacífica y democrática contra nuestro gobierno autoritario que destruye la riqueza y su falsa oposición (CDU)", aseguraba en la antesala de las reivindicaciones.

El mundo rural europeo estalla

Desde Países Bajos hasta Polonia, agricultores y ganaderos han recorrido las calles de los países durante los últimos meses para protestar por su situación cada vez más asfixiante, precaria y difícil. Dicho descontento se ha trasladado desde el campo hasta las urnas. El partido Movimiento Campesino-Ciudadano dio la sorpresa el año pasando y se hizo con un triunfo histórico en las elecciones provinciales de Países Bajos.

En países como Polonia se ganan las elecciones con el voto rural. Y los partidos políticos no son ajenos a la encrucijada que afrontan los agricultores en medio de la transición verde. El Partido Popular Europeo intentó frenar la Ley de Restauración de la Naturaleza en la campaña para situarse al lado de los agricultores. "El PPE es el partido del mundo rural", afirmó Manfred Weber, líder de la formación azul en la Eurocámara.

Foto: Sahra Wagenknecht, en mayo de 2022. (REUTERS / Annegrey Hilse)

Fue precisamente la crisis del grano la que provocó el primer choque diplomático entre Ucrania y Polonia, uno de los grandes valedores y defensores de Kiev en la mesa del Consejo Europeo. Los países que comparten frontera con Ucrania han acusado mucho la entrada de cereales del país en guerra en una estrategia auspiciada por Bruselas como vía de escape al bloqueo del grano ucraniano que impone Rusia. Los agricultores locales lo han visto como una amenaza a su mercado. Y este es solo un aviso a navegantes.

En diciembre, los líderes de la UE sortearon el veto húngaro y dieron luz verde la apertura de negociaciones de adhesión de Ucrania. Uno de los caballos de Troya para consumar este complejo y largo camino versará en torno a la política agraria común (PAC). La entrada de Ucrania, el conocido como granero de Europa, reventaría la PAC tal y como está concebida a día de hoy. El país canalizaría el grueso de las ayudas, por lo que la Unión está llamada a preparar un nuevo escenario para cuando llegue el momento.

"Se acabó la paciencia". "Sin nosotros no hay alimentos". Las calles de Alemania rugen estos días en la que es ya una de las protestas más multitudinarias e importantes de las últimas décadas. Decenas de miles de tractores y camiones han bloqueado carreteras y autopistas por todo el país furiosos por los recortes de las ayudas agrícola. Una imagen que recuerda a las protagonizadas por los chalecos amarillos en Francia. Las marchas ponen más presión sobre el Gobierno que lidera Olaf Scholz, que toca mínimos de popularidad mientras la extrema derecha capitaliza el descontento del mundo rural.

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