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"Es un desastre": la ultraderecha se dispara en Alemania y todos buscan un culpable
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"Es un desastre": la ultraderecha se dispara en Alemania y todos buscan un culpable

Dos recientes encuestas dan a la AfD el mismo apoyo que al SPD del canciller Olaf Scholz. El resto de partidos han dado la señal de alarma, pero no se ponen de acuerdo en el diagnóstico

Foto: Protesta contra el Gobierno organizada por AfD en Berlín el pasado octubre. (Getty/Omer Messinger)
Protesta contra el Gobierno organizada por AfD en Berlín el pasado octubre. (Getty/Omer Messinger)

Análisis. Columnas de opinión. Programas de debates. Redes sociales. En todas las plataformas y formatos de Alemania, la misma pregunta se repite una y otra vez: ¿cómo es posible que Alternativa para Alemania (AfD), un partido con un líder regional imputado por la Fiscalía por utilizar un eslogan nazi, tenga la misma intención de voto que el Partido Socialdemócrata del canciller Olaf Scholz?

Según el barómetro de la televisión pública ARD, la AfD obtendría hoy el 18% de los votos en unos comicios, el mismo resultado que el SPD, actual socio mayoritario de la coalición gobernante. Una segunda encuesta confirma que es una tendencia y no una anécdota. El pasado domingo, el periódico sensacionalista BILD publicaba que el partido ultraderechista y el socialista empatarían con el 19%. Nunca en la historia posbélica de Alemania la derecha radical había tenido tanta proyección de voto. Hace solo una década, la existencia de un partido de estas características en el panorama nacional alemán era algo impensable.

Foto: Tino Chrupalla, candidato de AfD a la cancillería. (Reuters)

Su crecimiento no solo se mide en escenarios de futuro, sino también en su número de afiliados. Desde el inicio de 2023, estos han crecido casi un 10%, sumando 2.300 personas más. Los líderes de la AfD se ven tan fuertes que piden adelantar los comicios. La frase “¡Alemania necesita elecciones anticipadas!” se ha convertido en uno de los nuevos lemas de este partido, el cual es considerado como objeto de investigación por parte de los servicios de inteligencia alemanes.

“La AfD ya ha sido en el pasado un gran desafío para la democracia alemana", asegura el politólogo Maximilian Kreter, "y probablemente lo seguirá siendo, pues el partido tiene muchos diputados a nivel comunal, regional y estatal y ha conseguido, con mayor o menor éxito, establecer su agenda de extrema derecha”. Con esa presencia, se normaliza su discurso en la opinión pública “con mayor velocidad”. En palabras del académico: “Esto también se observa en el hecho de que [el partido conservador] CDU y [su socio bávaro] CSU están adoptando algunas de las posiciones que hace unos años eran exclusivas de la extrema derecha”.

Todos señalan a otro

Tras la conmoción de ver los números de las encuestas, pronto comenzaron los discursos partidistas sobre quién tenía la culpa con una mínima dosis de autocrítica y un festín de acusaciones. Muchas miradas se han posado sobre el líder de la oposición, Friedrich Merz, quien ha dado un giro más derechista al partido desde la salida de Angela Merkel. Sin embargo, Merz ha negado cualquier posible cooperación con la AfD. “Este partido es xenófobo. Este partido es antisemita. No tenemos nada que hacer con esta gente”, ha afirmado.

Foto: El derechista Friedrich Merz será el nuevo líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) alemana. (Jens Krick Flashpic/Pool/EFE)

Para él, las razones del ascenso de la ultraderecha son otras: las “debilidades” del Gobierno de coalición de socialistas, verdes y liberales. Merz acusa particularmente a Los Verdes y al uso de lenguaje inclusivo por parte de partidos y medios de comunicación. Aunque la CDU se mantiene al frente de las encuestas con clara ventaja (29%), ha absorbido muy poco del enfado del votante conservador. Norbert Röttgen, quien luchó por hacerse con el control de la CDU tras la retirada de Merkel, ha descrito la situación sin paliativos: "Es un desastre".

Los socialdemócratas, por su parte, critican que los conservadores no se distancien lo suficiente de la extrema derecha. Y cargan contra liberales y ecologistas, sus socios de Gobierno, por los choques dentro de la coalición, que han llenado numerosos titulares durante las últimas semanas. Desde Los Verdes también se condena que el discurso utilizado por la CDU se acerque tanto a la retórica ultraderechista. Han recalcado, por ejemplo, su uso de la expresión “la Stasi de la energía” —en referencia a los servicios secretos de la extinta República Democrática Alemana— en el marco de un proyecto de ley sobre reformas de calderas promovido por los ecologistas. Una exageración que relaciona al actual Gobierno con los peores excesos soviéticos, lo mismo que hace continuamente la AfD.

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¿Quién tiene, entonces, la culpa del crecimiento de la extrema derecha alemana? Existe un consenso entre los expertos sobre la existencia de una multiplicidad de causas, lejana a los discursos reduccionistas y sesgados de los partidos. La mayor parte de la gente que optaría en estos momentos por la AfD afirma que su motivo es la decepción que le genera el resto de las formaciones. En concreto, según el barómetro de la televisión pública, el 67%, mientras que solo el 32% lo hace de manera convencida.

A pesar de ello, los votantes supuestamente reticentes lo harían sabiendo muy bien a qué tipo de partido están apoyando. “Una cosa está clara desde hace años: los votantes de la AfD no votan al partido a pesar de su orientación de extrema derecha, sino precisamente por ello”, sostiene el académico Maximilian Kreter. “Son votantes que tienen una visión del mundo similar y que también están decepcionados con todos los demás partidos”.

¿Cuál es el techo?

En un año, el partido ha doblado su intención de voto. Ahora, alcanza un nuevo máximo, pero el salto lo dio a finales del verano pasado, impulsado por la crisis energética que afrontaba el país. Por aquel entonces, se dudaba, incluso, de si habría suficiente gas para mantener en marcha la industria y calentar los hogares.

Foto: Un soldado alemán, durante el entrenamiento a unidades ucranianas en Klietz, Alemania. (EFE/Clemens Bilan)

Esa sensación de urgencia, de posible desastre inminente, ha pasado. La inflación también ha bajado —aunque sigue alta: en abril fue del 7,2%—. Pero el apoyo a la AfD sigue creciendo. ¿Hasta dónde? “Yo vería el potencial de la AfD en las urnas a corto y medio plazo en un máximo del 25% en todo el país, si confluyen todos los factores favorables”, opina Kreter.

El problema es que todo apunta a que así será. Los partidos del Gobierno, presionados por la caída en las encuestas, no parecen dispuestos a rebajar el tono de sus disputas. Factor favorable. La guerra en Ucrania y la incertidumbre geopolítica internacional están lejos de disiparse. Factor favorable. Alemania acaba de entrar en una recesión técnica. Factor favorable. La izquierda, que podría ser una opción para el voto protesta, está a un paso de la desaparición parlamentaria. Factor favorable. La inmigración vuelve a ocupar titulares. Factor favorable. En la CDU aparecen voces que escoran el discurso a la derecha y piden limitar el número de solicitudes de asilo. Factor favorable.

Y el tiempo para cambiar la dinámica apremia. En el este del país, en los estados federados que conformaban la antigua República Democrática Alemana, el partido tiene sus principales feudos y es hogar del ala más radical de la formación. El año que viene, se celebran elecciones en tres de esos estados: Sajonia, Brandeburgo y Turingia. En alguno de ellos podría superar el 30% y acabar como primera fuerza. Un escenario destinado a debilitar la resistencia del cordón sanitario contra la ultraderecha alemana. El cual, por otra parte, ya ha desaparecido de la mayoría de los países europeos.

Análisis. Columnas de opinión. Programas de debates. Redes sociales. En todas las plataformas y formatos de Alemania, la misma pregunta se repite una y otra vez: ¿cómo es posible que Alternativa para Alemania (AfD), un partido con un líder regional imputado por la Fiscalía por utilizar un eslogan nazi, tenga la misma intención de voto que el Partido Socialdemócrata del canciller Olaf Scholz?

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