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La victoria secreta de AfD: millones del presupuesto federal para su guerra cultural
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La consolidación de la ultraderecha

La victoria secreta de AfD: millones del presupuesto federal para su guerra cultural

La ultraderecha alemana podrá recibir por primera vez su parte del pastel de los más de 500 millones de euros a repartir entre las fundaciones de los partidos políticos

Foto: Tino Chrupalla, candidato de AfD a la cancillería. (Reuters)
Tino Chrupalla, candidato de AfD a la cancillería. (Reuters)

Hace cuatro años, el partido ultraderechista Alternative für Deutschland (Alternativa para Alemania) resquebrajó un tabú de la sociedad y la política alemanas al entrar en el 'Bundestag' por primera vez como tercera fuerza, anotándose una victoria política sin precedentes. No fue un espejismo producto del momento. El domingo, la formación extremista se consolidó como la opción preferida para un 10,5% de los alemanes. Es un dato inferior al 12,6% de 2017, pero oculta un triunfo inadvertido: al entrar por segunda vez en el Parlamento, AfD comenzará a recibir fondos del presupuesto federal para su fundación, como el resto de partidos del hemiciclo.

¿Qué harán con esta lluvia de millones (que podría alcanzar los 70 millones de euros anuales, según estimaciones a partir de los escaños que han obtenido) para su fundación, la Desiderius Erasmus Stiftung? Dar la batalla cultural. Ahora competirán con el SPD, la CDU/CSU o los Verdes, cuyas fundaciones, junto a las del resto de partidos que han obtenido representación en más de una ocasión, se repartieron cerca de 550 millones de euros del bolsillo de los contribuyentes alemanes en el último año. Los fondos se utilizan para promover la ‘educación política’. En román paladino, organizar conferencias, debates, talleres y demás plataformas donde las ideas políticas de cada partido puedan oírse alto y claro.

"Estamos muy satisfechos con el resultado. Se pronosticó que AfD sería un partido de corta duración y se ha demostrado que tenemos una base de votantes muy sólida", dijo la líder del partido, Alice Weidel, tras conocerse los primeros resultados del domingo.

Pese a empeorar ligeramente sus resultados con respecto a los de hace cuatro años, AfD ha obtenido el 21% de los votos y la segunda plaza en la antigua Alemania del este, su principal feudo electoral. Todo tras una campaña en la que ha estado ausente su tema estrella: la inmigración y el miedo a los refugiados, pese a las alarmas lanzadas desde el partido tras la salida occidental de Afganistán. AfD se ha refugiado en un rechazo frontal al Gobierno, la 'dictadura de las vacunas', pidiendo la retirada de todas las restricciones, y el 'apartheid climático'. Su eslogan ha sido 'Alemania, pero normal', suficiente para volver al Bundestag en unas elecciones donde todas las miradas estaban puestas en la sucesión de Merkel. Han venido para quedarse.

placeholder Cartel de la campaña de la AfD:  'Colonia, Kassel o Konstanz no aguantan más Kabul. Hay que parar la inmigración de Afganistán'. (AfD)
Cartel de la campaña de la AfD: 'Colonia, Kassel o Konstanz no aguantan más Kabul. Hay que parar la inmigración de Afganistán'. (AfD)

¿Del cordón sanitario a la normalización?

“El hecho de que la Fundación Desiderius Erasmus vaya a recibir fondos del presupuesto federal a partir de la próxima legislatura acarrea un riesgo de ‘normalización”, explican la profesora Gudrun Hentges y el investigador Georg Gläser por correo electrónico a El Confidencial, ambos del departamento de Ciencia Política de la Universidad de Colonia y autores del artículo académico "La educación política de la derecha. La Fundación Desiderius Erasmus, afiliada a la AfD, y su entorno".

Las fundaciones, como la Konrad Adenauer (de la CDU/CSU), la Friedrich Ebert (del SPD) o la Heinrich Böll (de los Verdes) y ahora la Desiderius Erasmus, pueden apoyar proyectos de investigación y otorgar becas al estudio y doctorados en línea con las ideas del partido. El dinero se utiliza para consolidar el corpus intelectual sin el que un partido político difícilmente puede sobrevivir, además de formar a los líderes de mañana y los cuadros del partido.

“Como la financiación básica de las universidades ha disminuido, los profesores se ven obligados a recaudar fondos de terceros. Las fundaciones son muy atractivas porque pueden financiar proyectos académicos”, detallan Hentges y Gläser. Por lo tanto, pueden tener un impacto en las universidades, colegios y escuelas, “que se están convirtiendo en un campo de batalla”, añaden los expertos.

Foto: Una carroza que representa al ministro nazi de propaganda, Goebbels, llevando en brazos a Björn Höcke. (Reuters)

La AfD ha sido aislada por el resto de partidos desde su irrupción en 2017, excepto en una ocasión. En 2020, en Turingia, el ‘land’ del este de Alemania donde el partido ultra ha obtenido hasta ahora sus mejores resultados, la CDU y el FDP rompieron el cordón sanitario para hacer primer ministro de la región a un liberal con los votos de la AfD. Merkel intervino y obligó a su partido a cambiar el signo de su voto. Su delfín y quien debía haber sido la candidata de la CDU/CSU en estas elecciones, Annegret Kramp-Karrenbauer, renunció a la cancillería por la crisis.

Ahora, la Fundación Desiderius Erasmus podrá gastar una parte de los impuestos de los alemanes en expandir su alcance territorial, para aumentar su apoyo en el oeste de Alemania y dejar de ser un partido al que vota mayoritariamente una mitad geográfica y sociológica del país. Además, podría seguir el ejemplo de las fundaciones del resto de partidos, omnipresentes dentro de las fronteras de la UE e incluso más allá, y abrir oficinas en las capitales europeas donde existen movimientos sociales y políticos en sintonía con las ideas de la AfD. Si la Desiderius Erasmus Stiftung abriera delegaciones en Austria, Bélgica, Países Bajos, Francia, Italia o Polonia, aumentaría sus conexiones con los ideólogos de los partidos de extrema derecha del resto del continente y podría establecer puentes transnacionales que los propios partidos están incapacitados para crear, dadas su condición local y las dinámicas electoralistas, de las que una fundación está exenta. Este periódico ha intentado contactar a la Fundación Desiderius Erasmus, pero no ha recibido respuesta.

El Consenso de Beutelsbach

Según el Tribunal Constitucional Federal, las fundaciones no pueden hacer publicidad directa de los partidos afines y su labor educativa y sus publicaciones deben ser, en principio, accesibles a todos los ciudadanos. En 1976, se alcanzó el Consenso de Beutelsbach sobre la educación cívica y política, contra el adoctrinamiento, por la neutralidad partidista y el respeto del orden democrático libre. Las fundaciones de todos los partidos políticos excepto la Desiderius Erasmus emitieron un comunicado conjunto en mayo de este año en el que recuerdan la importancia de este consenso y clarifican los límites de su papel dentro de un sistema democrático que "necesita la educación política".

Foto: Alexander Gauland, uno de los líderes de la formación ultraderechista. (EFE)

La Fundación Desiderius Erasmus deberá tener cuidado si quiere que los fondos le sean entregados. Los servicios de Inteligencia alemanes pusieron bajo vigilancia a la AfD en marzo de este año, una decisión sin precedentes dado el carácter de líder de la oposición que ostentaban hasta los resultados de anoche. La Oficina Federal para la Protección de la Constitución (el Verfassungsschutz) ya calificó la sección más radical de la AfD, Der Flügel, como un “movimiento de extrema derecha que busca socavar el orden democrático libre”, y la organización juvenil del partido, Junge Alternative, como un grupo que desprecia “los principios fundamentales del Estado de derecho, en particular el monopolio estatal sobre el uso de la fuerza”. El Gobierno federal explicó en abril de este año que la Desiderius Erasmus no era objeto de observación, al considerarse independiente de la AfD, aunque esté afiliada al partido.

"La AfD instrumentaliza el concepto de neutralidad política. Pone denuncias disciplinarias contra profesores que abordan críticamente el racismo y el populismo de derechas en las aulas, alegando que violan el principio de neutralidad política. El resultado es un clima de intimidación y miedo en las escuelas", observan Hentges y Gläser. Aunque no hay un mecanismo jurídico para embargar los fondos, sino que estos se reparten en las deliberaciones parlamentarias para definir el presupuesto, la Fundación Desiderius Erasmus debería cuidar su imagen para recibir finalmente el dinero.

Foto: Geert Wilders en una conferencia de líderes de extrema derecha. (EFE)
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Pese a las dudas iniciales en el seno de la formación acerca de si un partido 'antiestablishment' debía o no aceptar dinero del Estado, durante esta primera legislatura de los ultras en el Bundestag la Fundación Desiderius Erasmus ya ha intentado acceder a las subvenciones federales —una vez que fue reconocida como la fundación oficial de la AfD en 2018—, pero la costumbre es que solo estén disponibles tras la segunda legislatura de un partido en el Parlamento.

Desde hace meses, el Centro Educativo Ana Frank lidera una campaña de concienciación ciudadana y de alerta institucional sobre la posibilidad de que la fundación empiece a recibir el dinero de los contribuyentes. Piden una “ley por una democracia fortificada” que permita al Tribunal Constitucional Federal embargar los pagos a las fundaciones que no cumplan con el orden democrático. La campaña no está exenta de controversia, "ya que daría a los servicios de Inteligencia mucho poder para regular la sociedad civil y atacar los partidos, fundaciones y programas educativos que no estén en línea con ellos o el Ministerio del Interior", concluyen Hentges y Gläser. Erika Steinbach, presidenta de la Fundación Desiderius Erasmus desde 2018 tras cambiar la CDU por AfD el año anterior, ha acusado públicamente al Centro Ana Frank de funcionar como una "máquina de guerra" contra su fundación y ha pedido a las administraciones que revisen su condición de organización sin ánimo de lucro.

Hace cuatro años, el partido ultraderechista Alternative für Deutschland (Alternativa para Alemania) resquebrajó un tabú de la sociedad y la política alemanas al entrar en el 'Bundestag' por primera vez como tercera fuerza, anotándose una victoria política sin precedentes. No fue un espejismo producto del momento. El domingo, la formación extremista se consolidó como la opción preferida para un 10,5% de los alemanes. Es un dato inferior al 12,6% de 2017, pero oculta un triunfo inadvertido: al entrar por segunda vez en el Parlamento, AfD comenzará a recibir fondos del presupuesto federal para su fundación, como el resto de partidos del hemiciclo.

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