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'Winter is coming'... otra vez: así se preparan los países europeos para su invierno más duro
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la peor crisis energética desde 1973

'Winter is coming'... otra vez: así se preparan los países europeos para su invierno más duro

Los Estados miembros de la UE están desplegando un arsenal de medidas adicionales para reducir el consumo y limitar el impacto en los bolsillos de los ciudadanos

Foto: La Torre Eiffel, apagada. (EFE/Mohammed Badra)
La Torre Eiffel, apagada. (EFE/Mohammed Badra)

Un año más, un nuevo invierno aterrador para Europa. Lo que en 2021 se esperaba que fuera un episodio pasajero propio del desequilibrio entre oferta y demanda propio del fin de la pandemia, se ha convertido este año en la peor crisis energética desde la petrolera de 1973. La drástica reducción del suministro de gas por parte de Rusia, que intenta que la Unión Europea se rinda en su apoyo financiero y armamentístico a Ucrania y levante las sanciones en su contra impuestas a raíz de la invasión, amenaza con asestar un golpe crítico a las economías del continente e incluso con provocar apagones temporales.

El temor al corte definitivo del combustible ruso es ahora, para los líderes europeos, casi una certeza. El gigante gasístico Gazprom, controlado por el Kremlin, anunció a finales de agosto que el principal gasoducto que conecta Moscú con la UE, el Nord Stream 1, permanecerá cerrado, culpando a las sanciones e iniciando así un órdago que los Veintisiete llevaban meses viendo venir. Durante este tiempo, los Estados miembros no se han quedado de brazos cruzados, recurriendo a cada vía posible para acumular tanto como pudieran en sus depósitos. En este sentido, la mayoría de los países llegarán al invierno con los deberes hechos: el almacenamiento ya supera el 80% de la capacidad total del continente.

Sin embargo, el gas almacenado sigue sin ser suficiente para afrontar el cierre del grifo de Moscú. Muestra de ello es que los precios futuros de la energía continúan disparados en el continente, únicamente teniendo cierto grado de piedad hacia España y Portugal, países beneficiados por la excepción ibérica acordada por la UE meses atrás. Por eso, los ministros de Energía europeos mostraron su apoyo el pasado viernes a una serie de ideas que la Comisión Europea pretende presentar en una propuesta legislativa este martes con el objetivo de reducir el precio de la factura de la luz. Paralelamente, los Estados miembros están desplegando un arsenal de medidas adicionales para reducir el consumo y limitar el impacto en los bolsillos de los ciudadanos. Estas son algunas de las medidas desplegadas por las capitales europeas.

Alemania, la gran afectada

Desde el inicio de la invasión de Ucrania, Berlín, el corazón industrial del continente que usa más gas que cualquiera de sus vecinos europeos, se ha convertido en el símbolo de la dependencia energética. Los primeros compases de la guerra trajeron consigo la cancelación de la autorización del gasoducto Nord Stream 2, defendido durante años por Alemania a pesar de las críticas del resto de sus aliados occidentales. Ahora, Vladímir Putin se está cobrando su venganza con la interrupción del suministro de la tubería gemela, el Nord Stream 1, la principal conexión gasística entre Moscú y la Unión Europea.

Las arcas alemanas están sufriendo las consecuencias de esta dependencia, lo que ha llevado al Gobierno del socialista Olaf Scholz a aprobar un plan integral que incluye medidas para ahorrar energía similares a las que ya hemos visto implementadas en España, como limitaciones en el uso de calefacción, el aire acondicionado y la iluminación. Desde principios de este mes, los edificios públicos no pueden calentarse a más de 19 grados centígrados y han dejado de contar con agua caliente, con la única excepción de los hospitales y las instalaciones sociales. Además, las luces que iluminan la mayoría de las sedes gubernamentales y los monumentos han sido apagadas.

Foto: El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, junto al canciller alemán, Olaf Scholz. (Reuters/Carlos Osorio)

El plan también introduce nuevas restricciones para las empresas, que se han visto obligadas a apagar las luces de los escaparates durante la noche y que deben cerrar las puertas de sus establecimientos para mejorar la eficiencia energética. La mayoría de estas directivas, no obstante, ya estaba siendo implementada por las compañías como medidas de ahorro, dado que los precios de la electricidad en Alemania se han disparado más de un 600% este año.

Francia, ante el parón nuclear

La suerte no está del lado de París. Pese a no estar excesivamente expuestos al chantaje ruso del gas, una larga serie de problemas ha provocado la suspensión de más del 50% de los reactores de Francia, el país del mundo que más depende de la energía nuclear. Los franceses, que normalmente son de los principales exportadores de electricidad de Europa, se están viendo obligados a comprar grandes cantidades, pagando por ello unos precios sin precedentes.

Consciente del duro panorama que se avecina, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha pedido al país que reduzca el consumo de energía en las próximas semanas y meses en al menos un 10%, advirtiendo de que, de lo contrario, la nación podría enfrentar racionamientos energéticos y apagones durante el invierno. Debido a esta cruzada por la "sobriedad energética", como se ha denominado desde el Ejecutivo, todas las empresas tendrán que presentar planes al Gobierno para reducir su consumo de electricidad. Ni siquiera el símbolo por excelencia de la Ciudad de la Luz se librará. Se espera que el Ayuntamiento de París proponga esta semana que la iluminación de la Torre Eiffel sea cortada más de una hora antes de lo habitual.

Foto: El ministro francés de Economía, Bruno Le Maire. (EFE/EPA/Yoan Valat)

Sin embargo, el elevado coste para las arcas francesas no pasará a los hogares. En Francia, los consumidores permanecen completamente protegidos de los aumentos del precio de la electricidad. El Gobierno ha gastado más de 26.000 millones de euros desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania para lograr que las facturas del gas y la luz permanezcan a precios asequibles, una subvención masiva que ha logrado que el país tenga una de las tasas de inflación más bajas de Europa y que se extenderá hasta fin de año, según ha prometido el ministro de Economía galo, Bruno Le Maire.

Italia, crisis en plenas elecciones

Insostenible. Así han descrito las empresas el precio del gas en Italia, que pasó de 100 euros el megavatio hora en julio a 718 en agosto. El Gobierno italiano está tomando medidas desde antes del verano, como el límite en el uso de aire acondicionado en espacios públicos, y ha presentado recientemente un plan para el invierno.

Hasta ahora, se ha aprobado un paquete de ayuda que ha ascendido a cerca de 50.000 millones de euros para implementar medidas que ayuden a empresas y familias a lidiar con los altos precios. Por otro lado, el Ministerio para la Transición Ecológica anunció la semana pasada un plan para reducir el consumo del gas un 7% desde ahora hasta finales de marzo de 2023 para preservar las reservas acumuladas. Esta será una de las últimas medidas del Gobierno saliente de Mario Draghi antes de las elecciones italianas del 25 de septiembre.

Foto: Mario Draghi y el presidente de Algeria, Abdelmadjid Tebboune. (EFE/EPA/APS)

A corto plazo, las medidas consisten en acortar el horario de calefacción de invierno y limitar la temperatura interior a 19 grados. Además, se reducirán las horas programadas de calefacción tanto en las oficinas como en los hogares. Mientras tanto, el objetivo es aumentar la producción de energía a partir de fuentes alternativas como el carbón. Otra medida pasaría por aumentar los recortes de impuestos sobre los precios de combustible y energía, pero todavía no se han hecho anuncios oficiales. El plan del Gobierno de Draghi forma parte de su estrategia para disminuir la dependencia de Italia del gas ruso, un objetivo que quiere cumplir a mediados de 2023 gracias a acuerdos con países como Argelia.

Polonia, el rey del carbón

Al país más dependiente del carbón de toda Europa le espera un duro invierno. El 71% de la energía en Polonia proviene de este combustible, según la Agencia estatal del Mercado Energético. El Gobierno de Mateusz Morawiecki prohibió las importaciones de carbón ruso desde abril y, desde ese momento, el país está buscando la manera de apostar por otras fuentes de energía.

Ante una subida de los precios que ha llegado a los 420 euros la tonelada en el mercado mayorista (sin contar los gastos de transporte y distribución), muchos polacos están en peligro de caer en la pobreza energética cuando llegue el invierno. Para hacer frente a la crisis, el Gobierno ha anunciado recortes fiscales en energía, gasolina y alimentos básicos, así como ayudas directas para los hogares. En julio, el primer ministro acordó un pago en efectivo de 633 euros para ayudar a cubrir el aumento del precio del carbón.

Foto: Jaroslaw Kaczynski, líder del partido Ley y Justicia (PiS), en junio de 2022. (EFE/Radek Pietruszka)

Sin embargo, las medidas para hacer frente a la crisis energética también han sido motivo de enfrentamiento con la Unión Europea, cuando las relaciones no pasan por su mejor momento. La ministra del Clima, Anna Moskwa, afirmó que el Gobierno se opondrá al plan de la UE para limitar el uso de la electricidad. Esta medida, propuesta por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha sido implementada por muchos países europeos. Polonia, por el contrario, sostiene que la institución europea no tiene la autoridad para obligar a ningún país a seguir estos pasos.

Paralelamente, Polonia y Eslovaquia inauguraron una conexión de gas entre los dos países con el objetivo de aumentar su seguridad energética. La capacidad de transporte de gas se estima en 4.700 millones de metros cúbicos en dirección norte-sur y en 5.700 millones de metros cúbicos en el sentido opuesto.

Países Bajos, con las reservas de gas al máximo

Antes del verano, el Gobierno holandés decidió aumentar la producción de las centrales eléctricas de carbón para no ser tan dependiente del gas natural. El objetivo es el mismo que el de sus socios europeos: evitar la escasez durante el invierno. Países Bajos no tiene el peor de los escenarios, porque su dependencia del gas ruso es de un 15%, frente a los grandes clientes como Alemania.

Sus medidas, tomadas en lo que denominaron como la "primera fase de la crisis del gas", han dado ya resultado y el país cuenta con instalaciones de almacenamiento de gas que están llenas al 80%. La cuota se ha alcanzado casi dos meses antes del plazo que marcó la UE para garantizar el suministro de gas en el marco de la guerra de Ucrania. "Es aún más importante ahora que vemos a Rusia nuevamente estrangulando los suministros de gas por razones políticas", dijo el ministro de Energía, Rob Jetten.

A pesar de los avances en las reservas de gas, la inflación también golpea los Países Bajos, y el Gobierno de Mark Rutte ha decidido entregar a los hogares más desfavorecidos una ayuda de 800 euros. Además, ha reducido el IVA sobre la energía de un 21% a un 9% y ha recortado los impuestos sobre la gasolina hasta finales de año.

Un año más, un nuevo invierno aterrador para Europa. Lo que en 2021 se esperaba que fuera un episodio pasajero propio del desequilibrio entre oferta y demanda propio del fin de la pandemia, se ha convertido este año en la peor crisis energética desde la petrolera de 1973. La drástica reducción del suministro de gas por parte de Rusia, que intenta que la Unión Europea se rinda en su apoyo financiero y armamentístico a Ucrania y levante las sanciones en su contra impuestas a raíz de la invasión, amenaza con asestar un golpe crítico a las economías del continente e incluso con provocar apagones temporales.

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