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Alemania mira hacia el otro lado del Atlántico por el gas (y no es al país que estás pensando)
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European Council on Foreign Relations

Alemania mira hacia el otro lado del Atlántico por el gas (y no es al país que estás pensando)

El canciller Olaf Scholz viajó recientemente a Canadá para intentar convencer al país norteamericano de que construya puertos de exportación de GNL que suministren a Europa

Foto: El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, junto al canciller alemán, Olaf Scholz. (Reuters/Carlos Osorio)
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, junto al canciller alemán, Olaf Scholz. (Reuters/Carlos Osorio)

“¿Qué crees que pasará en Europa este invierno? ¿Se congelará la gente?”, me preguntó recientemente un amigo canadiense preocupado. En Canadá no son ajenos a los duros inviernos, pero también viven en un país rico en energía, lo que significa que no deben preocuparse por los meses de temperaturas bajo cero (incluso si están decididos a quejarse).

Consciente de la amenaza que se cierne sobre los hogares y las empresas en Alemania y en toda Europa, el canciller Olaf Scholz visitó recientemente Canadá en un viaje que duró tres días, un tiempo inusualmente largo para un compromiso de este tipo. El mensaje fue claro: Alemania necesita a Canadá y esta relación es una nueva prioridad. El viaje fue casi un 'mea culpa'. Scholz incluso comentó que "Canadá tiene recursos minerales ricos similares [a] los de Rusia". Si iba a mirar hacia un enorme país del norte rico en energía para su suministro de gas, tal vez una democracia establecida siempre fue la mejor opción. La "estabilidad a través del comercio" podría ser la nueva máxima.

Foto: Olaf Scholz. (EFE/Hannibal Hanschke)

Pero, ¿puede Canadá realmente cumplir esa función? Los obstáculos son sustanciales. El país puede ser el quinto mayor productor mundial de gas natural y el cuarto mayor productor de petróleo, pero carece de la infraestructura necesaria para enviar fácilmente gas natural licuado (GNL) a Europa. Canadá no tiene instalaciones de exportación de GNL en su costa este y se necesitarían alrededor de cuatro años para construir una terminal de este tipo. Y, dada la transición planificada de la Unión Europea para alejarse de los combustibles fósiles, algunos analistas canadienses temen que, para entonces, los europeos tendrán acceso a una gran cantidad de energía renovable, lo que hará que cualquier nueva infraestructura de GNL sea un activo muerto.

Incluso el primer ministro, Justin Trudeau, ha declarado que no existen perspectivas para la infraestructura de exportación de GNL en el este de su país. Y, aunque Alberta alberga abundante gas natural, Canadá necesitaría construir un nuevo gasoducto para enviarlo por todo el país. Dichas tuberías son objeto de un acalorado debate en Canadá; los gobiernos provinciales pueden bloquear su construcción, los derechos territoriales de los pueblos indígenas juegan un papel importante y los científicos y otros ciudadanos han hecho campaña en contra de tales proyectos por motivos climáticos.

Pero Scholz no habría hecho el viaje si no hubiera esperanzas para el GNL canadiense. Y si Alemania estaba preparada para seguir adelante con el Nord Stream 2 durante una década de creciente agresión rusa, ¿por qué no trabajar con una nación amiga para obtener nuevas fuentes de energía en menos de la mitad de ese tiempo? El canciller indicó que a Alemania “realmente le gustaría que Canadá exportara más GNL a Europa” y, de hecho, varios comentaristas canadienses cuestionan el escepticismo de Trudeau, al igual que algunas empresas. Por ejemplo, GNL Quebec anunció en junio de 2022 que había firmado un memorando de entendimiento con la empresa ucraniana Naftogaz, prometiendo comenzar las entregas de GNL en 2027, a pesar de la falta de instalaciones de exportación.

Este fue un movimiento audaz, especialmente dado que tanto la provincia de Quebec como el Gobierno federal rechazaron la solicitud reciente de GNL Quebec para construir un sitio de exportación cerca del Parque Nacional Saguenay Fjord. Pero los defensores del plan afirman que la invasión total de Ucrania por parte de Rusia lo ha cambiado todo. La ávida búsqueda de gas en Europa presenta una oportunidad que muchos en Canadá quieren aprovechar. Las elecciones y la política pueden dar forma a este futuro: Quebec acude a las urnas en octubre y los conservadores de la provincia expresan su apoyo al proyecto gasístico.

De hecho, para la oposición en Canadá, esta es la oportunidad perfecta para criticar al gobierno liberal de Trudeau. El primer ministro quería que Canadá fuera conocida por su ingenio, no por sus recursos. Pero los opositores insisten en que Canadá debería haber actuado hace años y podría haber proporcionado GNL a Europa frente a la extorsión rusa. Algunos han llegado a acusar a Trudeau de hipocresía por decir que respalda a Ucrania incluso cuando no hace más para suministrar energía a Europa.

A pesar de la incertidumbre sobre el GNL, Scholz abandonó el país norteamericano habiendo firmado una nueva Alianza de Hidrógeno Canadá-Alemania, que incluye acuerdos para promover la inversión en hidrógeno verde, apoyar las cadenas de suministro y establecer un corredor energético para facilitar las exportaciones. Ambos gobiernos parecen entusiasmados con el plan, sin embargo, Ottawa no entregará nada a Europa hasta 2025 como muy pronto, ya que la producción de este combustible, a pesar de ser la nueva moda en el mundo de la energía, requiere una inversión significativa y más tiempo para convertirse en una tecnología viable.

Foto: El ministro de Economía y Protección del Clima, el verde Robert Habeck. (Reuters/Michele Tantussi)

Para el Gobierno canadiense, existe un segundo factor en su búsqueda de alianzas con Europa. Su asociación con —y, en muchos casos, la dependencia de— Estados Unidos siempre ha eclipsado su relación con los estados europeos. Y la propio Canadá, una de las economías más avanzadas del mundo, en ocasiones ha tenido problemas para imponer su peso en el escenario mundial, a pesar de ser miembro de la OTAN y del G7. En 2020, no logró obtener un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas por segunda vez en una década, perdiendo ante Irlanda y Noruega. Unas relaciones más sólidas, respaldadas por el comercio, con Alemania y la UE podrían ayudar a Ottawa a aumentar su influencia.

Al mismo tiempo, tanto Canadá como Europa desconfían de Estados Unidos, por temor a la posible elección de un presidente trumpiano en 2024. De hecho, la preocupación por el retroceso democrático allí es tan alta que muchos profesionales de seguridad nacional canadienses advierten que su vecino del sur podría convertirse en una fuente directa de inestabilidad. En un orden global cada vez más inestable, estos amigos confiables valen su peso en hidrocarburos.

* Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations por Pawel Zerka y titulado 'Europe’s other transatlantic friend: Germany’s and Canada’s new energy partnership'

“¿Qué crees que pasará en Europa este invierno? ¿Se congelará la gente?”, me preguntó recientemente un amigo canadiense preocupado. En Canadá no son ajenos a los duros inviernos, pero también viven en un país rico en energía, lo que significa que no deben preocuparse por los meses de temperaturas bajo cero (incluso si están decididos a quejarse).

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