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Las 'midterm alemanas' dejan a un Scholz en apuros y a una ultraderecha en su mejor momento de forma
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Elecciones regionales

Las 'midterm alemanas' dejan a un Scholz en apuros y a una ultraderecha en su mejor momento de forma

Los tres partidos de la coalición semáforo empeoran sus resultados en Baviera y Hesse y ponen de relieve el descontento de la población con el Ejecutivo central, que atraviese sus horas más bajas

Foto: El primer ministro bávaro, Markus Soeder. (EFE)
El primer ministro bávaro, Markus Soeder. (EFE)

La cornada que las elecciones de Baviera y Hesse han asestado a la coalición que pilota en Alemania Olaf Scholz era más que previsible. Y no ha habido sorpresas. Los votantes han castigado a todos los partidos de la coalición semáforo que conforman los Socialdemócratas, los Verdes y los Liberales. Las urnas dejan (todavía más) en apuros al ya debilitado Ejecutivo central, que no consigue capear la tormenta económica y migratoria ni proyectar una imagen de liderazgo y solvencia ni en Berlín ni en Bruselas.

El centroderecha se afianza como líder en dos de sus bastiones históricos. La Unión Democristiana (CDU), que lleva en el poder en Hesse durante los últimos 24 años, se hace con la victoria y mejora sus resultados. Su hermana bávara y más conservadora de la CSU se resiente en el länder más próspero del país, pero continúa victoriosa e imbatible desde 1957. Alternativa por Alemania (AfD) ratifica su buen momento de forma. La Izquierda continúa su descalabro. Y los partidos de Gobierno acusan la penalización de su gestión, con Los Verdes salvando la cara por la mínima. Son los titulares de la jornada electoral alemana, que se leen ya más en clave de una suerte de midterm nacional que con ángulo regional.

Foto: Una mujer compra en una carnicería en un mercado de Madrid. (EFE/Daniel González)

Cerca de 14 millones de ciudadanos alemanes estaban llamados a las urnas en lo que era percibido como un referéndum y una toma de temperatura al Gobierno central, que en el ecuador de su mandato arrastra unos índices de popularidad muy bajos. Solo el 19% de los alemanes avala la gestión del Ejecutivo actual y el 79% declara abiertamente su descontento con él, el nivel más bajo desde la formación de gobierno a finales de 2021. Un malestar que hunde su descontento en la escasez de ideas, de iniciativas o de un liderazgo que en estos años no ha despegado ni en la capital germana ni en la comunitaria. Y sobre todo de tensiones internas y reproches internos ininterrumpidos.

Los resultados de los comicios del fin de semana amenazan con agudizar la agonía del Gobierno de Scholz y con profundizar en sus problemas y fracturas internas. A diferencias de los comicios anteriores, estos eran vistos como un pulso a escala nacional. El estallido de la guerra en Ucrania hizo de los problemas locales, unos estatales. Y viceversa. Todo ello se ha traducido en la celebración de una campaña electoral marcada ya no tanto por los temas regionales, como la educación o la vivienda, sino asuntos globales como la inflación récord o la gestión migratoria.

El motor germano atraviesa un momento político, económico e industrial complicado. Las previsiones de la Comisión Europea anticipan que a finales de año será la única gran potencia de la Eurozona en entrar en recesión. La crisis económica y energética ha calado con mucho más impacto sobre el país, muy dependiente de la energía barata rusa hasta el inicio de la guerra en Ucrania. Y las divisiones de los partidos en el poder sobre ayudas energéticas, centrales nucleares o acuerdos migratorio han tensionado las cuerdas, ralentizado la toma de decisiones y proyectado la imagen de un canciller falto de dotes para tomar las riendas. Sus titubeos en el envío de armas a Ucrania debilitaron su imagen dentro y fuera de sus fronteras.

Con este caldo de cultivo en ebullición, los votantes de sendos länder han penalizado a socialdemócratas, verdes y liberales. Los tres partidos han encajado peores resultados que en 2018. Y la sacudida deja ya un aviso a navegantes de cara a los comicios generales de 2025. Por lo pronto, el líder de la CSU bávara, Markus Soeder, más que probable candidato a canciller, sale reforzado frente a un cada vez más debilitado Olaf Scholz. Aunque en esta ocasión, jugaba en casa.

Resultados electorales

Nadie tenía dudas de que la victoria clara en territorio bávaro iría a parar a manos de la CSU, comandada por el líder con tendencia populista Markus Soeder. La gran incógnita radicaba en cuál sería su vislumbrado retroceso con respecto a las elecciones anteriores, que ya lo encumbraron al poder con el peor resultado de la formación.

Otro enigma pasaba por ver a quién iría destinada la plata, disputada por los Verdes, los conservadores de Votantes Libres y la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD).

Finalmente, según el recuento contabilizado a cierre de esta edición, los ultras se hacen con el segundo puesto, aglutinando en torno al 16% de los apoyos, muy seguidos de Votantes Libres. Más del 65% de los votos bávaros han ido a parar a opciones de centroderecha o derecha radical. Mientras que los liberales del FDP no logran el umbral mínimo del 5% para obtener representación parlamentaria y los socialdemócratas quedan relegados a una residual cuarta posición con el 8%.

Foto: Centro de refugiados a las afueras del aeropuerto de Berlín-Tegel. (Getty/Maja Hitij)

Los de Soeder se alzarían, según los primeros sondeos revelados por los medios alemanes, con el 37% de los votos, su peor resultado desde 1957, pero muy en línea con el umbral alcanzado en las pasadas elecciones de hace cinco años. Con esta coyuntura, el escenario que cobra más fuerza es la reedición de la coalición que mantiene con Votantes Libres, un partido con tintes populistas, muy local, bastante joven y con muchas similitudes económicas y conservadoras con la CSU. La formación ha sobrevivido al escándalo protagonizado por las consignas antisemitas durante la juventud de su líder Hubert Aiwanger. En cualquier caso, la coalición, que según Soeder garantizará "estabilidad y continuidad" a la región más extensa y una de las más ricas de Alemania, parece consolidarse. Y certifica, de nuevo, que Baviera, no es Estado para la izquierda.

La radiografía se repite en líneas generales en la vecina Hesse, donde todo apunta a que se reeditará la coalición que la CDU y Los Verdes mantienen desde 2014. Los democristianos ganan con un contundente 34% casi duplicando a los segundos, la AfD que se sitúa en segunda posición sorpasando a los socialdemócratas, que se moverían en torno al 15% de los votos al igual que Los Verdes.

Migración, centro de campaña

Buena parte de la campaña ha estado dominada por el debate migratorio. Una cuestión que está agitando la política alemana desde hace semanas y en la que la extrema derecha ha marcado el paso y el discurso obligando al resto de fuerzas a ir a galope, una tendencia que también se ha escenificado en Bruselas y en la mayoría de capitales.

Alemania ha vivido este año un aumento de más del 70% de solicitudes de asilo en comparación al año pasado, lo que ha provocado una respuesta más dura por todas las facciones, incluidos los propios Verdes. El país va dejando atrás la política del Welcome Refugees impulsada por Angela Merkel y ese famoso "podemos conseguirlo". El propio Scholz acusó un día antes que "el número de refugiados que quieren llegar a Alemania es demasiado alto" y ha llegado a imponer controles fronterizos a lo largo de los 1.000 kilómetros de su frontera con Polonia.

Las fuerzas democristianas son las que más complicado han tenido encontrar un encaje, un lugar y voz propia en este jeroglífico. Una disyuntiva que han resuelto endureciendo su discurso y emulando algunas de las ideas sobre inmigración y clima de AfD. Con el balón de oxígeno que sacan los ultras, uno de los grandes triunfantes de la noche del domingo, su copresidenta Alice Weidel ha advertido a la CDU de que no tendrá más remedio que contar con ellos. Es decir, les llama a cortar un cordón sanitario hasta la fecha sacrosanto en Alemania, pero que sí ha ido cayendo como un castillo de naipes en otros Estados miembros como España, Finlandia o Italia.

La cornada que las elecciones de Baviera y Hesse han asestado a la coalición que pilota en Alemania Olaf Scholz era más que previsible. Y no ha habido sorpresas. Los votantes han castigado a todos los partidos de la coalición semáforo que conforman los Socialdemócratas, los Verdes y los Liberales. Las urnas dejan (todavía más) en apuros al ya debilitado Ejecutivo central, que no consigue capear la tormenta económica y migratoria ni proyectar una imagen de liderazgo y solvencia ni en Berlín ni en Bruselas.

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