Es noticia
Regreso a Cherníhiv: la fortaleza al norte de Ucrania donde nadie puede dormir
  1. Mundo
Grupos de sabotaje rusos

Regreso a Cherníhiv: la fortaleza al norte de Ucrania donde nadie puede dormir

Un año y medio después de haber echado a los rusos, los habitantes del norte de Ucrania ven cómo la noche vuelve a relumbrar en los pueblos fronterizos. Es la artillería rusa golpeando de nuevo

Foto: El teatro de Cherníhiv, tras el ataque ruso que dejó siete muertos. (EFE/Oleg Petrasyuk)
El teatro de Cherníhiv, tras el ataque ruso que dejó siete muertos. (EFE/Oleg Petrasyuk)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Un año y medio después de haber echado a los rusos, los habitantes del norte de Ucrania ven cómo la noche vuelve a relumbrar en los pueblos fronterizos. Es la artillería rusa golpeando de nuevo. A las explosiones que se registran casi de rutina en los pueblos de las provincias de Chernihiv y Sumy, el 19 de agosto un misil Iskander ruso impactaba contra el teatro principal de la ciudad, matando a 7 personas e hiriendo a más de 140. Ucrania también denunció repetidos intentos de mandar a grupos de sabotaje rusos, detectados y rechazados gracias a los accesorios de visión nocturna.

“Vemos al enemigo intentar desplegar grupos de sabotaje y de reconocimiento”, declaró el portavoz del Servicio de Guardias de la Frontera, Andrii Demchenko, “para localizar las posiciones de las fuerzas defensivas de Ucrania, pero también para lanzar ataques que, desafortunadamente, incluyen objetivos civiles”. Según Demchenko, la percusión de la artillería se da a diario a lo largo de la frontera. Los guardias anotaron 500 bombardeos a principios del mes de agosto.

Foto: Soldados de la unidad Dyke Pole en los bosques de Kremina. (Fermín Torrano)
TE PUEDE INTERESAR
Bajo fuego ruso en los bosques de Kremina: en el frente donde Moscú sí está a la ofensiva
Alicia Alamillos. Bosques de Kremina (Frente de Lugansk, Ucrania) Mapa: Laura Martín

Pese a la gravedad de este fuego incesante en pueblos que han tenido que ser evacuados, el frente norte, comparado con los campos de batalla del sureste, sigue estando en un olvido relativo. Igual que al principio de la invasión a gran escala. Según el Instituto de Información de Masas, el 90% de los periodistas de Cherníhiv abandonó la ciudad en los primeros días y ningún reportero extranjero estaba allí para contar el ataque. Uno de los pocos profesionales que decidieron quedarse fue Vladyslav Savenok, reportero desde tiempos de la perestroika.

“Había aprendido en cursos de instrucción cómo debe de comportarse un periodista en tiempo de guerra”, dice Savenok. “Entre 2014 y 2017, estuve a seis kilómetros de Donetsk llevando ayuda humanitaria a los soldados ucranianos. Además, el 24 de febrero del año pasado yo ya tenía 62 años. Era demasiado tarde como para tener miedo. Los patriotas tienen que comportarse con dignidad”.

Desde el principio, Savenok recorrió la ciudad en bicicleta, armado con su cámara de fotos, pasando junto a los puestos de control con cuidado de no hacer nada que pudiera provocar a los tensísimos soldados. El hecho de que fuera uno de los pocos reporteros presentes allí le permitió publicar sus vídeos y fotografías en los principales medios internacionales, como la BBC o la agencia Associated Press.

Foto: Una de las paredes del sótano de la escuela, donde los niños dibujaron durante los 27 días de ocupación. (Alicia Alamillos)

Aquí estaba la línea defensiva”, dice Savenok señalando a la Catedral de Santa Catalina, rodeada de parques arbolados con una vista dominante de los aledaños de la ciudad. “Los tanques y la artillería mantenían a raya a los rusos”. En lontananza hay un puente peatonal y otro de cuatro carriles que conecta con Kiev y que acaba de ser reparado. El resto del paisaje es una infinidad boscosa de la que sobresalen solitarias chimeneas fabriles y cúpulas doradas, como si la civilización no se atreviera a imponerse a las eternas marismas donde aparecieron los primeros eslavos.

El paseo hasta la catedral, uno de los muchos templos históricos de Cherníhiv, está copado de familias, parejas y grupos de amigos. Hay un conjunto cantando canciones ucranianas y mujeres de mediana edad bailando al atardecer. “Es la primera vez que veo a tanta gente en la calle desde el inicio de la invasión”, dice Savenok. Si uno mira al adoquinado, ve las marcas de la munición de racimo: un hueco principal de dos o tres centímetros de hondura, acompañado por otros muchos huecos, más pequeños, desparramándose hacia un lado como un abanico de salpicaduras. Hasta la estatua de Taras Shevchenko, inaugurada tras el fin de la URSS, fue mellada en una pierna.

Las bombas rusas impactaban en el centro de Cherníhiv. Un misil Iskander voló medio Hotel Ukraine, donde los rusos creían erróneamente que se alojaba la Legión Extranjera. El histórico cine Shchor, hoy una Casa de la Juventud, fue muy dañado, como también un estadio, la Universidad Politécnica, una biblioteca y varios negocios. Uno de estos misiles cayó a 100 metros de la vivienda de los Savenok, destrozando una clínica dental para niños. La familia notó una fuerte sacudida en el refugio en el que estaban. Cuando volvieron al apartamento, vieron que los libros se habían caído de las estanterías. La agresión más mortífera se registró el 3 de marzo: un ataque aéreo devastó un edificio de viviendas y mató a 48 personas. El asedio dejó en total cerca de 700 muertos civiles, según cifras oficiales.

placeholder Savenok. (Argemino Barro)
Savenok. (Argemino Barro)

Al final los rusos, salvo contadas escaramuzas en un barrio periférico, no lograron entrar en la ciudad. La defensa ucraniana tuvo varios elementos a su favor. El primero, que Cherníhiv está en un terreno alto, lo que les permitió atizar y contener con mayor holgura a los invasores. El segundo, que, al alargarse el asedio y llegar el mes de abril, los lagos y pantanos de alrededor engordaron: subieron las aguas. La maquinaria rusa, por ejemplo sus tanques, lo tenía más difícil para maniobrar.

El tercer elemento es que al menos una parte de las tropas rusas utilizaba mapas soviéticos de 1989, de manera que buscaban supuestos puntos estratégicos que ya no lo eran desde hacía tiempo, como el aeródromo de Shestovytsia. Incluso si hubieran usado mapas de 2015 habrían tenido dificultades. El proceso de descomunización iniciado por el Gobierno de Petro Poroshenko cambió el nombre de muchas ciudades. Los rusos buscaban Shchor, por ejemplo, pero ya no había Shchor. Ahora esta localidad se llama como el río que pasa por al lado, Snovsk.

Foto: Una iglesia ortodoxa destruida en Ucrania. (Reuters/Yevhen Titov)
TE PUEDE INTERESAR
Una bala, un cura y un prorruso: el dilema de la Ucrania liberada con los colaboracionistas
Alicia Alamillos. Velyka Dymerka (este de Kiev, Ucrania)

Pese a los cerca de 70.000 millones de dólares que ha recibido Ucrania este año y medio solo en asistencia militar, las necesidades del Ejército siguen siendo acuciantes y la sociedad civil permanece movilizada. Los voluntarios recaudan dinero para las tropas, los desplazados y la reconstrucción de sus ciudades. “Necesitamos comprar equipos técnicos que nadie nos puede dar, pero que podemos fabricar nosotros mismos”, dice Olha Palkova-Svirchenska, cofundadora de distintas organizaciones de voluntarios, como Balsanka y Génesis, y antigua empleada del Gobierno regional. “Necesitamos microchips y microprocesadores para poder utilizar en drones, radares y sistemas de detección de drones. Podemos ensamblarlos aquí”.

Además de los requerimientos materiales de la guerra, desde los tanques y los lanzamisiles hasta la ropa interior térmica o las velas especiales para caldear las trincheras en las noches de invierno, los voluntarios no descuidan el aspecto cultural o identitario del conflicto. Lo que significa para la conciencia nacional ucraniana.

“La gente quiere escuchar hablar de su pasado, de nuestros reyes, de nuestro Estado y de las historias conectadas con él. Este es nuestro segundo renacimiento”, dice Valerii Vorobei, que además de voluntario es licenciado en historia. De ojos azules muy claros y gestos enérgicos, Vorobei acaba de dar una charla de dos horas en una biblioteca provisional acerca de la figura de Mstsislav I de Kiev o Mstsislav el Grande, el último príncipe que presidió una Rus unificada en el siglo XII. Vorobei considera que este reino medieval deslavazado, de cuyos pedazos emergerían, siglos después y en distintas circunstancias, las actuales Ucrania, Rusia y Bielorrusia, fue la forma original de Ucrania. Un Estado roto por los mongoles en 1240, pero reconformado con la rebelión de los cosacos en el siglo XVII y reenergizado ahora, desde 2022.

Foto: Trabajadores de la mina Skochinsky, en Donétsk. (Vagánov)
TE PUEDE INTERESAR
Testigo de la gloria y miseria del Donbás: la odisea de Serguéi Vagánov
Argemino Barro. Uzhhorod (Ucrania)

Con su inigualable colección de iglesias y catedrales antiguas, y su rol como ciudad más importante de la Rus de Kiev en rivalidad continua con la capital, Cherníhiv presenta al escenario adecuado para la arenga de Vorobei, que presenció la embestida y el cerco del Ejército ruso en aquellos días fríos de febrero y marzo del año pasado. “Los rusos nos empezaron a oprimir ya en los tiempos de Rus”, añade. “El príncipe Andrei Bogolyubsky [de la contemporánea ciudad rusa de Vladímir] saqueó y quemó Kiev en el siglo XII. La odiaba porque no podía tenerla”.

La percepción generalizada del vecino ruso ha cambiado en la última década, desde que la rebelión del Maidán en 2013, la ocupación rusa de Crimea poco después y el inicio de la injerencia en el Donbás, triturasen las relaciones bilaterales. También la percepción de Bielorrusia. Hasta hace unos años era natural relacionarse con los vecinos del otro lado del linde, yendo de compras o de visita a amigos y familiares. Unos estados vecinos que hoy bombardean Ucrania.

“Teníamos vínculos con Rusia, sobre todo Cherníhiv. La única región de Ucrania que colinda tanto con Rusia como con Bielorrusia. Mitad y mitad. Tenemos un pueblo en el que las tres repúblicas hermanas”, dice haciendo el gesto de las comillas, “están representadas. Se llama Senkivka. Si vas a la izquierda, estás en Bielorrusia; si vas a la derecha, en Rusia. Durante muchos años, cada mes de junio, allí se celebraba un festival de la amistad. Cuando éramos estudiantes, allá por 2001, los presidentes de los tres países se veían allí y se reunían en un precioso hotel de otro pueblo”.

Foto: Banderas de Ucrania y Rusia. (EFE/Julian Stratenschulte)

Vorobei dice que el ucraniano que se habla en esta región norteña también tiene sus particularidades fonéticas, ya que está ligeramente mezclado con el bielorruso y con algo de ruso. Como en el resto de Ucrania, especialmente allí donde el ucraniano y ruso tienen un peso similar, los habitantes hablan indistintamente ambos idiomas, muchas veces alternándolos con naturalidad en la misma conversación.

En medio del asalto sobre Kiev, del bombardeo de Járkov, de los rápidos avances en el sur y de la destrucción de la ciudad estratégica de Mariúpol, los asedios de Sumy y de Cherníhiv quedaron mediáticamente relegados, pero fueron clave en el empantanamiento de las fuerzas rusas en su marcha hacia la capital. Esos cerca de 30.000 soldados invasores que cercaron la ciudad probablemente contaban con una rendición rápida. No fue el caso. Un hecho que algunos habitantes de Cherníhiv han aprovechado para adjudicarse el apodo de “fortaleza del norte”.

Un año y medio después de haber echado a los rusos, los habitantes del norte de Ucrania ven cómo la noche vuelve a relumbrar en los pueblos fronterizos. Es la artillería rusa golpeando de nuevo. A las explosiones que se registran casi de rutina en los pueblos de las provincias de Chernihiv y Sumy, el 19 de agosto un misil Iskander ruso impactaba contra el teatro principal de la ciudad, matando a 7 personas e hiriendo a más de 140. Ucrania también denunció repetidos intentos de mandar a grupos de sabotaje rusos, detectados y rechazados gracias a los accesorios de visión nocturna.

Ucrania Conflicto de Ucrania
El redactor recomienda