El agua radiactiva de Fukushima al fin llega al océano y China monta en cólera
Japón comenzará a verter las aguas contaminadas durante el accidente nuclear de Fukushima este jueves. Hecho que no ha sentado bien entre las autoridades chinas
Más de 12 años han trascurrido ya desde el desastre nuclear causado por el terremoto y posterior tsunami en la costa japonesa que golpeó la central de Fukushima, causando el segundo peor desastre nuclear de la historia de la humanidad, solo por detrás del accidente de Chernóbil. Japón comenzará este jueves a verter al océano Pacífico más de un millón de toneladas de agua radiactiva depurada procedente de la planta de energía nuclear. Pese a que desde el Gobierno nipón aseguran que se cumplirán todos los estándares de seguridad ambiental, la decisión ha desatado las críticas de sus propios ciudadanos, organizaciones ecologistas y rivales geopolíticos regionales, como la vecina China.
El anuncio del primer ministro japonés, Fumio Kishida, del martes de que el vertido al mar del agua residual tratada de la central nuclear de Fukushima empezará el jueves ha provocado una furiosa reacción por parte de China y sus aliados de Hong Kong. Pekín ha urgido de nuevo a Japón a que detenga el vertido al mar del agua radiactiva descontaminada de la accidentada central nuclear de Fukushima y ha anunciado que prohibirá la importación de productos alimentarios de 10 prefecturas niponas e impondrá controles de radiación a los del resto del archipiélago.
"El Gobierno chino insiste en que la gente debería ser lo primero, y seguirá tomando las medidas que considere necesarias para salvaguardar la seguridad alimentaria y la salud de los ciudadanos chinos", indicó este martes en rueda de prensa el portavoz de Exteriores, Wang Wenbin. "El océano es propiedad común de toda la humanidad, no un lugar para que Japón vierta arbitrariamente agua contaminada con materia nuclear", indicó Wang. "Urgimos a Japón a que abandone este plan", reiteró el portavoz chino en la última llamada a Tokio a que desista de una iniciativa que, según Pekín, es "arbitraria" y "ha levantado múltiples preocupaciones en la comunidad internacional".
En la misma línea, el jefe del Ejecutivo de Hong Kong, John Lee, se mostró firmemente contrario al vertido de las aguas y anunció que la ciudad podría "activar inmediatamente" controles sobre los productos japoneses. Lee afirmó que la evacuación era "irresponsable" y planteaba "riesgos imposibles para la seguridad alimentaria y la contaminación y destrucción irreparables del medio marino".
Por su parte, el secretario de Medio Ambiente, Tse Chin-wan, anunció la activación de inmediato de controles de importación para proteger la seguridad alimentaria y la salud pública. "De momento, no sabemos nada sobre cuánto durará la prohibición", dijo Tse en una conferencia de prensa, y agregó que la decisión dependería de los datos y la información de Japón después del vertido. En julio, Hong Kong dijo que la prohibición cubriría los productos importados de las regiones japonesas de Tokio, Fukushima, Chiba, Tochigi, Ibaraki, Gunma, Miyagi, Niigata, Nagano y Saitama.
"Japón antepone sus intereses egoístas al bienestar a largo plazo de toda la humanidad"
Pero las consecuencias se han hecho sentir en altas esferas diplomáticas, ya que el propio Wang, en su rango de viceministro de Exteriores, citó al embajador nipón en China, Hideo Tarumi, para reprocharle que Japón siga adelante con una medida que califican de "extremadamente egoísta e irresponsable" a expensas de "la firme oposición de la comunidad internacional". Wang, que acusa al Gobierno japonés de "anteponer sus intereses egoístas al bienestar a largo plazo de toda la humanidad", afirmó que "si el agua contaminada por la energía nuclear de Fukushima es verdaderamente segura, Japón no tendría que arrojarla al mar".
Giro de 180 grados en Seúl
Si la pasada primavera Corea del Sur se expresó en términos similares a Pekín después del primer anuncio del Gobierno nipón de evacuación de las aguas contaminadas, en las últimas horas Seúl se ha mostrado mucho más moderado e incluso asegura no tener nada en contra del vertido. El primer vicejefe de la Oficina de Coordinación de Políticas Gubernamentales, Park Ku-yeon, aseguró a pocas horas del vertido de aguas en Fukushima que el Gobierno no ve problemas científicos ni técnicos en el plan de Japón de verter al océano agua radiactiva de la accidentada planta nuclear de Fukushima.
"Nuestro Gobierno ha considerado que la parte japonesa verterá el agua contaminada de la planta nuclear de Fukushima, según lo previsto inicialmente, y ha determinado que no hay problemas científicos o técnicos con el vertido planeado del agua contaminada", declaró Park durante una sesión informativa diaria sobre la cuestión de Fukushima. Sin embargo, Park quiso hacer un matiz importante aclarando que el Gobierno surcoreano ni aprueba ni se opone al plan.
Asimismo, explicó que el Gobierno también pedirá que se detenga el vertido, de inmediato, si la concentración de material radiactivo en el agua excede los niveles estándar y que Japón informe, sin demora, a Corea del Sur. Los dos países han celebrado tres rondas de conversaciones para discutir las medidas de seguimiento, después de que el presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, pidiera al primer ministro japonés que incluyera a expertos surcoreanos en la monitorización del vertido de agua de Fukushima.
El Gobierno japonés, la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) y numerosos científicos independientes han proclamado a los cuatro vientos estos últimos meses que la liberación planificada es razonable y segura. Según informaron responsables gubernamentales, el agua ha sido tratada mediante una tecnología llamada advanced liquid processing system (ALPS) —sistema avanzado de procesamiento de líquidos— que elimina la gran mayoría de los elementos contaminantes.
Problema con el tritio
El principal contaminante radiactivo que queda después del tratamiento es el tritio, una forma radiactiva de hidrógeno que es difícil de eliminar del agua, y actualmente no existe ninguna tecnología que pueda erradicar totalmente las trazas de este elemento radiactivo, que tiene una vida de hasta 100 años. Pero los expertos explican que, como todos los elementos radiactivos, existen estándares internacionales de niveles seguros de tritio. En los líquidos, la radiación se mide en becquerels (Bq) por litro, que sería la cantidad de radiación ionizante liberada cuando un elemento como el tritio emite energía espontáneamente como resultado de la desintegración de un átomo inestable.
El Gobierno japonés, antes del vertido de las aguas, asegura que ha optado por un límite de concentración de radiación de 1.500 Bq por litro, siete veces inferior al límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 10.000 Bq por litro en agua potable. Además, como aseguran las autoridades niponas, la supervisión independiente por parte del OIEA garantiza que se cumplan todos los requisitos antes de proceder al desagüe de las aguas.
El caso del tritio es muy particular, ya que, según los científicos, los procesos naturales de la atmósfera generan el equivalente a 150 y 200 gramos de tritio anuales. En el caso concreto del océano Pacífico, actualmente se acumula el equivalente a 8,4 kg de tritio, con lo que los tres gramos de cantidad total del elemento en las aguas residuales de Fukushima resultan una cantidad ínfima, según argumenta Tokio. Además, las autoridades japonesas afirman que no contemplan realizar un derrame completo, sino que tienen previsto el lanzamiento de 0,06 gramos anuales. Según los expertos en energía nuclear consultados, hay centrales nucleares en Europa, China o Corea del Sur que vierten a los mares y océanos más del doble y el triple de tritio de lo que se derramará anualmente en Fukushima, sin que se haya registrado ningún perjuicio a ninguna comunidad o en el medio ambiente.
Los principales afectados, confiados
Mientras China continúa su campaña de desprestigio de Japón por el vertido, los países de las islas del Pacífico, que serán los más afectados por el vertido, según los científicos, se han mostrado mucho más moderados que Pekín. El presidente de uno de los países que tendrán una exposición más clara a este vertido por las corrientes marinas, Surangel Whipps Jr., de la pequeña República de Palau, mostró hace unas semanas su comprensión y confianza con el plan de Tokio en una reciente visita al país.
En una visita oficial, Whipps Jr. mostró su confianza en el compromiso sincero de Japón de utilizar la ciencia y la tecnología para garantizar la seguridad del agua liberada, a pesar de ser uno de los países que se verían afectados directamente por los vertidos nucleares. Whipps Jr. se convirtió en el primer jefe de Estado extranjero en conocer de primera mano las explicaciones de los expertos nucleares nipones y visitar las instalaciones de la planta nuclear de Fukushima desde el terremoto y tsunami de 2011.
El resto de países que conforman las islas del Pacífico no han expresado en ningún momento las preocupaciones que ha elevado Pekín y han mostrado su confianza en que Tokio gestionará con eficacia y transparencia el vertido. Funcionarios del propio Gobierno japonés, en un contacto informal con la prensa, expresaron ayer su agradecimiento "por la comprensión que han mostrado países como Palau, Fiji, Micronesia o las Islas Cook".
Más de 12 años han trascurrido ya desde el desastre nuclear causado por el terremoto y posterior tsunami en la costa japonesa que golpeó la central de Fukushima, causando el segundo peor desastre nuclear de la historia de la humanidad, solo por detrás del accidente de Chernóbil. Japón comenzará este jueves a verter al océano Pacífico más de un millón de toneladas de agua radiactiva depurada procedente de la planta de energía nuclear. Pese a que desde el Gobierno nipón aseguran que se cumplirán todos los estándares de seguridad ambiental, la decisión ha desatado las críticas de sus propios ciudadanos, organizaciones ecologistas y rivales geopolíticos regionales, como la vecina China.
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