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China monta en cólera diplomática por el vertido de aguas de la central de Fukushima
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"Alto grado de vigilancia"

China monta en cólera diplomática por el vertido de aguas de la central de Fukushima

Ante la decisión de Japón y la OIEA, China ha decidido imponer de facto una prohibición sobre los productos provenientes del mar de Japón

Foto: Estudiantes con máscaras en las que aparecen el primer ministro japonés, Fumio Kishida, el presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, y el jefe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi. (Reuters)
Estudiantes con máscaras en las que aparecen el primer ministro japonés, Fumio Kishida, el presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, y el jefe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi. (Reuters)

Este viernes Japón comenzó su plan de volcar aguas residuales de la central de Fukushima en el Pacífico norte. El proyecto ha sido respaldado por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y Corea del Sur. Las medidas tomadas son "concordantes con los estándares de seguridad internacionales relevantes", dijo el Ejecutivo nipón. Mientras que China ha mostrado su profundo rechazo ante la decisión tomada.

De hecho Pekín, como muestra de su negativa, ha decidido imponer una prohibición de facto a las importaciones de productos del mar japoneses. La Administración General de Aduanas del gigante asiático prometió hoy un "alto grado de vigilancia" sobre las importaciones de alimentos procedentes de Japón.

Foto: Jair Bolsonaro rechaza cualquier tipo de confinamiento (Reuters/Adriano Machado)

Varias protestas han recorrido Japón y Corea por la decisión de verter las aguas de la central nuclear y la comunidad científica ha dividido opiniones. Para calmar los ánimos, la OIEA tendrá "presencia permanente" durante décadas en la accidentada central de Fukushima para supervisar el vertido al mar de aguas residuales y alertar en caso de detectar irregularidades, según dijo hoy su responsable, Rafael Mariano Grossi.

Ha pasado más de una década desde el desastre que se inició durante el mediodía del 11 de marzo de 2011, cuando un violento terremoto de magnitud 9,1 en la escala de Richter se produjo frente a las costas de las jefaturas japonesas de Fukushima y Sendai. El seísmo fue tan potente que movió 2,5 metros a la isla principal de Japón, conocida como Honshu, e incluso desplazó ligeramente el eje de la tierra. Esta tragedia supuso la muerte de más de 22.000 personas y cientos de miles de ciudadanos se vieron obligados a abandonar sus casas y residencias. Pero las mayores horas de peligro se vivieron en el reactor de la central Fukushima. Pese a que el sistema de seguridad de la planta respondió adecuadamente a la intensa sacudida, una hora después empezaron a llegar las olas de más de 15 metros de altura.

El plan de vertidos "ha generado preocupación entre los consumidores chinos sobre la seguridad de los alimentos importados desde Japón", indicó Aduanas de China en un comunicado publicado hoy en su página web, en el que aseguró que "asumirá la responsabilidad absoluta para con los consumidores chinos" a este respecto, algo para lo que "tomará todas las medidas necesarias con arreglo al desarrollo de la situación".

Un portavoz de la citada Administración recordó que, desde 2011, China mantiene una prohibición de importar comida desde una decena de las 47 prefecturas que componen la nación insular, entre ellas la de Fukushima, y revisa "de forma estricta" toda la documentación de los alimentos llegados desde otras partes de Japón, especialmente en el caso de productos acuáticos como el marisco. Si bien múltiples países han retirado muchas de sus restricciones en los últimos años, China solo lo hizo en 2018 en el caso del arroz importado desde la prefectura japonesa de Niigata.

Esta misma semana, el Ministerio chino de Asuntos Exteriores reclamó a Tokio que desista de su iniciativa, acusando al país vecino de "actuar de forma completamente arbitraria" a la hora de "forzar un plan que ha levantado múltiples preocupaciones en la comunidad internacional". Mientras tanto, el director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Mariano Grossi, defendió la "fiabilidad" del plan al considerar que el proceso ideado por Japón "cumple los estándares internacionales de seguridad" y tendrá "un impacto radiológico insignificante" tanto para la salud humana como para el medio ambiente.

¿Es peligroso el vertido?

El Gobierno de Japón aprobó en abril de 2021 su plan elaborado junto a la compañía energética Tokyo Electric Power (TEPCO) para deshacerse de las toneladas de agua contaminada de materiales radiactivos que se acumulan en la accidentada planta de Fukushima Daiichi a raíz de la crisis nuclear desencadenada una década antes por un terremoto y un devastador tsunami.

El Ejecutivo nipón, la operadora de la planta y el regulador nuclear japonés se decantaron por el vertido al océano como la mejor vía para solucionar el problema del almacenamiento limitado para el líquido dentro de las instalaciones nucleares, y tras descartar otras alternativas por su complejidad técnica o su mayor coste. El plan, que fue elaborado en colaboración con el OIEA, consiste en verter al Pacífico de forma gradual más de 1,32 millones de toneladas de líquido contaminada de radioisótopos, tras ser procesada para retirarle la mayoría de esos materiales altamente radiactivos y diluida en agua marina.

El agua radiactiva generada en la planta tras estar en contacto con los reactores nucleares dañados, se filtra en unos circuitos llamados ALPS (Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos), capaces de retirar 62 tipos de materiales radiactivos, a excepción del tritio y del carbono-14, según las autoridades japonesas.

Este proceso de depurado se repite tantas veces como sea necesario en la red de bidones y procesamiento hasta garantizar que la concentración de materiales radiactivos está por debajo de los límites fijados por Japón a partir de estándares internacionales. Las autoridades niponas aseguran que los residuos radiactivos restantes en el líquido tras el proceso de depurado y diluido no superarán los 1.500 becquereles por litro antes de llegar al mar. Esto equivale a una séptima parte del máximo fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el agua potable.

Foto: Vista aérea del agua contaminada almacenada en la central de Fukushima I. (EFE/Jiji Press)

Tanto el Gobierno japonés como el OIEA mantienen que el vertido se ajusta a las normativas internacionales de seguridad aplicadas para la industria nuclear y de protección radiológica, y señalan que la presencia de residuos radiactivos en aguas próximas a la central será analizada durante el vertido para detectar posibles anomalías.

Según los cálculos de las autoridades niponas y las conclusiones del OIEA, los niveles de radiactividad resultantes del vertido en las aguas próximas a la central serán prácticamente idénticos a la radiación ambiental, por lo que consideran que el impacto radiológico será "insignificante" para la salud humana y el medio ambiente.

Sin embargo, ciertas voces de la comunidad científica internacional, entre ellas la Asociación Nacional de Laboratorios de Biología Marina de Estados Unidos (NAML), han llamado a detener el vertido al considerar insuficientes los datos aportados para justificar su seguridad. También han protestado o mostrado inquietud por su posible impacto la industria pesquera local de Fukushima, el Foro de Países del Pacífico y países vecinos como Corea del Sur y China.

Foto: El Primer Ministro japonés, Fumio Kishida. (REUTERS/Xinhua Zhang Xiaoyu)

Japón argumenta asimismo que los vertidos al mar de agua contaminada de tritio son una práctica habitual en la industria nuclear, en algunos casos con concentraciones mucho mayores de las previstas en Fukushima. El Gobierno nipón señaló que el vertido comenzaría a partir de una fecha sin determinar durante este verano. Una vez presentado el informe final del OIEA sobre el mismo, el Ejecutivo analizará sus conclusiones antes de tomar una decisión definitiva para proceder a la descarga del líquido.

La ingente cantidad de agua contaminada que se acumula en la central —y que sigue creciendo de forma diaria—, unida a los límites regulatorios de seguridad, hacen que el vertido pueda prolongarse varias décadas e incluso extenderse hasta el mismo horizonte estimado para el desmantelamiento de la planta, entre 2040 y 2050.

Este viernes Japón comenzó su plan de volcar aguas residuales de la central de Fukushima en el Pacífico norte. El proyecto ha sido respaldado por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y Corea del Sur. Las medidas tomadas son "concordantes con los estándares de seguridad internacionales relevantes", dijo el Ejecutivo nipón. Mientras que China ha mostrado su profundo rechazo ante la decisión tomada.

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