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El golpe al medioambiente (y a la economía) que supone el vertido de agua de Fukushima
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lo consideran "inevitable"

El golpe al medioambiente (y a la economía) que supone el vertido de agua de Fukushima

A pesar de que determinados países como EEUU, Francia o Corea del Sur han llevado a cabo esta misma práctica en los últimos 10 años, los 1,25 millones de toneladas de agua contaminada con tritio suponen un peligro muy severo

Foto: La central nuclear de Fukushima, con los contenedores de agua en segundo plano. Foto: Reuters
La central nuclear de Fukushima, con los contenedores de agua en segundo plano. Foto: Reuters

En marzo de 2011 tuvo lugar uno de los peores accidentes nucleares de la historia. Un terremoto, seguido de un tsunami, impacto en la central nuclear de Fukushima, a 213 kilómetros al norte de Tokio. El gran impacto del mar se llevó la vida de 15.893 japoneses, dejando a 2.652 heridos y a otros 2.556 desaparecidos.

Con estas enormes cifras, puede parecer que cualquier otra consecuencia material, por grande que fuera, quedase empequeñecida, pero eso no es así cuando se trata de una planta nuclear. De los 6 reactores de agua en ebullición que contiene la planta, el 1 el 2 y el 3 fueron los que recibieron el mayor impacto por la gran ola que llegó a alcanzar los 14 metros de altura (y el dique de contención solo tenía 5,7). Esto provocó la inundación de las plantas bajas de la central nuclear y la inutilización de los generadores de emergencia (diésel), diseñados para poder mantener el control de la central cuando esta se apaga completamente y no tiene acceso a la red eléctrica. Circunstancias que se dieron ese 11 de marzo. Esto desencadenó una serie de eventos (pérdida de material refrigerante, pérdida de control sobre la presión y actividad de los reactores...) que provocaron la fisión de los reactores 1, 2 y 3 y las consiguientes explosiones por acumulación de hidrógeno y la liberación de material radioactivo.

"En la actualidad hay 1,25 millones de toneladas de agua contaminada y este número aumenta a un ritmo de 140 toneladas al día"

Esta situación obligó a bombear toneladas y toneladas (desde 2011 hasta hoy) de agua a los combustibles fisionables de los reactores nucleares para parar la acumulación de presión. ¿Pero qué pasa con toda esa agua? Pues, hasta ahora, se almacenaba en unas superficies adyacentes a la central nuclear, pero eso va a acabar de forma inminente, dado que el primer ministro de Japón, Yoshide Suga, ha tomado la decisión esta mañana de verter esas aguas radioactivas al océano pacífico, dado que se están quedando sin espacio para almacenarlo.

En la actualidad hay 1,25 millones de toneladas de agua contaminada y este número aumenta a un ritmo de 140 toneladas al día. Por ponerlo en contexto, se trata del equivalente a 370 piscinas olímpicas que se van a verter al Océano Pacífico. La capacidad de almacenaje de las instalaciones está llegando a su límite y, se calcula, que para mediados de 2022 alcance su tope.

¿Por qué es radiactiva?

Uno de los subproductos de la fisión nuclear es la generación de tritio. Se trata de un isótopo del hidrógeno que, además del protón y neutrón habitual, incluye un segundo neutrón en su núcleo. Se trata de un elemento radioactivo con un periodo de semidesintegración -o semivida- (el tiempo en el que la mitad de los radioisótopos de una muestra se desintegran) de tan solo 12,4 años (en comparación al plutonio -el 239, uno de los más estables-, con una semivida de 80 millones de años, no es prácticamente nada).

Foto: Tanques con agua de Fukushima. (EFE)

Estos átomos, en contacto directo con el agua de refrigeración, son arrastrados por esta y, por tanto, están presentes en los 1,25 millones de toneladas almacenadas que, ahora van a ser vertidas al mar.

¿No hay más soluciones?

Sí, las hay, pero tienen sus pegas. La primera que se plantearon fue evaporar los 1,25 millones de toneladas de residuos, que desecharon debido a la poca certeza que tenían de que los elementos radiactivos no se dispersaran. La otra que se planteaban era la inyección del líquido en enormes depósitos en el subsuelo, opción que se ha acabado descartando por tres razones: su complejidad técnica, el elevado coste de la operación y el poco tiempo del que disponen las autoridades antes de que los depósitos actuales alcancen su límite.

De todos modos, y por desgracia, a pesar del vertido el problema no estará solucionado. Las autoridades japonesas prevén que el desmantelamiento completo de la central (que lleva en marcha desde el incidente) se complete entre los años 2041 y 2051.

¿Ha sido precipitada la decisión?

Según explica el propio Primer Ministro japonés, "esta medida ha sido estudiada por expertos durante más de seis años". De hecho, explica, no solo tiene el visto bueno del gobierno de este país asiático, sino también del Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA). El Primer Ministro japonés considera que esta solución era 'inevitable' y que se trata de la opción "más realista".

Como mantienen desde el Ejecutivo nipón, así como desde la IAEA, esa es una práctica habitual en muchas otras centrales nucleares a lo largo y ancho del mundo. De hecho, desde que tuviera lugar este accidente en 2011, determinadas centrales nucleares en EEUU, Reino Unido, Francia, China y Corea del Sur los han realizado. En algunas de esas ocasiones, la concentración de tritio era mayor que la que tiene el agua de refrigeración almacenada en Fukushima, pero nunca se había tratado de una cantidad tan grande.

El impacto medioambiental (y económico)

Una de las principales preocupaciones es el área que rodea la central nuclear de Fukushima (en la prefectura de Fukushima). El impacto de este vertido que se prolongará durante los próximos dos años afectará (por grande que sea el océano Pacífico) a las aguas costeras de esta región administrativa de forma más severa. De hecho los pescadores de la zona lo rechazan dado que mantienen que este vertido podría dañar todavía más la reputación de sus productos locales, que ya se vio prácticamente destruida tras el tsunami de 2011.

placeholder la 'estela radiactiva' del incidente de Fukushima en  2011. Foto: NOAA
la 'estela radiactiva' del incidente de Fukushima en 2011. Foto: NOAA

Del mismo modo, China, Corea del Sur, y Taiwan han mostrado su rechazo a la intención de Japón de realizar el vertido, dado que mantienen que pone en peligro la salud humana y el medioambiente.

Pero las repercusiones no se limitan a la costa de la prefectura de Fukushima. Tras el incidente de 2011, la estela radiactiva cubrió la totalidad del océano Pacífico, llegando con concentraciones importantes hasta la totalidad de la costa oeste americana. Este vertido solo suma un poco (1,25 millones de toneladas de agua, en comparación a esta inmensa masa de agua, no son nada) pero sus efectos serán visibles en los próximos meses.

En marzo de 2011 tuvo lugar uno de los peores accidentes nucleares de la historia. Un terremoto, seguido de un tsunami, impacto en la central nuclear de Fukushima, a 213 kilómetros al norte de Tokio. El gran impacto del mar se llevó la vida de 15.893 japoneses, dejando a 2.652 heridos y a otros 2.556 desaparecidos.

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