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¿Le espera a China una crisis del ladrillo? "Existen múltiples paralelismos con España"
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Entrevista con Dinny McMahon

¿Le espera a China una crisis del ladrillo? "Existen múltiples paralelismos con España"

El analista y autor del libro 'La Gran Muralla de la deuda de China' conversa con El Confidencial sobre la crisis de la inmobiliaria Evergrande y los riesgos para la economía de la potencia mundial

Foto: Dinny McMahon. (Fotografía cedida)
Dinny McMahon. (Fotografía cedida)

A la hora de hablar de la economía china, a menudo los adjetivos se quedan cortos. Desde 'descomunal' hasta 'asombrosa', pasando por el clásico 'extraordinaria', ninguno parece hacerle justicia a la hora de describir su crecimiento. Es mejor recurrir a una simple cifra. Desde el comienzo de siglo, el producto interior bruto de países como España o Estados Unidos se ha duplicado. En el mismo periodo, el de China se ha multiplicado por 10. Si nos vamos otros 20 años atrás, toca añadir otro cero: de 150.000 millones de dólares a cerca de 15 billones en cuatro décadas.

Pero para Dinny McMahon, analista financiero experto en China, experiodista del 'Wall Street Journal' y autor de 'La Gran Muralla de la deuda de China: bancos en la sombra, ciudades fantasma, préstamos masivos y el fin del milagro chino', lo más excepcional de China no es su economía, sino su Gobierno. El secreto no reside en que el sistema chino sea mágicamente inmune a las crisis económicas o a las recesiones, sino en que el Ejecutivo liderado por Xi Jinping cuenta con una masiva capacidad —y voluntad— de manipularlo para postergar las peores consecuencias casi indefinidamente. Y 'casi', aquí, es la palabra clave. En palabras del autor: "Las autoridades de China tienen una capacidad incomparable para dar una patada al problema. Pero con cada patada, el problema se hace más grande y rueda cada vez menos lejos".

En su libro, McMahon advierte de que una postergación infinita del problema es imposible. En algún momento, no se atreve a vaticinar cuando (cientos lo han intentado y fallado), China deberá pagar los platos rotos por el endeudamiento masivo que ha financiado su crecimiento desmesurado. Ahora, con la reciente crisis de Evergrande, la segunda mayor promotora inmobiliaria de China que amenaza con protagonizar una de las mayores quiebras de la historia, algunos analistas consideran que la primera ficha del dominó ha caído. En entrevista con El Confidencial, el experto considera esta posibilidad y analiza las vulnerabilidades de la economía del gigante asiático.

Foto: El presidente chino, Xi Jinping. (Reuters)

PREGUNTA. Muchos ven la crisis de Evergrande como la posible carta torcida que acabe derrumbando el castillo de naipes de la economía china y provocando un colapso que lleva siendo vaticinado más de 20 años. ¿Cuán acertadas son esas predicciones?

RESPUESTA. Yo no creo que Evergrande sea un nuevo Lehman Brothers. El colapso de Lehman provocó el batacazo del sistema financiero estadounidense al completo. Eso no pasará en China si la inmobiliaria entra en incumplimiento de pagos. Sin duda, la compañía tiene el potencial de provocar una disrupción considerable en la economía china, pero no se trata de algo inevitable.

Los comentaristas occidentales a menudo parten del planteamiento erróneo de que si el Gobierno chino no rescata a Evergrande, eso significa que la va a dejar caer por completo. Esa no es la manera correcta de verlo. Si Evergrande no es rescatada, y no creo que lo sea, su quiebra probablemente solo será el principio de un largo proceso a lo largo del cual el Gobierno intervendrá en reiteradas ocasiones para intentar minimizar su impacto en la economía.

P. ¿Da por hecho, entonces, que la compañía no va a ser rescatada?

R. No merece la pena salvar a Evergrande. Su deuda es enorme y desproporcionada en relación con otras inmobiliarias chinas; se ha labrado desde hace más de una década una reputación de retorcer las normas; se ha diversificado demasiado en cosas que no tienen nada que ver con el sector inmobiliario (desde embotelladoras de aguas hasta parques de atracciones y equipos de fútbol), y es, en general, una compañía que implica demasiado riesgo.

Foto: Oficinas de China Evergrande en Hong Kong. (Reuters)

Lo que sí es necesario salvar son sus proyectos inmobiliarios. Ahí es donde está el valor. Estos proyectos son lo que soporta el ecosistema económico de proveedores y contratistas que dependen de Evergrande para sus ingresos. Y lo más importante: muchos de estos edificios ni siquiera están construidos, ya que Evergrande, como otras compañías similares, ha vendido gran parte de sus apartamentos sin esperar a que estén terminados. Por eso es importante salvar estos proyectos, porque hay muchísima gente que ha pagado por sus casas y que ahora ni siquiera sabe si estas llegarán a existir. Va a haber mucha presión sobre Evergrande para que venda estos proyectos y sobre otras inmobiliarias, estatales y privadas, para que los compren. A la vez, el efectivo generado por estas ventas ayudará a la compañía a pagar su deuda. Al final de este largo proceso, es probable que Evergrande sobreviva como una versión diminuta de la que existía hasta ahora. Será doloroso y costará mucho tiempo, pero creo que es la dinámica que vamos a ver.

"El mayor problema para el sistema económico chino sería un efecto contagio basado en la psicología humana"

P. Entonces, ¿considera que la reacción internacional a la crisis de Evergrande ha sido exagerada?

R. No necesariamente, porque sí existe la posibilidad de que veamos una realidad mucho más destructiva. El principal riesgo es que los miedos desatados por la caída de Evergrande se contagien al resto del mercado inmobiliario chino. Si un gran número de personas deja de comprar viviendas por temor a que estas no se construyan o se devalúen, si la psicología de los consumidores chinos cambia drásticamente, muchas inmobiliarias sufrirán los mismos problemas de financiación que han provocado la caída de Evergrande. Ese sería el mayor problema para el sistema económico chino: un efecto contagio.

P. Esa psicología es una de las pocas cosas que el Gobierno chino no puede controlar…

R. El Gobierno chino ha demostrado una y otra vez ser muy competente a la hora de resolver problemas económicos, navegando sin problema varios colapsos bancarios, como el de Baoshang Bank en 2019. Crisis tras crisis, siempre ha sido capaz de garantizar que el sistema cuente con la liquidez necesaria, que todo el mundo sea capaz de pagar sus deudas y que los colapsos ocasionales no sean muy disruptivos. Pero la psicología humana es diferente. A las autoridades chinas les resultaría extremadamente difícil corregir el rumbo si cunde el pánico.

Foto: Foto: EFE.

P. Su libro, publicado en 2018, describe una serie de problemas endémicos en la economía china, como el endeudamiento masivo, los préstamos sin garantías o la especulación descontrolada, pero a lo largo de los últimos años el Gobierno de Xi Jinping ha intentado enfrentarse a varios de ellos. ¿Ha cambiado la situación económica en el país?

R. El sistema financiero chino ha mejorado mucho en los últimos cuatro años. Las autoridades del país se han centrado en hacer limpieza del sistema, especialmente del sector bancario informal ('shadow banking'), el cual se ha reducido considerablemente. Por otra parte, los bancos se han ido librando cada vez más agresivamente de sus préstamos más dudosos. No hay duda de que todavía queda mucha deuda odiosa en el sistema bancario chino, pero no es una situación tan mala como la de hace unos años.

Como parte de esa limpieza, el Gobierno chino empezó el año pasado a forzar a las promotoras inmobiliarias a reducir su endeudamiento. Aunque técnicamente no forman parte del sistema financiero, estas promotoras son sus principales prestamistas y han acumulado una cantidad insana de deuda. Al verse incapaces de obtener más préstamos, compañías como Evergrande, que ya de por sí contaban con problemas a la hora de generar ingresos para pagar sus deudas, se han visto arrastradas hasta un punto de quiebra.

Foto: Foto: EC.

Es cierto que el Gobierno chino, aparentemente, ha reconocido que su relación entre deuda y PIB era un potencial riesgo sistémico a largo plazo y ha logrado estabilizarla un poco. Sin embargo, la mayoría de la reducción ha procedido de las empresas. Mientras tanto, la deuda de los hogares ha crecido muchísimo. Eso no era un problema hace cinco años, pero desde entonces los números se han disparado debido a los elevados precios de la vivienda.

P. Por un lado, usted afirma que los aspectos más preocupantes de la economía china han mejorado en los últimos años. Por el otro, considera que este puede ser el momento más peligroso para el país. ¿Cómo explica esta aparente contradicción?

R. La situación es más peligrosa precisamente porque el Gobierno chino está tomando las medidas para reconducir su economía y evitar la acumulación de deuda. El riesgo de que algo se tuerza es mayor en los periodos de reforma. Por otro lado, la situación actual es más volátil y potencialmente peligrosa por la cantidad de endeudamiento de los hogares, lo que hace que los ciudadanos sean mucho más vulnerables si se produce una crisis económica de cualquier tipo.

"Este es el comodín de China. Si algo se tuerce, las autoridades no se verán limitadas por debates públicos. Harán lo necesario a cualquier precio"

P. Goldman Sachs estimó en 2019 que el valor total de las viviendas y catálogos de promotores en China alcanzó los 52 billones de dólares en 2019, superando con creces el de Estados Unidos. Además, se estima que aproximadamente un 20% del parque inmobiliario de China está actualmente sin ocupar. ¿Existe una burbuja inmobiliaria en el país y, de ser así, cuán vulnerable es la economía china a la explosión de esa burbuja?

R. Esa es la pregunta más importante, y no existe una buena respuesta para ella. Es uno de los grandes problemas que tuve a la hora de escribir mi libro. Es fácil describir China como una burbuja que está a punto de estallar. Después de todo, llevamos 25 años consecutivos de crecimiento desmesurado. Pero hemos llegado a un punto en el que nadie sabe cuándo sucederá o incluso si llegará a suceder.

De lo que no hay duda es de que el precio de la vivienda es muy alto y los hogares están endeudados enormemente. Desde fuera, desde luego, parece que estamos en un momento peligroso, pero no hay manera de saber si habrá un estallido o no. Los expertos llevan décadas vaticinándolo y nunca ha sucedido. Nunca hay que subestimar la capacidad y determinación del Gobierno chino a la hora de garantizar la estabilidad económica a todo precio. Este es su comodín. Si algo se tuerce, las autoridades chinas no se verán limitadas por debates públicos sobre lo que es correcto, la libertad del mercado o la responsabilidad moral. Harán lo que consideren que deben hacer para salvaguardar el sistema, cueste lo que cueste.

Foto: El China Evergrande Centre, en Hong Kong. (Reuters)

P. En su libro, describe una China con miles de viviendas que permanecen vacías por la especulación, barrios construidos de la noche a la mañana sin nadie que quiera vivir en ellos, ciudades fantasma, familias enormemente endeudadas para pagar los precios desorbitados de sus pisos e incluso aeropuertos que son edificados sin importar si llegan aviones o no. A los españoles, todo esto nos resulta muy familiar. ¿Existen paralelismos entre la China actual y la España de los años anteriores a la crisis del ladrillo?

R. Absolutamente. Existen múltiples paralelismos con España y con Estados Unidos antes del colapso de Lehman Brothers. Existen dinámicas que son particulares de China, como el hecho de que el suelo sea propiedad de los gobiernos locales y que por lo tanto venderlo sea una manera de generar crecimiento económico. Pero definitivamente existen esas similitudes hoy en día con la España de entonces.

P. Sobre el problema de las ciudades fantasma en China, recientemente han surgido numerosos reportes de que varias de ellas están volviendo a la vida. ¿Cree que son ciertos?

R. Es difícil estar seguro de ello. Hay decenas de ciudades fantasma en China, algunas de las cuales es posible que estén volviendo a la vida, pero hay varios problemas a la hora de determinar si esto es cierto o se trata de puras apariencias. El primero es que hoy en día no existen investigaciones al respecto. No hay periodistas que estén intentando hacer una aproximación científica al problema.

El segundo problema en la crisis de las ciudades fantasma no se trata simplemente de que no haya gente viviendo en ellas. En la mayoría de las ciudades, por despobladas que estén, todos los edificios han sido comprados por gente que los consideraba una buena inversión. El tema es el derroche que los gobiernos locales invirtieron en su desarrollo, uno que necesita una considerable actividad económica en su interior para recobrar lo gastado. Incluso si más personas residen en estas ciudades fantasma porque la vivienda es más asequible en ellas, su presencia no genera por sí misma los ingresos que las administraciones locales requieren para justificar su inversión, ya que apenas existe empleo en su interior.

Foto: Un hombre pescando en un canal de los "Cinco continentes" (J. Ibáñez)

P. Cuando hablamos de China, solemos concebirla como una nación con un Gobierno central omnipotente que controla todos los aspectos del país. Sin embargo, usted describe una realidad muy distinta: una en la que los gobiernos y administraciones locales cuentan con una enorme libertad de maniobra y definen en gran medida las características de la economía china.

R. La mayoría en Occidente cree que en China todo viene impuesto de arriba abajo, pero la realidad es que, en gran medida, la economía funciona de abajo arriba. Existen múltiples agendas, prioridades e intereses enfrentados de gobiernos y actores económicos locales que llevan a que las políticas que Pekín intenta implementar se vean retorcidas y utilizadas de formas que el Ejecutivo central no esperaba. El resultado de estas dinámicas es una economía que funciona de una forma única en el mundo.

China es gigantesca y su burocracia, en relación con la enorme población, es relativamente pequeña. El Gobierno central no cuenta con los recursos humanos o la voluntad necesarios para controlar por completo las administraciones locales. Los gobernantes a este nivel tienen, en gran medida, vía libre para implementar las políticas de Pekín como más les convenga. Y lo que más les conviene, frecuentemente, es impulsar el crecimiento económico a cualquier precio para recaudar más impuestos. Esto ha llevado a los endeudamientos masivos que ahora el Gobierno está intentando controlar.

Foto: Foto: EC Diseño.

P. China sigue incrementando su PIB considerablemente más que las potencias occidentales año a año, pero este crecimiento es cada vez menor. ¿Cree que el país está en riesgo de caer en la trampa del ingreso medio?

R. Creo que el crecimiento continuará ralentizándose cada vez más, aunque es imposible saber hasta qué punto. El riesgo de caer en la trampa del ingreso medio es muy real para China. Al mismo tiempo, Pekín es consciente de este peligro y lleva tiempo experimentando métodos para evitarlo. Actualmente, está intentando catapultar su industria hasta la cima de la cadena de valor agregado, invirtiendo en tecnología y ciberespionaje industrial. Si este modelo funcionará o no, o si será suficiente para compensar otros problemas que afrontará el país —como el demográfico—, nadie puede saberlo con certeza.

A la hora de hablar de la economía china, a menudo los adjetivos se quedan cortos. Desde 'descomunal' hasta 'asombrosa', pasando por el clásico 'extraordinaria', ninguno parece hacerle justicia a la hora de describir su crecimiento. Es mejor recurrir a una simple cifra. Desde el comienzo de siglo, el producto interior bruto de países como España o Estados Unidos se ha duplicado. En el mismo periodo, el de China se ha multiplicado por 10. Si nos vamos otros 20 años atrás, toca añadir otro cero: de 150.000 millones de dólares a cerca de 15 billones en cuatro décadas.

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