Hemos conducido el Mitsubishi Colt, y estas son sus seis diferencias con el Renault Clio

En el último año, Mitsubishi ha adoptado una nueva estrategia y ha doblado su gama, formada hasta ahora tan solo por el Space Star y el Eclipse Cross PHEV, para disponer ahora de cuatro modelos. Y lo ha hecho apoyándose en su pertenencia a la Alianza automovilística que también reúne a Renault Group y a Nissan. Esta estrategia se basa en un nuevo ASX, inspirado en el Renault Captur y fabricado también en Valladolid, y una nueva generación del Colt, pero en este caso basado en el Renault Clio y producido, como este, en Turquía. De ese modo, la marca japonesa busca recuperar terreno perdido y, con una gama más competitiva y que tenga presencia en segmentos clave del mercado, volver a coger ritmo de ventas.

Y es que si repasamos las ventas de Mitsubishi en 2022, estas se quedaron en España en las 3.049 unidades, totalizadas entonces por sus dos modelos; cuando en 2019, por ejemplo, consiguieron matricular 13.538 unidades con cinco modelos diferentes. "Si en 2024 el mercado se mueve en torno a las 960.000 unidades, esperamos que Mitsubishi suponga el 1%, es decir, comercializar unas 9.600 unidades", apunta Manuel Salvadores, director general de Mitsubishi en España. Y la marca espera que en el próximo año se vendan unas 3.000 unidades del nuevo Colt. No obstante, 2024 también será importante para el fabricante por la llegada del nuevo Outlander PHEV a Europa, desarrollado por la propia marca japonesa y ya a la venta en algunos mercados como Estados Unidos. Además, Mitsubishi también ha adelantado que en 2025 se desvelará su primer 100% eléctrico, desarrollado en el seno de la Alianza.

Si regresamos al nuevo Colt y ponemos el foco en él, en la segunda quincena de octubre desembarcará en nuestro país, y aunque el coche es igual que un Clio, tras probarlo y conocer en detalle sus características, hay algunas diferencias con el utilitario francés, que le permite distinguirse ante los potenciales compradores, además de competir, entre otros, con modelos como el Toyota Yaris, el Peugeot 208, el Opel Corsa o el SEAT Ibiza.

Las seis diferencias

1. Distintas motorizaciones. Si repasamos las mecánicas disponibles en ambos modelos, algunas coinciden y otras solo se pueden elegir en el Clio, mientras que el Colt ofrece uno inédito. En concreto, Clio y Colt comparten dos motores: el gasolina 1.0 Tce 90, un motor tricilíndrico con 90 CV y 160 Nm de par asociado a una transmisión manual de seis marchas; y una versión híbrida autorrecargable, que rinde 145 CV, asociada a un cambio automático multimodo. En el caso específico del Clio, pero no en el Colt, es posible comprarlo con un diésel 1.5 Blue dCi 100, que rinde 100 CV, 260 Nm y tiene cambio manual; o con una opción de gas licuado, el 1.0 Tce 100 GLP, con 100 CV y 160 Nm de par, y que supone el 18% de las ventas del Clio en nuestro país, según los responsables de la marca francesa. En cambio, el Colt contará con un motor de acceso a la gama, inédito en el Clio: un 1.0 de gasolina, con tres cilindros e inyección multipunto, 65 CV de potencia y 95 Nm de par, siempre con cambio manual de cinco relaciones. Un propulsor que no destaca por sus prestaciones, ya que realiza el paso de 0 a 100 km/h en 17,1 segundos, y su velocidad máxima es de 160 km/h.

2. Cambios estéticos. Si juntamos un Colt y un Clio será difícil saber cuál es cuál, ya que son almas gemelas. Pero hay varios detalles que los delatan, como la parrilla frontal, que presenta diferencias entre ambos modelos y cuentan con los logos de cada marca, al igual que en el volante. Sucede lo mismo en la zaga, ya que el Renault lleva la palabra Clio, mientras que en el Colt leemos Mitsubishi. Quizá ambas marcas hayan acordado no poner Colt, porque de lejos parece difícil diferenciar entre Clio y Colt. Por último, y también en la trasera, el Clio lleva el emblema del rombo encima de las letras, y en él se integra la cámara de visión trasera. Lógicamente, el Colt no lleva un rombo, pero en lugar de integrar el logo de los tres diamantes de la marca y la cámara integrada en él, se ha optado por una pieza estándar, que no hace referencia a ningún logotipo del fabricante japonés.

3. El Clio, más colorido. En lo relacionado a la paleta de colores, Renault pone a disposición de los clientes siete opciones: blanco glaciar, negro brillante, gris pizarra, azul rayo, rojo deseo, naranja valencia y un gris zinc; mientras que el Colt reduce este abanico a cinco tonalidades, por el momento, con denominación en inglés: royal blue, sunrise red, volcanic gray, onyx black y artic white.

4. Mismo número de acabados, distintas configuraciones. La gama de los dos utilitarios está formada por tres acabados. En eso hay coincidencia. En el caso del Colt, se denominan Motion, Kaiteki y Kaiteki+, mientras que en el Clio son Evolution, Techno y Esprit Alpine. Sin embargo, el reparto de equipamiento no es igual, y los respectivos acabados inferiores, intermedios o superiores no son dos gotas de agua. Si tomamos como referencia los de acceso a la gama, Mitsubishi equipa de serie en el Motion elementos como las luces full LED, cargador inalámbrico para móviles, climatizador, sensores de lluvia y oscuridad o cámara de visión trasera. Sin embargo, Renault, en el Evolution, incluye aire acondicionado, no equipa el cargador inalámbrico y la cámara de visión trasera tiene un coste de 200 euros adicionales, pero sí se integran los sensores de lluvia y luz.

5. ¿Y qué sucede con su precio? Como decíamos, hay diferencias de equipamiento, pero también de precio, pues a pesar de ser parejos, no son iguales. Si seguimos con los acabados básicos asociados al propulsor de gasolina 1.0 Tce de 90 CV, el Clio tiene un precio que arranca en los 16.310 euros, mientras el Colt se va hasta los 18.990 euros. Si hacemos el mismo ejercicio con el acabado intermedio y la motorización híbrida, el Clio tiene una tarifa de 24.125 euros, y de 26.490 en el caso del Colt. Respecto a la motorización de gasolina y 65 CV que solo tiene el Colt, el precio de partida es de 17.790 euros, cuantía en la que arranca el modelo japonés en nuestro país. En todos los casos, por supuesto, precios PVP, es decir, sin incluir ni promociones ni posibles descuentos de la marca.

6. El Colt ofrece más años de garantía; el Clio, más kilómetros. De serie, Renault ofrece en el Clio tres años de garantía, pero sin límite de kilometraje. En cambio, Mitsubishi aporta más años, cinco en concreto, pero el kilómetraje está limitado a 100.000 kilómetros. Mientras, en el resto de servicios, las dos marcas coinciden, ya que cuentan con garantía de ocho años o un límite de 160.000 kilómetros para las baterías de la versión híbrida, y una garantía anticorrosión de 12 años.

Al volante de dos versiones

En la jornada de pruebas que Mitsubishi organizó en Berlín (Alemania) para la prensa internacional tuvimos ocasión de conducir la versión de gasolina de más potencia (90 CV) y el híbrido autorrecargable, este último durante más tiempo. Pero la marca japonesa no contaba con unidades de la versión de gasolina de 65 CV. Y comenzamos por el HEV de 145 CV y 148 Nm de par, que nos vuelve a sorprender por su bajo consumo, como ya nos sucedió cuando probamos el Clio con esta tecnología. Y es que en un recorrido de 75 kilómetros, que priorizaba los recorridos urbanos y carreteras limitadas a 80 km/h, el consumo total medio fue de tan solo 4 litros, cuando homologa 4,3 l/100 km. Un dato realmente bueno.

Y es que, como recordó la marca japonesa, esta tecnología permite conducir por ciudad hasta el 80% del tiempo con energía completamente eléctrica, un punto que es posible confirmar al volante, ya que todos los arranques se realizan en modo eléctrico, y durante la conducción, la mayor parte del tiempo se ilumina en el cuadro de instrumentos la palabra EV en verde, que nos indica que el coche se está moviendo con el motor de gasolina apagado. De hecho, cuando pisamos con mayor fuerza el pedal del acelerador, o en situaciones en las que se activa el motor de combustión, se nota rápidamente en el interior por el sonido del propulsor, aunque el Colt está bien insonorizado.

En pocas palabras, esta mecánica consta de un propulsor de gasolina de cuatro cilindros y 1,6 litros sin turbo, de un motor eléctrico principal de 36 kW (49 CV) y de un segundo motor eléctrico que oficia de generador estator de alto voltaje bajo el capó, además de una batería de iones de litio de 1,2 kWh integrada en la parte posterior, que puede recuperar la energía de la frenada para aumentar la eficiencia.

Otro punto que nos agrada de esta motorización híbrida es que tiene un gran equilibrio entre confort y prestaciones, ya que percibimos que los 145 CV mueven con rapidez y soltura al utilitario japonés, con una aceleración de 0 a 100 km/h en 9,3 segundos. Del mismo modo, la dirección es precisa, y es muy fácil sentirse cómodo conduciendo el Colt. Ayuda a ello la suspensión, que filtra correctamente las imperfecciones del asfalto, un aspecto que pudimos comprobar bien, ya que nos sorprendió que los bonitos pueblos que rodean Berlín cuentan con buenas carreteras, pero tienen multitud de desniveles, que hacen que te muevas de un lado a otro en el interior, aunque la suspensión filtró muy bien esa situación. Por ello, consideramos que la puesta a punto del Colt es buena, como ya sucedía en el recientemente renovado Clio.

En el habitáculo encontramos un cuadro de instrumentos con una pantalla de 10 pulgadas, de serie en el acabado Kaiteki+, el más alto de la gama, mientras en otras versiones es de siete pulgadas. Es fácil de manejar, y también sencillo moverse entre las diferentes informaciones que ofrece, como velocidad, navegación, modos de conducción o consumos. En la consola central también hay dos tipos de pantallas digitales, ambas verticales y sin marco: una de siete y otra de 9,3 pulgadas. Sus dimensiones son acordes a las cotas interiores del vehículo, ya que no parecen desproporcionadas, y su uso también es muy intuitivo. Los materiales empleados en el habitáculo son correctos, algunos con cierto crujido si los presionamos, pero las sensaciones son positivas en general. Sucede lo mismo con los asientos, confortables y que recogen bien el cuerpo. La climatización automática se controla con tres ruletas clásicas, y desde la versión más básica se incluye cargador inalámbrico para móviles.

En menor medida pudimos conducir la versión 1.0 Tce 90, pero lo suficiente como para sacar conclusiones. Con 90 CV y 160 Nm de par es un motor alegre, con la potencia suficiente para mover al utilitario, aunque en los adelantamientos habrá que tirar de todo su potencial para completar la maniobra con garantías, ya que pasa de 0 a 100 km/h en 12,2 segundos. Pero realizando una conducción normal, en ningún momento nos vimos apurados, y nos transmitió una buena impresión. Lo mismo sucedió con su consumo, ya que homologa 5,2 l/100 km (5,1 en el acabado Motion) y en nuestro recorrido, precisamente, el gasto real fue de 5,2 l/100 km. Las sensaciones de la transmisión de seis velocidades también son buenas, y se combinan sin inconveniente, ya que es imposible contar con cambio automático, solo disponible en la versión híbrida.

En cuanto a los asistentes a la conducción, el Colt está equipado con un extenso listado donde destacan el control de crucero adaptativo con Stop & Go, el monitor de visión periférica, la luz automática de carretera, el aviso de ángulo muerto, el sistema de mitigación de colisiones frontales, el aviso de salida de carril, el asistente de mantenimiento de carril, el asistente de aparcamiento, la alerta de tráfico trasero o el reconocimiento de señales de tráfico, entre otros.

Por último, las dimensiones y el maletero del Colt son exactamente iguales a las del Clio, pues mide 4.053 milímetros de largo, 1.798 de ancho, 1.439 de alto y tiene una distancia entre ejes de 2.583 milímetros. En cuanto al volumen para el equipaje, varía según la motorización, ya que en las versiones de gasolina es de 391 litros, mientras que en la versión híbrida se reduce hasta los 301 litros. Pese a haber una diferencia de 90 litros entre ambas versiones, en ambos casos comprobamos cómo dos maletas de mano y dos mochilas entran sin problema.