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Economías de guerra: las sorprendentes lecciones de la historia
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Economías de guerra: las sorprendentes lecciones de la historia

La riqueza está siendo atacada por el torbellino económico que tan a menudo acompaña a la guerra —la elevada inflación— y hay indicios de que se podría avecinar una inminente recesión

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La Primera Guerra Mundial fue un baño de sangre de cuatro años que se libró en casi todos los rincones del planeta y que se saldó con 40 millones de muertos o heridos y gran parte de Europa en ruinas. La 'paz cartaginesa' impuesta a Alemania tras su derrota contribuyó a sembrar las semillas de la hiperinflación de los años 20, el ascenso de los nazis y la aún más destructiva y mortal Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, si se considera la Primera Guerra Mundial como la primera etapa de una lucha que duró 75 años, como hacen algunos estudiosos, la perspectiva cambia.

Foto: Concentración frente a la Bolsa de Nueva York, en Wall Street, en 1942. (Getty Images)

"Si observamos el periodo de 1914 a 1989", explica el historiador y arqueólogo Ian Morris, "entonces, en el esquema general, parece haber un resultado muy productivo. La creación del primer sistema verdaderamente global, tasas de muerte violenta más bajas que nunca, riqueza más alta que nunca. Depende mucho de dónde te sitúes y desde qué punto del tiempo lo mires".

Pocos inversores tienen un horizonte de 75 años. Pero, según concluye Morris en su libro de 2014, 'War! What Is It Good For? Conflict and the Progress of Civilization From Primates to Robots' (¡Guerra! ¿Para qué sirve? El conflicto y el progreso de la civilización desde los primates hasta los robots), la guerra, la práctica más destructiva de la humanidad, puede producir resultados positivos con el tiempo.

Por supuesto, nadie puede resucitar a los muertos o devolver la salud a los heridos en un conflicto armado. Sin embargo, las estructuras físicas de la vida —caminos, fábricas, ciudades— pueden reconstruirse, e incluso mejorarse.

Foto: El secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, interviene a su llegada a la primera jornada de la cumbre de la OTAN. (EFE/ Fernando Villar)

Así mismo, en aras de la paz, aquellos que viven en tiempos de posguerra tienden a apoyar a "gobiernos que puedan imponer sistemas de integración cada vez más grandes", expone Morris, que subraya herramientas como tratados o acuerdos comerciales y entidades como la Unión Europea y la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

En la actualidad, el sistema mundial que se desarrolló tras la caída del Telón de Acero en 1989 se ve amenazado tanto por otra guerra europea —la invasión rusa de Ucrania se acerca a su sexto mes— como por una creciente guerra fría entre Estados Unidos y China. La riqueza está siendo atacada por el torbellino económico que tan a menudo acompaña a la guerra —la elevada inflación— y hay indicios de que se podría avecinar una inminente recesión mundial.

¿Qué podemos esperar en el futuro? Un vistazo a algunos de los conflictos pasados de Estados Unidos podría ayudar.

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La Guerra de Secesión, la última que se libró en suelo estadounidense, fue una calamidad fratricida en la que la hiperinflación desempeñó un papel mortal y decisivo.

En 1860, el 90% de la producción industrial de Estados Unidos procedía de los estados del Norte, según indica William C. Davis en 'The Cause Lost: Myths and Realities of the Confederacy' (La causa perdida: mitos y realidades de la confederación). Así que, a medida que la guerra se prolongaba, el Sur imprimía dólares confederados para comprar las armas, la ropa e incluso los alimentos que no podía producir.

Davis explica cómo, en 1863, la inflación se disparó por encima del 300%, y los dólares confederados no valían nada. El ejército rebelde se vio abrumado por la superioridad de la capacidad manufacturera del Norte.

Foto: La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (Reuters/Wolfgang Rattay)

Al final, la guerra causó al menos 620.000 muertes militares —casi tantas como todas las demás guerras de Estados Unidos juntas— y dejó gran parte del Sur en ruinas.

Sin embargo, en lugar de desgarrar la Unión, la guerra dio lugar a un gobierno central más fuerte que reforzó los lazos entre los estados. Y la reconstrucción del Sur ayudó a dar pie a la Edad Dorada de Estados Unidos, en la que magnates capitalistas como Cornelius Vanderbilt y J.P. Morgan se enriquecieron como reyes en el accidentado mundo que fue el capitalismo inicial.

El ferrocarril transcontinental, terminado en 1869, extendió el comercio por todo el país y dotó a los estadounidenses de una mayor movilidad, uniendo regiones dispares para formar una nación cohesionada. La Revolución Industrial estadounidense suele datarse entre 1870 y 1914, la víspera de la Primera Guerra Mundial.

Foto: Ciclistas felices por el camino de la playa. (iStock)

Aunque Estados Unidos se libró de la batalla en su propio territorio, más de 100.000 estadounidenses murieron en la Gran Guerra. La nación vivió una inflación de dos dígitos entre 1917 y 1920 y una depresión entre 1920 y 1921.

Sin embargo, al igual que la Edad Dorada llegó tras la Guerra Civil, los felices años 20 surgieron de las cenizas de la Primera Guerra Mundial.

Estados Unidos había sido el granero de Europa durante la guerra y, tras su fin, se posicionó como la principal potencia industrial del mundo. Aprovechando los principios de producción en masa de Henry Ford, las fábricas estadounidenses produjeron maravillas modernas como automóviles, aviones, frigoríficos y radios.

Foto: Imagen de 'El señor de los anillos'.

Wall Street, que había financiado la causa aliada, asumió su lugar como "la calle más larga del mundo", como la llamó el fundador de Barron's, Clarence Barron. Muchos estadounidenses participaron de esta creciente prosperidad, y algunos amasaron grandes fortunas.

El Promedio Industrial Dow Jones se hace eco de la historia, ya que pasó de 54,62 el 12 de diciembre de 1914 (el primer día de cotización tras el cierre récord de cuatro meses de la Bolsa de Nueva York por la guerra) a 103,73 cinco años después. Alcanzó un máximo de 381,17 el 3 de septiembre de 1929, un mes antes del Crac.

El Dow también cuenta la historia de la Gran Depresión, ya que cayó a un mínimo de 41,22 el 8 de julio de 1932, por debajo de la reapertura de 1914, y no recuperó su máximo de 1929 hasta 1954.

Foto: Fotografía de 1929 en la que se observa cómo el dueño de este automóvil lo ofrece por dinero en efectivo, ya que había perdido todo su capital en la bolsa de valores de Nueva York Opinión

La Segunda Guerra Mundial reavivó el poderío industrial de Estados Unidos. A la guerra le siguieron varios años de inflación elevada y la recesión de 1949, pero luego la economía estadounidense volvió de nuevo al ruedo. El Dow cerró la década de los 50 a 679,36, con una ganancia del 239,5% en 10 años.

Esa década trajo para los estadounidenses vuelos asequibles, autopistas interestatales, comida rápida, televisión y suburbios. También estableció el complejo militar-industrial contra el que advirtió el presidente Dwight Eisenhower, y que ha servido de arsenal mundial desde entonces.

Para Europa Occidental, esto formó parte de "los años mágicos de la posguerra, conocidos como los 'Trente Glorieuses' en Francia ", de 1945 a 1975, según el economista Thomas Piketty en su best-seller 'Capital in the Twenty-First Century' (El capital en el siglo XXI).

Foto: Un cartel de la ayuda de EEUU en Alemania Occidental.

El proceso de reconstrucción, financiado por el Plan Marshall de EEUU, produjo un crecimiento medio anual del producto interior bruto del 4% en Europa Occidental entre 1950 y 1970, el doble que en EEUU, mientras las naciones devastadas por la guerra jugaban a "ponerse al día", según escribe Piketty. De 1990 a 2012, el crecimiento en ambos continentes se estabilizó en torno al 1,5%.

En los años de posguerra también se crearon las Naciones Unidas, la OTAN y el precursor de la UE. Y comenzó la revolución industrial digital, cuando los ordenadores adquirieron un papel cada vez más importante en los asuntos humanos.

A finales de los años 60, casi al final de los 30 años gloriosos de Piketty, la guerra de Vietnam contribuyó tanto al malestar social como a la aceleración de la inflación en Estados Unidos.

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La guerra no fue la única causa de la inflación de 1968 a 1983. Pero si había algo que la economía de los años 60 no necesitaba era el aumento del gasto en defensa.

"En una situación en la que la demanda agregada es débil, digamos el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, entonces podría ser bueno para la economía", opina Ed Clissold, estratega jefe de Estados Unidos para Ned Davis Research, que ha llevado a cabo una amplia investigación sobre la guerra y los mercados.

"Pero en los casos en los que la demanda agregada ya es fuerte, puede conducir a mayores presiones inflacionistas", matiza. "Como en la guerra de Vietnam, cuando [el presidente Lyndon] Johnson intentaba expandir su Gran Sociedad y librar una guerra, por medio de su enfoque de 'armas y mantequilla'".

Foto: El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. (Reuters/Pool/Tom Williams)

La Reserva Federal acabó conteniendo la gran inflación, provocando la doble recesión de 1980-82. Lo que siguió fue otra época dorada para Estados Unidos, al menos para el mercado de valores.

El Dow subió un 228,2% en la década de 1980, solo por detrás de la ganancia de los años 50, y luego se disparó hasta alcanzar un 317,6%, una cifra récord, en la década de 1990. El Nasdaq subió aún más, a medida que un EEUU conectado a Internet se embarcaba en otra revolución industrial.

El mercado cayó tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, pero las "guerras eternas" de Afganistán e Irak se desarrollaron en su mayor parte durante los mercados alcistas, frenados únicamente por la crisis de las hipotecas de alto riesgo y la pandemia del covid.

Foto: Imagen de una estación de servicio en Valladolid. (EFE/Nacho Gallego)

Todavía estamos sintiendo los efectos de la respuesta sin precedentes de la Reserva Federal al cierre de la pandemia, con una inflación que ronda las cifras máximas en cuatro décadas. La invasión rusa de Ucrania ha exacerbado las subidas de precios, creando escasez de energía y grano y atascos en las líneas de suministro.

¿Qué será lo siguiente, mientras la guerra en Ucrania se prolonga?

Para Morris, el historiador, la invasión de Putin ha producido hasta ahora "exactamente lo contrario de lo que quiere el líder ruso. La OTAN está considerando la solicitud de Ucrania", algo que parecía descabellado antes de la guerra, mientras que es probable que Suecia y Finlandia se unan a la alianza militar dentro de unos meses.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Emilio Naranjo) Opinión
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Morris sugiere que una victoria de Occidente podría ser otro punto de inflexión hacia un mundo más seguro y próspero. Pero también podría haber otros resultados.

"Si llega a parecer que Rusia básicamente ha conseguido lo que quería, eso fomentaría más casos de este tipo de comportamiento, y habría un aumento importante del riesgo de que haya otra gran guerra mundial", explica. En concreto, opina que podría envalentonar a Xi Jinping de China en su intento de tomar Taiwán.

Independientemente de cómo se decida la guerra, la reconstrucción de Ucrania será un trabajo monumental. Esto presenta una oportunidad para otro "paquete de ayuda tipo Plan Marshall", expone Clissold de Ned Davis Research.

¿Quién se beneficiará de este plan?

"Eso depende de quién gane la guerra", sentencia Clissold.

*Contenido con licencia de "Barron's"

La Primera Guerra Mundial fue un baño de sangre de cuatro años que se libró en casi todos los rincones del planeta y que se saldó con 40 millones de muertos o heridos y gran parte de Europa en ruinas. La 'paz cartaginesa' impuesta a Alemania tras su derrota contribuyó a sembrar las semillas de la hiperinflación de los años 20, el ascenso de los nazis y la aún más destructiva y mortal Segunda Guerra Mundial.

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