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¿Qué pasa en Linklaters? El millonario adiós de Alejandro Ortiz sienta la firma en el diván
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Análisis del fichaje del año

¿Qué pasa en Linklaters? El millonario adiós de Alejandro Ortiz sienta la firma en el diván

Con el fichaje de su estrella de M&A por Latham & Watkins, la firma acumula cinco salidas de socios en pocos años. El sector debate si existe una causa estructural o una coincidencia de circunstancias

Foto: Sede de Linklaters, situada en la calle Almagro de Madrid.
Sede de Linklaters, situada en la calle Almagro de Madrid.
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“¿Qué pasa en Linklaters?”. La pregunta, que lleva formulándose meses en los mentideros del sector legal, volvió a resurgir ayer con fuerza tras conocerse el fichaje de Alejandro Ortiz, su socio estrella de M&A y ‘senior partner’ de la firma, por el bufete norteamericano Latham & Watkins. La noticia, adelantada por El Confidencial, suponía una nueva estocada en el músculo y la autoestima de Linklaters, despacho que, en los últimos años, ha encadenado la salida de media decena de socios; tres de ellos, rumbo al pujante Latham & Watkins.

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En 2018, la firma que por aquel entonces dirigía Juan Picón lograba seducir a Rafael Molina, de Real Estate. En 2021, ya con Ignacio Gómez-Sancha como socio director de Latham, era Pedro de Rojas quien tomaba la decisión de enrolarse en el bufete estadounidense. Finalmente, este ejercicio, el adiós lo ha entonado Alejandro Ortiz. Por el camino, Linklaters también ha perdido a Francisco Málaga, de Procesal, y a Alexander Kolb, de M&A. El primero se embarcó el pasado mes de mayo en otro despacho norteamericano en plena fase de expansión en España, White & Case. Kolb, por su parte, comunicó antes de verano su decisión de dejar la organización para emprender “nuevos retos” profesionales, lejos de la estructura de un gran despacho, tal y como informó este diario.

Junto con la lista de socios que dejaron Linklaters para unirse a Latham & Watkins, es obligatorio mencionar a Sebastián Albella, socio del bufete inglés hasta que en 2016 fue nombrado presidente de la CNMV. En 2021, tras dejar el cargo, Albella fichó como ‘of counsel’ del despacho norteamericano, una contratación no supuso ningún revés para el ‘Magic Circle’ —desde su salida, ambas partes sabían que no volvería—, aunque en el mercado sí se subrayó la circunstancia de ver a otro ex Linklaters en las filas de Latham. Albella, eso sí, dejó hace unas semanas la firma para abrir su propia 'boutique'.

Foto: Alejandro Ortiz deja Linklaters tras más de 20 años en la firma inglesa.

El número de ‘bajas’ es un problema para Linklaters, pero no el único. También lo es el peso específico, tanto en términos de negocio como orgánicos, de algunos de ellos. Así, con Molina, De Rojas y Ortiz han dejado el bufete del ‘Magic Circle’ tres estrellas de la abogacía en sus respectivas especialidades. Los tres son banda 1 o 'star individuals', según el directorio internacional Chambers & Partners, y a los tres el mercado les atribuye una enorme capacidad de generación de negocio.

Además, De Rojas y Ortiz eran dos de esos socios que conforman la identidad, tanto interna como externa, de un bufete. De esos a los que nadie se imagina vistiendo una camiseta diferente a la de Linklaters, por mucho que fuera vox pópuli que eran piezas codiciadas por sus competidores. A De Rojas y a Ortiz se les presuponía ‘ADN Links’ (el segundo, de hecho, era 'senior partner' desde 2017). Por ello, en su salida hay también un componente indudablemente emocional, si bien la muy distinta personalidad de cada uno vaya a dejar posos diferentes en el resto de socios y profesionales del despacho británico.

Un cúmulo de circunstancias

Volviendo al inicio: ¿qué pasa, por tanto, en Linklaters? Como en el análisis de cualquier situación compleja, una respuesta basada en un único elemento sería incorrecta por incompleta. La situación actual, según las distintas fuentes consultadas, es fruto de un cúmulo de circunstancias. Algunas endógenas, como la gestión orgánica de los últimos años y las propias aspiraciones de algunos de sus socios. Otras exógenas, como la evolución del mercado legal nacional y global, y el propio paso del tiempo.

El primer elemento a tener en cuenta es que la de Linklaters en España es una historia de éxito. Y lo sigue siendo. El despacho aterrizó en nuestro país no hace tanto, en el año 2000, y fue capaz de atraer a sus filas a un nutrido equipo de pujantes socios de otros bufetes. Con la ayuda del músculo financiero de Londres, sin duda, pero también supo acertar con los nombres y sentar las bases de un proyecto que, no sin altibajos —en 2009, un grupo de socios, liderado por Miguel Riaño, se escindió para conducir el aterrizaje de Herbert Smith Freehills en España—, logró en poco tiempo ser reconocido como una de las firmas internacionales más prestigiosas de nuestro país.

Foto: Latham & Watkins.

Entre 2012 y 2018, el despacho incrementó su facturación en un 77,3%, pasando de 37,5 a 66,5 millones de euros, y situándose como primer ‘Magic Circle’ en España. Ese ejercicio, Linklaters adelantaba a Clifford Chance (63,2 millones), bufete con 20 años más de implantación en nuestro país (abrió en Madrid en 1980). ‘Links’ alcanzó su máximo histórico en nuestro país dos ejercicios más tarde, con 70,6 millones de euros.

En esos años, las alegrías no solo llegaban al bufete en forma de buenas cifras de facturación. Directorios, medios y publicaciones también reconocían a Linklaters incrementando sus bandas 1 (el nivel más alto que otorgan los directorios), situándolo en los peldaños más altos de los ‘rankings’ y concediéndole premios de prestigio —Chambers lo galardonó como firma del año en España en 2018 y 2020—. Linklaters era ‘the place to be’ para los abogados, sus socios brillaban y los clientes lo buscaban para las grandes operaciones. Ese prestigio sigue estando ahí. De hecho, el bufete se mantiene como una de las tres firmas con más reconocimiento de los directorios internacionales en las especialidades transaccionales, junto con Uría Menéndez y Clifford Chance. Y la rentabilidad también; de hecho, es un fijo en el podio del 'ranking' facturación por abogado ejercicio tras ejercicio, liderándolo en 2020 y 2021.

No hace demasiado, Linklaters era ‘the place to be’, sus socios brillaban y los clientes lo buscaban. Ese prestigio sigue estando ahí

En paralelo, en 2017, se gesta el fichaje de Juan Picón, por aquel entonces socio director de DLA Piper, por Latham & Watkins, bufete americano presente en España, pero que hasta el momento había mantenido un perfil muy bajo en nuestro país. La llegada de Picón es fruto de un cambio de estrategia de Latham en España, que pasa a ambicionar ser la primera firma transaccional del mercado. En la hoja de ruta de Picón y el equipo que desembarca en el despacho norteamericano —entre quienes se encontraba su sucesor, Ignacio Gómez-Sancha— aparecen un listado de nombres identificados como 'los mejores' en sus respectivas áreas. Entre esos abogados, los deseados, figuran socios de Clifford Chance, Uría Menéndez y, cómo no, Linklaters. Ahora bien, en aquel momento, Latham tenía el dinero, pero le faltaba el proyecto.

La salida de Molina se consideró un caso aislado, tanto en ‘Links’ como en el resto de despachos. El gran toque de atención llegó con el fichaje de De Rojas. “Latham no solo tiene el dinero, ahora parece que también tiene un proyecto con capacidad de seducir a los mejores”, advertían en otro despacho internacional, conscientes de que Gómez-Sancha peinaba el mercado buscando un socio de M&A. En Linklaters —y no solo en Linklaters— sabían que Latham llevaba años tratando de seducir a Alejandro Ortiz, pero confiaban en que, como hasta ahora, su respuesta siguiera siendo no; que el ‘ADN Links’ pesara más que el dinero. Aunque no estuviera ya en sus años más productivos, en el bufete admitían que seguía siendo el gran generador de negocio de la firma.

Foto: Exterior de una de las oficinas del bufete norteamericano Latham & Watkins.

Sin embargo, algo cambió tras el cierre del ejercicio 2021-2022 el pasado mes de abril —un ejercicio en el que, por cierto, Linklaters ha incrementado un 6% su facturación, tras el descenso registrado durante el ‘año covid’— y el no de Ortiz viró a un sí. ¿Qué le ha convencido más, el proyecto de Latham o ver duplicada su retribución (que en una firma como Linklaters podría situarse en el entorno de los dos millones de euros)?, era la gran duda que ayer se planteaba el sector.

En el mercado cunde la idea de que se trata de una cuestión puramente económica. Al igual que sucedió con De Rojas y Molina. Son socios cerca de la edad de jubilación que tratan de rentabilizar el máximo posible sus últimos años de carrera. Por eso se van a esa edad y no con 46 o 47 años, se explica, que es el periodo de máximo crecimiento profesional y en el que se disfruta (y se necesita) estar rodeado de un equipo más fuerte del que tendrán en el despacho americano.

Ni Linklaters ni ningún otro despacho inglés pueden competir con las retribuciones de las grandes firmas norteamericanas

En lo que respecta a la retribución, es cierto, ni Linklaters ni ningún otro despacho inglés pueden competir con las grandes firmas norteamericanas. Se enfrentan dos modelos: el ‘lockstep’ británico, tendente a socializar los beneficios, y el ‘eat what you kill’ estadounidense, en el que la retribución es acorde a lo que se genera. La fuga de los denominados ‘rainmakers’ (los grandes generadores de negocio) rumbo a las firmas americanas es una constante en los últimos años, lo que ha obligado a los despachos británicos a revisar sus sistemas de compensación de socios.

El propio Linklaters anunció hace unos meses una reforma en este sentido, pero lo cierto es que está pensada para retener o atraer a los ‘supergeneradores’ de Londres y Nueva York, con unas exigencias de negocio que no alcanza prácticamente ningún socio en la Europa Continental. Tampoco en España.

No es solo dinero

El dinero, por tanto, influye. Pero no es solo el dinero. Puede ser cierto que Linklaters haya tenido la mala fortuna de que tres de sus estrellas lleguen a la par a una edad en la que su situación les haga priorizar la retribución sobre el trabajo y el equipo. Pero a nadie se le escapa que con la salida de tres socios tan identificados con la casa (para más inri, rumbo a un competidor directo), se traslada un mensaje de falta de cohesión en el ‘partnership’ que, a su vez, acrecienta el desparpajo de competidores y ‘headhunters’ a la hora de tratar de seducir a otras de sus grandes figuras. Porque todavía las tienen, y en plena forma, como José Giménez (Público) o Íñigo Berrícano (Capital Markets). Seguro que esta cuestión provoca alguna reflexión en el bufete.

En todo caso, entre las fortalezas que puede exhibir Linklaters para contrarrestar esta crítica se encuentra el hecho de que sigue siendo una gran cantera de profesionales y que, en no demasiados años, volverá a tener letrados entre los primeros espadas del sector legal español. Sin ir más lejos, Esteban Arza, flamante socio de M&A, ya asoma en los ‘rankings’ de operaciones, misma especialidad en la que despuntan Carmen Burgos y Lara Hemzaoui. También crecen con fuerza Francisco Sáinz-Trápaga, en Banking, o Alejandro Meca, en Fiscal. Y, más consolidado en su especialidad, destaca Jorge Alegre en Capital Markets.

Foto: Alexander Kolb, socio de Linklaters.

Linklaters es una firma que presume de creer en el crecimiento orgánico. Prueba de ello, subrayan siempre, es que, en los últimos cuatro ejercicios el bufete ha promocionado a siete nuevos socios, todos ellos formados en la casa. Una confianza en la carrera que, con fichajes estrella como los de Ortiz o De Rojas, no podrá transmitir Latham & Watkins a sus asociados con la misma intensidad.

Los bufetes, especialmente los internacionales —enfocados al ámbito transaccional y con un menor número de socios—, tienen ciclos de vida. Allen & Overy es un buen ejemplo de ello pues, tras años de trabajo y crecimiento en la sombra, la firma y sus profesionales se adentran en una etapa en la que acumulan éxitos y reconocimientos. Por ello, es inevitable que, cuando una gran generación encara sus últimos años de plenitud profesional, la siguiente aún tarde algo de tiempo en alcanzar su máximo desarrollo. Esta circunstancia, no obstante, no quiere decir que orgánicamente puedan descuidarse los procesos de sucesión y la formación de nuevos socios.

Dar mayor espacio y visibilidad a los socios más jóvenes y a los asociados más prometedores habría reducido la sensación de vacío

Precisamente, algunas voces del mercado observan en el caso de Linklaters que existe un salto demasiado grande entre generaciones. Algo, reflexionan, que el despacho debía haber previsto y cuidado, empujando a los socios más veteranos a ceder espacio y visibilidad a los socios más jóvenes y a los asociados más prometedores para que estos fueran lanzando sus carreras y su proyección. De este modo, la sensación de vacío o de travesía en el desierto sería ahora menor. Ahí la organización tiene trabajo por hacer, aseveran.

Mientras las nuevas generaciones llegan, augura un 'headhunter', el despacho está obligado a salir al mercado para incorporar a algún o a algunos socios de peso. Desde hoy, a Linklaters van a lloverle las propuestas de los cazatalentos. En los mentideros del sector se da por seguro que los teléfonos de Íñigo del Val (Allen & Overy), Armando Albarrán (Freshfields), Manuel Echenique (Uría Menéndez), Álvaro López-Jorrín (Garrigues) o Luis Alonso (Clifford Chance), todos ellos figuras reconocidas de M&A, echarán humo en las próximas semanas, pero pocos creen que alguno aceptará moverse —aunque también es cierto que nadie aventuraba que Alejandro Ortiz terminara por aceptar la propuesta de Latham—. En todo caso, son pocos los profesionales que no cogen el teléfono y escuchan la propuesta cuando les dicen que el destino es Linklaters.

Latham cumple sus hitos

El otro ‘player’ en la ecuación es Latham & Watkins, con Ignacio Gómez-Sancha a la cabeza. El bufete norteamericano y su socio director, en contra de lo que muchos pronosticaban, están logrando cumplir los hitos que se habían marcado en su plan estratégico. Y lo cierto es que, si bien aún tiene camino por recorrer, Latham empieza a estar involucrado en operaciones de primer nivel —en los últimos trimestres se está asentando como un fijo en las posiciones más altas de los ‘rankings’ de M&A— y los directorios van reconociendo la progresión de sus áreas. Ya no suena a quimera la ambición expresada por Gómez-Sancha en una entrevista concedida a El Confidencial en septiembre del año pasado, cuando aseguró que, a medio plazo, aspiraba a ser la firma líder en el ámbito transaccional.

Foto: Ignacio Gómez-Sancha, socio director de Latham & Watkins en Madrid, durante su entrevista con El Confidencial. (Jesús Hellín)

En aquella charla, Gómez-Sancha también aseguró que "se equivocaba" quien viera una opa de su bufete a Linklaters. Una afirmación que ayer recordaban desde otros bufetes, que veían, en su lugar, una estrategia clara de Latham por debilitar a un competidor directo. Los hechos parecen darles la razón.

A la apuesta por el crecimiento en España de Latham & Watkins hay que sumar, en los últimos meses, la de otros dos bufetes norteamericanos: el gigante White & Case y Squire Patton Boggs. Fuentes conocedoras del mercado estadounidense auguran que los bufetes estadounidenses seguirán robando cuota de mercado y profesionales a los despachos ingleses y españoles en el mercado nacional. “Frente a la creación nuevamente de bloques en el mundo, con Rusia y China por un lado, y Estados Unidos, Europa y Latinoamérica por otro, Estados Unidos ha visto en el Viejo Continente un mercado cercano y accesible en el que puede implantarse y desarrollarse con mucha fortaleza. Acompañando a fondos y empresas, las firmas norteamericanas ya han conquistado el Reino Unido y ahora van a por la Europa continental. El proceso, también en España, es inevitable”, pronostica la misma fuente.

“¿Qué pasa en Linklaters?”. La pregunta, que lleva formulándose meses en los mentideros del sector legal, volvió a resurgir ayer con fuerza tras conocerse el fichaje de Alejandro Ortiz, su socio estrella de M&A y ‘senior partner’ de la firma, por el bufete norteamericano Latham & Watkins. La noticia, adelantada por El Confidencial, suponía una nueva estocada en el músculo y la autoestima de Linklaters, despacho que, en los últimos años, ha encadenado la salida de media decena de socios; tres de ellos, rumbo al pujante Latham & Watkins.

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