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A Puigdemont se le sublevan ahora los consejos locales del Consell de la República
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Tensión interna

A Puigdemont se le sublevan ahora los consejos locales del Consell de la República

A la espera del recuento oficial de la consulta para bloquear la investidura de Sánchez, en Waterloo hay preocupación por el desgaste que producen las batallas internas en el Consell

Foto: Carles Puigdemont en una rueda de prensa. (EFE/EPA/Olivier Hoslet)
Carles Puigdemont en una rueda de prensa. (EFE/EPA/Olivier Hoslet)

Carles Puigdemont lo tiene cada día más complicado en el Consell de la República. Los críticos presentaron tras las vacaciones una propuesta para realizar una consulta interna sobre si el ente “ha de promover el bloqueo a la investidura del presidente del Estado español por parte de los partidos independentistas catalanes”. Se trata de una propuesta que, en realidad, es un lastre para el expresident. El fugado había disuelto a finales de agosto pasado la Asamblea de Representantes (el órgano del Consell que podía controlar lo que hace la cúpula de este) para no tener que dar explicaciones sobre sus negociaciones, pero los críticos se han rebelado. Todo a la espera de los resultados de la consulta para bloquear la investidura de Pedro Sánchez, convocada precisamente por los críticos y finalizada este lunes.

A la espera del recuento oficial, en Waterloo hay preocupación por el desgaste que producen las batallas internas en el Consell. Puigdemont, que ya había dejado de ser el president legítimo para un amplio sector del soberanismo, deja de ser ahora el guía espiritual y político del sector más extremista. La situación es compleja.

Foto: Carles Puigdemont interviene por videoconferencia en el consejo nacional de JXCAT que celebra el partido en Mataró el pasado sábado. (EFE/Marta Pérez)

Dimisiones y críticas se han sucedido las últimas semanas en medio de un ambiente enrarecido, con acusaciones de “tirano”, “dictador” o “antidemócrata” junto a los reproches contra los componentes del govern del Consell de la República. Acusaciones que estaban centradas en el fugado y en su mano derecha, el exconseller de Salud Toni Comín. Los críticos quieren controlar la situación y están dispuestos a amargarle la existencia al expresident. Han llegado a pedir su dimisión y algunos le auguran un futuro poco halagüeño. Un grupo de 35 activistas de los 121 que componen el pleno de la Asamblea de Representantes firmó una carta acusando a la cúpula del Consell de la República de dictatorial, poco democrática y de tener oscuros intereses personales.

Pero ahora se han unido algunos consejos locales del Consell de la República. Los consejos de Cardedeu, Granollers, Les Franqueses del Vallès, Llinars del Vallès, Montmeló, Sant Celoni, Montornès y Vilamajor hicieron público hace escasos días un manifiesto en el que piden el sí para la propuesta de los críticos sobre el boicot a la investidura. “Somos conscientes del momento crucial para nuestro país y hemos decidido tomar postura clara en defensa de los intereses de Cataluña, ante la posibilidad de una investidura que consideramos nociva para nuestro futuro y bienestar”, dice el manifiesto. Y añaden: “Hemos llevado a cabo una profunda reflexión sobre los retos y las oportunidades que tenemos ante nosotros. Esta responsabilidad nos lleva ahora a considerar la posibilidad de bloquear una candidatura que, según nuestra evaluación, no defiende ni representa los intereses de nuestro país”.

Los tentáculos territoriales se deshacen

El posicionamiento es importante por cuanto los consejos locales son los tentáculos del organismo de Waterloo en el territorio catalán. Si estos tentáculos no apoyan a la cabeza visible, es que algo chirría en el interior del chiringuito. La intención de Carles Puigdemont es, según se comenta en círculos críticos, poder obtener algunas concesiones de Pedro Sánchez con las que justificar un voto afirmativo a su investidura. Lo malo es que los sectores radicales dentro del propio Consell de la República tienen una línea roja: Sánchez ha de reconocer el referéndum del 1 de octubre de 2017 y la declaración de independencia posterior votada en el Parlamento catalán.

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont. (EFE/EPA/Olivier Hoslet)

Pero difícilmente se puede validar un referéndum donde no había censo, donde votó solo una parte de la población, donde muchos votos se metieron a puñados en las urnas y donde no hubo ningún control efectivo del voto ni del votante (un ciudadano podía votar sin problema en distintos colegios electorales), ni pluralidad en la organización de la consulta. El tema del reconocimiento que exigen los críticos, pues, no será una condición que Puigdemont quiera imponer en la negociación.

El empresario Jordi Roset, del sector crítico y que con su empresa Petrolis Independents ha sufragado el Consell de la República, pedía este lunes a los activistas radicales que se unan en una nueva plataforma llamada Acord per la Independència. "Hoy por hoy, no hay ningún espacio independentista en el Parlament. Queremos erigirnos como el verdadero espacio independentista y culminar el mandato del 1-O", aseguraba. Animaba a crear “un grupo en tu pueblo o ciudad. ¿Quieres que te vengamos a explicar nuestro proyecto?”. En su ponencia política, detalla que “la prioridad es la construcción nacional de Cataluña como Estado independiente y quien no sume ahora, restará y además se quedará fuera de la ecuación para la creación y desarrollo del nuevo Estado catalán”.

Foto: Carles Puigdemont interviniendo en una acto de JxCAT. (EFE/Marta Pérez)

Asegura que Acord per la Independència “es una organización apartidista sin fundamentos políticos ideológicos que vayan más allá de generar las condiciones necesarias para alcanzar la independencia de la nación catalana”. También enfatiza que “España ha renunciado al diálogo y al pacto y, por tanto, consideramos que esta vía está agotada” y apuesta por la declaración unilateral de independencia “como acto de soberanía parlamentaria ineludible cuando sea necesario”. En sus bases, sostiene que Cataluña “es de facto un territorio ocupado por la fuerza de las armas por España desde hace 300 años”, defiende el catalán como única lengua oficial y deja en el aire la salida de la UE.

Los avisos a Puigdemont

Los críticos están dispuestos a dar la batalla hasta el final. “El día de la investidura no habrá ni catalán oficial en Europa ni ley de amnistía aprobada. Todo será humo y vagas promesas, como siempre. Ahora habrá que ver si Puigdemont será tan crédulo, ingenuo y tan burro como lo fueron Junqueras y Aragonès y como lo fue él en octubre de 2017, cuando Urkullu y el arzobispo Omella lo enredaron, le tomaron el pelo y al final dejó tirados en medio de la calle a todos los independentistas que confiábamos en él”, alertaba Jaume Sastre, uno de los críticos que animaban a votar la moción. Le respondía una conocida activista cercana a Puigdemont que el expresident “jamás será ingenuo, crédulo o burro. Si apoya la investidura de Sánchez, será por otros motivos, pero no por ingenuidad”.

Foto: Carles Puigdemont, en un acto en Bélgica. (EFE/Olivier Matthys)

Otra de las vacas sagradas del independentismo, el valenciano Josep Guia, avisaba a finales de la semana pasada de que “Carles Puigdemont ha de demostrar con hechos si realmente ha salido de la jaula (autonómica), si de verdad ha segado las cadenas mentales que lo subyugan a España, si realmente está por la independencia y no por disputar a Junqueras el gobierno del gueto y la gestión de la derrota”.

El pasado día 17, ya terminó otra consulta interna, esta vez convocada por el propio Puigdemont: quería avalar su decisión de suprimir por decreto la Asamblea de Representantes. Acudió a votar el 6,57% del censo, lo que para muchos independentistas no legitima la medida del fugado. La poca participación provocó un alud de críticas y el ensanchamiento de la brecha entre Puigdemont y los suyos.

Carles Puigdemont lo tiene cada día más complicado en el Consell de la República. Los críticos presentaron tras las vacaciones una propuesta para realizar una consulta interna sobre si el ente “ha de promover el bloqueo a la investidura del presidente del Estado español por parte de los partidos independentistas catalanes”. Se trata de una propuesta que, en realidad, es un lastre para el expresident. El fugado había disuelto a finales de agosto pasado la Asamblea de Representantes (el órgano del Consell que podía controlar lo que hace la cúpula de este) para no tener que dar explicaciones sobre sus negociaciones, pero los críticos se han rebelado. Todo a la espera de los resultados de la consulta para bloquear la investidura de Pedro Sánchez, convocada precisamente por los críticos y finalizada este lunes.

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