La cúpula de ERC anuncia que irá a la Diada y grupos radicales traman ya cómo echarlos

La cúpula de ERC acudirá este año a la manifestación de la Diada de Cataluña el próximo 11 de septiembre, convocada por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural. En 2022, a punto de romperse el pacto del Govern que tenían con Junts, los republicanos declinaron asistir tras las graves críticas de algunos sectores independentistas, pero este año los dirigentes de Esquerra se arriesgarán a dar la cara en la marcha. Allí estarán desde el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, hasta el del partido, Oriol Junqueras, pasando por el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, la portavoz Marta Vilalta o la vicesecretaria de Feminismos y LGTBI+, Raquel Sans.

Este lunes, mientras Aragonès hacía pública su intención de asistir, la ANC anunciaba, mediante un comunicado, que “las negociaciones con los partidos estatales que defienden la unidad de España por encima de todo no son una opción creíble, dado que el Estado español incumple sistemáticamente cualquier compromiso”. En ese momento, la vicepresidenta Yolanda Díaz se reunía en Bruselas con el fugado Carles Puigdemont (JxCAT). Pero en Barcelona, los republicanos levantaban el veto a su asistencia y anunciaban que irán a la Diada.

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En la marcha, no obstante, los espera un tsunami soberanista. Determinados grupos radicales, que hasta hace poco le hacían el trabajo sucio a Puigdemont minando la labor de ERC, esperan a los republicanos con los brazos abiertos. El pasado viernes, el exdiputado Joan Tardà aseguraba que su partido debía asistir a la manifestación para dar la cara ante los círculos más hiperventilados del soberanismo, que acusan a Esquerra de partido petainista (en alusión al Gobierno de Vichy, del mariscal Pétain).

A partir de ese posicionamiento, las reacciones en la galaxia independentista han ido creciendo como una bola de nieve colina abajo. El abogado Pepe Fajula, uno de los referentes del radicalismo catalán, le retaba a asistir para que viese en directo los abucheos a Junqueras y cómo los dirigentes republicanos tendrán que huir de la marcha. “Unos corriendo, Junqueras resoplando (no por correr) para no ser increpado por la gente y, siempre, con los bodyguards. Esto no tiene precio”, ironizaba el letrado. En los foros independentistas, los duros insultos contra Tardà y Esquerra son irreproducibles, pero se han multiplicado las últimas horas.

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Un ex republicano, el catedrático Héctor López Bofill, hoy cercano a Puigdemont y exconcejal de Junts en Altafulla (en las últimas municipales, concurrió en un lugar simbólico en la lista de JxCAT, como que el también actor ex republicano Joel Joan), avisa a ERC de lo que le puede pasar: “Parece increíble que después de haber estado a punto de ser un nuevo Estado soberano en 2017, haya cuadros dirigentes que se conforman con un autogobierno dentro de España. ¿Tienen miedo del Estado? En la Diada, les hemos de recordar que han de tener más miedo del pueblo”.

Torra y Costa se suman a la caza

Desde algunos círculos, se ha difundido en los últimos días un cartel con el lema "Basta de sumisión, Govern dimisión", un misil en la línea de flotación de ERC, que es quien ostenta la titularidad del Gobierno catalán. Josep Costa, exvicepresidente del Parlament y hombre muy cercano a Carles Puigdemont, es uno de los que han enviado el cartel a sus contactos. “Ya tengo mi cartel para la Diada. ¡Nos vemos en las calles!”, decía en el mensaje adjunto. El expresidente Quim Torra es otro de los que difundieron el cartel de marras. En resumen, a ERC se la espera en la manifestación de la Diada para someterla públicamente y ridiculizarla.

Al partido de Oriol Junqueras lo asaetan desde la cúpula de la ANC y desde los círculos más extremistas de Junts. La portavoz republicana, Marta Vilalta, decía en una entrevista con EFE que su partido asistirá a la manifestación del próximo 11 de septiembre porque este año el ambiente “no es hostil” contra su partido, sino que la convocatoria es “más abierta, más transversal, más plural, con más vocación de sumar que la que vivimos el año pasado”. Y Aragonès declaraba al programa Els Matins, de TV3, que participaría porque “este año está muy enfocada a la presión del Gobierno español por la investidura”.

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En resumen, las declaraciones públicas de la cúpula republicana y la presencia de ERC y de JxCAT en la manifestación del 11-S apuntan a una supuesta normalización del clima interno del independentismo, pero nada más lejos de la realidad. Grupos minoritarios, pero muy ruidosos, pugnan por presionar a los principales partidos políticos para que no voten a favor de la investidura de Pedro Sánchez o de Alberto Núñez Feijóo en el Congreso. Y centran sus dardos en ERC. Hacia JxCAT, las críticas se evitan y, simplemente, no se los menciona en los mensajes.

La abanderada de estas tesis es la propia ANC, que quiere encontrar su sitio como un actor político más en el firmamento soberanista catalán. La presidenta de la organización, Dolors Feliu, secundada por su mano derecha, el exdiputado de ERC Uriel Bertran, trabaja en la posibilidad de presentar una lista propia en las elecciones autonómicas de finales de 2025 o principios de 2026, si los partidos no se pliegan a sus exigencias.

“Desde una posición independentista, cualquier negociación con el partido que quiera gobernar el Estado solo puede ser asumible si pasa por el reconocimiento explícito de que el referéndum de independencia del primero de octubre de 2017 fue el acto político que refrenda Cataluña como sujeto político en conflicto con el Estado (…) Hacemos un llamamiento, pues, a la movilización para que este 11 de septiembre se lance un mensaje muy claro: el acuerdo que queremos es la independencia de Cataluña”, dice la ANC en su última comunicación este primer lunes de septiembre, a una semana de la Diada. Mientras tanto, va sembrando el camino de la independencia de pequeñas bombas para deshacerse de sus más directos rivales.