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Colaboracionistas vs. resistencia: guerra civil lejos del frente en la Francia de Vichy nazi
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Colaboracionistas vs. resistencia: guerra civil lejos del frente en la Francia de Vichy nazi

Los traidores y los héroes nacionales en los países ocupados por el Tercer Reich en la II Guerra Mundial escondían guerras civiles en Francia, Letonia, Polonia...

Foto: Mujeres belgas acusadas de colaboracionistas son vejadas en 1945. (Cedida)
Mujeres belgas acusadas de colaboracionistas son vejadas en 1945. (Cedida)
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"No puedo decir que el tipo racial tenga mala pinta, si fueran vestidos y acicalados con esmero; en nuestra opinión no es mongol, resulta bastante normal en apariencia, estatura y actitud, pero esto no deja de ser Ucrania". Así se refería el fascista Raf van Hulse, reportero de guerra belga, antiguo jefe de las SS en Flandes, y encargado de cubrir la experiencia de los voluntarios flamencos en la Batalla de Járkov, a los civiles que deberían ser mano de obra esclava en lo que sería un Nuevo Orden europeo —David Alegre Lorenz, 'Colaboracionistas. Europa occidental y el Nuevo Orden europeo' (Galaxia Gutenberg)—.

Van Hulse era uno de los muchos colaboracionistas europeos que se sumaron al Tercer Reich, partidos minoritarios fascistas que crecieron con la ocupación, pero mientras que en la Francia del Régimen de Vichy, paradigma de la colaboración con la Alemania nazi, había partido de un gobierno más bien conservador y contrarrevolucionario en 1940, dirigido por el mariscal Petáin y diseñado por Pierre Laval que acabó en el fascismo, en Bélgica, en cambio, la ultraderecha que colaboró con los nazis no alcanzó la misma fuerza.

La resistencia polaca volaba por la noche un tren de la Wehrmacht y por el día entregaba judíos

¿Fue el dibujante Georges Remí, 'Hergé, creador de Tintín', también belga, un colaboracionista de los nazis por seguir con sus tiras en una revista controlada por los nazis? ¿por tner una opinión contaria al bolchevismo? ¿O Maurice Chevalier, cantante francés repudiado tanto por la resistencia partisana como por los colaboracionistas? Es conocido el trato increíblemente vejatorio que recibieron mujeres belgas y francesas por sobrevivir a la guerra, en muchos casos conviviendo con los alemanes, mientras que, en cambio, muchos responsables políticos de alto nivel quedaron en muchos casos impunes.

Nevo Orden

La historia terrible de la ocupación alemana de Europa y el Nuevo Orden produjo además contradicciones infinitas: según el historiador Istvan Dèak, la resistencia polaca, por ejemplo, volaba un tren de suministro de la Wehrmacht por la noche, el sabotaje contra el Tercer Reich —la guardia azul polaca—, y por el día entregaban judíos a las SS para su deportación a campos de exterminio ('Europe on Trial: The Story of Collaboration, Resistance and Retribution during World War II').

placeholder Pietro Koch, colaborador de los nazis, ejecutado por un pelotón de fusilamiento; está atado a una silla de espaldas al pelotón. (Cedida)
Pietro Koch, colaborador de los nazis, ejecutado por un pelotón de fusilamiento; está atado a una silla de espaldas al pelotón. (Cedida)

La complejidad de lo que supuso el colaboracionismo y su némesis de la resistencia partisana ha llevado a una parte de los historiadores a evaluar recientemente la destrucción de Europa y la voluntad de un Nuevo Orden bajo la bota nazi como una verdadera guerra civil nacional, exactamente la tesis de David Lorenz, que publica este miércoles 'Colaboracionistas. Europa Occidental y el Nuevo Orden', siguiendo en parte la estela de historiadores como Keith Lowe en 'Continente Salvaje': "Tendemos a imaginar la Segunda Guerra Mundial como un único conflicto inequívoco entre los Aliados por un lado y el eje por el otro, pero la realidad es mucho más compleja (...) Ocultas en el conflicto principal, había docenas de otras guerras más locales, con distintos regustos y motivaciones en cada país y región (...), apenas recibieron atención en el pasado porque daban al traste con muchos de nuestros supuestos sobre la Segunda Guerra Mundial" y que también había tratado con anterioridad Stanley G. Payne en 'Civil war in Europe 1905-1945'.

Siempre quedará París

Un referente cultural cinematográfico de todos los tiempos, 'Casablanca' (1943) de Michael Curtiz, usó como algo más que telón de fondo la cuestión de la confrontación nacional tras la ocupación nazi. Traidores y héroes, románticos empedernidos y también algunos personajes en la escala del blanco y negro, que marcaron las ideas en la Europa del momento y que se perpetuaron de alguna forma después. Francia representó con todas sus peculiaridades esa guerra civil interna y el Nuevo Orden europeo, porque fue el inicio del mismo.

placeholder 'Colaboracionistas. Europa occidental y el Nuevo Owen nazi', David Lorenz. (Galaxia)
'Colaboracionistas. Europa occidental y el Nuevo Owen nazi', David Lorenz. (Galaxia)

El desastre francés de 1940 sentó las bases para el colaboracionismo, que fue harto más complejo que una resistencia romántica y unos malvados correveidiles de los nazis, lo que no evitó que bajo su dominio esos grupos fascistas minoritarios se radicalizaran y crecieran en número. Lo explica en su libro Alegre: "El llamado Desastre de 1940 creó un escenario social y cultural que explica algunas de las razones del colaboracionismo y de la resistencia, y en última instancia dio lugar a un clima de presión que acabaría arrastrando a individuos de lo más diverso a tomar partido en opciones de todo el espectro político".

Salvadores nacionales

En las puertas de la debacle, hasta un 85% de la izquierda votó a favor de establecer el Régimen de Vichy, que diseñó Pierre Laval como "una forma de lanzar un entendimiento sincero y transparente con Alemania, convencido de que era la única forma de garantizar el futuro de Francia". De hecho, la figura de Pétain motivó más bien al espectro conservador contrarrevolucionario, católico y nacionalista, más temeroso del bolchevismo que los propios fascistas, y se formó incluso con figuras del centroderecha. ¿Por qué se estableció así?

"La estrategia de Vichy se basó en hacer mínimas concesiones y en recibir los mayores réditos"

"La estrategia de colaboración del régimen de Vichy se basó casi siempre en intentar hacer las mínimas concesiones y en recibir a cambio los mayores réditos posibles, y tal y como se puso de manifiesto en la forma de proceder de Pétain y Laval. De hecho, ese fue el principio que inspiró al conjunto del colaboracionismo europeo, aunque el grado de éxito dependía de la importancia y visibilidad de cada régimen y movimiento tenía ante las autoridades alemanas. Así se explica que cuanto más escasa fue la relevancia, mucho más arriesgadas fueron las estrategias políticas de los colaboracionistas, como ocurrió en el caso de Degrelle en Bélgica y su movimiento Rexista".

La gran ilusión

En 'Colaboracionistas…', Alegre, que se ocupa en profundidad de la parte occidental, como los casos de Dinamarca, Noruega, Bélgica y Francia, defiende que el colaboracionismo se imbricó en la búsqueda de un sector nacional de aprovechar la invasión nazi, según sus deseos, para posicionarse en ese Nuevo Orden, que sin duda acabaría desembocando en el fascismo. La inicial ilusión de salvaguardar los intereses nacionales ante la derrota y la ocupación por medio de una estrategia basada en la imposibilidad de combatir al agresor fue exactamente eso, una ilusión.

Al fin y al cabo, la influencia del Tercer Reich y su avance imparable hasta 1942 hicieron impulsar el fascismo, como es lógico, a pesar de que los nazis usaran un principio de ocupación colonial que Lorenz define como ‘divide et impera’ y que vejaran de forma constante a sus aliados locales. De hecho, los responsables del Reich en los diferentes países ocupados no tuvieron especial preferencia por los partidos fascistas o nazis, sino en general sobre todo por figuras que reunieran los consensos más amplios posibles, por lo general asociadas a las élites conservadoras tradicionales, o por aquellos que sencillamente colaboraban más y mejor.

"La mayoría de los atentados de la resistencia en dichos países fueron contra sus compatriotas"

Es el caso de Hungría —que no trata Alegre—, un aliado con gobierno totalmente independiente hasta 1944 en el que el presidente es un conservador y en donde incluso a partir de la ocupación sigue sin estar el partido nazi húngaro de la Cruz Flechada que sólo lo hará en los últimos compases de la guerra anttes de ser tomada por el Ejército Rojo. Fue a partir de esa frontera de 1942, cuando la guerra empezó a ir mal para los alemanes, cuando estallaron de forma más notorias esas guerras civiles en los países ocupados que según Keith Lowe llegaron al menos a media docena de ellas como en Italia, Croacia, Serbia, Grecia, Francia...Algunos estudios como el de Istvan Dèak insoisten en una particularidad incontestable: la mayoría de los atentados y acciones de la resistencia en dichos países se llevaron a cabo contra sus propios compatriotas y no tanto contra los alemanes, ni con el objetivo del sabotaje.

El hecho de pertenecer a la Resistencia implicaba una forma de criminalidad urbana, principalmente que incluía secuestros, asesinatos, robos, etc. de alguna forma se trataba en muchos casos de una auténtica lucha dentro de cada país. De ahí que el juicio posterior haya sido duro con muchos 'colaboracionistas' que en realidad no pasaron de haberse acomodado al invasor opara haber sobrevivido. No es un intento de blanqueamiento, pero se echa de menos en 'Colaboracionistas' el intenso juicio popular al que fueron sometidos algunos 'colaboracionistas' como Hergé o Chevalier, señalados y vilipendiados posteriormente por su supuesta culpa, aunque sí que trata el caso de los cientos de ciudadanos que fueron directamente ajusticiados o perseguidos por los partisanos, algo que respondía, ciertamente, a una feroz guerra civil que se había desatado en las profundidades de la ocupación nazi.

"No puedo decir que el tipo racial tenga mala pinta, si fueran vestidos y acicalados con esmero; en nuestra opinión no es mongol, resulta bastante normal en apariencia, estatura y actitud, pero esto no deja de ser Ucrania". Así se refería el fascista Raf van Hulse, reportero de guerra belga, antiguo jefe de las SS en Flandes, y encargado de cubrir la experiencia de los voluntarios flamencos en la Batalla de Járkov, a los civiles que deberían ser mano de obra esclava en lo que sería un Nuevo Orden europeo —David Alegre Lorenz, 'Colaboracionistas. Europa occidental y el Nuevo Orden europeo' (Galaxia Gutenberg)—.

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