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La "vergüenza" de los olvidados de Urquinaona: "Fue lo más parecido a una guerra urbana"
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SENSACIÓN DE ABANDONO

La "vergüenza" de los olvidados de Urquinaona: "Fue lo más parecido a una guerra urbana"

Los agentes atacados durante el referéndum ilegal y en octubre de 2019 se sienten "vendidos" por la lectura que los socialistas hacen de la labor que desempeñaron esos días y en la que se rebaja con eufemismos los ataques sufridos

Foto: Agentes protegiéndose tras unos contenedores rodeados de adoquines y piedras que les lanzaron. (EFE/Alejandro García)
Agentes protegiéndose tras unos contenedores rodeados de adoquines y piedras que les lanzaron. (EFE/Alejandro García)

Cuando Lucas —nombre ficticio— llegó por primera vez a la plaza de Urquinaona, lo que más le impactó fue la alfombra de adoquines de "500 o 600 metros" que se extendía sobre la calle. Fue uno de los muchos policías nacionales que ese octubre de 2019 experimentaron "sensaciones confusas". "El odio de muchos independentistas", por un lado; y "el cariño de los barceloneses que se acercaban a darnos ánimos y a ofrecernos su hogar". Agentes que ahora reconocen sentir "vergüenza" por los intentos políticos de equiparar su actuación con los ataques organizados de miles de antisistemas que esos días incendiaron las calles de Cataluña y utilizarles como "coartada" en la concesión de la amnistía. "Lo que vivimos fue lo más parecido a una guerra urbana. La única diferencia es que no había armas de fuego".

Antonio no se llama Antonio. Pide que no se revele su identidad porque teme que le abran un expediente. Es uno de los policías imputados por las cargas del 1-O y no oculta su desazón cuando echa la vista atrás. "Conmigo no han acabado los independentistas, ni los jueces, lo han hecho los míos", confiesa, tras explicar como el proceso que arrastra en un juzgado de Barcelona ha lastrado su carrera. No ha logrado ascender, aunque asegura haber hecho méritos en los exámenes; y las condecoraciones siempre pasan de largo, a pesar de que sostiene que ha realizado servicios que merecían una distinción. "Hicimos lo que nos ordenaron", señala, antes de expresar su desencanto por el "abandono" que ha sentido por parte de sus jefes y la Abogacía del Estado. Una situación por la que sopesa abandonar la Unidad de Intervención Policial (UIP).

La confirmación de la amnistía a condenados e investigados por promover o participar en los disturbios que en periodos concretos de 2017 y 2019 colapsaron Cataluña ha hecho que estos agentes rememoren aquellos días difíciles. Pero también plantearse si mereció la pena jugarse el pellejo, ver a compañeros caer heridos y enfrentarse a una masa furibunda. Y no porque duden de que les asistía la verdad y el derecho, sino por sentirse "vendidos" por parte de una clase política que ahora se muestra comprensiva con los ataques de Tsunami Democràtic. Como el exministro José Luis Ábalos, que recientemente manifestó que los radicales independentistas actuaron con base "a la ley y a la soberanía popular", y cuyas palabras han generado "vergüenza" entre los antidisturbios.

"Ha quedado claro que solo somos un número para ellos", lamenta Antonio, que recuerda que "en mi vida como policía" había vivido nada parecido como las jornadas en las que tocó proteger la Jefatura Superior de Vía Laietana. "Para mí fue un antes y un después. En mi grupo, que el que menos llevaba cinco o seis años en la UIP, nadie había vivido algo así". Y eso que arrastraba la experiencia del referéndum no autorizado del 1-O.

Paraguas clavados

Ese día, cuando entraban a los colegios a requisar las urnas, "nos encontramos con una resistencia activa". "Gente mayor golpeando a policías". En el primer centro educativo al que fue "nos clavaban las puntas de los paraguas en el cuello a través de los cascos" y "levantaban las viseras para darnos manotazos en la cara". En el segundo, directamente, comenzaron a lanzarles objetos. Y se toparon con líneas de efectivos de los Mossos d’Esquadra que les impedían el paso. "Estuvimos a punto de detener a más de uno, porque no se puede obviar que eran personas que estaban armadas".

Los recuerdos de Lucas son similares y se alejan de la muestra de "expresión popular" con la que estos días, en el contexto de la negociación y posterior confirmación de la amnistía, parece querer justificarse o minimizarse los altercados. De entre las numerosas anécdotas que relata, impacta la imagen de los traslados desde Salou a Barcelona, porque describe un escenario cuasi bélico. "Nos subíamos en las furgonetas y partíamos formando un convoy que circulaba con las luces apagadas para ser lo menos visible, ya que había un riesgo alto de que nos lanzasen piedras y otros objetos desde los puentes y pasos elevados", relata.

La instrucción judicial vincula a algunos movimientos independentistas catalanes con delitos como el de terrorismo

"En mi primera noche, tres compañeros de mi subgrupo resultaron heridos". Lo habitual, recuerda, era que les hicieran unas curas, los vendaran y "de vuelta a la línea". No se podía dejar atrás a los compañeros porque la situación era "muy jodida". "He estado frente a frente con radicales en el País Vasco y en Navarra, pero en Cataluña se dio un paso más". "Era lo más parecido a una guerra urbana. La única diferencia es que no había armas de fuego", apunta el agente, que reconoce que "la fuerza policial era inferior a la masa": "Tirábamos pelotas de goma y nos devolvían adoquines".

Este antidisturbios, que estuvo en dos periodos distintos de 15 días, afirma que "el peligro era quedarte solo y que te emboscaran". Las barricadas, además de ralentizar el paso de las furgonetas, tenían por objetivo que pincharan y obligar a salir a los agentes que iban en su interior. Muchos de los ataques estaban planificados, pensaron entonces los agentes, algo que la instrucción judicial apunta al vincular a movimientos como Tsunami Democràtic o los CDR con delitos como el de terrorismo.

placeholder Actos vandálicos protagonizados por los radicales independentistas durante las protestas de octubre de 2019. (EFE)
Actos vandálicos protagonizados por los radicales independentistas durante las protestas de octubre de 2019. (EFE)

"No era una protesta cualquiera", añade su compañero, que considera que se ha construido un relato ficticio sobre una supuesta brutalidad policial a través de los videos de las actuaciones. "Sabíamos que querían esas imágenes. ¿Pero por qué explotó el petardo? Porque encendieron la mecha", resume gráficamente.

En su causa, se ha aportado un informe de "cuarenta y pico páginas" con fotogramas "en los que no se me identifica ni se observa contacto físico con el denunciante", detalla Antonio, que no oculta su incredulidad por llevar un año y medio imputado. Una situación que alimenta esa sensación de que algunos de ellos son cabezas de turco que serán entregados en sacrificio al independentismo.

Van a exonerar de responsabilidad "a quien ha quemado ciudades, reventando coches y locales y que han jubilado a policías con sus agresiones"

Los sindicatos y asociaciones profesionales, tanto de la Policía Nacional, como de la Guardia Civil, han rechazado de pleno la posibilidad de que los agentes encausados también se beneficien de la hipotética amnistía. Una posición que comparten Lucas y Antonio, así como muchos de sus compañeros, quienes lamentan que se los equipare a los vándalos.

Sienten "vergüenza"

"Soy policía por vocación. Mi padre estuvo en el cuerpo, mi hermana también y visto este uniforme desde los 21 años", pero ahora siente "vergüenza" porque se vaya a exonerar de responsabilidad "a quien ha quemado ciudades, reventando coches y locales y que han jubilado a policías con sus agresiones". "Encima de que hemos estado al pie del cañón, de que saben realmente que no hemos hecho nada que no se nos ordenó, estamos crucificados, marcados", se queja el segundo, que critica que se trate de edulcorar lo que se vivió en las calles en aquellos días.

Foto: Quim Torra, junto a varios 'motards', en un acto por la república catalana.

El policía recuerda que "¡estaban prendiendo fuego a Barcelona!", para preguntarse: "¿Cómo pueden decir ahora que fue una expresión democrática?". Mientras su compañero Lucas engloba todo dentro del "maltrato de la clase política". "No puede ser que se amnistíe a los delincuentes y se impute a los policías que fueron en representación de la sociedad y la unidad de España".

Antonio, con cierta resignación, resume que "son los tiempos que estamos viviendo". Ninguno se sorprendería de que a la amnistía le siguiese un referéndum de autodeterminación. Su capacidad de sorpresa se ha agotado. Escarmentaron tras los indultos, la eliminación del delito de sedición y la modificación del de malversación.

Cuando Lucas —nombre ficticio— llegó por primera vez a la plaza de Urquinaona, lo que más le impactó fue la alfombra de adoquines de "500 o 600 metros" que se extendía sobre la calle. Fue uno de los muchos policías nacionales que ese octubre de 2019 experimentaron "sensaciones confusas". "El odio de muchos independentistas", por un lado; y "el cariño de los barceloneses que se acercaban a darnos ánimos y a ofrecernos su hogar". Agentes que ahora reconocen sentir "vergüenza" por los intentos políticos de equiparar su actuación con los ataques organizados de miles de antisistemas que esos días incendiaron las calles de Cataluña y utilizarles como "coartada" en la concesión de la amnistía. "Lo que vivimos fue lo más parecido a una guerra urbana. La única diferencia es que no había armas de fuego".

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