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Tres años con Vox en el Parlamento andaluz: consensos rotos, ruido y mucho foco
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ANIVERSARIO DE LAS ANDALUZAS

Tres años con Vox en el Parlamento andaluz: consensos rotos, ruido y mucho foco

Las encuestas señalan que el partido de Abascal crecería en las elecciones autonómicas mientras que las formaciones todavía debaten cómo relacionarse con la derecha radical y qué ha cambiado con su irrupción

Foto: Santiago Abascal, en un acto de Vox en Sevilla. (EFE/Raúl Caro)
Santiago Abascal, en un acto de Vox en Sevilla. (EFE/Raúl Caro)

Hoy, 2 de diciembre, hace tres años que Vox irrumpió por primera vez en las instituciones españolas. Sus 12 diputados en el Parlamento andaluz, hoy son 11 (una es no adscrita y porta los símbolos de Falange), permitieron que el partido de Santiago Abascal, que había hecho campaña pidiendo la supresión de las cámaras autonómicas, pisara moqueta y ocupara escaños. Después, pactó la investidura de Juan Manuel Moreno como presidente de un Gobierno de PP y Cs.

A partir de ahí, Vox fue franqueando la puerta de otras instituciones hasta hacerse con 52 diputados en el Congreso. La amenaza de la extrema derecha con la que jugó la izquierda en las últimas convocatorias electorales, el 'cuidado que viene el lobo', ya no funciona, dicen los politólogos. El partido ultra ha tomado asiento y nada ha saltado por los aires, ni se ha hecho añicos, como pronosticó la izquierda. ¿O sí? Se han roto consensos en asuntos como la violencia de género, se han colado otras cuestiones como la inmigración, con un discurso antes no permitido que vincula la población extranjera con la inseguridad y que puede ser caldo de cultivo para comportamientos xenófobos.

En la tribuna del Parlamento andaluz, se oyó cómo se llamaba a las asociaciones de memoria democrática “buscadores de huesos”. Para la izquierda, se ha abierto una espita muy peligrosa. Para el PP, "Vox y Podemos son lo mismo", discursos radicales ideológicos. Cs no se pronuncia, es el partido que ha tenido una relación más errática con los de Abascal en Andalucía. Han pactado con ellos, pero han querido aparentar que no lo hacían. Han rehusado participar en esta información.

Foto: El presidente de la Junta, Juanma Moreno (PP-A) (d), y el vicepresidente, Juan Marín (Cs). (EFE/Raúl Caro)

Un proyecto por definir

“El problema de Vox es que todavía no ha decidido aún qué quiere ser de mayor”, señala el analista político Daniel Guisado. Nació impulsado por el conflicto catalán y se vinculó al principio a asuntos como la inmigración. De hecho, una de las primeras lecturas que se hicieron de su llegada al Parlamento andaluz fue por su fuerza en localidades como El Ejido (Almería), con una alta tasa de población extranjera, donde tenían su caldo de cultivo o la gasolina para su discurso. Pero el partido trascendió esos dos asuntos. “Vox no es como otras derechas radicales europeas, que están muy lejos del ‘mainstream’ del centro derecha, aquí Vox es una escisión del PP y eso se nota en que comparte con el PP fundadores, cargos, votantes, sociología de su votante. Vox no es la Agrupación Nacional de Le Pen, tiene una política económica de derechas, muy parecida a la del PP. Aunque a la vez se posiciona junto a los trabajadores, como hemos visto últimamente, y no rechaza de frente la subida del salario mínimo o el ingreso mínimo vital”, advierte Guisado, politólogo y autor de 'Hijos de la misma rabia: cómo la derecha radical conquistó la política italiana', que está a punto de ver la luz.

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal (i), la portavoz parlamentaria de Vox, Macarena Olona (c), y el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith. (EFE/J.J. Guillén) Opinión
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Tres años después, aún existe mucho ruido sobre qué papel está teniendo Vox en la política del país. De las alianzas con PP y Cs en los gobiernos autonómicos, el primero en Andalucía, al supuesto cordón sanitario en Cataluña o País Vasco. El partido de ultraderecha se ha convertido en un actor político y se ha normalizado o 'blanqueado' gracias a los pactos con el PP, si se le pregunta a la izquierda. “Un estudio reciente de dos investigadores de la London School of Economics and Political Science insiste en que los votantes de Vox se muestran muy satisfechos con los gobiernos anteriores del PP y que podrían volver al PP. Eso demuestra que la clase trabajadora no vota a Vox. Sus votantes no son económicamente vulnerables. Ocurre con Vox y con la extrema derecha de Portugal, con Chega, que además coinciden en atraer a gente joven, es un voto nada nostálgico de la dictadura franquista, que conocen o les interesa poco o nada”, aporta Guisado. Los estudios electorales señalan que los de Abascal siguen subiendo y que estarían entre un 15-16% del voto, un dato también extrapolable a Andalucía. Hace tres años, Vox obtuvo un 10,97%.

Radicalización de los discursos

“Está más que demostrado que cuando partidos 'antiestablishment' o 'outsiders' entran en el Parlamento los discursos se radicalizan, sobre todo los de quienes comparten trinchera ideológica. Pasó con el PSOE y Podemos, aunque no me gusta nada compararlo con Vox porque creo que no es lo mismo, pero ocurre. La formación de Abascal se ha normalizado. Ocurrió cuando en Andalucía PP y Cs pactaron con Vox sin dudarlo y después cuando otras comunidades hicieron suya esa alianza. El miedo a Vox para movilizar a la izquierda, para cohesionar al electorado, se ha demostrado en las autonómicas de mayo en Madrid que ya no sirve. 'El lobo está aquí' y aparentemente no ha pasado nada más allá de que hacen mucho ruido. La democracia no se ha roto. Se percibe su presencia con normalidad, la polarización sigue, va a más, pero ya está. Vox es un aliado ineludible para que el PP llegue al Gobierno, el PP necesita a Vox y lo ha asumido. No está mal visto. Nunca ha existido en España un cordón sanitario como en Alemania. No es comparable, porque para que eso funcione tiene que haber un consenso de todos los partidos sin excepción, sin juego sucio, sin reproches, y aquí eso no va a ocurrir”, concluye Guisado.

Foto: El presidente de Vox, Santiago Abascal. (EFE) Opinión
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El portavoz de Vox en el Parlamento andaluz, Manuel Gavira, el tercero que ocupa el cargo desde las últimas elecciones, deja muy claro que no puede admitir ese discurso sobre la 'normalización' de la formación. “Me parece un insulto. A Vox lo votaron 400.000 andaluces en esas elecciones y después 600.000 y 800.000 en las sucesivas elecciones generales tras las andaluzas. La fuerza electoral de Vox es cada vez más importante en Andalucía. No hace falta que nadie nos normalice, por favor. Vox es un partido que acepta las reglas del juego democrático y eso es lo que tendrían que hacer los demás. A mí me molesta especialmente cuando para justificar su pacto con Vox, el presidente Moreno alude al acuerdo del PSOE con Bildu. Es insultante. No es admisible. Nosotros no tenemos un historial criminal detrás. Nuestros fundadores vienen del PP o de la UCD”, subraya.

”Vox claro que ha venido a romper consensos, aquellos con los que no estamos de acuerdo. En Andalucía, el PP de Moreno a lo que se dedica es a gestionar la herencia socialista. Casado asume que hay que derogar la lLey de Memoria Democrática por una ley de concordia. Aquí, donde gobiernan, no lo hacen. Nosotros no somos negacionistas de la violencia contra las mujeres, pero creemos que hay otras violencias igual de perversas y que hay que derogar una ley que no ha servido para nada porque qué pasa con la violencia entre mujeres en parejas lesbianas o, por ejemplo, de nietos contra abuelos o hijos contra padres. Claro que son discursos que ha traído Vox, para eso hemos venido. En Madrid, el PP de Ayuso ha firmado un acuerdo de presupuestos con Vox para auditar los fondos para menores inmigrantes. ¿Por qué en Andalucía no? Aquí han firmado muchos de los puntos que ahora se firman en Madrid y no los han cumplido. Aquí Moreno dice que él no tiene competencias en la inmigración ilegal y ¿Ayuso sí las tiene?”, carga Gavira marcando distancias con el PP después de tres años de pactos.

"Lo de normalizar es un insulto"

“Nuestra experiencia a lo largo de estos años en el Parlamento andaluz no nos ha cambiado en nuestras posiciones. Seguimos pensando que hay que cerrar los parlamentos autonómicos porque no sirven para nada. Casi nada tiene poder ejecutivo, lo que se aprueba no sirve para nada, no condiciona al Gobierno, pero nosotros hacemos nuestro trabajo, agotamos nuestros cupos, defendemos nuestras iniciativas. Eso no significa que hayamos cambiado nuestra posición, que quede claro”, asume Gavira. Vox, con cifras ofrecidas por el gabinete de prensa de la Cámara regional, ha registrado 2.001 iniciativas durante la legislatura, frente a 2.016 del PP o 1.657 de Cs. Eso sí, lejos de las 23.571 del PSOE (20.000 preguntas escritas), las 6.103 de Adelante Andalucía o las 2.841 de Unidas Podemos, tras la ruptura con Teresa Rodríguez.

Foto: Juanma Moreno, junto a Pablo Casado. (EFE/Daniel Pérez)

José Antonio Nieto, portavoz parlamentario del PP andaluz, admite que la irrupción del partido de ultraderecha fue “una sorpresa”, pero “hay que asumir que fue una decisión de la sociedad. La democracia es así”. “Si Vox está ahí es porque otros partidos no hemos sabido dar la respuesta o hemos fallado. Esto hay que asumirlo. Para mí, el auge de Vox tiene mucho que ver con el de Podemos, el origen es similar, es un reproche de la sociedad a los partidos que hemos tenido responsabilidades de gobierno desde la Transición, desde espectros políticos antagónicos”, reflexiona el popular. Para la formación conservadora, Vox ha sido “un socio leal, que ha colaborado con el Gobierno y ha cedido en algunas de sus posiciones ideológicas”. “Eso hay que reconocérselo”, añade Nieto, “ahora están en otra fase , en la de destacar la diferencia más que lo que nos une, en un planteamiento radical y es un error”.

“Es cierto que la sociedad, los políticos o los medios entendemos mejor la posición de Podemos que la de Vox, pero son parecidas, postulados desde los extremos, exprimen las posiciones ideológicas de forma visceral, anteponen la ideología a la gestión, se salen del estándar. Yo no comparto muchos contenidos de Vox . Lo que peor llevo es ese discurso contra el consenso globalista, que enraiza con el carlismo del siglo XIX. Ellos tienen una visión que defienden a capa y espada y no se cortan un pelo, y además insisten en que tienen la razón, esos discursos radicales alteran la sociedad, la violentan, perjudican”, admite el portavoz popular.

"Deterioro democrático"

Para Inmaculada Nieto, portavoz de Unidas Podemos, está claro que ha habido retrocesos por la presencia de la formación de Abascal. “Discursos vehementes o faltones ha habido siempre, pero oír el ideario de Vox desde la tribuna del hemiciclo, ver cómo las cosas que dicen se normalizan sin que ni siquiera se les llame al orden, duele. Hay límites y se están traspasando todos”, advierte. “La Cámara se ha ido depreciando mucho, esos discursos tóxicos hacen daño. El último 25-N, todos los diputados tuvimos que salir a la puerta a leer un manifiesto contra la violencia machista y ellos se quedaron en el hemiciclo. No son cosas menores, rompen consensos y ponen en solfa el sistema”, recuerda la portavoz de Unidas Podemos. “Ese deterioro, ese giro radical en el discurso, ha ocurrido porque lo ha permitido el Gobierno. El pacto con PP y Cs los blanqueó, habló [Antonio] Maíllo [ex líder de IU en Andalucía], en una de sus intervenciones con Vox en la Cámara, de la banalización del mal de Hannah Arendt y creo que no exageró nada. El PP ha dado amparo a ese discurso de extrema derecha porque le interesaba, en ocasiones banalizando o infantilizando, con un tono condescendiente. Hay un deterioro de la calidad democrática, Vox es combustible para la crispación social”, considera Nieto, una de las portavoces más pausadas en su tono y más educadas en sus formas. “Una comparación de Vox y Unidas Podemos no se sostiene, porque directamente a la extrema derecha le sobran todos los derechos fundamentales que recoge la Constitución, civiles, sociales, humanos. A veces, oír a Vox lleva a la caricatura, a la risa, por los disparates, pero luego si lo piensas, y sabes que en una parte de la sociedad va a calar ese discurso, que va directo a la boca del estómago, la risa se acaba”, advierte.

Foto: La portavoz de Vox en el Congreso, Macarena Olona. (EFE)

Ángeles Férriz, portavoz del PSOE, cree que en estos tres años Vox ha confirmado su posición como “partido antisistema y contrario al Estado de las autonomías”. “Pese a estar en las instituciones, sus posicionamientos más ideológicos no se han atemperado, sino más bien al contrario. Lo hemos visto en violencia de género, en educación, en memoria democrática, en igualdad, en defensa de los servicios públicos… Donde pese a ser una fuerza fuera del Gobierno de PP y Cs, el reparto de papeles ha sido consensuado y compartido entre los partidos de derecha”, sostiene Férriz. “Moreno Bonilla no ha tenido ni resistencia ni empacho en dejarse arrastrar hacia la ultraderecha de Abascal. No es un blanqueamiento de Vox, sino sintonía ideológica, comodidad en los temas. Vox ha demostrado que no le interesa Andalucía más que como campo de batalla y de laboratorio de pruebas de España, y Moreno no ha sabido ni querido plantar cara en defensa de la comunidad. Han pactado tres presupuestos en los que se han visto retroceder derechos civiles consolidados”, asegura la socialista. Cada partido ve lo ocurrido en los últimos tres años desde su óptica. La realidad es que Vox sigue ahí, al alza en las encuestas, y ha advertido de que si es necesario para que el PP gobierne, pedirá entrar en el Ejecutivo. Quizás Andalucía se convierta de nuevo en la avanzadilla de lo que pueda venir en España.

Hoy, 2 de diciembre, hace tres años que Vox irrumpió por primera vez en las instituciones españolas. Sus 12 diputados en el Parlamento andaluz, hoy son 11 (una es no adscrita y porta los símbolos de Falange), permitieron que el partido de Santiago Abascal, que había hecho campaña pidiendo la supresión de las cámaras autonómicas, pisara moqueta y ocupara escaños. Después, pactó la investidura de Juan Manuel Moreno como presidente de un Gobierno de PP y Cs.

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