Vox arrasa en el 'mar de plástico': "Hay tantos inmigrantes que no podemos ir al médico"
El partido verde asalta El Ejido, el lugar con más invernaderos de Europa y con un 30% de extranjeros. Sus vecinos se sienten "invadidos" por los inmigrantes irregulares
"Se veía en las caras de los que íbamos a votar. Yo miraba a mis vecinos en el colegio y sabía que iban a votar a Vox. De mi familia fuimos 10 y todos votamos lo mismo. No me sorprende nada que haya ganado", dice Fernando Fuentes tras la barra del café pub Acuario. Fernando está hoy eufórico, aunque no lo puede compartir con nadie en su calle porque el resto de negocios a izquierda y derecha están regentados por inmigrantes, casi todos marroquíes, y se llevan a matar. Cafeterías, peluquerías, colmados, alimentación y locutorios se suceden a lo largo de la carretera que cruza Las Norias, barrio periférico de El Ejido. Más del 60% de los 9.000 habitantes de este poblado son inmigrantes. Hay escuelas con un 90% de alumnos hijos de extranjeros. Niños que van y vienen del colegio, veinteañeros, señoras con velo, subsaharianos en bicicleta. Esa es la estampa diaria en Las Norias, que asoma la cabeza entre un mar de invernaderos a medio camino entre El Ejido y La Mojonera.
"El mío es el único local español en toda la avenida", dice Fernando entre orgulloso y resignado. "Los demás se han ido yendo y lo comprendo, esto es inaguantable. Cada vez son más, okupan las casas, se enganchan a la luz, el centro de salud está abarrotado cada mañana y no se puede ni entrar. Estamos hartos y queremos un cambio". Solo hay un parroquiano en el café Acuario. Español, por supuesto. Los marroquíes hace años que no entran. No son bienvenidos y Fernando no se esconde. Para algo ha clavado una bandera de España en la fachada. "Me cansé de que entren descalzos o se pasen el día con un solo café en la mesa. Si entra uno y me pide un café le cobro 1,50". El Acuario también tiene una bandera con el águila franquista colgada en la pared a modo de aviso a navegantes. Al fondo, una puerta da acceso a lo que un día fue una pequeña discoteca juvenil. "Venían los chavales del barrio con sus motillos, pero cuando empezaron a llegar marroquíes las muchachas no venían y al final tuve que cerrar. Si alguien lo quiere, tengo todo el local en venta y a mitad de precio".
Fernando y su único cliente esta tarde, que se llama Matías y también votó a Vox, se alborotan al pensar en las elecciones municipales. "Queremos un alcalde de Vox y que al menos cambie algo. Si ahora en el Parlamento ponen el debate de la inmigración sobre la mesa, nuestro voto lo volverán a tener", aseguran.
Del otro lado de la carretera está la cafetería Alhambra. Es media tarde y tiene 10 clientes, casi todos fuera tomando café. Saludan a los viandantes que van arriba y abajo. Ninguno sabe qué ocurrió la noche del domingo. Ante la confirmación de que un partido antiinmigración ha sido el más votado en El Ejido, algunos asienten sorprendidos. "Es grave, pero no creo que cambie nada. Racistas hay en todas partes. Nosotros no sentimos que los españoles nos miren mal, aunque esto demuestra que algunos se lo tenían bien callado", reflexiona Mustafa, camionero con más de 20 años de residencia en El Ejido.
"No entiendo que se quejen, porque ellos no quieren hacer el trabajo que nosotros hacemos en los invernaderos", dice un residente marroquí
En el Alhambra reconocen que hay mucha inmigración ilegal y que a El Ejido continúan llegando casi a diario jóvenes africanos. "En sus países están muy mal, cualquier persona tiene derecho a buscar un futuro mejor, ¿no? Además, no entiendo que [los votantes de Vox] se quejen, porque ellos no quieren hacer el trabajo que nosotros hacemos en los invernaderos. ¿Quién hará el trabajo en El Ejido si no hay inmigrantes?", se pregunta Jamal antes de dar un sorbo a su café.
La radiografía en El Ejido es clara: si no cambian mucho las cosas, este puede ser el primer municipio de España en tener un alcalde de Vox. Una ciudad de 89.000 habitantes con un 30% de immigración en manos de la ultraderecha sería un cóctel explosivo. Tan solo faltan seis meses para las elecciones municipales de mayo y los ejidenses, lejos de mirar hacia otro lado, confirman que esto no ha sido casualidad. Rocío, que regenta una tienda de ropa y dice que vota socialista, asegura que en esta ciudad había mucha frustración no expresada. "Nos están invadiendo. Ha crecido muchísimo el número de inmigrantes y no paran de llegar cada día. La gente está cansada de ver cómo les dan todas las ayudas y de ver los centros de salud abarrotados. Y si vas a urgencias al Hospital de Poniente lo mismo, hay una cola tremenda y muy pocos médicos. Yo nunca votaré a la extrema derecha, pero lo que ha pasado no me extraña".
En Roquetas de Mar, Vox ha sido segunda fuerza. En Níjar ha rozado el triple empate con PP y PSOE
El revolcón al panorama político no lo ha dado solo El Ejido. Es una gran ola que ha arrasado todo el campo de Almería, el llamado 'mar de plástico'. En Roquetas de Mar, Vox ha sido segunda fuerza. En Níjar, epicentro de los invernaderos en el levante de la provincia, casi ha habido triple empate entre PSOE, PP y Vox. Almería se alza, definitivamente, como feudo de la nueva extrema derecha española.
Prisa por montar el partido
Vox no ha celebrado su victoria en El Ejido porque sencillamente no tiene grupo municipal. Ha pasado de no existir a aspirar a la alcaldía en un chasquido. De 58 votos en 2015 a 7.377 el pasado domingo. Y ahora, claro, todo son prisas. Fran Cara es el coordinador de Vox en el poniente de Almería. Es comercial agrícola y nunca se imaginó en esta tesitura. Dice que prefiere no adelantar acontecimientos y que la alegría le coge de viaje de trabajo. Tampoco se adelanta a futuros escenarios Juan Francisco Rojas, secretario provincial de Vox en Almería y asesor fiscal. "Tendremos que organizar un grupo municipal en El Ejido, eso está claro. Ya estábamos en ello, pero todo ha ido muy rápido. Esta victoria demuestra que la gente está preocupada. No puede haber personas sin papeles tiradas en las calles sin trabajar o trabajando en negro, la gente se ha cansado del discurso buenista con la inmigración", dice Rojas, quien insiste en aclarar que Vox no está en contra de los migrantes sino de "los inmigrantes ilegales".
Juan Miralles, presidente de la fundación de apoyo a los migrantes Cepaim y director de Almería Acoge, afirma que la victoria de Vox es el fruto de "una campaña de bulos que ha consagrado estereotipos falsos", y que esto es lo que ocurre "cuando la gente vota con las tripas y no desde la racionalidad" de leerse un programa electoral. “Decir que hay muchos inmigrantes en El Ejido es tan absurdo como relativo. Por lo pronto, hay tantos inmigrantes como hacen falta para sacar las producciones agrícolas adelante. Y no es cierto que los centros de salud estén abarrotados, para empezar porque la mayoría de inmigrantes son gente joven que no va al médico. Pero es algo muy subjetivo. Si vas a urgencias y de 10 personas esperando hay dos negros quizá te parece mucho, y esos mensajes simplistas y rumores que se extienden por las redes sociales refuerzan la percepción de que hay demasiada gente de fuera".
El presidente de Cepaim considera que han faltado políticas de integración y convivencia desde la Junta de Andalucía y eso ha favorecido que españoles y extranjeros vivan de espaldas en todo el campo de Almería. La culpa, asegura, es de unos y otros. Casi no hay negocios con carteles en árabe donde compren españoles ni a la inversa. El alcalde de El Ejido, Francisco Góngora (PP), afirmó ayer que El Ejido sufre "una fortísima presión migratoria" que "ha roto todas las previsiones y va mucho más allá de la mano de obra" que necesitan los invernaderos, y que eso está generando fricciones.
"Hablamos de plazas de comedor, plazas de guardería... Hay colegios donde el porcentaje de alumnos inmigrantes es del 90%, eso no es trabajar por la integración. Por cierto, con políticas de integración competencia exclusiva de la Junta de Andalucía que brillan por su ausencia. Ahí hay que poner el acento y trabajar", incidió Góngora. Sobre la amenaza de Vox en las municipales, el alcalde insistió en que los resultados del domingo en El Ejido "no son extrapolables", ya que "el 99,9% de los votos a Vox se debieron a la preocupación por el fenómeno migratorio".
Nadie espera que esta 'salida del armario' de la gente de El Ejido incremente la tensión racial. Lejos quedan ya los episodios de violencia callejera vividos en el año 2000 tras el asesinato de tres personas, la tercera y más sonada una joven de Las Norias que fue eviscerada por un marroquí con problemas mentales. Las turbas bajaron carretera abajo con barras de hierro y apedreando todos los negocios magrebíes a la 'caza del moro'. Docenas de inmigrantes tuvieron que esconderse en bares y casas particulares. Han pasado 18 años de aquello pero aún hoy duele como una cicatriz mal cerrada. Serán el tiempo y sobre todo la composición del Gobierno andaluz quienes marquen hasta qué punto este terremoto electoral en el 'mar de plástico' de Almería genera tensiones sociales.
Entretanto, ajenos a la onda expansiva, los inmigrantes siguen llegando a El Ejido. Mamadou es de Guinea y lleva un mes en España. Cruzó el Estrecho en una zodiac y vive junto a 23 jóvenes en las dependencias de la fundación Cepaim. Cada uno de ellos dispone de tres meses para tratar de regularizar su situación. "Es triste que después de jugarte la vida para buscar un futuro haya gente que te odie. No podemos hacer nada con eso", dice escuetamente antes de regresar a la cocina a prepararse un poco de comida antes de que anochezca.
"Se veía en las caras de los que íbamos a votar. Yo miraba a mis vecinos en el colegio y sabía que iban a votar a Vox. De mi familia fuimos 10 y todos votamos lo mismo. No me sorprende nada que haya ganado", dice Fernando Fuentes tras la barra del café pub Acuario. Fernando está hoy eufórico, aunque no lo puede compartir con nadie en su calle porque el resto de negocios a izquierda y derecha están regentados por inmigrantes, casi todos marroquíes, y se llevan a matar. Cafeterías, peluquerías, colmados, alimentación y locutorios se suceden a lo largo de la carretera que cruza Las Norias, barrio periférico de El Ejido. Más del 60% de los 9.000 habitantes de este poblado son inmigrantes. Hay escuelas con un 90% de alumnos hijos de extranjeros. Niños que van y vienen del colegio, veinteañeros, señoras con velo, subsaharianos en bicicleta. Esa es la estampa diaria en Las Norias, que asoma la cabeza entre un mar de invernaderos a medio camino entre El Ejido y La Mojonera.