Es noticia
Son las tropas más discretas del desfile del 12-O, pero cruciales en la guerra moderna
  1. España
el potencial de la reserva voluntaria

Son las tropas más discretas del desfile del 12-O, pero cruciales en la guerra moderna

Si se fija bien, en esta imponente exhibición podrá identificar a un discreto grupo de militares que representan a un colectivo bastante desconocido: los reservistas voluntarios. Una fuerza que se ha demostrado clave en la guerra de Ucrania

Foto: Desfile del 12 de octubre de 2021. (EFE/Chema Moya)
Desfile del 12 de octubre de 2021. (EFE/Chema Moya)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

El 12 de octubre se celebra en España el Día de la Fiesta Nacional con el tradicional desfile militar por la avenida de la Castellana de Madrid. Es una jornada festiva en la que las Fuerzas Armadas se acercan a la sociedad. Cazas y helicópteros sobrevuelan la capital, los carros de combate, la artillería y los caballos hacen crujir el asfalto y más de 3.000 soldados, con las flamantes unidades de élite, los míticos tercios de la legión o la vistosa Guardia Real, marchan al ritmo de las bandas militares ante la mirada de Felipe VI y las autoridades. Pero, si se fija bien, quizá pueda identificar en medio de esta imponente exhibición a un discreto grupo de militares, casi siempre en vehículos de asociaciones de veteranos, que representan a un colectivo bastante desconocido y desaprovechado: los reservistas voluntarios.

Los reservistas voluntarios son ciudadanos que ofrecen su formación académica y experiencia laboral a las Fuerzas Armadas de forma temporal, hasta un máximo de cinco meses al año. Un reservista, por tanto, mantiene su profesión y su vida civil; y pasa a ser militar con todos los derechos y deberes únicamente cuando es activado. Y solo entonces trabaja en instalaciones militares y cobra un sueldo del Ministerio de Defensa.

El Ministerio de Defensa abre una convocatoria anual de plazas, que tiene carácter de concurso de méritos. Los reservistas solicitan hasta un máximo de diez plazas y presentan los documentos que acreditan los méritos valorados, desde títulos académicos a experiencia militar previa, pasando por idiomas. Entonces, un algoritmo ordena la puntuación de los candidatos para cada plaza, ponderando los méritos por la prioridad dada a la plaza por el candidato a cada puesto. Según la formación académica, un reservista voluntario puede aspirar a plazas de tropa, suboficial u oficial. Luego se le asigna a una unidad concreta. Así, encontramos a reservistas del Ejército de Tierra, Ejército del Aire y del Espacio, Armada y Cuerpos Comunes, cada uno con sus singularidades.

Una vez obtenida la plaza, un aspirante a reservista pasa por dos etapas. Una primera formación básica en un centro de instrucción militar que puede ser, por ejemplo, un Centro de Formación de Tropa del Ejército de Tierra o en la Escuela Naval Militar de la Armada. A continuación, pasará por una formación específica en su destino. Solo entonces tendrá lugar el nombramiento oficial, apareciendo en el Boletín Oficial de Defensa con su empleo militar y unidad de destino. Los reservistas firman un compromiso por tres años, que puede ser renovable hasta cumplir la edad máxima. Y tienen derecho a solicitar hasta un máximo de dos ascensos, cumpliendo una serie de requisitos.

Forasteros en las Fuerzas Armadas

Los primeros reservistas voluntarios se formaron en 2003. Muchos llegaron entonces a su unidad para encontrarse con que la Reserva Voluntaria era completamente desconocida por muchos militares. La teoría era que las plazas convocadas respondían a requisitos exigidos por las unidades, pero más de uno se encontró al llegar al destino que no había demanda para un perfil como el suyo.

Además, pasaron varias convocatorias hasta que se introdujo una cláusula que hacían obligatorios ciertos requisitos, fundamentalmente en materia de experiencia laboral o formación académica, vinculada a la plaza. Algunos reservistas voluntarios de las primeras promociones llegaron a obtener su plaza por méritos ajenos al puesto a desempeñar. Durante los primeros años en los que la Reserva Voluntaria parecía funcionar en pruebas, la mayoría de las activaciones eran de una semana. Esto era insuficiente para establecer un vínculo entre la unidad y el reservista, que se veía incapaz de dejar huella con su trabajo.

Foto: Soldados españoles, de maniobras en Letonia. (EFE)

Estos factores hicieron que el arranque de la Reserva Voluntaria fuera insatisfactorio para militares y reservistas. Los profesionales veían circular por su unidad a voluntarios desconocidos, más motivados que capaces para aportar dado el escaso tiempo que pasaban por allí. Mientras que los reservistas voluntarios sentían que no se aprovechaba su potencial, ya que muchos contaban con experiencia y capacidades que trascendían la plaza asignada. Tampoco tenían acceso a una formación continua que les permitiera adaptarse mejor a la vida militar una vez se integraran en su destino.

Muchos de esos problemas se fueron corrigiendo. Hoy en día, hay reservistas voluntarios que sirven en puestos muy especializados varios meses al año y desempeñan su trabajo perfectamente integrado en su unidad militar. Incluso reservistas con plaza de Medicina y Enfermería han apoyado a sus unidades en misiones internacionales.

El gran hachazo

Pero el proyecto recibió un gran hachazo tras los recortes sufridos por el Ministerio de Defensa en la crisis financiera de 2008. A partir de entonces, el número de plazas convocadas descendió drásticamente. Si en 2009 habían llegado a los centros de formación 1.587 aspirantes, en 2010 fueron 110. Y, sobre todo, el presupuesto para activaciones se redujo durante años hasta lo testimonial. Fueron pasando los años y muchos reservistas jamás volvieron a pisar su unidad.

Foto: Miembros de la Guardia Nacional de Letonia asisten a un desfile del Día de la Independencia en Riga, el 18 de noviembre de 2016. (Reuters) Opinión

La normativa que rige la Reserva Voluntaria no establecía en un principio ningún compromiso de activación por parte del Ministerio de Defensa. Ahí entró en juego la mano izquierda de cada reservista para hacerse útil y también algo de picaresca española. Durante los primeros años de crisis pareció haber una relación directa entre la cercanía al despacho de un general y las probabilidades de ser activado.

La Armada corrigió recientemente esta distorsión estableciendo un mínimo de activación en la unidad de destino por compromiso de tres años. Pero por el camino la Reserva Voluntaria languideció. Los objetivos iniciales de llegar a más de 10.000 reservistas voluntarios nunca se cumplieron. El número real nunca superó unos pocos miles, alcanzado un máximo de casi 5.550 entre 2010 y 2011. En 2020 apenas superaban los 3.000.

Foto: Un MH-60R Sea Hawk de la Marina de EEUU. (Reuters)

El concepto de Reserva Voluntaria en España no es un modelo tradicional de reserva movilizable, sino un plantel de profesionales que cubren puestos especializados y se integran en unidades regulares. No hay unidades reservistas y no se prevé contar con una gran masa de reservistas para desempeñar el papel de fusilero en unidades de infantería. Como complemento a la Reserva Voluntaria se creó la figura del Reservista de Especial Disponibilidad, abriendo la posibilidad a miembros de tropa que abandonan las Fuerzas Armada al cumplir 45 años el seguir vinculados a ellas hasta los 65.

Pero la guerra en curso en Ucrania debería hacer reflexionar sobre las necesidades reales de combatientes, incluso en la era de las guerras tecnológicas. Precisamente, la transformación tecnológica impone la necesidad de contar con especialistas en materias cada vez más complejas, como la ciberseguridad. Para las Fuerzas Armadas sería coger un atajo el buscar profesionales en el ámbito civil e integrarlos como reservistas voluntarios en vez de invertir tiempo y dinero en formar a sus profesionales.

Repensar la reserva

En estos 20 años, se han hecho avances innegables. Pero aún hoy, la Reserva Voluntaria en España es capaz de crear un gran consenso: profesionales y reservistas están insatisfechos. Así que, si en algún momento se asume el desafío de mejorar y adaptar la Reserva Voluntaria a los nuevos tiempos, se abre una oportunidad para introducir grandes cambios.

Foto: Una manifestación en Madrid en apoyo a Israel en 2021. (EFE/Rodrigo Jiménez)

El verdadero reto para las Fuerzas Armadas es tener una reserva que complemente a la masa de militares profesionales. Esto requiere no solo un núcleo de especialistas integrado individualmente en unidades regulares, sino también contar con unidades específicas de reservistas con una preparación continua. Un modelo interesante, por ejemplo, es el francés. Allí cada regimiento cuenta con una compañía reservista.

Lo habitual en otros países es que el reclutamiento de las unidades reservistas sea territorial. Con el actual modelo español, es perfectamente factible que un reservista con domicilio en Galicia esté destinado en una unidad militar en Murcia. Y alguien que reside en Navarra sirva como reservista en Gran Canaria. La creación de nuevas unidades reservistas debería seguir una estructura territorial, en la que cada reservista esté vinculado a una unidad cercana a su domicilio, en la que pueda seguir un plan de formación estable que supere el actual modelo de una activación anual.

Foto: Feria Feindef 2023. (Sergio Beleña)

En los sucesivos procesos de selección de reservistas voluntarios se valoraba la experiencia militar preveía, incluyendo el servicio militar obligatorio. Como apuntaba una editorial de la Asociación ARES de Reservistas Españoles, esto pone en desventaja a los jóvenes y a las mujeres que no vivieron esa experiencia. Quizás es hora de crear plazas específicas para jóvenes que sirvan de primer acercamiento a las Fuerzas Armadas y coadyuven a crear vocaciones profesionales, convirtiéndose esa experiencia en mérito para acceder a una plaza de militar profesional.

Ahora mismo se da el fenómeno en todo el mundo occidental, de Estados Unidos a Alemania, que los ejércitos no consiguen atraer a un número suficiente de aspirantes militares. El problema tiene que ver, en gran parte, con el invierno demográfico en el que se han adentrado los países occidentales. La cohorte demográfica de las personas que cumplen 18 años es cada vez más estrecha en la pirámide de población. Precisamente, un sector de la población en España para la que el servicio militar obligatorio es una experiencia ajena de la que solo hablan los mayores.

La falta de soldados llevó en su momento a abrir la puerta a de reclutar a extranjeros procedentes de países con vínculos históricos con España y residencial legal el país. En el futuro, quizás habrá que crear nuevos mecanismos para acercar a las Fuerzas Armadas a la sociedad, sembrar vocaciones y fomentar una verdadera cultura de defensa.

El 12 de octubre se celebra en España el Día de la Fiesta Nacional con el tradicional desfile militar por la avenida de la Castellana de Madrid. Es una jornada festiva en la que las Fuerzas Armadas se acercan a la sociedad. Cazas y helicópteros sobrevuelan la capital, los carros de combate, la artillería y los caballos hacen crujir el asfalto y más de 3.000 soldados, con las flamantes unidades de élite, los míticos tercios de la legión o la vistosa Guardia Real, marchan al ritmo de las bandas militares ante la mirada de Felipe VI y las autoridades. Pero, si se fija bien, quizá pueda identificar en medio de esta imponente exhibición a un discreto grupo de militares, casi siempre en vehículos de asociaciones de veteranos, que representan a un colectivo bastante desconocido y desaprovechado: los reservistas voluntarios.

Defensa Fuerzas Armadas
El redactor recomienda