La CUP vuelve a sus orígenes antisistema y prepara un otoño caliente
La organización ha distribuido entre su militancia un documento, aprobado ya por la cúpula, para ser discutido en asambleas territoriales que pretende resucitar el espíritu más radical de la formación anticapitalista
Los meses futuros van a ser movidos en Cataluña. En algunos círculos políticos se habla de la posibilidad de poner en marcha un nuevo 'procés' que desemboque en otro referéndum, pero ese nuevo ciclo puede deparar sorpresas y será más bien un periodo revolucionario con epicentro en la izquierda radical. Mientras Pere Aragonès trata de tender puentes con Madrid, otros sectores independentistas buscan dinamitarlos y preparar un otoño caliente. Al presidente de la Generalitat se le hará cuesta arriba no solo por la previsible radicalización de Junts pert Catalunya (JxCAT), empeñada en hacer saltar por los aires la mesa de diálogo con el Gobierno central: la CUP prepara también un ‘menú especial’ cuya guinda será, el año próximo, la exigencia de una moción de confianza, conforme habían pactado con ERC al inicio de la legislatura.
Para entonces, los 'cuperos' ya tendrán una nueva hoja de ruta, mucho más radical. De hecho, la organización ha distribuido entre su militancia un documento aprobado ya por la cúpula para ser discutido en asambleas territoriales. Se titula 'Basta de este color' y propugna la vuelta a la estrategia primitiva anticapitalista de la organización. Es decir: una vuelta a la CUP antisistema de hace una década, con especial atención al combate contra las instituciones y la negativa a participar en cualquier gestión.
Las líneas ideológicas siguen siendo las mismas, pero se abandona todo atisbo de pragmatismo y se vuelve a la senda revolucionaria combativa. En el documento, la organización radical dinamita el frente independentista por el que apuesta JxCAT, por ejemplo, como excusa para mantener una estrategia de trincheras. La CUP, fiel a su tradición, no estará en ese frente, sino que volverá a ser la organización anticonstitucional que siempre fue. No hay que olvidar que hasta hace menos de una década no se decidió ni siquiera a presentarse a unas elecciones autonómicas: solo concurría a las municipales, en donde el contacto con el elector es mucho más directo.
El nuevo camino será la renuncia al parlamentarismo y la institucionalidad y priorizar la revolución y la radicalidad como manera de hacer política. Ya no se trata solo de reivindicar la independencia, que también, sino de hacer mayor hincapié en cuestiones sociales y en las reclamaciones históricas basadas en que sin revolución social no puede haber ruptura con España. Ni mucho menos república catalana. En otras palabras: el grupo parlamentario de la CUP se convertirá en una dura oposición que tratará de dejar en evidencia dos maneras de hacer política independentista: la del Govern y la suya.
Las enseñanzas vascas
En los últimos tiempos, la organización radical ha vivido algunas tensiones internas. Su organización juvenil, Arran, fue el fiel reflejo de esas tensiones. La semana pasada, acabó rompiéndose y hubo una escisión. Es un camino que ya vivió la Gazte Koordinadora Sozialista (GKS) en el País Vasco. En Cataluña, diversas asambleas territoriales decidieron cortar por lo sano y crear Horitzó Socialista (Horizonte Socialista), un sector que propugna arrinconar el tema de la independencia y de la priorización de la participación en las instituciones a cambio de reclamar cambios sociales antes de nada. "Horitzó Socialista es la expresión final de la situación de tensión que desde hace meses padece Arran, marcada por la reapertura y la imposición de debates de forma reiterada. Pese a haber intentado buscar un acercamiento entre diferentes posturas durante este tiempo, no se puede debatir con quien no quiere ser convencido; y es en el momento en que se traspasan los espacios de debate político para deslegitimar e inhabilitar las decisiones de toda la organización cuando la separación se presenta como el único desenlace posible", razonaba Arran.
La plataforma juvenil considera que es una mala noticia la ruptura. Pero la organización madre, la CUP, no quiere que le pase lo mismo. Aquí ha sido la cúpula la que, en previsión de tensiones internas, ha planteado ya una revisión de los pilares ideológicos y prácticos. De hecho, algunos de los sectores de la CUP han tenido algunas discrepancias internas en los últimos meses. Respecto a la guerra de Ucrania, por ejemplo, mientras Endavant, el núcleo duro, aprobaba un duro informe posicionándose a favor de Putin, otro de los partidos de la formación, Lucha Internacionalista, se posicionaba a favor del "pueblo ucraniano" y exigía la retirada de las tropas rusas. Denunció que el tema no fue debatido en la cúpula de la CUP.
"El posicionamiento pacifista de los diputados de la CUP oscila entre un neutralismo tipo del Comité de No Intervención de los Blum y democracias europeas en nuestra Guerra Civil, negando armas a la República para no escalar el conflicto, y la falaz comparación con la posición de Lenin en la Primera Guerra Mundial, que era una guerra entre países imperialistas". Así, mientras unos defienden a Rusia como garante de "valores democráticos" (así lo recoge Endavant en su informe), otros (Lucha Internacionalista, por ejemplo) afirman que tras "las masacres de Chechenia, Kazajistán y Bielorrusia", Rusia representa el "imperialismo agresor". Y critica especialmente que "la CUP aún lo hace más sangrante, cuando se planta ante el cónsul ucraniano en el Parlament con carteles con el símbolo del 'no a la guerra'. ¿Cómo podían pedirle paz a alguien del pueblo que padece las bombas y pone los muertos?". Lucha Internacionalista dice que no apoya a Zelenski, pero sí al pueblo que padece las bombas rusas. Y acusa a los 'cuperos' de tener dos varas de medir. De ahí que asegure que la actitud de sus diputados “no nos representa”.
Contra la gestión del Govern
Ante los conflictos internos, la CUP revisará sus postulados. Con su nueva estrategia, puede evitar una ruptura interna cuyo alcance político es difícil de prever. En realidad, sus dirigentes matan dos pájaros de un tiro: conjuran una posible crisis aplicando un bálsamo antes de que la tensión se desborde y se desmarcan de ERC y de Junts, formaciones a quienes consideran 'procesistas' e incluso 'autonomistas'.
El documento distribuido por la cúpula, además de certificar la disolución del 'frente independentista', se posiciona en contra de las grandes líneas de gestión del Govern. La intención es desmarcarse de esa gestión para visualizar ante la opinión pública que la CUP no tiene nada que ver con el Gobierno catalán. "La unidad del bloque independentista no existe, porque ERC y Junts han demostrado sobradamente que se conforman con una gestión de las migajas autonómicas", dice el documento.
La CUP rechaza temas como la ampliación del aeropuerto de El Prat, los parques eólicos, el proyecto de BCN World o los JJOO. "Quien lucha, puede ganar: hemos tumbado los JJOO de Invierno 2030. Enhorabuena, compañeros", llegó a enviar una territorial de Endavant a sus militantes, aunque el proyecto se fuese al garete por otros motivos, como los enfrentamientos entre Cataluña y Aragón por el protagonismo.
La CUP aprovechará para poner de manifiesto las contradicciones de los otros dos grandes partidos independentistas
Pero hay tres puntos importantes que la CUP va a explotar en esta nueva etapa y que marcarán su rumbo político. Por un lado, dejarán patente que "ni ERC ni Junts quieren hacer valer la mayoría independentista para avanzar en el campo social y nacional, pese a que la retórica del 52% continúe presente". Se refiere al tema de que el independentismo logró el 52% de los votos en estas elecciones, cuando ha tenido menos sufragios que en ninguna otra de la última década. Desde la CUP también abominan de ese bloque aduciendo que la Generalitat continúa siendo parte acusatoria en muchos procesos contra independentistas. De hecho, está obligada a personarse en las causas donde haya algún funcionario o agente herido. También consideran que la pérdida del escaño por parte del diputado Pau Juvillà, al ser condenado, debería haber sido mejor defendida por la Generalitat y el Parlament, hasta el extremo de desobedecer la sentencia judicial.
En segundo lugar —y aquí la CUP coincide con Junts—, la organización anticapitalista considera que la mesa de diálogo que Pere Aragonès abrió con Pedro Sánchez está muerta. "Es una vía muerta para la autodeterminación y abierta para la estabilización autonómica. Es preciso que nos desmarquemos absolutamente", dice el documento. También JxCAT quiere anular la mesa de diálogo y apostar por la confrontación institucional y la inestabilidad política. Pero sus estrategias son divergentes. Y lo mismo que rechaza la vía del diálogo de ERC, la CUP también rechaza la vía del referéndum de independencia defendido por Junts.
En tercer lugar, la CUP aprovechará para poner de manifiesto las contradicciones de los otros dos grandes partidos independentistas y visualizar que, por un lado, el Govern aprueba leyes con el apoyo de partidos no independentistas y, por otro lado, "ha lanzado a la papelera la oportunidad de un cambio de rumbo después de las elecciones del 14-F y del acuerdo de investidura". Esa senda deja el camino expedito para reclamar una moción de confianza en 2023 a Pere Aragonès, tal y como ERC y CUP se habían comprometido en un documento firmado a comienzos de la legislatura. Saben que ERC no convocará esa moción de confianza porque la CUP no apoyará los presupuestos del año que viene, pero lo importante es dejar constancia de que ha sido ERC la que ha variado su posición. Con ello, la CUP tiene suficiente para marcar perfil propio.
Los meses futuros van a ser movidos en Cataluña. En algunos círculos políticos se habla de la posibilidad de poner en marcha un nuevo 'procés' que desemboque en otro referéndum, pero ese nuevo ciclo puede deparar sorpresas y será más bien un periodo revolucionario con epicentro en la izquierda radical. Mientras Pere Aragonès trata de tender puentes con Madrid, otros sectores independentistas buscan dinamitarlos y preparar un otoño caliente. Al presidente de la Generalitat se le hará cuesta arriba no solo por la previsible radicalización de Junts pert Catalunya (JxCAT), empeñada en hacer saltar por los aires la mesa de diálogo con el Gobierno central: la CUP prepara también un ‘menú especial’ cuya guinda será, el año próximo, la exigencia de una moción de confianza, conforme habían pactado con ERC al inicio de la legislatura.
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