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"Optimismo" y cierre de filas: Sánchez encara el tirón final de la negociación con Podemos
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LA EJECUTIVA FEDERAL SE PASA AL JUEVES

"Optimismo" y cierre de filas: Sánchez encara el tirón final de la negociación con Podemos

Los equipos de PSOE y UP vuelven a reunirse este miércoles. Es el día decisivo. Los morados marcan sus exigencias y los socialistas les presentarán una nueva oferta, "diferente" a la anterior

Foto: Pedro Sánchez y la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, este 23 de julio en el debate de investidura en el Congreso. (EFE)
Pedro Sánchez y la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, este 23 de julio en el debate de investidura en el Congreso. (EFE)

Poco más de 24 horas para descubrir todas las cartas. Un día para la segunda votación de investidura, la definitiva, y en la que basta la mayoría simple. Muy poco ya para saber si un Ejecutivo de coalición de PSOE y Unidas Podemos coge musculatura o se deshace. La medición de los estados de ánimo, que en estos tiempos de política líquida cuentan, y más en un partido tradicionalmente tan ciclotímico, indica que entre los socialistas ahora sopla el "optimismo". O sea, la sensación de quue habrá acuerdo y no choque. Pero es aventurado hacer apuestas y nadie en la cúpula se presta, porque todo puede pasar. Llega el tirón final de la negociación, la estrategia está perfilada y sobre el papel, y Pedro Sánchez está a punto o de lograr la investidura o de sufrir un varapalo semejante al de 2016. Pero, a diferencia de entonces, tiene a todo el PSOE detrás. Su poder sobre los suyos es total.

El escaso recorrido de esta semana, casi tres meses después del 28-A, se ha convertido en un carrusel de emociones. Literal. Empezó con la desafección y frialdad del presidente en funciones hacia sus teóricos socios y la bronca salvaje y descarnada con Pablo Iglesias por la noche, en el hemiciclo y televisada. Una negociación transmitida en directo, cruda y brutal. Los diputados se marchaban a descansar casi sobrecogidos, con pasmo por lo vivido. Algunos desconcertados, algunos incluso sorprendidos por la actitud de un candidato al que vieron pasarse de frenada, emplear un tono demasiado duro con su socio y evidenciar que ni le entusiasma la fórmula de la coalición ni le importa ir a elecciones, llegado el caso. Otros estaban asustados por ir a una repetición de las generales que pudieran convertirse en una tómbola. No se puede hablar de malestar, ni de sector crítico, porque el grupo en el Congreso, tras el 28-A es muy homogéneo y el PSOE está más cohesionado en torno a Sánchez. Al menos por ahora.

En cualquier caso, ese clima de pesimismo cambió solo unas cuantas horas después. Por obra de las dos partes. La vicepresidenta en funciones y jefa del equipo negociador socialista, Carmen Calvo, aunque acusó a Iglesias de haber "complicado" el diálogo, reiteró su disposición a reanudar las conversaciones y enfatizó que los ministerios que ofrecía su partido —que Ferraz nunca quiso detallar— no eran piezas "menores" ni meros "elementos decorativos", como había censurado el líder de los morados en el pleno. Y confirmó por primera vez ante los medios que Sánchez aceptaba a la portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Irene Montero, como posible vicepresidenta y titular de competencias sociales. A continuación, la portavoz socialista, Adriana Lastra, también ayudaba a calmar el fuego con un discurso en la tribuna más conciliador. Y sobre las dos de la tarde, los de Iglesias protagonizaron un "gesto más" para facilitar la negociación: en la primera votación de investidura, se agarraron a la abstención. Fue claro el viraje porque Montero, que al estar de baja por su próxima maternidad tuvo que emitir su voto telemático antes de las nueve de la mañana, optó por el no.

Pedro Sánchez no logra la investidura en la primera votación con la abstención de Podemos

Las señales de distensión de las dos partes hicieron que a la salida del pleno de este martes diputados y dirigentes socialistas respiraran aliviados y mostraran su "optimismo" sin ambages. Con prudencia, eso sí, porque todos subrayaban que el diálogo puede derrapar en el momento más inesperado. Pero sí coincidían en que había "margen" para el acuerdo. "Yo el lunes lo veía más complicado, pero ahora tengo más claro que esto sale porque además los dos, Pedro y Pablo, saben que no se entendería lo contrario", indicaba una baronesa regional que antes no comulgaba con Ferraz. La opinión era similar se preguntara a quien se preguntara.

El lunes sí cundió en algunos la sorpresa, y hasta la sensación de que Sánchez fue muy duro, pero el clima cambió por completo en la sesión del martes


El desconcierto de la víspera se había diluido. También el miedo a unas nuevas generales que muchos en el grupo y en el cuartel general no ven clara. En los últimos, sí ha cundido la impresión de que igual que en las alturas del partido son más proclives a buscar un acuerdo con UP, en la Moncloa, en ese círculo en el que siempre es protagonista Iván Redondo, no hacían ascos a tirar los dados otra vez, apoyados por unas encuestas que lanzan buenas señales para el PSOE. Pero el castigo de la izquierda y una alta abstención podrían tumbar esas expectativas, e incluso dar otra oportunidad a la derecha. Todas esas presiones, ambientales e internas, contribuyeron ayer a facilitar el escenario del acuerdo. Aunque nunca se sabe, porque el diálogo costará y quedan horas.

Foto: Carmen Calvo conversa con la portavoz socialista, Adriana Lastra, este 23 de julio en el pleno del Congreso. (EFE)

Arropado por los barones

Sánchez volvió a estar arropado no solo por su grupo, sino por dirigentes territoriales de su partido. La presencia más llamativa, de hecho, fue la de Susana Díaz, su rival en las primarias de 2017 y que ahora no para de exhibir sintonía con el líder. Estuvo el lunes en el Congreso, ayer también —acompañada por cierto de su número dos, Juan Cornejo— y estará el jueves, en la segunda votación de investidura. Díaz compartió tribuna de invitados con otros barones, como Idoia Mendia (Euskadi), Gonzalo Caballero (Galicia), Diego Conesa (Murcia) o María Chivite (Navarra), además del flamante presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres. En la primera jornada, el candidato estuvo respaldado también por los presidentes de Valencia (Ximo Puig), Extremadura (Guillermo Fernández Vara), Asturias (Adrián Barbón) y Baleares (Francina Armengol).

El presidente se reunió con su núcleo duro hasta las seis de la tarde para preparar la nueva oferta para Podemos y diseñar la estrategia negociadora

Tras el pleno, el presidente se reunió y almorzó con su núcleo duro en la zona de Gobierno del Congreso durante alrededor de tres horas y media. Allí estaban la vicepresidenta, Carmen Calvo, y las otras dos miembros del comité negociador, Adriana Lastra, la portavoz parlamentaria —que tuvo que marcharse antes—, y María Jesús Montero, la ministra de Hacienda, más el secretario de Organización y titular de Fomento, José Luis Ábalos, y el director de Gabinete de Sánchez, Iván Redondo. Allí, como confirmaban fuentes de Ferraz, se puso negro sobre blanco el itinerario a seguir en las próximas horas. Se decidió diseñar una nueva oferta para Unidas Podemos, visto que todas las anteriores habían sido rechazadas. Y se determinó la estrategia negociadora: el límite hasta el que el candidato está dispuesto a llegar.

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La cúpula quiso que se supiera que había tomado nota y que le tocaba tomar la iniciativa. Calvo, a su salida de la Cámara Baja, cerca de las seis de la tarde, confirmó que acababa de telefonear a su homólogo morado, Pablo Echenique, y que habían quedado en verse lo antes posible. La reunión tendrá lugar este miércoles, aunque Ferraz rehusó revelar la hora y el lugar del encuentro. Será la segunda larga cita de los dos equipos de interlocutores, tras la del domingo que acabó pasada la medianoche con desacuerdo. El momento cumbre tras más de 80 días sin una negociación real.

placeholder Susana Díaz, este lunes en el Congreso para la investidura. (EFE)
Susana Díaz, este lunes en el Congreso para la investidura. (EFE)

Unidas Podemos ya adelantó en la noche del martes cuáles son sus condiciones, su propuesta "realista y razonablemente proporcional de reparto de competencias de los ministerios actuales" y que les permitiría desarrollar desde el Gobierno de coalición políticas sociales. Entre las prioridades que marcan los morados figuran ecologismo y medidas como la bajada de la factura de la luz o la respuesta a la emergencia climática —o sea, poder en Transición Ecológica, hoy en manos de Teresa Ribera—, política fiscal (o sea, Hacienda, que tutela María Jesús Montero), ciencia (que hoy dirige Pedro Duque), igualdad (área bajo el dominio de Calvo) y empleo, para impulsar otra nueva subida del salario mínimo (el Ministerio de Trabajo, cuya responsable actual esMagdalena Valerio). También los morados quieren poder sobre sanidad o educación. Es decir, UP demanda políticas con carteras sociales y disponibilidad presupuestaria.

Serán "generosos"

Desde Ferraz, a última ahora, lanzaron el mensaje de que serían "generosos, pero también discretos". En la dirección asumían que tendrían que aceptar la cesión de competencias que el domingo no quisieron traspasar. Sin llegar a los "máximos" que demanda Iglesias. Una solución podría ser desagregar competencias de los ministerios. Es decir, no conceder departamentos completos, sino desgajar de ellos ciertas áreas. Por ejemplo, dividir Transición Ecológica entre Energía —que es el núcleo más importante y que se quedaría el PSOE— y Medio Ambiente, que podría pasar a los morados. El escollo principal continuaría siendo Hacienda. En el cuartel general siguen pensando que es "impensable" que la cartera de Montero, ministra que ha ido ganando enteros en el organigrama socialista y que goza de la máxima confianza de Sánchez, cambie de manos.

Fuentes socialistas dicen que se trata de una propuesta "diferente", sin dar detalle. Una opción sería dividir ministerios para desgajar áreas

En la Moncloa, mientras, rechazaban dar detalles de la última propuesta que se planteará este miércoles a UP, ni si será sensiblemente mejor. "Va a ser nueva y va a ser diferente a la anterior", confesaban fuentes socialistas, que recordaban que tampoco dieron detalles de la última. De esta, de hecho, se ha tenido más conocimiento vía Podemos: además de la vicepresidencia social recortada de competencias —"vacía de contenido", "simbólica", dijeron—, el PSOE había ofrecido conducir Juventud y Vivienda, ministerios de nueva creación. Un planteamiento que encontraban "humillante" y que sin embargo para Calvo era "razonable". El presidente, en sus intervenciones en la tribuna, no daba muestras de querer mejorar mucho su oferta —de hecho, pidió a Podemos estudiar, en caso de choque, un acuerdo de investidura o un pacto de legislatura— e incluso este martes admitía la opción de una "investidura fallida", como la de 2016.

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En el equipo del presidente y en Ferraz se mostraban "optimistas" acerca del tirón final. "No tenemos opción ninguno de los dos", confesaba un alto mando, en una reflexión muy compartida por muchos dirigentes: llegados a este punto, nadie entendería que PSOE y Podemos no se pusieran de acuerdo. Las diferencias ya están no en el programa, sino donde siempre se pensó, en el reparto de poder, diferencias más reconducibles que las puramente ideológicas. Si finalmente se llegara al choque, la salida probable, aunque aún habría dos meses para encauzar las conversaciones, sería la de elecciones. Pero una repetición de los comicios, como muchos se temen y como advirtió con crudeza en la tribuna el portavoz de Compromís, Joan Baldoví, pueden ser la "tumba" de Sánchez. Una moneda al aire demasiado arriesgada.

Foto: Imagen: Enrique Villarino.

Tras la jornada verdaderamente decisiva de este miércoles, llegará (otro nuevo) cierre de filas oficial. La ejecutiva federal se reúne el jueves por la mañana —la convocatoria se desplazó 24 horas— para respaldar la estrategia del presidente y sus negociaciones, hayan concluido en éxito (Gobierno de coalición) o fracaso. Será muy poco antes del pleno de segunda votación de investidura, convocado a las 13:30. Si hubiera pacto de coalición, habrá consulta de ratificación de las bases socialistas este fin de semana. El futuro del partido y del país pende de manos de los dos equipos negociadores y de su capacidad (y voluntad) de acercar o no posturas. El tiempo ahora sí que se agota y no admite prórrogas. España se aproxima al minuto 90 de partido.

Poco más de 24 horas para descubrir todas las cartas. Un día para la segunda votación de investidura, la definitiva, y en la que basta la mayoría simple. Muy poco ya para saber si un Ejecutivo de coalición de PSOE y Unidas Podemos coge musculatura o se deshace. La medición de los estados de ánimo, que en estos tiempos de política líquida cuentan, y más en un partido tradicionalmente tan ciclotímico, indica que entre los socialistas ahora sopla el "optimismo". O sea, la sensación de quue habrá acuerdo y no choque. Pero es aventurado hacer apuestas y nadie en la cúpula se presta, porque todo puede pasar. Llega el tirón final de la negociación, la estrategia está perfilada y sobre el papel, y Pedro Sánchez está a punto o de lograr la investidura o de sufrir un varapalo semejante al de 2016. Pero, a diferencia de entonces, tiene a todo el PSOE detrás. Su poder sobre los suyos es total.

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