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Sánchez expone su programa sin guiños a Podemos y solo le lanza una llamada al pacto
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PRIMERA INTERVENCIÓN DEL CANDIDATO

Sánchez expone su programa sin guiños a Podemos y solo le lanza una llamada al pacto

El candidato pronuncia un discurso falto de pasión y nítidamente del PSOE, en el que tampoco entra en el conflicto en Cataluña. Al final hace una apelación a los morados para que haya acuerdo

Foto: Pedro Sánchez, durante su discurso de investidura, este 22 de julio en el Congreso. (EFE)
Pedro Sánchez, durante su discurso de investidura, este 22 de julio en el Congreso. (EFE)

"Nada que merezca la pena es fácil. Tenemos la posibilidad de sacar todo aquello que nos une, y lo que nos une se resume en la promesa de la izquierda". Hubo que esperar casi dos horas para que en el discurso de Pedro Sánchez emergiera la alusión directa a Unidas Podemos, la apelación directa al acuerdo, a aparcar las diferencias y centrarse en lo que les une. Pero hasta entonces, puro programa socialista, muy económico y poco político, sin menciones directas al abordaje del conflicto soberanista en Cataluña, más allá de frases genéricas y de compromiso con la "España autonómica en una Europa federal". Una lectura administrativa, sin pasión, sin apenas guiños a los morados en medidas. El estado de las relaciones lo reflejaban los rostros casi de pasmo y faltos de entusiasmo de los diputados del grupo de Pablo Iglesias.

Sánchez no buscó epatar en el arranque de un debate de investidura en el Congreso cuyo final sigue siendo muy incierto, porque las negociaciones con Unidas Podemos están atascadas a cuenta del reparto de ministerios. En el punto en el que se esperaba. El candidato llegaba a su discurso sin un pacto amarrado y con fuertes reproches de sus socios a sus espaldas por las "excusas" que, a su juicio, estaban poniendo los negociadores socialistas para no ceder poder. Pero es que esa distancia la plasmó durante su mensaje, en el que no hizo mención explícita a esa coalición, ni tampoco a medidas más cercanas a la sensibilidad de los morados. Un observador externo habría pensado que el PSOE cuenta con la mayoría suficiente para sacar adelante la elección a su líder. Pero no es así. El candidato necesita, de aquí al jueves, los apoyos de los 42 diputados del grupo confederal. De momento no los tiene.

[Consulte aquí en PDF el discurso de investidura de Pedro Sánchez en el Congreso]

Fue a las 13:56, tras haber consumido prácticamente dos horas en la tribuna del Congreso, cuando Sánchez introdujo a su teórico socio preferente en un discurso que, salvo a la bancada socialista, no había generado ni frío ni calor a sus señorías, y menos a las de UP. Después de remarcar que comienza un "tiempo apasionante" por la pluralidad de retos que toca acometer y cuya respuesta esbozó previamente, y tras enfatizar que el "mejor momento" está por llegar, pidió la confianza de la Cámara para que haya Gobierno, porque los ciudadanos pidieron el 28-A "avanzar", y los socialistas están en condiciones de hacerlo posible. Con "acuerdos con los distintos grupos, y muy singularmente con Unidas Podemos".

"Nada que merezca la pena es fácil, y lo que tenemos por delante merece mucho la pena", le dice a Iglesias en el último aliento del discurso


Sánchez admitió que los dos partidos proceden de "dos tradiciones distintas de la izquierda", que hasta ahora han hablado más de las "diferencias" que de aquello que les une. No es "sencillo" el consenso, pero hay que perseverar. "Nada que merezca la pena es fácil, y lo que tenemos por delante merece mucho la pena". Ambos grupos tienen enfrente la "mirada esperanzada de millones" de ciudadanos que confiaron en ellos en las urnas para sacar adelante todo lo que les une, que es la "promesa de la izquierda", "un progreso ecológicamente sostenible y la distribución justa de ese progreso", la consecución de un país con "hombres y mujeres libres e iguales en armonía con la naturaleza". La bancada socialista rompió a aplausos, no secundados ni por Iglesias ni por los suyos. "Muchos han puesto gran ilusión en que uniéramos fuerzas", en que aplicaran ambos "sensibilidad", "inteligencia", "experiencia". "Debemos atender esa llamada", aseguró.

Foto: Segunda jornada del debate de investidura

La abstención de PP y Cs

Ese llamamiento a UP no quedó aislado. Porque a PP y Ciudadanos también se dirigió para buscar su abstención, para que "retiren las barreras", para que "España tenga Gobierno y España avance".

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La dirección socialista se ufanó del mensaje del candidato, en el que presentó "130 propuestas: 12 pactos de Estado, tres reformas constitucionales, 25 leyes y 90 medidas de otra naturaleza". Pero la retahíla de medidas quedó eclipsada por la urgencia del momento, la incertidumbre que planea sobre la propia investidura.

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Las palabras medidas y finales de Sánchez hacían ver que el acuerdo con los morados, fundamental para recibir la confianza de la Cámara, será más difícil de lo previsto y que, por lo pronto, adoptó una estrategia conservadora al centrarse en su primera intervención en la descripción del programa socialista, sin guiños explícitos y contundentes a los morados y —muy llamativo— sin hablar de Cataluña, el principal problema de Estado y de enorme calado que afronta el país. Simplemente apuntó que el Estado autonómico "ha servido para cohesionar España" y para reducir las desigualdades entre territorios, reivindicó los pasos en la recuperación del diálogo con las CCAA que su Ejecutivo había dado en el último año e incidió en que falta reformar el modelo de financiación y en que su anhelo es fortalecer una "España autonómica en una Europa federal", "un nuevo espacio de soberanía que no merma el sentimiento de pertenencia". La absoluta generalidad.

Foto: Pedro Sánchez llega a su escaño en el Congreso de los Diputados. (Reuters) Opinión

"Sin manadas ni lobos solitarios"

El candidato arrancó su discurso apelando a la "responsabilidad" y a la "generosidad" de "todos" para que España "tenga Gobierno y no se suma en el bloqueo". Precisamente a ese fin iba destinada la primera oferta de pacto de Estado a los grupos, que ya había avanzado en una entrevista en TVE a primeros de julio: la modificación del artículo 99 de la Constitución para evitar el atasco institucional y las investiduras fallidas, para evitar el recurso a la repetición electoral como válvula de escape.

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También de corrido, y como prólogo a su disertación, afeó a las derechas de PP y Cs su unión a la ultraderecha y el hecho de que hayan "institucionalizado la foto de la plaza de Colón". Porque lo que se jugaba en las urnas del 28-A era el riesgo de "involución", la posibilidad de "avanzar y no dar un paso atrás" frente al "cuestionamiento de las libertades y derechos civiles" o la "banalización de la violencia machista".

A partir de ahí, Sánchez expuso los seis grandes desafíos que tiene España y la respuesta que su futuro Gobierno quiere darle. El primero, empleo digno y sostenibilidad de las pensiones, y aquí planteó la puesta en pie de un nuevo Estatuto de los Trabajadores y alumbrar una reforma del Pacto de Toledo. El segundo, la revolución tecnológica y digital. Tres, la emergencia climática. Cuatro, la búsqueda de la igualdad real de hombres y mujeres, y aquí el candidato prometió erradicar la brecha salarial, situar a España en el referente mundial del feminismo y de los derechos de la mujer o revisar el Código Penal para que no haya relación sexual sin el consentimiento de las mujeres, porque "una violación es una violación". "No queremos manadas ni lobos solitarios en las calles de nuestro país".

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Quinto pilar, la lucha contra la desigualdad social y la pobreza infantil. Y el sexto, la mirada a Europa, espacio que encarna "la paz y la superación de egoísmos nacionales, que se han sorteado compartiendo soberanía, no cediendo, sino compartiendo". Justo los ejes que ya la Moncloa y Ferraz habían adelantado durante el fin de semana.

Foto: Los diputados de ERC llegan al hemiciclo. (EFE)

Una Ley de Familias, "en plural"

Entre los anuncios destacados, figuraban la introducción del derecho a la educación a lo largo de toda la vida, la matrícula universitaria gratis —este punto estaba en su programa del 28-A—, un acuerdo para garantizar que la inversión educativa sea del 5% del PIB, al margen de la coyuntura económica y de los sucesivos Gobiernos; la búsqueda de un pacto por la ciencia; una ley integral para la igualdad de trato y la no discriminación; una modificación de la Ley de Identidad de Género; un plan de acción contra los delitos de odio; la subida del salario mínimo "en consonancia con lo marcado por la carta social europea"; la recuperación de la Ley de Dependencia; una Ley de Bienestar Animal o una Ley Estatal de Vivienda y medidas para frenar las subidas "abusivas" de los alquileres. O la derogación de la 'ley mordaza' Extremos estos que sí preocupan mucho a los morados, pero en los que tampoco profundizó demasiado.

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También prometió regular la eutanasia y una "Ley de Familias, en plural", para acoplarse a las nuevas realidades (familias monoparentales, partos múltiples, acogida...), otra cuestión que venía recogida en el programa socialista. El candidato añadió asimismo que hoy, "40 años después, el Gobierno espera dar pronto cumplimiento a la Ley de Memoria Histórica y al mandato de esta Cámara, porque una democracia no puede tener un mausoleo dedicado al dictador". Se refería así a la exhumación de Francisco Franco, que el Ejecutivo no abandona, aunque ahora mismo está paralizada cautelarmente por el Supremo. Sánchez aseguró que su Ejecutivo dará "un nuevo impulso a las políticas de reparación de las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura": el Estado asumirá directamente la gestión de las políticas y actuaciones de búsqueda de la verdad, justicia y reparación. "España es el primer país de la Unión Europea y el segundo del mundo en número de desaparecidos. No podemos fingir que este hecho nos es ajeno", mantuvo. Las iniciativas prometidas tienen una clara impronta social, son pata negra del PSOE, una recolección de sus propuestas programáticas y de las medidas que no pudieron salir en la pasada legislatura por el anticipo electoral.

"Nadie va a parar Madrid Central. No puede haber pasos atrás. Es una irresponsabilidad absoluta exponer a España al riesgo de sanciones", avisa

Entre todo el despliegue de iniciativas, un verdadero alud de propuestas, llamó la atención sobremanera una, por su contundencia: apoyo rotundo a Madrid Central, la medida que puso en marcha Manuela Carmena al final de su mandato como alcaldesa de Madrid y que el nuevo Gobierno municipal de PP y Cs paralizó nada más llegar al poder pero que la justicia obligó a reanudar. Sánchez prometió una "lucha sin cuartel contra la contaminación en el ámbito urbano".

placeholder Pedro Sánchez, aplaudido por su bancada, al término de su discurso de investidura, este 22 de julio. (EFE)
Pedro Sánchez, aplaudido por su bancada, al término de su discurso de investidura, este 22 de julio. (EFE)

"Regularemos la obligación de que las ciudades de más de 50.000 habitantes se doten de zonas de bajas emisiones, con restricciones para los vehículos más contaminantes. Quiero ser muy claro en este ámbito: máxima exigencia con todas las administraciones. Nadie va a parar Madrid Central. No puede haber pasos atrás. Es una irresponsabilidad absoluta exponer a España al riesgo de sanciones por parte de las instancias europeas y, más aún, una irresponsabilidad aún mayor, renunciar al derecho de la ciudadanía a respirar un aire más limpio". Podía ser un guiño a Unidas Podemos, pero Carmena nunca quiso saber nada de la formación de Pablo Iglesias, que la había aupado en 2015, y de hecho ella montó una plataforma propia con Íñigo Errejón, fuera de la marca morada. Más que mensaje a Iglesias, sonaba a advertencia muy seria a populares y naranjas.

Pedro Sánchez en el debate de investidura: "Nadie va a parar Madrid Central"

Sánchez bajaba de la tribuna arropado por los aplausos de los suyos. Aunque aún sin la investidura trenzada. A la salida del pleno, la vicepresidenta en funciones y jefa del equipo negociador, Carmen Calvo, reconocía en conversación informal con los periodistas que no hay acuerdo aún. Minutos antes de la sesión ella misma se había reunido con el enviado por Iglesias, Pablo Echenique, sin que hubiera habido avances. Aún queda, no obstante, algo de tiempo, y a eso se agarraba Ferraz. Porque la votación de verdad, la que indicará si las dos fuerzas de izquierdas han logrado armar por primera vez una coalición en España en 40 años de democracia, vendrá el jueves.

Unidas Podemos no salió a valorar el discurso. Pero solo las palabras del dirigente Rafa Mayoral, uno de los candidatos a ministro, lo decía todo: "Solo tenemos dos mejillas". No, no es el mensaje que esperaban los morados. La investidura sigue muy en el aire, más de lo que se esperaba tras un fin de semana de contactos y negociación exprés.

"Nada que merezca la pena es fácil. Tenemos la posibilidad de sacar todo aquello que nos une, y lo que nos une se resume en la promesa de la izquierda". Hubo que esperar casi dos horas para que en el discurso de Pedro Sánchez emergiera la alusión directa a Unidas Podemos, la apelación directa al acuerdo, a aparcar las diferencias y centrarse en lo que les une. Pero hasta entonces, puro programa socialista, muy económico y poco político, sin menciones directas al abordaje del conflicto soberanista en Cataluña, más allá de frases genéricas y de compromiso con la "España autonómica en una Europa federal". Una lectura administrativa, sin pasión, sin apenas guiños a los morados en medidas. El estado de las relaciones lo reflejaban los rostros casi de pasmo y faltos de entusiasmo de los diputados del grupo de Pablo Iglesias.

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