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Sánchez cuenta con la irrupción de Errejón como baza para presionar a Iglesias
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ÚLTIMA SEMANA PARA EL DEBATE DE INVESTIDURA

Sánchez cuenta con la irrupción de Errejón como baza para presionar a Iglesias

El presidente puede mover ficha este lunes para intentar atraerse a un Podemos cada vez más alejado. En la Moncloa esperan que tema el salto del exdiputado a la arena nacional porque le restaría votos

Foto: Íñigo Errejón, con Rita Maestre y Eduardo Fernández Rubiño, el pasado 6 de julio ante la carroza de Más Madrid en el Orgullo LGTBI. (EFE)
Íñigo Errejón, con Rita Maestre y Eduardo Fernández Rubiño, el pasado 6 de julio ante la carroza de Más Madrid en el Orgullo LGTBI. (EFE)

Pedro Sánchez enfila la recta final hacia su debate de investidura con el peligro del fracaso más vivo que nunca y con sus relaciones con Pablo Iglesias, su “socio preferente”, muy tensionadas y sumidas en la mayor de las desconfianzas. A falta de que el presidente del Gobierno dé a conocer su último movimiento ofensivo, probablemente este lunes, aún dispone de otro elemento de presión adicional para intentar atraerse a Podemos: si hay repetición electoral, advierten en la Moncloa, los morados pueden perder efectivos no solo porque parte de sus votos se trasvasarían al PSOE, sino porque tendrían que afrontar la dura competición de Íñigo Errejón. Si es que el diputado madrileño diera el salto a la política nacional, algo que él no descarta pero que en Ferraz dan como más que probable.

Sánchez ha reiterado que no busca elecciones. Que no quiere que España se conduzca a otras generales para el 10 de noviembre, destino irreversible si para el 23 de septiembre el Congreso no le ha otorgado su confianza. Pero en Ferraz se subraya que, aunque abrir las urnas sea un riesgo, sobre todo por la bajada de la participación, los peor parados, en caso de repetición de los comicios, no serían los socialistas. Las encuestas posteriores al 28-A indican no solo una consolidación del espacio del PSOE, sino un alza de sus expectativas. Son también las previsiones que se tienen en la Moncloa. Se esgrime que el comportamiento es el lógico: un tirón de la primera fuerza —ya el 26-M afianzó la posición de liderazgo del PSOE— y quizá una mejora del PP a costa de Ciudadanos y Vox.

En la dirección socialista se estima que Iglesias sería penalizado por su “obsesión por los sillones”, por su pretensión de entrar en el Ejecutivo, demanda que ha hecho imposibles las negociaciones, porque Sánchez no quiere que el líder de Podemos ni su núcleo dirigente se incorpore al Consejo de Ministros. Además, el presidente, según fuentes próximas, cree que si Iglesias hace descarrilar la investidura —ahora o en septiembre— y provoca nuevas elecciones, tiene muchas probabilidades de tener que disputar su espacio con Errejón. Fuentes de su entorno señalan que aunque se presentara en circunscripciones determinadas, como Madrid, Cataluña y Comunidad Valenciana —de las que reparten más escaños, por lo que el sistema funciona de manera más proporcional—, le restaría escaños a Unidas Podemos.

La cúpula del PSOE calcula que si Errejón concurre en distritos de peso, como Madrid, Valencia o Barcelona, puede hacer mucho daño a Iglesias

La cúpula del PSOE indica que el ejemplo es lo sucedido en las autonómicas madrileñas del 26 de mayo pasado: Más Madrid, la plataforma que Errejón montó junto a la entonces alcaldesa de la capital, Manuela Carmena, logró 20 escaños y 475.000 votos (un 14,65%), mientras que Isa Serra, la candidata de Iglesias, cosechó 181.000 y apenas un 5,56%. Podría haberse quedado fuera de la Asamblea si se hubiera deslizado por debajo del 5%. En la ciudad, Podemos no presentó lista propia, aunque a última hora Iglesias apoyó al cabeza de cartel de IU-Madrid En Pie, Carlos Sánchez Mato, que no consiguió acceder al consistorio capitalino. Carmena ganó las elecciones locales (19 ediles), pero la suma con el PSOE (8) no le dio mayoría absoluta (29), por lo que las derechas pudieron hacerse con la joya de los ayuntamientos de todo el país.

Foto: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, el pasado 9 de julio en el Congreso. (EFE)

"Se mueve de manera discreta"

“Errejón se está moviendo con toda su gente, y tiene apoyos en todas las provincias. Él lógicamente dice que no está montando nada a escala nacional, pero está moviéndose de manera discreta”, apuntan fuentes de la dirección socialista, que calculan que Podemos y la plataforma de Errejón podrían repartirse el 10-N en torno a una treintena de parlamentarios, quizá a partes iguales o uno de ellos por encima. “Pero Íñigo podría presentarse en toda España”, aseguran. Que Iglesias viera mermado su espacio por la irrupción de su antiguo secretario político quizá podría acelerar el declive de su proyecto.

El ex número dos dice que está centrado en Madrid, pero no descarta ya nada. En el PSOE sí creen que que podría tener apoyos orgánicos en todo el país

Errejón, no obstante, ha negado hasta ahora que pretenda ensanchar ya las fronteras de su plataforma fuera de la Comunidad de Madrid. El dirigente considera necesario afianzarse en la región, coger músculo y bases, y para ello requiere de tiempo. Además, juzga que esa hipótesis de que se presentaría el 10-N está alentada interesadamente por Sánchez para presionar a Iglesias. Sin embargo, la preparación de unas generales no es como la de unas municipales. En éstas es clave la implantación sobre el terreno y una estructura muy capilarizada. Eso ayudó no solo al PSOE, sino también al PP (frente a Cs) en su contienda de mayo. En las legislativas puede ayudar el tirón de la marca y el candidato a la Moncloa. Podemos y Cs en 2015 y 2016, y Vox en 2019, irrumpieron con fuerza en el Congreso a la primera sin apenas esqueleto territorial. Además, el exparlamentario en el Congreso está acelerando la absorción de Equo para teñir de verde su proyecto.

El PSOE sigue presionando a izquierda y derecha de cara a la investidura de Sánchez

Este lunes, en una entrevista en 'El Mundo', Errejón señala que en política ha aprendido a "no descartar casi nada", aunque ahora mismo está centrado en construir Más Madrid. Pero sí cree que hay "posibilidad de que fuerzas progresistas, transversales, amplias, no sectarias, con más vocación de innovación que de melancolía, saquen buenos resultados" en España. Critica que su expartido esté asimilándose a IU, aunque afirma que quiere que llegue a un acuerdo con el PSOE.

Esta amenaza de la entrada de un nuevo actor de ámbito estatal en el espectro de la izquierda podría funcionar, a juicio de los socialistas, como elemento disuasorio para Iglesias, para convencerle de que le conviene acabar apoyando a Sánchez antes de arriesgarse a perder más diputados y hundirse más: ya bajó de 67 a 42 parlamentarios de 2016 a 2019. Cuando le han preguntado por el posible salto de su ex número dos a la arena nacional, el jefe de Podemos ha saludado la llegada de "formaciones progresistas", a las que hay que "tender la mano", aunque también ha avisado de que solo cuando la izquierda "se une", cuando "hay sitio para todos", "se puede ganar". "Sí, puede que aumente la abstención y que ahora las tres derechas sí sumen, pero Podemos ya lo hizo una vez [en 2016]: darle una segunda oportunidad a la derecha", reconocen en el círculo del mandatario socialista.

Iglesias no ha lanzado ninguna señal de que vaya a ceder. Ha insistido reiteradamente en que busca un Gobierno de coalición con el PSOE como “garantía” de que el programa se cumple, de ahí que haya pedido una negociación “integral”, de programas y equipos. El secretario general calificó de “idiotez” la última oferta de Sánchez: integrar a ministros de Unidas Podemos en su Gabinete, siempre que sean de perfil técnico. Es decir, está dispuesto a aceptar una ‘coalición blanda’, siempre que antes Iglesias se avenga a hablar primero de contenidos.

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez (i), y el líder del PP, Pablo Casado (d), durante una ronda de consultas. (EFE) Opinión
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Irritación por la consulta

El jefe del Ejecutivo en funciones renunció finalmente a viajar hasta París para acudir este domingo como invitado al desfile por la Fiesta Nacional francesa. Se ha tomado el fin de semana para meditar acerca de la investidura y repensar la estrategia para convencer a su teórico aliado. Es previsible que este lunes mueva la ficha definitiva a una semana del arranque del debate: a las 9 horas está ante los micrófonos de la SER. Sánchez puede mostrar alguna carta más, pero al tiempo quiere dar la batalla del relato frente a Podemos, de ahí que se haya prestado a más entrevistas en las últimas semanas.

La gran línea roja para Sánchez, al menos hasta ahora, es que puedan integrarse en el Consejo de Ministros Iglesias y su núcleo dirigente

Todos los escenarios están abiertos, pero en el círculo del presidente recalcan su determinación: no quiere ofrecer una coalición pura a Iglesias por múltiples razones. La más obvia es la profunda desconfianza ("la autovía exprés hacia una repetición electoral", en palabras de Errejón). Una sima que para el presidente se agrandó el pasado viernes, cuando tuvo conocimiento a través de los medios de la consulta a las bases que decidió activar Iglesias. Con él había conversado por teléfono la víspera cerca de una hora, y este, siempre según la Moncloa, no le anticipó sus intenciones. Tampoco la formulación de las preguntas, que en el Gobierno consideran teledirigidas para que los inscritos morados apoyen la alternativa defendida por la cúpula: un Ejecutivo de coalición "sin vetos", en el que las dos fuerzas estén representadas de manera "razonablemente proporcional a sus votos".

La consulta en Podemos 'altera' la negociación

Las promesas de "lealtad" a las directrices que marque el líder socialista no son suficiente garantía para Sánchez. Este no se fía de él ni cree que pueda asegurarle sosiego y estabilidad, porque duda de su capacidad para controlar su propio partido. Las críticas internas que ha recibido Iglesias a raíz de la convocatoria de la consulta —la voz más rotunda ha sido la de la andaluza Teresa Rodríguez, pero ha retumbado asimismo la del ex secretario general de la formación en Madrid Ramón Espinar— no han hecho más que reforzar las tesis de los socialistas. En el PSOE no dejan de recordar, como prueba de la potencial indisciplina de su socio, que en la primera votación de la nueva Mesa del Congreso, en la que Unidas Podemos obtuvo dos plazas gracias a los votos del PSOE, los dos miembros morados abandonaron al partido del Ejecutivo. Gloria Elizo y Gerardo Pisarello no apoyaron la suspensión de los diputados independentistas encarcelados, pese a que los letrados dictaminaron a favor.

Sánchez ha esgrimido Cataluña como una razón de peso para negarse a una coalición. En el horizonte se vislumbra una dura sentencia del 'procés', quizá con condenas altas a los líderes separatistas, y el presidente tiene dudas de que Iglesias apoyara una hipotética aplicación del 155 en caso de insubordinación del Govern. Los socialistas no creen que el jefe morado pudiera controlar a los comunes y a una Ada Colau obligada a hacer equilibrios con sus bases y a hacer algunos gestos de empatía con el soberanismo. Unidas Podemos sigue defendiendo el derecho de autodeterminación, pero promete asumir el liderazgo del PSOE en el abordaje del conflicto catalán. Para Sánchez, las "discrepancias de fondo" que existen entre los dos partidos en una cuestión tan medular sería letal a medio plazo, ya que el Gobierno correría el riesgo de quedar "paralizado" por sus "propias contradicciones internas".

Foto: La concejala de Más Madrid perteneciente a Equo, Inés Sabanés (c), junto Íñigo Errejón durante una manifestación en apoyo a Madrid Central. (EFE)

El riesgo de descentrarse

De ahí que el jefe del Ejecutivo se haya abierto en los últimos días a incorporar a ministros morados, pero de bajo perfil, de suerte que si son preguntados por Cataluña su opinión sea irrelevante a efectos mediáticos. Si Iglesias o Irene Montero —o algunos de los miembros de mayor relieve de su dirección— fueran abordados por los periodistas, sería difícil que se ciñeran a sus áreas de gestión, creen en Ferraz. Sánchez teme que se proyecte la imagen de un Ejecutivo bicéfalo, que sería carne de cañón para la oposición de PP y Ciudadanos. En el estado mayor socialista se defiende que quizá sea mejor salida acudir a elecciones en noviembre antes que dejar rodar un año un Ejecutivo y al final acabar llamando a los españoles a las urnas por la ruptura de la coalición.

Sánchez teme proyectar la imagen de un Gobierno bicéfalo, inestable, presa de sus "contradicciones" y menos con Cataluña como asunto medular

El presidente tampoco quiere asumir el coste que le supondría personalmente situar a Iglesias a su lado. Quebraría la imagen de líder progresista, pero moderado, que ha buscado labrarse en el último año y que ha potenciado igualmente fuera de España, en una agenda internacional con la que se siente más cómodo. El Sánchez que ganó sus primarias en 2017 a lomos del 'no es no' y de su reivindicación del espacio de la izquierda, quiere seguir ocupando la centralidad del tablero y reforzar su imagen presidencial, dentro y fuera del país, especialmente en una Europa en la que ha hecho valer la victoria de su partido.

El PSOE ofrece modificar su propuesta programática en pro de acuerdo con Podemos

El margen de maniobra ya se va achicando porque queda una semana para el debate y la consulta de Podemos sigue su marcha. El PSOE, mientras, sigue reclamando a los morados que se sienten a la mesa a hablar de contenidos. Este domingo, la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, les ofreció modificar la oferta programática para acercar posturas. El documento aprobado por Ferraz el lunes pasado, dijo, "se puede perfeccionar y modificar". En realidad, el texto siempre estuvo abierto a cambios. El problema es que Iglesias no quiere negociar primero medidas y luego cargos, sino hacerlo a la vez. El próximo jueves, justo cuando se cierra el plazo para los inscritos del partido de Podemos para votar, se reunirá la dirección de Sánchez para sancionar las últimas decisiones respecto a la investidura.

Foto: Pedro Sánchez recibe a la selección femenina de baloncesto con la vicepresidenta, Carmen Calvo, y el ministro José Guirao, este 8 de julio en la Moncloa. (EFE)

Calvo esgrimió que la posición del PSOE ha sido "razonable y de sentido común" en estas semanas. E hizo hincapié en una de las razones por las que el secretario general rechaza la exigencia de Iglesias: es él quien quiere componer su Gobierno, y no que se lo haga Podemos desde fuera, porque es él quien tiene la prerrogativa constitucional, de la que no quiere prescindir. "Quien recibe la confianza de la Cámara es una persona con nombre y apellidos", que es Sánchez, quien "tiene acreditada responsabilidad, flexibilidad y madurez más que suficientes" para armar su Ejecutivo. En días se verá si las posturas cambian o ceden. Pero, hoy por hoy, y a falta del último movimiento del presidente, su investidura continúa bloqueada. La segunda oportunidad vendría en septiembre, pero para ello tendría que recibir la encomienda del Rey y tener asegurados los apoyos. Y el Gobierno calcula que el clima a la vuelta del verano, con Cataluña otra vez agitada por la Diada y la inminencia de la sentencia, complicará el escenario mucho más. Eso explica su amenaza: o julio o elecciones.

Pedro Sánchez enfila la recta final hacia su debate de investidura con el peligro del fracaso más vivo que nunca y con sus relaciones con Pablo Iglesias, su “socio preferente”, muy tensionadas y sumidas en la mayor de las desconfianzas. A falta de que el presidente del Gobierno dé a conocer su último movimiento ofensivo, probablemente este lunes, aún dispone de otro elemento de presión adicional para intentar atraerse a Podemos: si hay repetición electoral, advierten en la Moncloa, los morados pueden perder efectivos no solo porque parte de sus votos se trasvasarían al PSOE, sino porque tendrían que afrontar la dura competición de Íñigo Errejón. Si es que el diputado madrileño diera el salto a la política nacional, algo que él no descarta pero que en Ferraz dan como más que probable.

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