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El hombre que más sabe de sostenibilidad en McKinsey tiene una solución para el descontento
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Entrevista a Tomas Nauclér

El hombre que más sabe de sostenibilidad en McKinsey tiene una solución para el descontento

Mientras los perdedores de la transición ecológica protestan, Europa afronta una oportunidad histórica para liderarla. Pero tiene que cambiar de mentalidad: se trata de hacerlo más barato, no más rápido, que nuestros competidores

Foto: El director global de Sostenibilidad de McKinsey, Tomas Nauclér, posa para El Confidencial. (A. B.)
El director global de Sostenibilidad de McKinsey, Tomas Nauclér, posa para El Confidencial. (A. B.)
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Tomas Nauclér (Kiruna, Suecia, 57 años) juega sin corbata y salta al campo con el estilo minimalista de los nórdicos: frases concisas, esfuerzo didáctico y claridad en los argumentos. La entrevista con el director global de Sostenibilidad de McKinsey, una de las mayores consultoras del mundo, se celebra en su sede del centro de la capital, mientras los agricultores toman las carreteras de media España para mostrar su malestar. No son los únicos: otros muchos trabajadores, empresarios o ciudadanos de todo tipo han puesto las políticas climáticas comunitarias en la diana. Se sienten perdedores de la transición ecológica, que ven como una amenaza, no como una oportunidad. El socio sénior de la multinacional, de visita en nuestro país, cree que se debe generar el entorno adecuado para cambiar esa mentalidad y así consolidar el liderazgo europeo de un proceso inevitable. Esta vez, España está llamada a tener un papel protagonista.

Por momentos, la conversación parece un partido de fútbol inglés. Se salta de un tema a otro a gran velocidad, pero en la pizarra de Nauclér siempre dominan dos términos: jugar a la ofensiva y jugar a la defensiva. La economía europea, dice, no se puede quedar en su propia área si quiere liderar la transformación. En una competición abierta, la mejor defensa es un buen ataque.

"Si en Europa jugamos a la defensiva, seremos víctimas de los países que juegan al ataque"

PREGUNTA. Para mucha gente, la transición ecológica se ha convertido en un problema. Los agricultores se quejan de que tienen que cumplir unos estándares superiores a los de terceros países, que existe competencia desleal. ¿Tienen razón? ¿Está siendo Europa el tonto de este proceso?

RESPUESTA. Permítame que no responda de forma directa. Claramente, Europa está liderando el camino, pero también existen desafíos. La oportunidad para la industria europea es si puede jugar al ataque, que se traduce en una pregunta: ¿puedo descarbonizar con menores costes? Esto no quiere decir más rápido, sino más barato que mis competidores, de tal manera que pueda ganar cuota de mercado. La primera respuesta es jugar al ataque, y la segunda es si puedo desarrollar nuevos productos sin emisiones o bajos en carbono que puedan competir en el mercado global. ¿Estamos jugando a la ofensiva o a la defensiva sobre esta cuestión? Si jugamos a la defensiva, seremos víctimas de los que juegan al ataque.

¿Quién impulsa el proceso?

Frente a los que apuestan por ir más rápido, Nauclér es de la opinión de que hay que hacerlo mejor. Y esto pasa por producir más barato, que es la única forma de competir en la era de la globalización. El socio sénior de McKinsey no se pronuncia sobre asuntos regulatorios, como corresponde al código de una consultora que asesora a importantes empresas y está muy presente en los procesos de toma de decisiones en el ámbito europeo, pero advierte de que los elevados estándares para hacer de Europa líder de la transición constituyen un gran desafío para los actores implicados: "Supone jugar solo a la defensiva".

Desde Estocolmo, Nauclér ha visto durante las últimas décadas cómo los países nórdicos se convertían en una referencia mundial en políticas de sostenibilidad. La península Ibérica, que comparte algunas características con ellos, como el elevado peso de las renovables, se halla ante una ocasión inmejorable para situarse a la cabeza de la transición ecológica. Existen semejanzas, pero también diferencias. Quién ejerce el rol preponderante para impulsar el proceso es una de ellas.

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Foto: A. B.

P. ¿Qué lecciones podemos extraer de los países escandinavos? Si hay alguna, claro.

R. Creo que las hay. Hay algunas lecciones y algunas similitudes. Si se piensa en la sostenibilidad en un contexto nórdico, ya era un tema importante en los años setenta y ochenta. La dimensión de la naturaleza siempre ha estado en el alma sueca. Y los directores ejecutivos han estado impulsando con fuerza la eficiencia energética y la sostenibilidad desde aquel momento. Esta tradición y orientación hacia la naturaleza que tenemos, creo que vosotros también la tenéis. Un gran número de actores nórdicos comenzaron el proceso de descarbonización en 2005, 2006 y 2007, y la convirtieron en su principal misión. Esas pequeñas empresas emergentes son hoy actores globales. Tenemos una ola de startups y nuevos jugadores que están llegando. Creo que es interesante que en los países nórdicos este proceso está más impulsado por el sector empresarial que por la regulación: las empresas piensan en el mundo como una oportunidad y ven una tendencia que quieren aprovechar, en lugar de centrarse solo en cumplir con las regulaciones locales. Así es como se está produciendo el crecimiento sostenible en el norte de Europa.

P. Y en el sur, este proceso es más dependiente de la regulación...

R. El sur de Europa y la península Ibérica tienen una tradición de energía limpia que nosotros también tenemos. Si pensáis en lo que tenéis en la Península, habéis sido audaces, y desde el Green New Deal empezasteis a impulsar Europa hacia la transición verde y energética. Tenéis una ventaja competitiva en los precios de la energía en relación con el continente. Es una ventaja competitiva natural, respecto a los países nórdicos y el resto de Europa, para impulsar la descarbonización: la economía del hidrógeno. No veremos una gran economía del hidrógeno en los países nórdicos. Sucederá aquí porque hay más energías renovables a precios más bajos. En ese sentido, tenéis una dirección diferente.

"España se puede convertir en el centro de la UE para transformar electricidad en hidrógeno"

P. ¿Estamos aprovechando esa ventaja competitiva? La industria española se queja del elevado coste de la energía...

R. Si se toma una perspectiva europea, claramente: España tiene una ventaja competitiva en términos de precios más bajos para las renovables, sobre todo la solar y la eólica, tanto en el coste de construirlas como en la disponibilidad de las mismas.

P. ¿Se puede convertir España en un hub europeo para exportar hidrógeno al centro de Europa, especialmente Alemania, como aspira el Gobierno?

R. Soy optimista, y creo que España se puede convertir en el centro natural de Europa para transformar la electricidad en hidrógeno. Sin embargo, también hay que pensar en el siguiente paso: España no debe ser solo productora de hidrógeno, que tal vez lo quiera ser también, sino de otros bienes que utilicen el hidrógeno en sus procesos, que es lo que crea más valor añadido y más empleo.

España es un entorno seguro

Para Nauclér, la Península está muy por delante de Alemania en el proceso de descarbonización, y en mucha mejor disposición de atraer inversiones de empresas europeas. El problema es que España no compite con la locomotora comunitaria, sino que forma parte de un mercado único que se tiene que hacer valer frente a otros gigantes, como China y Estados Unidos. Y no solo: los competidores directos de nuestro país se encuentran mucho más cerca. "En algunas partes del mundo, como el norte de África, los precios de las renovables serán aún más bajos con el tiempo. Allí se podrían construir algunas industrias que consumen mucha energía, y tendrán ventaja sobre España. Dicho esto, España tiene un punto de partida fabuloso en el contexto europeo para aprovechar la transición energética para crear la próxima base industrial del país", destaca el director global de Sostenibilidad de McKinsey.

A la pregunta de si la incertidumbre regulatoria podría frustrar este proceso, en medio de fuertes críticas del sector por el impuesto extraordinario, Nauclér se remite a los hechos: "Muchos de mis clientes lo considerarían seguro en comparación con muchos otros lugares que tienen precios de energía más bajos. Varias empresas del norte de Europa han anunciado que quieren construir aquí. Pienso en el anuncio de Maersk sobre una nueva planta de metanol. H2 Green Steel también anunció que quería hacer algo. Esto es señal de que es relativamente seguro estar aquí".

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Foto: A. B.

De hecho, el socio sénior de la consultora considera que España está mejor preparada para afrontar los problemas que ya está sufriendo la industria en otros países europeos como consecuencia del proceso de descarbonización. Una de las amenazas, dice, es que Estados Unidos y China les dan la zanahoria a sus empresas, en forma de subvenciones masivas, mientras que la UE establece condiciones mucho más estrictas para asegurarse de que los proyectos funcionarán. "Creo que Europa tiene un camino por recorrer para simplificar las cosas, claramente. Debemos seguir haciéndolo para crear igualdad de condiciones". La palabra clave, apunta, es competitividad.

P. Usted defiende que una transición exitosa hacia la descarbonización requeriría lograr no un único objetivo, sino cuatro interdependientes: reducción de emisiones, asequibilidad, confiabilidad y competitividad industrial. ¿Cómo podemos hacerlo sin generar perdedores en este proceso?

R. La UE y los gobiernos desempeñan un papel importante para garantizar que tengamos igualdad de condiciones para garantizar la competitividad. Tendrán que desempeñar ese papel y es necesario que lo hagan. Y la UE ha dado un paso importante en esa dirección. Necesitamos continuar ese camino, es muy importante. Esto es lo primero. Y lo segundo es que se agrandarán las diferencias entre las empresas que tienen éxito y las que no. Los ganadores jugarán a la ofensiva, en el sentido de hacerlo más barato. Básicamente, ganando crecimiento, también dentro de Europa. Y lo harán a nivel global. Eso es lo más importante: saber cómo jugar al ataque en lugar de sentirnos víctimas. Si nos victimizamos, perderemos antes de comenzar, porque nos estaremos sentando a esperar a que otros lo hagan.

Para muchas empresas, el primer 30% o 40% de la descarbonización se puede hacer realidad con un coste más bajo. Dijimos lo mismo cuando Japón llegó a Europa con sus coches en 1990: "Oh, tienen muy buena calidad. Nos costará mucho tener calidad". Y luego aprendimos que coste y calidad van de la mano. Creo que es importante que las empresas no solo piensen en las grandes inversiones de capital, sino también en las cosas pequeñas: ¿cómo puedo desperdiciar menos recursos? ¿Cómo puedo realmente ahorrar más energía? ¿Cómo puedo recuperarla? Esa realidad está ahí para ser aprovechada. La mentalidad es fundamental para determinar cómo saldrán Europa y las empresas europeas de esta transición.

Foto: Panel de sostenibilidad de McKinsey. (Cedida por McKinsey)

La conversación regresa, inevitablemente, al principio. El éxito y el fracaso no solo vienen determinados por las condiciones de partida de cada jugador, que en el caso de Europa no son malas y en el de España se antojan difícilmente mejorables (clima, situación geográfica, conocimiento, voluntad política, seguridad jurídica...). Ni siquiera por la estrategia del entrenador, que quiere llegar al otro área enseguida, pero a veces alinea tantos delanteros que acaba colapsando el juego, mientras los disparos del rival siempre acaban en la red. Lo más importante para ganar el partido es saltar al campo confiando en que es posible, en lugar de pensar en la excusa por si se pierde.

El liderazgo que han de ejercer las empresas europeas —con apoyo de las autoridades— depende de esa mentalidad: jugar al ataque para competir en costes en un entorno cambiante, en lugar de limitarse a cumplir las órdenes del míster y lamentarse por la eficacia del contrincante.

Tomas Nauclér (Kiruna, Suecia, 57 años) juega sin corbata y salta al campo con el estilo minimalista de los nórdicos: frases concisas, esfuerzo didáctico y claridad en los argumentos. La entrevista con el director global de Sostenibilidad de McKinsey, una de las mayores consultoras del mundo, se celebra en su sede del centro de la capital, mientras los agricultores toman las carreteras de media España para mostrar su malestar. No son los únicos: otros muchos trabajadores, empresarios o ciudadanos de todo tipo han puesto las políticas climáticas comunitarias en la diana. Se sienten perdedores de la transición ecológica, que ven como una amenaza, no como una oportunidad. El socio sénior de la multinacional, de visita en nuestro país, cree que se debe generar el entorno adecuado para cambiar esa mentalidad y así consolidar el liderazgo europeo de un proceso inevitable. Esta vez, España está llamada a tener un papel protagonista.

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