España es el segundo país del euro con menor subida de precios tras dos años de inflación
La energía y los bienes industriales explican el diferencial positivo para España, sin embargo, los alimentos y los servicios han subido tanto como la media de la zona euro
La crisis inflacionista que todavía golpea Europa comenzó hace dos años. El repunte de la demanda tras la pandemia no vino acompañado por una recuperación equivalente de la oferta, lo que generó problemas de abastecimiento y comenzó a elevar los precios. Además, el Kremlin ya iba preparando el terreno para crear una crisis energética con permanentes cortes del suministro a la UE. En estos dos años España ha sido el segundo país en el que menos han subido los precios, solo por detrás de Luxemburgo. La inflación acumulada alcanza el 12% frente al 15% de la eurozona y el 17% de la Unión Europea, según los últimos datos publicados por Eurostat. Esto es, un diferencial favorable a España de tres puntos porcentuales y de cinco en comparación con la UE.
Hay varios motivos que explican este mejor comportamiento de los precios en España, entre los que se encuentran el stock de infraestructuras energéticas existentes para reducir la dependencia del gas ruso, las medidas de política económica adoptadas por el Gobierno, la debilidad de la demanda interna y la depreciación interna de los salarios. A pesar del buen resultado de la fotografía general, algunos bienes y servicios han subido en España tanto como en Europa, como es el caso de los alimentos y de los servicios turísticos. En este momento estas dos partidas concentran la mayor parte del esfuerzo de las familias, lo que explica que la percepción de los ciudadanos sea negativa.
El principal secreto del éxito de España ha sido el control de los precios de la energía. Por ejemplo, el precio de la electricidad en estos dos años ha caído un 2,5%, siendo el único país en el que se ha producido un descenso de esta factura. La media de la eurozona apunta a una subida del 44%, una diferencia tan elevada para un producto con tanta repercusión que por sí sola coloca España entre los países europeos con menor inflación. De hecho, si se eliminan los precios energéticos, la inflación de España durante la actual crisis inflacionista ha sido la misma que la de la eurozona.
Esta caída de la electricidad se explica, principalmente, por las medidas adoptadas por el Gobierno en los dos últimos años. La lucha contra el precio de la electricidad comenzó justo hace dos años, cuando se bajó el IVA de la electricidad y posteriormente se suspendió el impuesto sobre la producción de energía eléctrica. Pero las dos reformas más importantes fueron las dirigidas a corregir el sistema de formación de precios del mercado eléctrico con el tope al gas y la excepción ibérica. Esta última fue compartida con Portugal, que también es uno de los países europeos con mejor comportamiento de la factura eléctrica: ha subido un 11%, el cuarto con mejor comportamiento.
La propuesta de la excepción ibérica fue posible gracias al stock de infraestructuras gasistas que tiene la Península frente al resto del continente. El exceso de capacidad instalada de puertos regasificadores ha permitido sustituir la oferta de gas ruso por la estadounidense, de modo que la disponibilidad del combustible nunca estuvo en duda. Alemania y otros países del centro de Europa no pudieron abordar esta reforma porque necesitaba pagar precios altos para conseguir gas y así sustituir el suministro perdido desde Rusia. También la factura del gas en el hogar ha sido mucho más barata en España, con una subida acumulada del 10%, cinco veces menos que en la eurozona.
España no tuvo con esta ventaja en el suministro de petróleo respecto al resto de Europa y esto explica que el precio de los carburantes haya sido similar al de la UE. La gasolina y el diésel han subido un 12% en este periodo, tres y cuatro puntos porcentuales menos que en la eurozona, respectivamente.
El control de los precios de la energía ha permitido aliviar el impacto sobre las cuentas familiares, pero también ha ayudado a contener los precios de producción, especialmente en los sectores en los que la energía es el insumo principal, como es la industria. El precio de los bienes industriales (excluyendo la energía) ha subido un 5,5% en España, el país con menor subida de toda la eurozona.
Este mejor desempeño de los bienes industriales está ayudando al boom de exportaciones que vive España y que es ahora el principal motor de crecimiento de la economía en un momento de debilidad en la demanda interna. Por ejemplo, el precio del textil en el hogar (sábanas, tapicería, etc.) ha subido un 7%, el tercer país de la eurozona con mejor desempeño; los muebles y electrodomésticos se han encarecido un 8,6%, el sexto mejor dato, y los vehículos nuevos, un 13%, situándose en el puesto decimosegundo.
Pero también la debilidad de la demanda interna explica el pobre desempeño del precio de los bienes manufacturados. Por ejemplo, la ropa y el calzado ha caído un 5% en los dos últimos años, siendo el único país europeo en el que se ha reducido el precio en este sector. La mayor parte de las prendas son productos importados, por lo que la caída responde más bien a la fijación de los precios finales dentro del país. Y como hay poca demanda, las empresas se han visto obligadas a competir en precios.
Otro de los motivos que explican la contención de precios en España es el ajuste interno que ha llevado a cabo en los últimos años. En otras palabras, los salarios han subido menos que en Europa, lo que ha permitido a las empresas recuperar sus márgenes de beneficio sin subir tanto los precios finales. Este ajuste interno genera a su vez un círculo vicioso, ya que la pérdida de poder adquisitivo de los hogares frena la demanda, lo que obliga a las empresas a competir en precios.
La escalada de los alimentos
Sin embargo, hay dos sectores en los que la demanda sigue siendo muy alta y la competencia entre empresas no está funcionando: los servicios turísticos y la alimentación. En ambas partidas la inflación que soporta España es similar, o incluso algo superior a la europea, lo que explica el enfado de los consumidores pese al control del IPC general.
El precio de los alimentos ha subido en España casi un 25% en apenas dos años. Este dato sitúa a España cerca de la media y la mediana de la eurozona, donde los alimentos han subido un 24,6%. En líneas generales, el precio de los alimentos frescos se ha comportado algo mejor en España, con una subida del 20,5% frente al 21% de la eurozona. Por el contrario, los alimentos procesados se han encarecido más en España, un 27% frente al 25,5% de la eurozona.
En cualquier caso, se tratan de diferencias leves que vienen explicadas por el proceso de formación de precios en los alimentos. La mayor parte de los productos se guían por la evolución de las cotizaciones a nivel internacional, lo que provoca que vayan evolucionando al mismo ritmo en todo el continente. Las mayores diferencias se producen en alimentos que se producen de forma masiva en España y que, por tanto, sí se fijan los precios dentro del país. Por ejemplo, el aceite de oliva se ha disparado un 67% lo que le coloca como el peor país del euro, superando la media del área en más de 20 puntos porcentuales. Por el contrario, el azúcar, que es otro de los alimentos que más se ha encarecido, ha subido en España 8,5 puntos menos que en la eurozona: un 56% frente al 64,5%.
Los servicios turísticos también han subido más en España que en la media europea, lo que vuelve a demostrar que allí donde la demanda es elevada, las tarifas se mueven al alza. En este caso, la demanda de servicios turísticos se ha disparado como consecuencia de la llegada de viajeros extranjeros. Los alojamientos y las agencias de viaje han comprendido que pueden subir sus precios sin restar ocupación y han optado por hacerlo para compensar las enormes pérdidas que sufrieron durante la pandemia.
Así, los servicios turísticos españoles son los quintos que más se han encarecido de la eurozona, con una subida del 36% en estos dos años, un tercio más que el conjunto de la eurozona. Sin embargo, la subida todavía está lejos de la que ha experimentado Portugal, que alcanza nada menos que el 65%.
De cara a los próximos meses, es probable que la inflación en España vuelva a subir como consecuencia del efecto base (en la segunda mitad de 2022 los precios cayeron, por eso si este año no caen, la tasa interanual será superior). Además, la desaparición de algunas de las medidas fiscales aprobadas para frenar los precios, como las bajadas del IVA, también generarán un cierto efecto rebote. Pero más allá de estos movimientos coyunturales, la tendencia de fondo de los precios conduce a la estabilización. Además, España también está más adelantada que la eurozona en esta fase, lo que apunta a que la brecha de ganancias de competitividad con el continente se va a ampliar. Y, además, va a facilitar que los hogares recuperen poder adquisitivo.
La crisis inflacionista que todavía golpea Europa comenzó hace dos años. El repunte de la demanda tras la pandemia no vino acompañado por una recuperación equivalente de la oferta, lo que generó problemas de abastecimiento y comenzó a elevar los precios. Además, el Kremlin ya iba preparando el terreno para crear una crisis energética con permanentes cortes del suministro a la UE. En estos dos años España ha sido el segundo país en el que menos han subido los precios, solo por detrás de Luxemburgo. La inflación acumulada alcanza el 12% frente al 15% de la eurozona y el 17% de la Unión Europea, según los últimos datos publicados por Eurostat. Esto es, un diferencial favorable a España de tres puntos porcentuales y de cinco en comparación con la UE.