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España lidera la compra de gas licuado ruso en la UE mientras Bruselas pide abandonarlo
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El oro licuado de Moscú

España lidera la compra de gas licuado ruso en la UE mientras Bruselas pide abandonarlo

España ha sido el principal comprador de GNL ruso de la Unión Europea en lo que va de año. La comisaria de Energía de la UE ha animado a todos los Estados miembros y empresas a que dejen de adquirirlo

Foto: Un barco metanero que transporta GNL ruso descarga en el puerto de Bilbao. (Reuters/Vincent West)
Un barco metanero que transporta GNL ruso descarga en el puerto de Bilbao. (Reuters/Vincent West)

La dependencia europea del gas procedente de Rusia ya no es la que era. Tras más de un año de guerra en Ucrania, durante el cual Moscú fue progresivamente cerrando el grifo de sus gasoductos y los países de la Unión Europea (UE) expandieron considerablemente su diversificación de suministro, el continente recibe hoy en día muchos menos hidrocarburos rusos por tubo. Sin embargo, no puede decirse lo mismo de su otro principal medio de transporte, el gas natural licuado (GNL), un mercado en alza entre los Veintisiete y en el que España se ha convertido en el principal cliente.

De acuerdo con los datos de seguimiento de barcos metaneros recopilados por Bloomberg, España, con 990.000 toneladas métricas adquiridas, es el principal comprador de GNL ruso de la UE en lo que va de año, superando con creces a Bélgica (759.300 toneladas métricas) y Francia (717.800), los otros dos mayores clientes europeos. Se trata de un crecimiento drástico para el país, que ha disparado un 84% sus importaciones del hidrocarburo desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania. El contraste ha resultado evidente durante los primeros meses de 2023: los boletines estadísticos mensuales de Enagás indican que las compras españolas de gas licuado desde Rusia aumentaron un 172% en enero y febrero con respecto al mismo periodo del año pasado.

La revelación de las cifras se produce después del llamado lanzado la semana pasada por Kadri Simson, la comisaria de Energía de la UE, a abandonar las compras de gas natural licuado ruso. “Animo a todos los Estados miembros y a todas las empresas a que dejen de comprar GNL ruso y no firmen ningún nuevo contrato de gas con Rusia una vez que hayan expirado los contratos existentes”, declaró Simson en una reunión el pasado jueves con legisladores europeos, de acuerdo con un reporte de Reuters. La política estonia agregó que, además de ayudar a reducir la contribución de los Veintisiete a las finanzas rusas, serviría para tranquilizar a otros proveedores de gas con los que Bruselas está tratando de negociar acuerdos.

Sin embargo, ninguna compañía española ha firmado un contrato de medio o largo plazo para el suministro de gas procedente de territorio ruso desde el inicio de la guerra. De hecho, el único acuerdo en vigor de este tipo es el alcanzado en 2013 por Naturgy (por aquel entonces, Gas Natural Fenosa) con el consorcio Yamal LNG, cuya accionista mayoritaria es la compañía rusa Novatek, y que cuenta con la participación de la francesa Total y de una empresa y un fondo estatal chinos. Este contrato es vinculante hasta el año 2042 y supone la mayor parte de los envíos de las moléculas desde Rusia hasta España.

Foto: Planta de regasificación en Mugardos (A Coruña). (EFE/Kiko Delgado)

¿A qué se debe, entonces, el incremento de la llegada de GNL ruso al país? Fuentes del sector señalan a El Confidencial que se ha producido un considerable aumento en las compras en el mercado spot por parte de empresas internacionales de compraventa de gas que utilizan España, un territorio con una gran capacidad de regasificación y almacenamiento del combustible, como base de operaciones. "Traen aquí ese cargamento y luego o bien lo colocan en el mercado español o vuelven a sacarlo y lo llevan a algún otro sitio", explica uno de los profesionales del sector. Paralelamente, problemas de congestión en algunas terminales europeas, especialmente en Francia y Bélgica, han provocado una redirección todavía mayor hacia los puertos españoles.

La ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, reconoció a finales de febrero que las importaciones de GNL ruso a España estaban aumentando este año. La también vicepresidenta tercera alegó que los importadores son empresas privadas y que no existe una herramienta para prohibir estas transacciones, dado que el combustible no se encuentra entre los productos afectados por los paquetes de sanciones aprobados por la UE contra el sector energético ruso.

El aumento español en las compras de gas licuado ha contribuido a que el país se sitúe en el podio europeo de los mayores compradores de combustibles rusos. Con 486 millones de euros dedicados a la adquisición de GNL y otros 465 millones a la de productos derivados del petróleo —antes del inicio del veto de la UE y el G7, en febrero—, España únicamente se encuentra por detrás de Bulgaria y Bélgica en cuanto al dinero gastado en importaciones de hidrocarburos procedentes de Rusia, de acuerdo con el recuento elaborado por el Centre for Research on Energy and Clean Air (CREA).

Esta no es la primera vez que Madrid se sitúa a la cabeza de la adquisición de gas natural licuado procedente de Moscú. En los pasados meses de julio y agosto de 2022, las empresas del país pagaron a las compañías rusas alrededor de 750 millones de euros para la importación del hidrocarburo, de acuerdo con otro informe del mismo centro con sede en Finlandia. En aquel entonces, con unos precios del GNL muy por encima de los actuales, España se convirtió temporalmente en principal cliente del mundo del combustible ruso.

Un aumento a nivel continental

Pero los importadores españoles no son los únicos que han incrementado sus compras de moléculas rusas. Moscú fue el tercer mayor proveedor de GNL de la Unión Europea en 2022, en paralelo a la drástica caída en las entregas por gasoducto, que antaño suponían cerca del 40% de todo el gas que llegaba a los Veintisiete.

Los 27 Estados miembros importaron 19.250 millones de metros cúbicos de GNL ruso en 2022, según datos del grupo de investigación europeo Bruegel. Se trata de la mayor cantidad anual comprada en los últimos tres años y representa un aumento del 35% con respecto a los 14.224 millones de metros cúbicos adquiridos en 2021. La cifra, sin embargo, palidece frente a los cerca de 80.000 millones de metros cúbicos que la UE dejó de recibir desde Rusia por tubo.

Con la primavera a la vuelta de la esquina, el continente se encuentra a las puertas del inicio de la temporada de compras para el almacenamiento de gas de cara al próximo invierno. Actualmente, los niveles de reservas se encuentran en un 62% del total de capacidad, ligeramente por debajo del máximo histórico para esta época del año. El bloque tiene como objetivo rellenar los inventarios hasta el 90% lo antes posible.

Aunque en cantidades menores a las de antaño, el gas ruso formará parte, una vez más, de este proceso de recarga de las reservas. “Podemos y debemos deshacernos por completo del GNL ruso lo antes posible”, reclamó la comisaria de Energía europea la semana pasada. Una afirmación que, vista la tendencia actual, supone, a lo sumo, un deseo lejano.

La dependencia europea del gas procedente de Rusia ya no es la que era. Tras más de un año de guerra en Ucrania, durante el cual Moscú fue progresivamente cerrando el grifo de sus gasoductos y los países de la Unión Europea (UE) expandieron considerablemente su diversificación de suministro, el continente recibe hoy en día muchos menos hidrocarburos rusos por tubo. Sin embargo, no puede decirse lo mismo de su otro principal medio de transporte, el gas natural licuado (GNL), un mercado en alza entre los Veintisiete y en el que España se ha convertido en el principal cliente.

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