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Ni de izquierdas ni de derechas, el Real Madrid es un equipo de centro
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Sin soluciones para remontar

Ni de izquierdas ni de derechas, el Real Madrid es un equipo de centro

El conjunto de Zinédine Zidane no encuentra el modo de superar defensas replegadas a través del envío lateral cuando va por debajo del marcador esta temporada

Foto: Luka Modric se lamenta tras una ocasión fallada por el equipo madridista ante el Elche. (EFE)
Luka Modric se lamenta tras una ocasión fallada por el equipo madridista ante el Elche. (EFE)

Ni de izquierdas ni de derechas. El Real Madrid es un equipo de centro. De centro al área, concretamente. Se denomina ‘bombardeo por saturación’ al tipo de operación militar que tiene como objetivo lograr la destrucción completa del área mediante la explosión de bombas en cada parte de ella y que, entre otros, realizaron los aliados en la Segunda Guerra Mundial. Llevado al fútbol, es la técnica que utiliza el Real Madrid de Zinédine Zidane para remontar cuando va por detrás en el marcador y no logra encontrar la forma de penetrar la defensa rival.

En ese preciso momento y tras unos intentos débiles de combinar por dentro, los jugadores blancos empezarán a dirigir centros desde todas partes sin importar cuántos adversarios tengan por delante. De este modo, los integrantes de la plantilla no comprobarán si hay suficientes rematadores en la zona de castigo o si el técnico ha introducido los hombres necesarios para sacar el máximo rédito a la acción. No hay consignas. El Madrid está programado para llevar a cabo un diluvio de envíos al área que no se traducen en ocasiones de gol.

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Decía el general estadounidense Eisenhower que los planes no tienen utilidad, pero que planear es indispensable. El conjunto de Zidane no planea, sino que improvisa sistemáticamente. Al fin y al cabo, al Madrid de las cuatro Copas de Europa en cinco años le bastaban ideas simples que transformaba en complejas una serie de jugadores que componían la mejor plantilla en forma y fondo que haya visto el fútbol europeo en las últimas temporadas. Una colección de talento sin parangón sujetaba la propuesta y aunaba dos equipos ultracompetitivos.

La táctica era el talento de unos jugadores superlativos en su pico más alto (Cristiano Ronaldo, Marcelo, Gareth Bale, Luka Modric, Isco Alarcón, Toni Kroos, Karim Benzema, Sergio Ramos, Marco Asensio…). Lo que en otros equipos significaría reducir su paleta de ataques a una previsibilidad anodina, para el Real Madrid era abrir la caja de Pandora de la imprevisibilidad. La simple sustitución de dos de sus piezas alteraba por completo el paisaje ofensivo blanco. Mudaban los recursos individuales, se despistaba a los sistemas defensivos rivales y empezaban nuevos partidos dentro del mismo.

Foto: Zidane da entrada a Vinícius Júnior, Isco Alarcón y Mariano Díaz en la derrota frente al Shakhtar. (Reuters)

Zidane, en su papel de hombre de club que entiende la entidad y al futbolista blanco como nadie, se ganó el respeto y la admiración de un vestuario que había rechazado el perfil marcial de Rafa Benítez. Del ‘no la pases con el exterior’ a Luka Modric a dejar fluir el talento mayúsculo, de buscar pulir el lanzamiento de falta de Cristiano Ronaldo a estimular su faceta goleadora. Esta conexión con grupo caprichoso y directiva necesitada provocó que los jugadores escuchasen a su técnico y este disparó la libertad y el talento de sus pupilos sobre el césped. Les dejaba ser como eran sin embutir su soltura. Un matrimonio perfecto después de tantos divorcios sonados.

Sin embargo, las cosas cambiaron con el tiempo y el Madrid se quedó sin la cuota goleadora de Cristiano Ronaldo, el guante de James Rodríguez y el papel revolucionario desde el banquillo de Álvaro Morata. A cambio, recibió las peores versiones de Gareth Bale, Marcelo, Isco Alarcón y Marco Asensio. Tan solo Karim Benzema se mantuvo a la altura de lo que supone la delantera del Real Madrid.

La pérdida de fantasía ofensiva y determinación individual en el último tercio empujó al equipo a replanificar su hoja de ruta. Entonces, el técnico galo diseñó un equipo experto en golpear primero y sostenerse sobre la solidez defensiva y el control de los partidos desde el balón después. El Madrid sobrevivió a la baja de su superestrella, Eden Hazard, levantó LaLiga del esprint y Zidane respiró. Hasta ahora.

El equipo no tiene nuevos mecanismos de ataque

No evolucionar significa perecer y, una temporada después, el Madrid va por detrás en la carrera armamentística ofensiva europea. El cuadro blanco sigue subido en la rueda granítica de su defensa y confiado en que el gol llegará por inspiración de unas piezas ofensivas cuyo techo de cristal (Marco Asensio y Lucas Vázquez) es mucho más bajo que en temporadas anteriores. A la espera de que Eden Hazard demuestre en algún momento que puede aportar el grado de inventiva, desborde y magia en el balcón del área que se le presupone a un jugador de su calibre, el equipo fusila a sus rivales a centros laterales cuando no les dan metros para correr o no pueden recuperar el balón arriba.

Ante el atasco, no hay recursos, solo desesperación, centros laterales y Sergio Ramos de '9' desde el minuto 70 como si el partido estuviese a punto de finalizar. Sin el desequilibrio exterior que podrían proporcionar Vinícius Júnior y Rodrygo Goes (ahora lesionado) que conduzca a situaciones de ventaja antes del centro y sin poder contar con una versión mínimamente positiva de Isco Alarcón o Martin Odegaard entre líneas para desarmar marañas de piernas a través de la creatividad y la asociación ante adversarios que se encierran cerca de su área, el Madrid se estrella contra su propia vulgaridad.

Por su parte, Zidane ha tratado de incentivar la versión más llegadora de Casemiro, pero el brasileño tan solo suma un gol en jugada mientras Federico Valverde, experto en estas lides, espera su turno en el banquillo. Otros futbolistas como Mariano Díaz y Luka Jovic, rematadores soberbios en balones cruzados, apenas cuentan para el entrenador francés.

Foto: Carlos Henrique Casemiro tras la derrota frente al Deportivo Alavés. (Reuters)

Entretanto, el Real Madrid 2020/21 ha sido incapaz de darle la vuelta a un marcador adverso en las seis ocasiones en que se ha visto por debajo del rival en lo que llevamos de curso: Cádiz, Shakhtar Donetsk X2, Borussia Mönchengladbach, Valencia y Deportivo Alavés. En otras palabras, no ha remontado ni un solo partido. Es el resultado de no labrar caminos hacia el gol y no reforzar una pizarra que dibuje itinerarios que faciliten llegar al gol cuando la musa de la inspiración desaparece.

En esas ocasiones, más que nunca, el centro lateral ha salido a la palestra como un mantra. Si observamos el acierto del conjunto blanco en el envío cruzado, su puntería es pírrica. Cádiz (cinco intentos con éxito de 29), Shakhtar Donetsk (7/37 ida), Borussia Mönchengladbach (6/34), Valencia (6/38), Deportivo Alavés (9/40), Shakhtar Donetsk (6/32 vuelta) y también en los empates: 3/39 Osasuna y 5/28 Elche. Frente a las dificultades y los problemas ante defensas atrincheradas, el Madrid se obstina y opta por el centro lateral como único mecanismo de erosión ofensivo.

Ni de izquierdas ni de derechas. El Real Madrid es un equipo de centro. De centro al área, concretamente. Se denomina ‘bombardeo por saturación’ al tipo de operación militar que tiene como objetivo lograr la destrucción completa del área mediante la explosión de bombas en cada parte de ella y que, entre otros, realizaron los aliados en la Segunda Guerra Mundial. Llevado al fútbol, es la técnica que utiliza el Real Madrid de Zinédine Zidane para remontar cuando va por detrás en el marcador y no logra encontrar la forma de penetrar la defensa rival.

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