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Vinícius Júnior, la víctima silenciosa del fracaso de Hazard en el Madrid
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Aumenta la presión sobre el brasileño

Vinícius Júnior, la víctima silenciosa del fracaso de Hazard en el Madrid

El brasileño se ha visto obligado a cargar con el peso del escudo del Real Madrid y la responsabilidad del desequilibrio desde que llegó al primer equipo

Foto: Vinicius celebra el primer gol ante el Levante. (Reuters)
Vinicius celebra el primer gol ante el Levante. (Reuters)

El terremoto institucional y deportivo que produjo la marcha de Cristiano Ronaldo en el Real Madrid allá por 2018 sacudió los cimientos del club. En el mismo año que la entidad perdía al entrenador que mejor ha comprendido el latir de la plantilla y el entorno blanco, Zinedine Zidane, los aficionados vieron cómo su máximo goleador enfilaba la puerta de salida. Con ello, se abrió el telón a un escenario inexplorado: el de la falta de gol y de liderazgo. Un vació de poder del que ni Gareth Bale, Isco Alarcón ni Marco Asensio se adueñaron.

El club carecía de desborde, profundidad y velocidad en tres cuartos de campo, pero también sufría un déficit goleador galopante. El proyecto de Lopetegui, hipotecado por la falta de dinamita ofensiva, no duró demasiado. Vino Solari para simplificar los procesos y agitar el curso. Entonces emergió una fuerza de la naturaleza llamada Vinícius Júnior e inyectó un chute de adrenalina en forma de atrevimiento en ataque y amenaza al espacio a un equipo que languidecía en campo rival.

Vinicius pide la pelota y encara

El brasileño, a sus 18 años, recuperó el pulso ofensivo e imprimió un halo de luz a una de las temporadas más negras en la historia del conjunto blanco. Su personalidad arrolladora le permitió echarse a la espalda el peso del escudo de un Real Madrid en crisis y convertirse en la mayor fuente de desborde de la plantilla. Poco importaba que por edad y escalón jerárquico aún no le correspondiese. Vinícius la pedía y encaraba. Fallaba o acertaba, pero eso no le condicionaba para seguir pidiéndola ni dejar de sonreír. Mientras otros jugadores llamados a ser importantes se esfumaron entre los cómodos asientos del banquillo, el carioca se presentó como un torrente vertical que no esperaba a nadie para ir a buscar al rival de frente.

Sin vacilar y con una sonrisa, como siempre ha hecho. Así lo destaca a este periódico su entrenador en el fútbol base de Flamengo desde 2012 hasta 2016, Zé Ricardo. “Cuando conocí a Vinícius me sorprendió lo feliz que jugaba. Su personalidad para intentarlo tantas veces como haga falta. Para él, el fútbol es un entretenimiento, por eso busca encarar constantemente al rival”. Sobre la falta del gol del brasileño, Zé reconoce que “desde pequeño ha tenido dificultades en el último tercio del campo para finalizar jugadas, pero siempre ha creado tantas ocasiones de gol que ha acabado compensándolo y marcando goles. En Flamengo tenía un plan de trabajo especial y detallado con el objetivo de resolver la definición y evolucionar, pero salió demasiado pronto del club -con 17 años-. Ahora está en otro nivel superior”.

placeholder Vinicius Junior lamenta una ocasión perdida junto a  Modric en el partido ante el Levante. (Efe)
Vinicius Junior lamenta una ocasión perdida junto a Modric en el partido ante el Levante. (Efe)

En otras palabras, dio vida a una campaña con fecha de caducidad bajo el dorso desde el inicio. A cambio, recibió un reguero de críticas voraces y burlas desmedidas cada vez que no lograba concretar una jugada en el área; consecuencia de no poder encontrar el punto intermedio entre la aceleración constante, la técnica, el control del balón y la ejecución. Hasta su propia afición le silbó. Como si la edad del gol viniese al alcanzar la mayoría de edad. Como si el joven brasileño tuviese la culpa de que la dirección deportiva no hubiese traído a una estrella para sustituir a un futbolista imposible de suplir individualmente como Cristiano Ronaldo. Todos lo miraban. Pocos observaban que si ese fallo se había llegado a dar era porque él lo había provocado previamente.

Algunos pagaban su frustración con el menos indicado sin entender que, a la espera que se desatase su olfato goleador, Vinícius era el único atacante de la plantilla blanca capaz de intimidar al espacio, desbordar contrarios, girar defensas y entenderse con Karim Benzema. La presión era enorme y asfixiante. Sin embargo, él se abstraía y continuaba brincando sobre el césped del Santiago Bernabéu, el Camp Nou o el Johan Cruyff Arena en un contexto hostil. La temporada acabó con Zidane al mando, la necesidad de recalcular la hoja de ruta y la sensación de que no se podía volver a repetir una situación similar.

placeholder Hazard y Rodrigo, durante el M. City-Real Madrid del pasado mes de agosto. (Reuters)
Hazard y Rodrigo, durante el M. City-Real Madrid del pasado mes de agosto. (Reuters)

El arranque de una nueva temporada con el técnico francoargelino como líder espiritual del grupo vino acompañada de un fichaje estelar: Eden Hazard. El máximo regateador de la Premier League (138 acciones completadas) era el futbolista que debía haber llegado en 2018 pero nunca aterrizó. Una figura élite eliminando y aglutinando rivales tanto en transición ofensiva como en estático, capaz de sumar una dosis importante de goles y repartir tareas con Benzema. El fichaje necesario tanto en forma como en fondo. El que debía cambiar el rumbo del equipo y llevarlo a alcanzar otras cotas superiores.

Hazard no ha estado a la altura del reto

Inexplicablemente, el belga llegó pasado de peso y sufrió la que sería la primera pincelada en el cuadro de lesiones que está significando su paso por el Real Madrid hasta el momento. Es cierto que, entre los meses de octubre y noviembre de 2019, desarrolló una química especial con Karim y demostró su capacidad para arremolinar defensas en la izquierda como si de un polo de atracción se tratase y soltarla hacia el flanco derecho. Además, puso el desequilibrio sobre la mesa y, aunque jamás rompió a producir dianas, aportó un abanico de recursos individuales a un equipo falto de matices ofensivos.

El problema es que ese impacto, entre lesiones, puesta física a punto y molestias musculares recurrentes se ha quedado en eso: en cinco o seis brochazos notables en un año. Insuficiente si tenemos en cuenta las expectativas y el desembolsó astronómico que realizó el club en verano. Como ejemplo, un dato. Desde que Eden Hazard fichó por el Real Madrid, el futbolista belga se ha perdido 34 partidos y ha estado 243 días fuera de los terrenos de juego. Tan solo ha disputado 24 encuentros donde ha marcado un gol y ha dado 4 asistencias.

Sin Eden Hazard al 100%, no hay otro atacante blanco capaz de agitar el árbol

Por su parte, el técnico de Flamengo valora positivamente su desarrollo de Vinícius en el club blanco y se muestra esperanzado de cara al futuro “en Brasil era un chico más liviano, pero ahora lo veo muy fuerte físicamente. Ha crecido mucho y se nota en su juego. Es más poderoso en el uno contra uno que antes y conserva esa personalidad fuerte para regatear aunque falle. Estoy seguro de que va a mejorar de cara a puerta como en los dos últimos partidos. Si sigue así, no me extrañaría verlo pronto en la selección brasileña absoluta”.

¿Quién respondió de nuevo cuando Hazard estuvo en el dique seco la pasada temporada? Vinícius Júnior. Con gol en El Clásico ante el Barça y asistencia ante el Manchester City en la ida del cruce de octavos de final. ¿Quién desbordó y marcó ante el Levante y el Valladolid esta semana? Vinícius Júnior. ¿Quién se ha vuelto a erigir como la mayor fuente de desequilibrio del Real Madrid ante la baja del belga? Seguro que ya lo saben. Ante su reiterada ausencia, Zidane ha vuelto a tirar del de siempre. Al sudamericano se le acusará de falta de determinación contra el portero, pero sin Eden Hazard al 100%, no hay otro atacante blanco capaz de agitar el árbol, por eso es imprescindible. Vinícius es Sísifo subiendo la piedra por la ladera empinada sabiendo que, tarde o temprano, sus detractores aprovecharán cualquier fallo para criticarlo y tendrá que volver a iniciar el ascenso. Afortunadamente, el brasileño no tiene vértigo al Santiago Bernabéu.

El terremoto institucional y deportivo que produjo la marcha de Cristiano Ronaldo en el Real Madrid allá por 2018 sacudió los cimientos del club. En el mismo año que la entidad perdía al entrenador que mejor ha comprendido el latir de la plantilla y el entorno blanco, Zinedine Zidane, los aficionados vieron cómo su máximo goleador enfilaba la puerta de salida. Con ello, se abrió el telón a un escenario inexplorado: el de la falta de gol y de liderazgo. Un vació de poder del que ni Gareth Bale, Isco Alarcón ni Marco Asensio se adueñaron.

Vinicius Junior Eden Hazard
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