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El Madrid pos-Cristiano: un agujero de goles que no tapan ni 390 millones de euros
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El Madrid pos-Cristiano: un agujero de goles que no tapan ni 390 millones de euros

El club no ha encontrado la manera de sustituir a la estrella lusa colectivamente, a pesar de acudir al mercado en varias ocasiones y fichar a Eden Hazard

Foto: Cristiano Ronaldo celebra un gol con el Real Madrid. (Reuters)
Cristiano Ronaldo celebra un gol con el Real Madrid. (Reuters)
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El Real Madrid de Zinédine Zidane triunfó en el Ramón Sánchez-Pizjuán con un solitario gol que LaLiga acabaría por otorgar a Bono en propia puerta. De nada sirvió el festejo de Vinícius Junior, puesto que su remate al suelo con la bota derecha no tenía dirección a portería. El equipo blanco optó por su versión más pragmática, entregando el balón al Sevilla para protegerse de las mejores armas de los de Lopetegui. El 0-1 que se vio en el marcador al finalizar los 90 minutos dio un respiro a los madridistas, pero evidenció, una vez más, el gran problema que vienen padeciendo durante las últimas tres temporadas: el desierto goleador que dejó la marcha de Cristiano Ronaldo.

Foto: Disputa de Benzema y otros jugadores, durante el partido. (Reuters)

El astro portugués abandonó el Real Madrid en 2018. Adiós a un jugador capaz de anotar 17 goles en una única edición de la Champions League o de superar durante seis temporadas consecutivas la cifra de los 50 goles. En un eterno debate sobre quién perdió más, si el Madrid sin Cristiano Ronaldo o el jugador sin la entidad blanca, alguien lo tiene claro. Ese hombre es Zinédine Zidane, que, a pesar de los intentos tácticos, los sustitutos o el maquillaje competitivo, extraña la ansiada figura de un goleador de época como el luso.

El paso atrás de los llamados a sucesores

Los meses posteriores a la traumática salida de Cristiano Ronaldo vinieron acompañados de la necesidad de sustituir a un jugador irreemplazable individualmente desde el colectivo. Para ello, se confió en el paso adelante del segundo escalón jerárquico ofensivo blanco: Karim Benzema, Gareth Bale, Isco Alarcón y Marco Asensio. Un cambio de estatus que nunca llegó, puesto que tan solo el francés abrazó el sentido de la responsabilidad goleadora que reclamaba el desafío de mitigar el adiós del goleador más voraz que ha conocido el madridismo. A pesar de su mejora en las cifras y su constancia en el juego entre líneas, el delantero galo rápidamente comprobó que estaba demasiado solo en campo contrario.

Paralelamente, la política deportiva del club viró hacia la adquisición de jóvenes talentos, con el objetivo de firmar a algunas de las posibles estrellas del futuro. El plan, por lo tanto, pasaba por incorporar materia prima antes de que el producto final fuese inalcanzable económicamente; en caso de que no resultara efectivo, siempre habría tiempo para recuperar la inversión, y si funcionaba, la entidad se habría adelantado al resto de competidores. Así llegaron Vinícius Júnior, Brahim Díaz o Álvaro Odriozola al Santiago Bernabéu.

Sin embargo, la temporada se vio hipotecada demasiado pronto por la escasez goleadora y regateadora que padecía el cuadro blanco, hasta conseguir embargar el proyecto de Julen Lopetegui en octubre, cuyo futbolista emblema, Isco Alarcón, nunca respondió a las expectativas depositadas en él. Mientras Gareth Bale se perdía entre lesiones, Marco Asensio se sacudía el cometido ofensivo: "Yo no tengo que ser el que tiene que tirar del carro en el club. Hay otros jugadores que llevan más años en el club, más experimentados, que tienen un estatus mayor al mío y son ellos los que tienen que tirar del carro", espetó el mallorquín.

Todos fallaron menos el ‘9’. Llegó Santiago Solari para recuperar a los extremos y emergió Vinícius Júnior. Volvieron el desborde y la profundidad, pero el gol seguía siendo un territorio únicamente explorado por Karim Benzema en una temporada para el olvido.

Zidane regresa, pero el problema es el mismo

Aprendida la lección y con Zidane ya en el banquillo, Florentino Pérez decidió contratar a un sustituto individual de Cristiano Ronaldo, Eden Hazard, sin renunciar a la nueva planificación deportiva (Rodrygo Goes, Luka Jovic y Reinier). El belga, jugador más desequilibrante de la Premier League en la última temporada, era el fichaje a realizar en el verano de 2019 ante el sueño, por el momento, imposible de Kylian Mbappé y Neymar Júnior. Regateador y vertical. Un polo de atracción de rivales que permitiría repartir tareas ofensivas y liberar a Karim Benzema del yugo goleador. Un futbolista capaz de aglutinar adversarios en la izquierda, soltar a la derecha en el lado débil y formar una breve sociedad con el francés que tan solo se mantuvo de octubre a noviembre.

No obstante, las inacabables lesiones de un jugador que hasta el momento había gozado de una hoja de servicios sin excesivas apariciones en la enfermería (ya son 41 partidos fuera de combate) impidieron a Zinédine Zidane edificar un sistema ofensivo alrededor de su figura. Quien debía multiplicar el potencial ofensivo blanco saboteó sin querer el futuro. El técnico se vio en una complicada tesitura. Reinventarse o perecer.

placeholder El entrenador blanco camina resignado por la zona técnica de Valdebebas. (Reuters)
El entrenador blanco camina resignado por la zona técnica de Valdebebas. (Reuters)

El francés eligió la primera opción y obtuvo su segunda liga a través de la solidez defensiva y una presión alta en campo rival que le posibilitó allanar los diferentes caminos hacia el gol. Para alcanzar la meta contraria, no necesitaba la mejor versión creativa de los mayores asistentes en tiempos del astro portugués (Isco, Marcelo, Modric, Benzema...), sino la coordinación del bloque defensivo. El sistema reducía el número de pases necesarios para alcanzar la meta rival y la falta de poderío atacante se veía enmascarada por el colectivo.

No había más cera de la que ardía, así que Sergio Ramos fue el máximo goleador blanco con 13 dianas tras Karim Benzema. Y es que la única manera de sostener el plan pasaba por no encajar y cimentar el equipo de atrás hacia adelante. El Real Madrid no se podía prestar a un intercambio de golpes, pero sí a robar arriba gracias a la energía y facilidad para corregir defensivamente de Federico Valverde y Ferland Mendy, ambos clave en el resurgir blanco.

Foto: Benzema en el partido entre el Shakthar y el Real Madrid en el Olímpico de Kiev. (Efe)

Una campaña después, el talento ofensivo del Real Madrid se encuentra en el mismo punto. Inmóvil y a la espera de que su estrella pueda responder a tales expectativas. Con Isco y Asensio ausentes, Hazard en el dique seco, abusando del centro lateral cuando no halla el modo de remontar partidos, encomendándose a la épica, colapsando ante rivales que se aculan en su propia área, huérfano de desequilibrio en el último tercio y con su ‘9’ como máximo responsable goleador junto al de Camas.

Un Madrid de Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Si logra recuperar lejos de su área, el gol está mucho más cerca, y si no lo consigue, el rival lo masacra ante su débil transición defensiva. Del mismo modo, cuando el balón está bajo su tutela, no encuentra la manera de abrir en canal a un contrario que esté atrincherado esperando su fallo. Los fracasos europeos de las dos últimas temporadas se deben explicar desde la ausencia de una superestrella goleadora a la que no se pudo reemplazar.

Una ventaja justificada en términos económicos

“Hay que disfrutar del momento, gracias a los aficionados que han estado de mi lado… Fue bonito”. Con estas palabras, Cristiano Ronaldo daba las primeras migajas de lo que supondría semanas después su adiós al Real Madrid. El portugués hizo gala de su habitual carácter, dando pistas de su marcha justo después de que el conjunto blanco ganara su tercera Champions consecutiva. Lo que se antojaba como una difícil operación salida del jugador franquicia madridista se resolvió de manera limpia, Florentino Pérez pidió 100 millones de euros, precio incluso ligeramente superior a los 96 que en 2009 el Madrid pagó al Manchester United. La Juventus, embelesada por los triunfos europeos que el luso había conseguido y que tanto ansiaba la Vecchia Signora, aceptó sin rechistar.

No había demasiadas dudas en los despachos de la Castellana. Con 33 años, Cristiano Ronaldo era un jugador amortizado después de casi una década luciendo la camiseta del Real Madrid, nueve años en los que llegó a marcar 451 goles. ¿Cómo se iba a rechazar una oferta de 100 millones de euros por un activo cuyo cenit futbolístico parecía alcanzado? La marcha a la Juventus puso punto y final a una relación de amor y odio que durante nueve años mantuvieron Cristiano y la directiva.

placeholder Florentino Pérez y Cristiano Ronaldo se saludan cariñosamente en la entrega de premios de Marca. (Reuters)
Florentino Pérez y Cristiano Ronaldo se saludan cariñosamente en la entrega de premios de Marca. (Reuters)

El portugués se fue y el club quiso agradecerle los méritos deportivos con una serie de homenajes. Pero la consigna era evidente, ningún jugador está por encima del Real Madrid. Un lema tan verdadero como que, sin goles, ganar es imposible. Cristiano Ronaldo aterrizó en Turín cobrando un sueldo que alcanza los 50 millones de euros. En estas dos temporadas y media, el luso ha celebrado 75 goles en Italia.

Desde entonces, el equipo presidido por Florentino Pérez recurrió al mercado en varias ocasiones en busca del ansiado gol: 160 millones por Hazard, 45 por Vinícius, 17 por Brahim, 60 por Jovic, 33 por Mariano, 30 por Reinier y 45 por Rodrygo. Un total de 390 millones de euros, precio que ha supuesto un montante total de 32 goles aportados al equipo, está lejos de las extraordinarias cifras que ha firmado el astro portugués en Turín, a dos meses de cumplir 36 años.

El Real Madrid de Zinédine Zidane triunfó en el Ramón Sánchez-Pizjuán con un solitario gol que LaLiga acabaría por otorgar a Bono en propia puerta. De nada sirvió el festejo de Vinícius Junior, puesto que su remate al suelo con la bota derecha no tenía dirección a portería. El equipo blanco optó por su versión más pragmática, entregando el balón al Sevilla para protegerse de las mejores armas de los de Lopetegui. El 0-1 que se vio en el marcador al finalizar los 90 minutos dio un respiro a los madridistas, pero evidenció, una vez más, el gran problema que vienen padeciendo durante las últimas tres temporadas: el desierto goleador que dejó la marcha de Cristiano Ronaldo.

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